Partida Rol por web

Ean, sorprendido por su propia suerte, vuelve a atacar al viscoso gigante maloliente con su arco. Una atmósfera de desesperación rodeaba aquél combate, aunque el arquero se consoló pensando que tal vez estos seres eran quizá lo más tangible a lo que se habían enfrentado desde... bien... no era capaz de determinar ningún momento anterior. Todo tiempo ser perdía en la bruma y este mismo instante desaparecería también. Pensar en ello hacía la imagen de su muerte mucho menos dramática.

-Acabemos con él -dijo vagamente Ean.

- ¡Urvan! - grito al ver a nuestro compañero golpeado por la criatura.

Sin dudarlo un momento, cargo contra el ser del pantano con toda la fuerza de mis músculos para partirlo a la mitad con mi claymore. El monstruo, ya herido por el ataque de Arven y la flecha de Ean, se desmorona completamente ante mi tremendo tajo, salpicando restos de lodo a nuestro alrededor.

Mientras luchábais por las criaturas invocadas por Deorn, el demorthén y Jearon se peleaban entre ellos. La juventud del varigal, que en principio debería serle suficiente para imponerse en un combate cuerpo a cuerpo con el anciano, se veía equilibrada por su torpeza de movimientos, como si el espíritu que le controlaba no estuviera aún acostumbrado a su cuerpo, y por una ferocidad inusitada por parte de Deorn.

Pero finalmente Jearon (o, más bien, Verzal) hizo acopio de fuerzas para empujar a un lado al anciano, que cayó al suelo al mismo tiempo que veía con desesperación cómo los sirvientes de Gluta, las criaturas que había invocado, eran destruidos por vuestro grupo.

- Se acabó, anciano... - dijo Jeaon caminando hacia él mientras desenvainaba su espada. - Ahora, por fin, pagarás por nuestras muertes. Han pasado cincuenta años, pero al fin se hará justicia.

El varigal coloca la punta de la espada en el cuello de Deorn, que mira con odio a su antiguo enemigo.

-Basta-resolló Arven sin moverse del sitio donde había caído la última criatura-eso-cogió aire pesadamente-eso no es justicia, Verzal.-soltó el aire- Es venganza-amonestó con los brazos prácticamente laxos a ambos lados del cuerpo. Cayó entonces en la cuenta de que no podía amenazar a Jearon porque él no era él.-el anciano vendrá con nosotros lo que queda de camino hasta que todo esto esté resuelto y entonces... se hará justicia y responderá por tu muerte y la de todos los que hayan muerto por sus actos.-estaba cansada (literalmente) de tanta muerte-Y tú tienes que ayudar, Verzal, pero no conseguiremos nada matándolo aquí-concluyó haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban para adoptar un tono de voz severo.

Habiéndose pronunciado claramente en aquella situación, miró a su alrededor comprobando que todos estuviesen ahí.

-¿Estáis bien?-preguntó a Yldiane y a Urvan sin ocultar su preocupación. 

Dolorido con una gota de sangre recorriendo mi frente, el brazo del escudo sujetando débilmente este y con el otro brazo el hombro del que cuelgan ambos me acerco a Arven. - Arven tiene razón... - una mueca de dolor recorre mi rostro. - Esto que estas haciendo no es más que pura venganza. El viejo cometió un crimen y será ajusticiado por ello, aunque tenga que llevarlo a tierras de Gwidre para que lo juzguen allí de forma parcial. Bastante daño a causado ya, y matarlo a sangre fría solo provocará la ira de sus seguidores y más derramamiento de sangre. - Un mareo hace que casi pierda el equilibrio, pero consigo no desfallecer y caer al suelo apoyandome en el hombro de Arven.

- Confía en nosotros Verzal. - digo con voz neutra y profunda, mirándole fijamente con un gran esfuerzo.

Jearon os mira un momento y, con movimientos lentos, baja la mano de la espada, dirigiendo su punta hacia el suelo. Un segundo después, cae al suelo, aparentemente inconsciente. Sobre él empieza a formarse una figura ligeramente translúcida que toma forma poco a poco, aunque no llega a resultar completamente sólida.

- Os tomo la palabra - dice. - Llevadle a Varn, contadles que él y unos cuantos de sus acólitos asesinaron a toda mi gente. Explicadles que el culto a Gluta que este hombre inventó no es más que una farsa, pues es la radiación de los experimentos inconclusos que quedaron en mi laboratorio lo que ha propiciado la generación de este pantano... Conseguid que se haga justicia... y descansaré en paz.

Sus ojos se iluminan un momento. - Pero si intentáis engañarme, volveré. Y sí, entonces actuaré por venganza y vosotros seréis el blanco de mi ira tanto como ese brujo y toda su aldea - su tono suena cavernoso por un momento, aunque el ataque de ira parece durar sólo un instante y el brillo que rodea su cuerpo vuelve a desaparecer mientras recupera su voz normal.

- Esta tierra... el Nimheil, que contiene, es un recurso de gran valor para mi gente. Flujo Fósil, lo llaman también. Puede dar energía a nuestros inventos durante mucho tiempo. Pero si se abandona durante décadas en el estado semi-procesado que tenía en mis experimentos, la radiación que emite puede producir extraños efectos. Según mis investigaciones, eso incluye el crecimiento anormal de plantas y animales. - Explica. Luego señala la losa que hay levantada en el suelo. - Si bajáis a mi laboratorio y destruís la piedra que contiene el Nimheil la sustancia se derramará. Se encuentra en un estado inestable, así que no tardará en pasivarse y dejará de emitir esa radiación - explica. - Así dejará de afectar a las criaturas de esta zona.

Poco a poco, mientras avanza en su explicación, la imagen de Verzal se va volviendo más y más translúcida, aunque probablemente aún tenga tiempo para contestar alguna de vuestras preguntas antes de desvancerse por completo.

Las palabras de Verzal fueron esclarecedoras para mí. Nos declara una injusticia y confía lo suficiente en nosotros para resolverla, junto con la forma de remediar el caos que se propicio ante tal acto. Solo me quedaba una duda. - Cof, cof - Toso aun débil después del combate, aun así saco fuerzas de mis deseos de arreglar las cosas para formular la pregunta - ¿En cuanto deje de radiar, todo volverá a su estado original? o las cosas que ha cambiado se quedarán cómo están. Y si es esto último, ¿hay alguna forma de revertir el proceso? - Preocupado porque esas criaturas sigan campando a sus anchas por doquier anhelo una respuesta. En cualquier caso tarea tenemos, tanto derramar aquel elemento cómo llevar a Deorn ante la justicia.

Sostuvo a Urvan, herido más gravemente de lo que ella habría deseado, y cargó parte de su peso sobre el hombro para que pudiese mantenerse en pie.

-Tendremos que hacer un alto, Urvan, no puedes seguir así-murmuró en voz queda mientras él lanzaba sus preguntas a Verzal quien, si bien no había matado al anciano, no tenía problemas en amenazarles a ellos incluyéndoles en su venganza.

Qué maravilla.

Tendrían que llevar a Deorn con ellos allí donde iban y después deshacer el camino para llevarle a Varn y que se enfrentase al juicio de su gente. No era una perspectiva esplendorosa pero era justa y la guerrera sabía que el camino de la rectitud siempre era engorroso para el que lo andaba... pero tenía la conciencia tranquila.

-¡Verzal!-ese desgraciado se esfumaba del cuerpo inerte de Jearom como si no hubiese pasado nada-¿algún consejo?-No sabía cómo iban a reconocer la piedra, quizá fuese algo que flotara y brillara ni tampoco si estaba bien escondida en el laboratorio aunque eso, quiso creer, no tendría sentido.-¿algo que debamos saber?- pasó el brazo por la espalda de Urvan y flexionó las rodillas un poco para afianzar a su compañero en ella.

Ean escuchó a Jearon petrificado. Lo que pedía era, a todas luces, una locura. En primer lugar es posible que al día siguiente hubiesen olvidado toda esta misión. En segundo lugar ese ejercicio de justicia poética era, desde su punto de vista, la mayor aberración que hubiese escuchado nunca, pero al fin y al cabo tampoco podía culpar a un cadáver enfurecido, pues sus propios compañeros compartían esa visión del bien y del mal.

—Estupendo —dijo con escepticismo creciente.

—¿Alguna loca idea más? —se dijo esta vez en voz apenas audible, pues no confiaba en que Jearon hiciese algo al respecto.

Ean se acercó a Arven y a Urvan, dejó su arco a la espalda y ayudó a su compañera con la carga. El arquero no pudo evitar soltar un comentario:

—Tío, Estás fatal. —Supuso que no no era un lenguaje muy ortodoxo, pero le dio igual.

Los experimentos que seguramente estuviera realizando Verzal van mucho más allá de los pobres conocimientos de Liam sobre la magiencia y, si la radiación del flujo fósil se puede aprovechar de alguna forma, el joven boticario lo desconoce. Pero sus lecturas no han sido inútiles: de todos los tipos de flujo que usan los magientíficos (mineral, vegetal, animal y fósil), éste último es, sin duda, el más preciado por los estudiosos de Reizh.

Liam sabe que los magientíficos usan complejos procesos para extraer el flujo y que luego debe ser refinado para su uso en los dispositivos que inventan. Por lo que ha entendido a Verzal, ese Nimheil (flujo fósil) está sin refinar y sus efectos deberían ser también revertidos si consiguiesen hacerlo.

Pero los estudios de Liam no le permiten conocer los detalles de ese proceso. Seguramente en las ruinas de la fábrica haya información sobre este tema y, con suerte, todos los elementos necesarios para refinar el flujo. Si es así, seguramente pueda convertir ese material en una fuerte de energía que no sea peligrosa para su entorno pero, ¿podría Liam hacerlo suficientemente rápido como para no sufrir sus efectos? De hecho, ¿acaso le preocupa ya lo más mínimo lo que quiera que esa radiación pueda hacerle?

El espíritu niega con la cabeza.

- La radiación terminará, lo cual parará cualquier proceso, pero lo que ya haya ocurrido no tiene por qué ser reversible - dice. Entonces, ¿qué pasará con vuestros recuerdos? Y, aún peor, ¿con el ciempiés gigantesco que atacó la atalaya? - Tal vez en un tiempo la propia naturaleza se encargue de normalizar los efectos del Nimheil - dice mirando hacia Mór, probablemente en deferencia a las creencias del ionnthén, aunque su tono carece de la seguridad de la que había hecho gala hasta el momento - pero, sin haber podido terminar mis experimentos no sabría decirlo...

Se vuelve un momento hacia Arven.

- Muchas cosas, supongo. Pero es parte del viaje descubrirlas poco a poco. - Si nu hubiera sido insustancial, la guerrera le habría decapitado por listo, pero se tuvo que quedar con las ganas. Después de todo, es parte de la filosofía de los magientíficos el seguir investigando para aumentar sus conocimientos y, seguramente, ni siquiera se le haya pasado por la cabeza que no sepáis distinguir el recipitente del flujo fósil.

El varigal abre los ojos finalmente y empieza a levantarse. Os mira un momento y en sus ojos tiene el reconocimiento de quien ha escuchado la conversación y sabe lo que ha ocurrido, aunque aún no parece haber terminado de asumirlo.

- Yo le vigilaré - dice señalando al demorthén. - Vosotros id a destruir esa cosa... niljaim fósil o como se llame.

El varigal levanta la mirada hacia donde estaba el fantasma de Verzal que le había poseido, con un gesto ligeramente asustado, pero la imagen del magientífico ha desaparecido. Con gesto cansado se pone en pie y se acerca a la losa levantada.

- Hay una buena bajada... Necesitaréis una luz - dice con voz cansada antes de acercarse a Deorn, que sigue tumbado sobre una cadera, cabizbajo y con expresión derrotada.

El joven rubio se acerca al varigal saliendo de entre las ruinas de un dolmen cercano. Su mirada fija en la abertura que Jearon señalaba. De pronto fue consciente de la presencia de los demás, sopesando sus pensamientos repaso a sus compañeros que no pudieron evitar sentirse extraños ante la actitud del joven erudito. 

Finalmente Liam buscó entre su petate dos bultos y se acercó a Urvan intentando evitar que ninguno de ellos se cayera. Haciendo malabares con mochila, hierbas y lino pareció recuperar su torpeza y entusiasmo habituales. Apartando al hombre de fé un par de pasos hasta un claro seco le increpó. 

—Esté no es el mejor entorno para dejar una herida al aire libre y desde luego no el mejor para curarla. Pero tengo unas hojas que al ser machacadas nos darán un poco de astringente, capaz de mantener la herida limpia sin mucho problema. El lino tendremos que cambiarlo si permanecemos mucho tiempo fuera, pero debes asegurarte que siempre cubre la herida. No queremos que nada de esos bichos se te cuelen ¿verdad?—

Con presteza atendió a las heridas de Urvan esperando que aquello no fuera a más. 

—¿Alguien mas necesita ayuda?

Dolorido escucho las palabras de Verzal. Un estremecimiento de alibio recorre mi cuerpo al ver que Jearon esta bien, cosa que no se puede decir de mi. Veo cómo Liam se acerca a mi y me intenta ayudar con las heridas.

- Muchas gracias compañero, no podría vivir quedándome aquí y dejandoos ir a destruir esa cosa. Creo que es mi deber. Con estos vendajes y curas espero poder acompañaros. Cof, cof... -

Qué hijo de perra.

Si no hubiese estado sosteniendo a Urvan(y si Verzal no fuese un espíritu) Arven habría ido a calentarle el culo hasta dejárselo brillante como el acero en una herrería pero como no podía se dedicó a apretar la mandíbula y a mirar con una mezcla de rabia y frustración la etérea despedida de Verzal.

-Yldiane-respondió a Liam mientras Urvan era atendido y se recuperaba dentro de lo posible en aquellas circunstancias. Buscó con la mirada a su amiga confirmando que seguía allí y después volvió su atención a Urvan- ¿te puedes mover bien? Prefiero que vivas quedándote aquí a salvo que morir por las heridas que se puedan abrir ahí donde vamos-expresó firmemente la joven guerrera con la preocupación ensombreciéndole la mirada.

-Tengo un par de antorchas- dijo, revisando su equipo después de que Urvan dejase de apoyarse en ella- ¿necesitaréis una, Jearom?-preguntó al varigal.- ¿tenéis alguna más?-se dirigió al resto, sosteniendo una antorcha en una mano y la otra bajo el brazo.

La mujer asiente mirando a su amiga.

- Sí, estoy bien... - dice. Al ver cómo empieza a sacar las antorchas, ella hace lo propio con una lámpara magientífica, que no tarda en iluminarse con una luz ligeramente azulada. - Será mejor que baje yo primero, por si acaso hay algo ahí que pueda reaccionar mal con el fuego de una antorcha.

Se vuelve un momento hacia Jearon para confirmar que se encuentra bien. - Vigila al demorthén.

Sin más palabras, se acerca al hueco de la trampilla y empieza a descender por una escalera de mano. Al cabo de medio minuto, escucháis una voz que suena distorsionada por el eco.

- Podéis bajar sin problema. La escalera tiene un par de peldaños podridos, pero aguantará... Mòr, tú intenta saltarlos, por si acaso... - Se corrige en el último momento al recordar el tamaño del hombretón.

Descendéis por una escalera de mano de aspecto bastante precario, teniendo cuidado de los peldaños que están en peor estado, tal y como os ha advertido Yldiane. La luz de las antorchas ilumina la escalera y la lámpara de la varigal os da una idea de cuánto os falta para llegar al fondo. Sin embargo, lo que arriba era una luz azulada, tiene ahora un tinte más verdoso, como si se estuviera mezclando con otra iluminación amarillenta. Empezáis a sentir el cansancio al bajar, pero tras unos pasos más llegáis a la habitación. En su centro, probablemente sobre una mesa, una piedra cristalina emite un suave brillo ambarino, con un patrón de luz que cambia constantemente y resulta tremendamente hipnótico. Sin embargo, al mantener la mirada fija en ella, os empezáis a marear ligeramente.

Conseguís separar la mirada y Arven le da un empujón a Yldiane, que se había quedado ensimismada mirando la piedra. Sólo entonces os fijáis en el resto del laboratorio. Uno de los muros de la habitación parece haberse derrumbado parcialmente y la tierra del pantano se empieza a colar por el hueco dejado por las piedras caídas. Las paredes están cubiertas por enormes capullos y, al iluminarlos, parece que algo se mueve en su interior. El recuerdo de un gigantesco ciempiés acude rápidamente a vuestra mente al verlos.

Por el resto de la habitación se pueden ver instrumentos de laboratorio: algunas probetas y vasos de precipitados, muchos de ellos rotos en el suelo o cubiertos de polvo y telarañas en las estanterías. En el centro de la sala hay una mesa metálica donde se encuentra la piedra ambarina. Con más luz podéis ver que realmente es un líquido de ese color contenido en una especie de geoda cristalina. No debería ser complicado romperla, tal y como os indicó el espíritu de Verzal.