Partida Rol por web

Meditó un momento.

-Contestaré a tu pregunta con otra pregunta: ¿Qué consecuencas tendría ése deseo? Podría desear todo eso y más, pero toda acción tiene su consecuencia. Por ejemplo, ¿terminar la guerra mañana? Podría estar bien, pero "terminar la guerra" no es la victoria humana necesariamente. ¿Ser general de todos los ejércitos? Podría estar bien, pero el peso de la responsabilidad podría destruirme. ¿Pasar el resto de mi vida con la mujer que amo? Eso quizás sería lo mejor, pero podría significar echar por tierra todos mis sueños... O peor, quizás podría echar por tierra SUS sueños.

Calló unos segundos. Sabía que el hombre esperaba una respuesta.

-Ahora mismo sólo podría decir que "desear" es peligroso. Mientras haya amor, conservaré a mi amor; mientras haya guerra, podré entrar en el ejército. Mientras haya guerra, habrá humanidad. No creo que pudiera dar una respuesta a qué desearía que fuera realidad. Al menos ahora no.

No sabía cómo reaccionaría el viejo. Podría parecer que era una respuesta para hacerse el filosófico, pero realmente pensaba así. Los últimos meses le habían demostrado que todo podía llegar y que todo podía desaparecer igual de rápido. Desear era peligroso. Podía llevar a un lugar muy oscuro.

No se puede embaucar a un embaucador. O al menos, cuando uno lo intenta, pasan cosas como las que sucedió a continuación. Y es que comenzó a reírse de buena gana, como si le hubieran contado un chiste cojonudo, de esos que te hacen caerte al suelo y oscilar el pecho frenéticamente sin exteriorizar risa hasta en la fase final. Una risa contagiosa, que le hizo a él sonreír. Pero él no cayó al suelo, si no que se mantuvo apoyado en su bastón de ciego.

Cuando terminó de reír, seguía sonriendo con una dentadura tan blanca como el marfil.

-No cabe duda de que eres un chico listo. Algo me dice que tienes una ligera idea de quién soy... Bueno.

Parpadeó de nuevo, señalándole con un dedo huesudo.

-Tienes toda la razón, Phillipe -dijo su nombre en perfecto francés- Los deseos son un arma de doble filo. Por cada gracia que se te concede, se te puede conceder otra desgracia para toda la vida. No obstante, ya que eres un chico listo te dejaré que enuncies tu deseo de la forma más pormenorizada posible. Será como... mmmm... una especie de contrato entre tú y yo.

Sonrió, está vez sin mostrar los dientes, de una forma un tanto sardónica.

-Sin embargo, el juego no funciona así. No puedo darte más días para que pienses en tu deseo. Tienes que decirlo, aquí y ahora, o perderás la oportunidad... y se la podemos dar a otros. Imagínate que ese otro alguien gana el torneo y... desea que la guerra no termine nunca, o que él sea nombrado dictador perpetuo de éste planeta. No creo que te gustara vivir algo así, amigo mío.

En Nueva Orleáns se contaba que los santeros podían comunicarse con un "diablo" que concedía deseos a cambio de un sacrificio inesperado. De niño le daba miedo y de mayor no lo creía. Sin embargo, le daba la impresión de que había algo de realidad en todo eso. Una realidad increíble, pero realidad. Recordaba cómo su madre, cuando volvió del frente, era muy respetuosa sobre todo lo paranormal, respeto que antes del frente no tenía. Se preguntaba si estaba a punto de ser protagonista de algo muy importante. Sin embargo, sabía qué es lo que le atormentaba los últimos meses, desde que conoció a Krys, desde que comenzó todo lo del sokkie.

-Deseo... Simplemente deseo saber si entrar en el ejército es mi destino o no. Quiero saber si podré tener una vida feliz siendo militar. Realmente... Quiero saber si Krys estará en mi futuro si me hago militar o no.

Respiró hondo antes de especificar exactamente su deseo.

-Deseo saber qué camino tengo que elegir para que Krys esté en mi vida. Sí... Exactamente eso.
 

Cenaron, charlaron y el sueño les venció irremediablemente. Y allí estaba, sumida en un sueño bastante corriente para ella, en el que estaba paseando por un jardín con su desaparecido perro Noel, que tenía en Chicago cuando era una niña. En el sueño, de hecho, estaba en su ciudad natal, aunque tenía la misma edad que ahora. Era pronto parar sueños de pareja, así que Lambert no estaba con ella.

Jugaba con su perro, corría por el parque y se reía. Finalmente, se sentó en su banco favorito y disfrutó del sonido del agua y los pájaros. Era extraño, por que el sueño era muy vívido, podía decir que casi real. Entonces, un anciano negro con un traje informal y un bastón se sentó en el otro extremo del banco y sonrió.

Había algo familiar en él. Algo que la hacía confiar. Era extraño por que, a diferencia de otras cosas en sus sueños, aquel tipo estaba allí y sentía, de alguna manera, que se había "colado". Un invitado no deseado, pero frente al que no sentía miedo, si no curiosidad.

Le habló sin mirarla, como si estuviera atento al paisaje o algo así. Aunque no podía, por que era ciego y eso era evidente.

-La vida te va bien, y todavía puede irte mejor.

Su acento era americano, aunque del sur. Creía de un estado como Luisiana o similar. Un acento bastante cliché.

-Lambert es uno de esos chicos entre un millón. Has tenido suerte con él.

Parpadeó tras las gafas y se mojó los labios con la lengua en una fracción de segundo, reflexivo, mientras apoyaba la espalda en el banco.

-Estamos haciendo una apuesta, sobre el torneo. Creo que tienes posibilidades, eres buena.

Hablando de esas cosas en un sueño. ¿Que significaba, acaso era producto de su subconsciente? De alguna forma, creía, sentía, que no.

-Tengo una duda, en torno a tí. Ahora que eres feliz, que puedes serlo más que nunca en tu vida... Si ganando el torneo pudieras pedir un deseo, por extravagante o amplio que sea, ¿Cual sería? Me refiero... a que ya tienes todo lo que quieres. ¿Que es lo querrías? Recuperar a tu perro, la paz mundial, ser feliz con Lambert para siempre...

Alzó un dedo, a modo de advertencia. Su perro se sentó cerca de él, como si no le temiera.

-Ten cuidado con lo que pides, pues no es una frivolidad. Volveremos a vernos, cerca de la final, y te recordaré lo que me dijiste. Si tú y Lambert vencéis en el torneo... bueno. Haré tu deseo realidad. Así que, ten cuidado con lo que pides y cómo lo pides.

Antes de Lambert, Dora soñaba mucho y aunque nunca había tenido un sueño tan vívido como ese, sí había tenido varios pero desde que Lambert apareció en su vida, dormía placenteramente hasta esa noche que aunque había terminado rendida, estaba viendo a ese hombre que no le daba miedo, por el contrario, se sentía atraída hacia él. La felicidad que sentía o paz, no sabía describirlo realmente pero estaba tan bien con su perro, de nuevo con él pero mayor ya, disfrutaba la vida de otra manera y evidentemente el sueño también.

-Es verdad, me va muy bien...

Se quedó pensando en ello un largo rato, era verdad, no podía quejarse de nada porque todo estaba saliendo mejor de lo que hubiera creído un mes atrás. Pensó en Lambert, él tenía razón acerca de Lambert y ella lo había sabido pronto.

-¿Quiénes están haciendo una apuesta?

Estaba bien, confiaba en ese hombre pero quería saber todo lo que se pudiera, después de todo le estaba hablando de su vida y de su hombre. Entonces le dijo algo que no se esperaba pero creyó que era sólo parte de un sueño, algo que no iba a suceder.

-Yo...

Sonrió y se imaginó un poco mayor pero dd muy buen ver, junto a Lambert sonriendo y en una enorme casa junto a dos pequeños niños idénticos, sus gemelos. Miró de nuevo al anciano y asintió.

-Quiero una cada enorme, una casa, no un departamento con mis hijos gemelos cuyo padre es obviamente Lambert y si se puede, quiero que los pequeños disfruten del sus abuelos.

El trabajo ya era bueno y suficiente para ella, lo que quería era felicidad al lado de Lambert. No le creía que fuera a volver pero se sentía bien diciendo aquello, imaginando que era verdad. Casi le habría pedido una vida sexual extensa pero dudaba que pudiera hacer real nada de lo que habia pedido, así que eso estaba de más.

          " Seguramente iremos a Jamica cariño, estoy muy segura que nuestros cuerpos pueden hacer muchas cositas juntos Jerome! " 

          Ambos disfrutan dándose mutuamente placer oral por un rato antes de quedarse dormidos por un rato y darse un buen y relajante baño juntos en un jakuzi de buen tamaño, con que contaba la habitación, desúes de eso se vistieron y salieron a pasear por los alrededores del hotel, con la idea de disfrutar el mismo y de encontrarse con alguna de las otras parejas para conversar y conocerse un poco mas

Jason iba a responder casi de forma automática, pero algo le detuvo. Entrecerró los ojos y observó a ese tipo con suma suspicacia. Había algo en sus palabras que despertaba en él una alarma silenciosa. ¿Se estaba quedando con él? ¿Quería divertirse con un desgraciado que había llegado demasiado lejos? Más que una porra, pensó que tenía una cámara oculta para sus amigos y que la broma sería a su costa.

Sin embargo, había aún algo más. De repente se sentía muy desconfiado, como si el ciego tirara de un hilo invisible y moviera a Jason hacia él. No le gustaba esa sensación y menos aun tener que sincerarse con un desconocido tan extraño como ése. Casi hubiera preferido que le hubiera pedido un trabajo y no un deseo.

- ¿Qué pasa?- espetó después de un silencio.- ¿Eres un genio de la lámpara? ¿Piensas hacer algo mágico para que se cumplan mis deseos, y  luego lo vas a transformar para que me salga el tiro por la culata? ¿No es muy tarde para este tipo de chorradas?- preguntó intentando ocultar el interés que aún sentía.

Habría sido un buen momento para levantarse e irse, pero no lo hizo. Se cruzó de brazos y se quedó mirando al hombre como si así pudiera adivinar sus intenciones.

El hombre sonrió de oreja a oreja por su comentario. Le señaló con un dedo y estuvo a punto de reír, pero quedó en un asentimiento con vehemencia.

-Es una buena observación. Has dicho "magia", pero ya sabéis, ahora sabéis, que la magia no es más que otro tipo de ciencia. Ésto es como un contrato, y tienes mi garantía de que se va a cumplir. Quien soy yo es algo que averiguarás a su debido tiempo. Pero por ahora sabes que soy alguien capaz de concederte un deseo. Y como bien has dicho, los deseos son armas de doble filo. Así que, por favor, formula uno del mejor modo posible. Si no lo haces, entenderé que no quieres participar en ésta apuesta, y sería una lástima... tendrías mucho que ganar.

De alguna manera, sus palabras calaban en él. Era como si le estuviera embrujando, aunque de una forma tan sutil que era imperceptible. Sentía que tenía que contestar, como si una especie de fuerza cósmica le obligara a ello.

Escuchó su deseo y sonrió. Era un buen deseo, uno modesto. Sería casi imposible dar la vuelta a eso. Era una simple pregunta y su contestación. Había subestimado a aquel humano, pues era más inteligente de lo que parecía. Un deseo era un deseo, y el juego era el juego. Tendría tiempo para pensar en ello, pero de momento sentía que lo había desperdiciado pidiendo una fruslería.

-Es un deseo sencillo, puro. Bien... si eso es lo que quieres -terminó su copa- Eso es lo que se te dará.

Señaló con el mentón a Kris, y Phil miró en esa dirección.

-Ve con ella ahora, está despertando.

Cuando se giró nuevamente, el viejo ya no estaba. Pegó un salto de la silla, asustado. ¡¿Cómo demonios?!, ¿Había sido una alucinación o se trataba de algún tipo de ser sobrenatural?

Se había quedado frita pero una suave brisa que levantó algo de arena la despertó. Palpó a su lado, y al no verle, se desperezó un poco más, dando la vuelta sobre la toalla para mirar hacia el chiringuito. Él estaba mirándolo todo, incluso por detrás, tratando de racionalizar el misterio de aquella desaparición.

-Phil, ¿Qué pasa? Si no tuvieras esas gafas juraría que se te ha caído una lentilla o algo.

Se rió, por que desde fuera la escena era algo cómica. Pero él no estaba para muchas risas. Estaba entre preocupado y asustado. ¿Había hecho un pacto de verdad, un pacto con un ente no-euclideo? Ella dejó de reírse al ver su cara y se arrodilló sobre la toalla, dispuesta a levantarse.

-¿Estás bien, cariño?

Le había llamado cariño, y eso era un avance. Pero él estaba pensando en mil cosas a la vez y apenas se dió cuenta.

El viejo sonrió. Parecía que estaba agradado con lo que decía, pero en realidad pensaba algunas maldades. Su deseo era muy interpretable, las frases eran muy fáciles de torcer. Y eso a un Dios como él le encantaba. Es más, le entusiasmaba. Quería, deseaba, que ella ganara, para poder cumplir aquel deseo.

-Si eso es lo que deseas, eso es lo que se te concederá.

Sonrió, de forma bastante enigmática, y entonces vió como una ráfaga de viento lo disolvía, convertido en un haz de hojas que se mecían en el viento. Ella despertó casi enseguida, envuelta en sudor. ¿Qué demonios había pasado? El corazón le latía rápido, pero no se podía mover. Tenía una de esas fases del trastorno del sueño, sentía vértigo y una gran angustia, opresión en el pecho, por que no podía respirar. Quiso llamar a Lambert, que estaba al lado, pero ni se movió ni emitió sonido alguno.

Finalmente, con el paso de largos minutos, recuperó el control de su cuerpo y su respiración, saliendo de la fase REM.

Cuando salieron era muy tarde. De hecho, eran casi la una y media de madrugada, y la gente se había ido a descansar. Se dieron un paseo, conocieron las instalaciones. Cuando volvieron a la habitación, Jerome tuvo "un apretón" y tuvo que pasar por uno de los baños públicos del resort. Ella se quedó esperando en la sala contigua, que era una de esas bonitas salas de té que casi no se usan en los hoteles.

Allí se topó con Jason, otro de los bailarines del equipo. Estaba sentado frente a un hombre viejo, negro, bien vestido y con un bastón de ciego. El australiano parecía estar pasando un mal rato.

-Que fantástica coincidencia. Dos concursantes en el mismo sitio -dijo el hombre- Coljay, por favor, toma asiento con nosotros.

Algo, como una fuerza contra la que era incapaz de luchar, la hizo obedecer dócilmente, en silencio.

-Le he propuesto un trato a Jason, pero te lo hago extensivo. Es muy sencillo, verás. Yo y unos amigos... poderosos, estamos haciendo una apuesta con vosotros. Yo soy un mero portavoz del grupo, pero... hemos decidido que al ganador le vamos a conceder un deseo. Algo que quiera o desee especialmente, sin importar lo que sea. ¿Ser millonario, la paz mundial? Lo concederemos.

Ella iba a preguntar que quién era él, pero su mente se llenó de la palabra "irrelevante" y asumió que no debía preguntarlo, solo ceñirse a contestar su pregunta concreta. Algo similar sintió Jason.

-Si ganando el torneo, pudieras hacer un deseo realidad, Coljay. ¿Cuál sería?

Había muchas preguntas. ¿Quién era él, como sabía sus nombres?, ¿Quienes eran esos "amigos poderosos"? Sin embargo, la persona, ser o criatura que tenían frente a ellos, vestido en la piel de un viejo ciego, estaba perdiendo la paciencia. Quería una respuesta de ambos y la quería ya.

         " Vaya, vaya ... osea que se nos ha aparecido nuestra hada madrina o genio de la lampara antes de la competencia ... buenos días amigo, podrías decirme, ¿que opinas al respecto ... Jason? ¿Acaso eso te parece tan ... increíble como a mi? "    

        Coljay Marcano dijo con cierta ironía antes de espero la respuesta de Jason Kelly para decidir como responder al misterioso hombre ciego que evidentemente sabía aun mas de lo que para su sorpresa había dicho de ambos

Tardó un rato largo antes de comprender lo que había sucedido y con la angustia de no poder despertar a Lambert sabiendo que bastante con emitir algún sonido. Respiró profundo y se sentó en la cama asegurándose que estaba bien, que él también lo estaba y se acercó para escichar su respiración. Tras comprobar aquello se levantó y fue a buscar un poco de agua, no quería hacer ruido y despertar asu chico por una estupidez así que se trató de tranquilizar sola y no en la cama.

Bebió bastante agua y fue al servicio, orinó y se lavó las manos al salir pero luego se quedó mirando por la ventana, no miraba nada realmente, sólo estaba ahí recordando la extraña conversación tan real que había tenido en ese sueño. ¿Significaría algo? Seguramente no pero no podía pensar en otra cosa; aún sentía deseos de llorar.

Pensaba que tal vez no necesitaba ganar el concurso para tener todo eso que había pedido en su sueño, que podían trabajar y tener lo que quisieran pero en dos segundos volvía a la realidad y se daba cuenta que ni trabajando mil años. En ese momento sentía miedo, miedo de perder a Lambert y lo único real que tenía en la vida. La silueta se dibujaba frente a la ventana, necesitaba una copa.

-Creo que sí... Me pareció ver algo, simplemente. No es nada.

Se acercó a ella sonriendo. Le dio un beso y le acarició el pelo.

- Ahora dentro de un rato hay que practicar un poquito de sokkie al menos. Ya que nos han dejado este paraíso por el concurso, habrá que dar lo mejor. ¿Se te ha ocurrido algún movimiento chulo para el próximo baile?

Jason miró a Cojlay sin mostrar mucho interés en ella, como si hubiera estado allí todo el rato. En seguida volvió a clavar su mirada escéptica en las gafas oscuras del hombre que cada vez le daba peor impresión. Tenía un mal presentimiento sobre él y sin embargo no podía dejar de hacerle caso y pensar en la respuesta que debía darle.

Ya rendido, volvió a mirar a la nazzadi y sólo le respondió con un gesto indiferente y asintió lentamente, como dándole su aprobación. Se removió en su asiento, se inclinó hacia delante y apoyó los codos en sus rodillas cerrando ambas manos en un puño. No sabía por qué, pero tenía que responder.

- Mi deseo...- dijo entre dientes. Su cabeza daba mil vueltas mientras intentaba descubrir qué era lo que más quería en el mundo.- Mi deseo es encontrar la forma de empezar a ser feliz. Un lugar, una persona, un trabajo quizá... Algo tiene que haber que me llene de verdad.- confesó mirando al suelo.- Quiero tener algo a lo que aferrarme cuando...

Se calló y suspiró en silencio. Se sentía incómodo pero por una vez estaba hablando con sinceridad.

- Quiero tener algo a lo que aferrarme.- se corrigió, dejándolo así.

      Tras mirar de lado como el chico parecía haberla ignorado y mirado con cierto desdén, entonces la chica nazzadi solo le sonrió y tras escucharle hablar le respondió:

      " Bueno amigo ... eso que buscas no esta afuera, sino dentro de ti, es una decisión que tomaras por ti mismo tarde o temprano, yo lo acabo de hacer apenas en nuestra última competencia, pero si es la decisión correcta y definitiva, ... eso es algo que nosotros mismos decidiremos cada día, como tu mismo lo harás ... Jason.   Con respecto a deseo de la lampara amigo misteriosos ... me gustaría que mi pareja de baile y yo ... podamos tener la suficiente inteligencia ... como para ser millonarios, conseguir la paz mundial, saber quien es usted y su grupo, o concederle a usted poder ver como nosotros lo hacemos ... pero sobre todo que seamos todos felices "    

La figura del misterioso ciego escuchó sus peticiones y asintió, sonriendo. Las más sencillas eran, sin duda alguna, las más interpretables, y por eso le gustaban. Asintió, despacio, cuando acabaron de hablar. Luego, al siguiente parpadeo, ya no estaba en el sofá.

Se levantaron de un salto, preocupados. ¿Que demonios había sido aquello?, ¿Un sueño, una alucinación colectiva? Cuando Jerome volvió del baño les vió en aquel estado de histeria. Sin embargo, nada más sucedió. Hablaron del tema, de sus impresiones, y cuando el sueño les venció, cada cual regresó a su bungalow y se quedó dormido con mayor o menor dificultad.