Partida Rol por web

Sombras reptantes buscane estrangular la libertad de un pequeño país en la Tierra de los Libres... ¿Podrá un solitario Exiliado impedirlo?

Una vez a varios kilómetros del lugar del "incidente", os paráis y entráis en una cafeterá. Se impone decidir cómo llegar a Opal City, a unos 300 km de distancia.

- Una opción es coger un tren a Opal. Es la que teníais primer en mente, puesto que así vinisteis así, y ya tenéis incluso el billete (para mañana). Os permitiría llegar a vuestra ciudad de destino mañaa por la tarde/noche.

- Otra es ir en coche: pero un coche tardará por lo menos día y medio en llegar (ten en cuenta que en los 40 no había autovías, y los coches eran mucho más lentos). Habría que alquilar un coche, también.

- Otra es coger un barco hasta Baltimore, y luego coche/tren hacia Opal. Tardarías más de un día.

- Un avión sería la opción más rápida sin duda, pero no hay vuelos a Opal. Habría que conseguir un avión. Por suerte, Opal tiene un campo de aterrizaje.

El presidente y el doctor se ponen en tus manos, sólo que a Salinas le gustaría ir al hotel a buscar sus maletas (guarda algunos documentos de importancia allí).

-Iremos al hotel si queréis. Pero con cuidado, es el sitio más obvio donde poneros una trampa. Después usaremos el tren. Pero no con los billetes que tenemos reservados. Después del espectáculo de la serpiente ya sabrán que viajamos juntos. Así que habrá que comprar billete. -Se quedó pensativo, no era una situación de su agrado pero haría lo que había prometido. -Doc ¿puedes ocuparte de los billetes? Así tendremos las cosas más atadas.

Hugues está de acuerdo. Os despedís a la puerta del hotel: el va a la estación Grand Central a cambiar los billetes; tú y el presidente entráis en recepción.

Allí Salinas hablan con el aburrido conserje:

- Me llamo Salinas. Tengo hecha una reserva para esta noche.
El conserje lo mira con aire pasota.

- Quisiera reservar habitación para otra persona, también.-prosigue Salinas con educación. Le responde un silencio agresivo- ¿Hay algún problema?

- No ha visto el cartel? - señala a la pared-"No se aceptan negros ni perros".

Eso, tristemente, es algo habitual en los años 40.

- Le mandé el dinero por adelantado...

- Si llego a saber que era negro, se lo hubiera devuelto- se ríe el conserje.

Salinas se retira, pero antes murmura en español:

- Si no aceptan perros, no se que hace ese de conserje...

En parte no atendió mucho a lo que decía Salinas estaba más preocupado por otro ataque, pero parecía que más si había traído alguien de su guardia. Por muy mal aceptado que estuviera el se le alegraba, a las malas podrían usarle de forma conveniente que lo subestimaran o ni se fijaran en él. No es que fuera racista, pero para la mayor cantidad de gente de color la vio en Marruecos, y estaban al otro lado de su fusil. Le pasaba lo mismo que cuando veía a algún inmigrante alemán tenía que autocalmarse pero de inicio su cuerpo le ponía en sobreaviso.

-Aparte de por su maleta ¿venimos a por alguien? -Le dijo cuando estaban más separados del recepcionista.

- No. A nadie en Nueva York..

Recoge su maleta y os dirigís a la salida cuando entran dos tipos bien trajeados con sombreros Stetson. Uno alto de aspecto siniestro y otro bajito y rechoncho.

- El negro, jefe!- exclama el segundo.

- Ya lo veo, idiota.- responde el otro metiendo una mano bajo su americana.

-Pongase detrás de mio, no dude, repito no dude, usarme como escudo.

Se arrpentía no llevar su arma, pero sin el traje de Exiled podría haber sido un problema que la policía de Nueva York le encontrara el arma a un pobre trabajador extranjero del puerto de Opal City. Buscó un lugar donde poder parapetarse sobre todo para que Salinas pudiera cubrirse, si solo fuera por el buscaría la manera de acercarse, y ocuparse de ellos con las manos desnudas.

Puedes empujar a Salinas en la escalera, pero mientras buscas, los dos tipos sacan sus pistolas con silenciador. Deberías tirar reflejos para apartar al presi y ponerte a cubierto al mismo timpo (dificultad 19).

En tus patrullas nocturnas por los barrios bajos de Nueva York, te ha llegado un rumor: la mafia ofrece 500.000 dólares por matar a un tal Salinas, que es al parecer un político extranjero que se halla en la ciudad de incógnito. Nadie sabe quien ha puesto todo ese dinero en juego, pero lo cierto es que todos los hampones de la ciudad se han vuelto locos buscándole. Tres hombres inocentes cuyo único delito era parecerse al retrato de Salinas que va circulando por la ciudad ya han sido asesinados.

Tu curiosidad felina te ha hecho hurgar un poco en el asunto. Llevas dos horas siguiendo desde los tejados a Luca Torelli, alias Torpedo, y su ayudante Rascal. Torelli es un pájaro de cuidado, un asesino a sueldo. Algo te dice que está tras la pista correcta de Salinas.

Lo sigues hasta un hotel barato donde entra con su ayudante.

Al cabo de unos segundos, oyes disparos.

Intento acercarme lo más sigilosa y más rapidamente para ver lo que pasa... No puedo permitir que nadie salga herido.

A Nicolás no le dio tiempo pero ante todo intentó ponerse entre él y Salinas. Si conocía a alguien poduiera sobrevivir a un disparo era el mismo. Luego se dio cuento que realmente no sobrevivía. Lo que podía ser un gran problema.

Solo consigues interponerte entre Salinas y las balas de los asesinos:

Por suerte, las balas pasan a tu alrededor sin darte. Un milagro será...

Bajas por una cañería desde el techo hasta el nivel de la entrada sin hacer ningún ruido.

Observas que los dos matones (Torpedo y Rascal) están disparando desde la entrada del hotel, de espaldas a ti, a dos hombres que se hallan delante de la recepción. Ignoran tu presencia. Usan ambos pistola.

Nicolás puso a Salinas a cubierto. Después dio gracias a la Virgen de su pueblo.

-Haga lo que haga manténganse a cubierto voy a intentar encargarme de ellos. Miró a su alrededor para asegurarse que dejaba a Salinas seguro. Quería interrogar a ese par de pazguatos. Podría proteger a Salinas a la activa no reaccionando.

Aprovecho que los he cogido por sorpresa por la espalda e intento estrellar sus cabezas una contra otra para dejarlos K.O.

Con esas manazas que más que garras parecen raquetas de tenis abarcar su cabeza es fácil y golpearlas una contra otras es como entrenar contra la pera para mejorar la velocidad.

Saliendo de las sombras, un hombre con traje de pantera sobre los dos pistoleros como una sombra y entrechocas sus cabezas.

CLOCK!

Uno cae como un saco de patatas, el otro solo queda algo magullado, pero aún de pie.

Al ver lo que ocurría Nicolás no pudo evitar reírse, no se reía de la apariencia de quien les rescataba si no que en Opal podría haber sido el que hubiera aparecido haciendo algo muy similar. Se tapó la mano no quería que el rescatador creyera que las risas por él. Bueno no directamente.

Salió del lugar de donde estaba y dijo las palabras que el más hubiera deseado oír en ese momento

-Muchas gracias. Ni que caído del cielo. -Dijo mientras cargaba contra el que quedaba en pie.

Mirando al delincuente magullado mientras se da la vuelta, acaba su frase (tal vez no la empezara en voz alta):

- ...y DOS!- Y le amaga un tremendo gancho con la izquierda, seguido de un tremendo uppercut con la derecha con la intención de dejarlo K.O. y más manejable...

Cuando acabe con el secuaz me sacudiré un poco el traje y sin bajar la guardia (no literalmente, solo manteniéndome a alerta), responderé:

- ¡Es la ventaja de caer siempre de pie! - Mirando a mi interlocutor para intentar saber todo lo posible de él. - Gracias por salvar a ese pobre hombre. - Y apunta a Salinas, o donde debería estar...

Uno por delante y el otro por detrás, vuestros puños impactan uno contra cada mejilla del pistolero al mismo tiempo. Se oye como crujen sus dientes.

 El tipo escupe varias dientes y cae redondo... KO.

-Buen golpe. Dijo mientras se agachaba pare empezar a registrar al asesino KO. -Tienes bastante más estilo que yo. Miraba tras el de cuando en cuando para asegurarse que Salinas estuviera bien.

-Sr Salinas, puede venir, ya no hay peligro.