Partida Rol por web

Irrumpiendo detrás de las dos aventureras Liam se adelanta a contemplar el espectáculo de aquél cubículo. Ansioso llega hasta la geoda y adelanta su mano pero duda un momento para finalmente retirarla. Mira a su alrededor intentando encontrar sentido a todo el caos. Reconstruye en su mente como debería haber sido el laboratorio cuando la tierra y el lodo aún no habían irrumpido en él. 

Frunciendo el ceño dio rienda suelta a sus cavilaciones, como no lo hacía desde hace un buen tiempo. 

—No estoy seguro de que podríamos conseguir destruyendo esta pieza. Al eliminar el cristal la radiación podría disminuir y quizá la tierra podría absorber el líquido de forma natural. Pero también podríamos estar liberando el flujo y aumentando su contacto con el pantano. Con consecuencias completamente imprevisibles.

Iba caminando alrededor de la mesa de cristal con una mano en su barbilla intentando poner sus pensamientos en orden. Mirando alrededor esperaba encontrar la respuesta entre las cosas que aún no habían sucumbido a la podredumbre. 

—¿Podría el sentido de venganza de Verzal llegar tan lejos?

Rebuscando entre las cosas se interesó por todo aquello que pudiese salvar de los estudios del viejo habitante del lugar.

-Después de tener que elegir a quién ayudar, Liam, ¿es este el mejor momento para plantear esas dudas?-dijo Arven-¿Hasta dónde llegarías tú para vengarte?-le preguntó, mirando a su alrededor con la luz de la antorcha y de la lámpara de Yldiane iluminando el lugar- Cuando rompes un vaso corres el peligro de cortarte-medió Arven intentando encontrar casi un dispositivo de protección magientífico oculto-seguramente con esto no sea distinto. Habrá una forma segura de romperla, parece demasiado sencillo para todo el mal que ha hecho.

Las palabras de Arven sacan al muchacho de su tarea. Se gira un momento y contempla la silueta de la guerrera con ojos desorbitados. 

—¿Cómo podría vengarse uno de si mismo? ¿Que sentido tiene la justicia en un mundo tan perverso? ¿Donde sacas fuerzas cuando no crees que quede nada más por lo que luchar?—

Atribulado el muchacho balbucea algo ininteligible y se ruboriza. Agacha su mirada al suelo y entre su murmullo las últimas palabras las exhala de su pecho... 

_{—... ti... hub... hubiese llegado hasta el fin.} 

Observáis el laboratorio. No hay mucho más que lo que habéis observado en un primer vistazo. Sin embargo, os llama la atención el muro semiderruido: no parece derrumbado por la presión exterior, sino más bien destrozado desde dentro antes de que el barro del pantano se deslizase dentro del laboratorio.

Instintivamente os fijáis en los capullos de las paredes, recordando los testimonios sobre el ciempiés que atacó la atalaya. Si existe la más mínima posibilidad de que saliera de aquí, tal vez quemar el interior del laboratorio sea la opción más segura una vez el flujo haya sido liberado.

Al pensar en ello miráis nuevamente la geoda cristalina en el centro de la sala. El líquido sigue moviéndose formando patrones de color extraños, y por un momento el rostro de Verzal parece miraros desde el interior, con un gesto severo instándoos a cumplir vuestra promesa.

Ean ve el asunto tan turbio como el mismo líquido que se supone que deben derramar, pero no es el líder ni el "intelectual" del grupo. Su capacidad de comprensión de los fenómenos que aquí se dirimían superaban con mucho su mentalidad pragmática y presentista. En cierto modo, su única experiencia era la del ruido y la furia que se había desatado en este lugar abyecto y que deseaba abandonar por todos los medios. Cargó su arco y apuntó al recipiente.

—¿Queréis que haga pruebas de tiro? —preguntó.

Él era, simplemente, el ejecutor.

-¿Decías?-preguntó pues el leve murmullo de Liam no había llegado con claridad a sus oídos mientras se inclinaba hacia uno de los sospechosos bultos de lo que bien podían ser crías de bicho gigante.-Antes de que dispares-dijo a Ean-espera a que esparzamos papeles o... lo que pillemos-sería un milagro encontrar ahí aceite esperando a ser esparcido-Deberíamos-pestañeó varias veces y entrecerró los ojos. Creía haber visto algo pero quizá era su imaginación que, tras tanto ajetreo, reflejaba lo que le daba la gana donde en realidad no había nada más que el extraño líquido-Deberíamos destruir por completo el lugar para asegurarnos de que no queda nada que puedan saquear-O que pueda escapar- cuando salgamos nosotros-miró al resto de sus compañeros-Dejarlo todo preparado para que, cuando rompamos eso, solo haya que tirar las antorchas y que todo prenda-una vez sus palabras hubieron calado en sus compañeros-Los que no puedan moverse con rapidez para regresar que se retiren un poco antes.

Asiento cuando Arven sugiere que salgamos de allí antes. Con mis heridas me va a costar volver a subir las escalers.

- Toma, Arven - le digo a la mujer sacando las reservas para mi lámpara de aceite de la mochila. - Creo que te vendrá bien... - Sonrío, triste y me vuelvo hacia el ionnthèn. - Mór, ¿me ayudas a subir?

Cuando el gigantón asiente, me apoyo en él para volver a la escalera y empezar el ascenso hacia el pantano.

La pregunta directa de Arven había sido una punzada. Afortunadamente Ean había aparecido para correr una cortina de humo sobre el asunto que el joven rubio aprovechó.

Se escurrió en uno de los rincones de la cripta sopesando sus posibilidades. Sus compañeros estaban decididos y parecía que poco de lo que él pudiese argumentar iba a tenerse en consideración. 

—¿Pero que quieres exactamente Verzal?—

Concentró sus últimos esfuerzos en analizar la situación. Lo que sea que estuviese ocurriendo allí no parecía que fuese a remitir por el simple echo de destruir la geoda. El flujo podría encontrarse en otros lugares de la región y su influencia iba a seguir latente en el subsuelo. Finalmente tras sopesar sus posibilidades se adelantó hasta Ean poniéndose a su costado. 

—No tengo los datos suficientes para sacar una conclusión. Pero sería dejar demasiado a la suerte pensar que lo que salga de la geoda será inflamable. Si queremos quemar el lugar mejor será que utilicemos nosotros mismos un acelerante. Sobretodo en estas condiciones de humedad. ¿Tenemos algo así disponible? Valdría con aceite para lampara o algo parecido. 

-Liam-aplastó contra el pecho uno de las reservas de aceite de Urvan-por intentarlo sólo perdemos el tiempo y perderemos menos si me ayudas que al menos eso de las paredes vaya a arder. Me conformo con poco-volvió a repetir el plan: aceite, flecha, geoda al garete, fuego y salir del lugar. Intercambió una mirada con Ean, que no estaría precisamente emocionado de retrasar aquello pero valdría la pena. Cuando ambos hubieron acabado de esparcir el aceite acudieron junto al arquero para quitarse de en medio cuando éste disparase. A Arven no le preocupaba la puntería de su compañero pero sí lo que había dentro de la geoda.

Ean espera metódicamente, vigilando mientras se ultiman los preparativos. La idea de disparar a algo, aunque sea un chisme infecto del pasado que contiene algún tipo de substáncia demoníaca, le resulta reconfortante. Así que no se lo piensa. Cuando ya están sus compañeros a su espalda apunta directamente y dispara su arco, deseando que todo acabara con aquel disparo. Aunque no fuese verdad.

La flecha vuela por los aires y, contra todo pronóstico, el preciso disparo de Ean hace que el proyectil se clave en la geoda. Unas grietas se extienden por el cristal desde el punto del impacto, mientras el líquido ambarino brilla por úlitma vez en su contenedor. Durante un instante, las luces y sombras del Nimheil parecen formar el rostro de Verzal en en interior de la geoda, justo antes de que esta termine por romperse, derramando el flujo fósil sobre la mesa. Al igual que cuando bajasteis al laboratorio, os sentís ligeramente mareados al fijar la vista en él.

Arven se repone en seguida y baja la antorcha para hacer arder el aceite de la lámpara de Urvan, que habíais derramado por la sala. El fuego se extiende por la línea que habíais preparado a modo de mecha antes de dividirse hacia los capullos de los insectos gigantes. Cuando entra en contacto con el Nimheil, éste se incendia rápidamente y se produce un intenso brillo. En pocos segundos, el líquido que no se había filtrado entre las rocas se consume con una nuve amarillenta y un olor acre.

Subís rápidamente por las escaleras y, una vez en el exterior, volveis a colocar la losa de piedra encima de la entrada del laboratorio, sabiendo que eso sofocará el fuego en poco tiempo, aunque parece más seguro que dejar salir el humo generado por el flujo fósil.

Durante un momento os miráis, pensando que todo ha terminado al fin. Sin embargo, no tardáis en sentiros decepcionados. Tal vez en el fondo de vuestros corazones esperábais que, al destruir el recipiente y destruir el Nimheil todo lo ocurrido tomase sentido de golpe. Pero no es así; seguís igual de confusos y sólo el tiempo dirá si seréis capaces alguna vez de saber exactamente qué ha ocurrido.

Cabizbajos, os volvéis hacia Jearon, que parece haberse recuperado y vigila a Deorn mirándole con desconfianza, aunque el anciano sigue derrumbado sobre una de sus caderas, con la mirada baja, derrotado. Urvan y Mor esperan sentados a su lado, con gesto cansado.

Empieza a llover, como si el clima decidiera hacer eco a vuestro estado de ánimo, y os ponéis en marcha de vuelta hacia Loch Varn.

La partida termina en la siguiente escena:
Epílogo