Partida Rol por web

Una mirada de auténtico desprecio brotó del joven rubio al escuchar las palabras de Jearon y la reacción del Demorthèn. Girando sobre si mismo se encaró a las criaturas que este había invocado mientras daba con total pasividad un par de pasos hacia atrás. Mascullando para si mismo una letanía de insultos al espíritu de Verzal. 

—Entonces púdrete en los infiernos arrogante y egoísta. 

Me quedé atónito antes las acciones del Demorthèn... todavía teníamos una posibilidad de que nos ayudara, supongo que el anciano no quería sacrificarse. Aunque el ataque de las criaturas no me pilló por sorpresa, tampoco me dio tiempo a actuar antes que ellas, por lo que levante mi escudo y esperé el golpe.

El arquero abrió los ojos sorprendido ante la aparición de las criaturas. Le costó un momento sobreponerse dando un paso atrás para alejarse de ellas de forma instintiva, lo que hizo que le llevase algo más de tiempo del habitual el sacar una flecha de su carcaj y prepararse para disparar.

Yldiane seguía sorprendida por la visión de Jearon, que parecía poseido por el espíritu del viejo magientífico. Miró con desprecio a las criaturas del pantano, pues en sus viajes se había encontrado con seres similares a menudo, pero se centró en el varigal para pedirle ayuda.

- Jearon, sé que estás ahí... ¡Échanos una mano y te liberaremos! - gritó mientras desenfundaba su espada con la mano derecha, alzando la punta metálica del carath con la izquierda para mantener a ralla a las criaturas.

Observé la runa en la piedra con atención. Ogham, pensé. Mi maestro me había hablado de ese tipo de magia a menudo, basada en la relación de un demorthén con los espíritus de la naturaleza. Era algo que, por el momento, estaba fuera de mi alcance, pero fruncí el ceño al ver el uso que Deorn hacía de ella.

- ¿Y me llamas traidor a mí? Tú que invocas el poder de Gluta con fines egoistas y asesinos... - Digo con tono acusador mirando al anciano. No me gusta la violencia, pero sin poder expulsar a esos seres de ninguna otra forma, no veo otra salida que sacar el claymore de la funda que llevo a mi espalda. - Pagarás por tus crímenes, Deorn - prometo.

En los libros aquel momento sería perfecto para hacer un comentario épico que subiese la moral a los combatientes o que, por el contrario, sirviese para minar la seguridad en sí mismo del enemigo pero en la vida real no había hueco para aquellos momentos porque no había palabras que sirviesen para fortalecer a nadie ante lo que estaban viendo. La risa de Deorn fue el marco sonoro perfecto para acompañar al alzamiento de aquellas criaturas que se llevaron toda la atención de la guerrera, olvidándose de la refriega entre el poseído por Verzal y Deorn.

No es el momento de echarse atrás, Arven.

Y no lo sería. La guerrera flexionó ligeramente las rodillas, afianzando su peso sobre aquel terreno traicionero, el aire era irrespirable y el estómago se le contraía en dolorosas arcadas que luchó por controlar. Respirar hondo para serenarse no era una opción así que dejó de andarse con preparativos y se encaró con una de las criaturas sin dilación alguna al atacar.

Arven se lanza contra la criatura y descarga un tajo con su espada. El filo del arma corta a través de la tierra, raices y hojas podridas que dan forma al ser, incrementando el olor nauseabundo a su alrededor. El monstruo del pantano no hace ningún gesto de dolor, como si su herida no le afectase lo más mínimo, pero un líquido similar al agua estancada empieza a surgir del corte. "Si sangra, puede morir", piensa Arven mirando la herida. A pesar de su frustración al ver que su ataque no parece afectar a su oponente, su entrenamiento le hace levantar el escudo para bloquear un puñetazo de la invocación. El sonido de la piedra chocando contra metal resuena en el pantano y, a pesar de no recibir ninguna herida seria, el impacto daña ligeramente el hombro de la guerrera.

Yldiane grita para avisar a su amiga de la infancia del peligro, pero su voz sólo atrae la atención de otro de los tres seres, que se lanza a por ella. A pesar de su rapidez, la chica no consigue evitar del todo el ataque del ser del pantano y, con una armadura mucho más ligera que la de Arven, el golpe recibido parece afectarle algo más.

La tercera criatura observa un momento al grupo y avanza hacia Liam, tal vez porque parece el más desprotegido o porque el dolor que muestra en su mirada atrae por algún motivo al espíritu que ha convocado el demorthén. Sin embargo, el muchacho es mucho más escurridizo de lo que aparenta con su aspecto de intelectual y se cuela con facilidad por debajo de los pesados brazos del ser del pantano.

Aferro el claymor en mis dos manos. Nunca me gustó el combate, ni mostré grandes aptitudes para la lucha cuando se empeñaron en enseñarme a pelear para aprovechar mi fuerza y mi tamaño. Sin embargo, ver cómo el demorthén utilza su poder para su propio beneficio en vez de para ayudar a los demás hace que todo mi cuerpo se rebele en su contra.

Lanzo un grito de guerra que sé que debe sonar amenazador proviniendo de alguien de mi tamaño y cargo contra el monstruo que ataca a Arven, dedido a acabar con él de una vez por todas. Despreocupándome de cualquier posible contraataque, cargo todo mi peso al mismo tiempo que golpeo. El claymore está a punto de partir a la criatura por la mitad, lo que liberaría al c'maogh que ha invocado el demorthén. Sin embargo, el cuerpo del monstruo fluye ligeramente, absorbiendo gran parte del impacto y se mantiene en pie a pesar de que la mitad izquierda de su cuerpo está prácticamente separada del resto.

Acuso el golpe en el costado sólo durante un momento, y aprovecho el impacto para alejarme y tomar perspectiva de la criatura del pantano. Tardo sólo un instante en decidir cómo atacarla: finto con mi espada mientras lanzo una potente estocada con el carath. La punta del bastón de viaje está diseñada para clavarse en todo tipo de terreno y la tierra pantanosa no es más que eso, así que noto cómo penetra en el costado del ser. Sé que no va a ser suficiente para tumbarle, sobre todo después de ver cómo una de estas cosas sobrevivie al ataque de Mór, que habría partido a un ser humano por la mitad, pero por algo hay que empezar.

-¡MPH!-el impacto contra el escudo reverberó hasta el hombro de la guerrera y ésta flaqueó brevemente. No había sido grave pero no podría levantar el escudo en condiciones si no amortiguaba de alguna forma los siguientes golpes. Apretó los dientes y se preparó para el siguiente embate de la criatura pero la voz de Yldiane fue un reclamo alarmante (y un fallo que podía haber resultado letal) y en el momento en que Arven miraba hacia la amenaza que la varigal avisaba, Mòr se metía de lleno en la refriega atacando a la criatura con la que ella se había enfrentado.

-¡Urvan, con Liam!-indicó al adepto puesto que Liam necesitaría, seguramente, más ayuda en combate cuerpo a cuerpo que Yldiane- ¡EAN, Cúbrela!-ordenó a su compañero señalando a la pelirroja con un gesto del brazo que soportaba el peso del escudo (y al que no le hizo ni pizca de gracia aquello), volvió a centrarse en Mòr y en la criatura pero ésta no había podido hacer nada frente a la colosal fuerza del joven que remataba al ser... sin éxito. Arven se echó sobre el ser pantanoso y asestó un nuevo golpe rematador esperando en su fuero interno que fuese suficiente como para impedirle absorber más daño y acabar con él.

Mi estrategia de ponerme en medio para cubrir a mis compañeros había sido inútil, no, lo siguiente. Viéndome en medio de la trifulca rodeado de los distinto enfrentamientos. Al ver el golpe de la criatura a Arven mis piernas se tensan para lanzarme hacia allí, observando además que Mòr se lanzaba también era una buena estrategia centrarse en una criatura.

Pero cuando lanzo la primera zancada escucho las palabras de Arven a la par de que parece que le da el golpe final a la criatura... claramente tiene razón, Liam necesita un cable y ellos están más que cubiertos. Haciendo un contrapié cambio mi dirección y sentido de desplazamiento impulsandome y lanzándome contra la criatura que encara a Liam, espada en alto.

Golpeando a la criatura y haciéndole un pequeño arañazo... y recordándome que se me da mejor aguantar golpes que darlos.

Arven, casi ofendida por el hecho de que Mòr hubiera ido a ayudarla a ella, lanza un nuevo tajo al ser del pantano que termina de separar las dos partes de su cuerpo. La criatura se derrumba y su sustancia no tarda en empezar a fundirse con el lodo del que había salido.

Urvan, que se había visto desbordado por el avance de las tres criaturas, hace caso a la guerrera y va a proteger a Liam. Carga despreocupándose por su propia seguridad, pero a duras penas consigue alcanzar al ser, produciéndole únicamente un arañazo en una rama que parece sobresalir de su brazo.

—¡EAN, Cúbrela! —Escucha el arquero, como unas palabras lejanas, procedentes de un sueño. Su desorientación es completa, tal vez incrementada por la náusea que le provoca en horripilante tufo de esos seres que han emergido de la tierra. Su idea repecto a Deorn se confirmaron con aquella infame acción. Todo aquello que se les quedaba grande y sin embargo iban a sufrir la ira de aquél anciano. A Ean todo le daba vueltas, pero al fin reaccionó. Sin saber muy bien cómo cubrir a la guerrera de un monstruo semejante sólo se le ocurrió disparar una flecha, con la esperanza de distraer lo suficiente a aquel ser, tratando de alejarse de los otros.

Mostrándose completamente temerario Liam acortó la distancia con la criatura a un paso impasible. En el último segundo se coló entre sus garras saliendo completamente ileso y dejando la criatura tras de si. Giro su cabeza contemplando la estampa de la lucha con desprecio y escupió al lomo de la criatura que ahora se centraba en Urvan.  

El joven se irguió y miró hacia adelante dejando detrás a sus amigos se adentró con paso despreocupado hacia los menhires. 

—No tengo tiempo para vuestras monsergas. 

El certero disparo de Ean parece clavarse en una bolsa de líquido de la criatura, que salta por los aires salpicando la armadura de Yldiane y hace que el ser del pantano se tambalee. Pero no es suficiente para acabar con él y, a pesar de sus heridas, descarga un nuevo golpe sobre la mujer. Afortunadamente, el ser del pantano estaba completamente desequilibrado y a penas consigue rozar a la varigal.

La otra criatura se enfrenta con Urvan, que ha cargado contra él a la desesperada. El guerrero del Templo había bajado el escudo para acometer con más fuerza y eso se probó como un gran error. El puño de madera y barro del ser impactó el rostro del acólito, que se tambaleó, al borde de derrumbarse.

Liam, por su parte, se aleja de la lucha para inspeccionar el círculo de menhires. No le cuesta reconocer los grabados demorthén que identifican el lugar como un círculo sagrado en honor a Gluta. Sin embargo, al mirar el suelo con atención, el boticario se da cuenta de que el espíritu de Verzal tiene razón: este pantano no es natural, sino que está causado por algún tipo de radiación que, por lo que Liam sabe, sólo se genera por grandes concentraciones de Flujo Fósil expuestas directamente al aire, cosa que no se da en circunstancias normales.

Yldiane sonríe al ver a la criatura desequilibrada y se tira sobre ella, clavándole al mismo tiempo el carath y la espada corta. Caen al suelo y, al hacerlo, la sustancia del ser se empieza a fundir con la tierra pantanosa.

- ¡Gracias, Ean! - le dice al arquero, poniéndose nuevamente en pie.

El golpe de la criatura hace que me tambalee... otra leve indirecta sobre mi camino real en la vida. Después de esto y con la esperanza de que mis compañeros me asistan me blindo con mi escudo y unas rocas que tengo cerca mientras sigo teniendo la atención del horrendo ser.

Ignorando la pesadez de los brazos y de las piernas intercambió una mirada con su gigantesco compañero y se volvió hacia las criaturas restantes, una de las cuales cayó fundiéndose con el mismo suelo al que pertenecía y la guerrera se movió para cargar contra el único que quedaba en pie asistiendo a Urvan en su enfrentamiento sin pararse a pensar qué estaba haciendo Liam. Al menos no está interponiéndose, se consoló.