Partida Rol por web

Estar desubicao y sin ganas no le iba a impedir portarse como debía. De protocolo palaciego no sabía una polla, pero lo de cuadrarse y saludar al mando lo tenía más que aprendido. Así que simplemente hizo lo que sabía: cuadrarse.

Asintió cuando se ascendió a la Castaño y al otro. Seguramente se lo merecían. Sin embargo su "yo qué pinto aquí" alcanzó el máximo nivel cuando al Zeky le dieron una medalla de mérito al trabajo, y a él una de mérito civil, rodeaos ambos de una palabrería que pa qué. Su "graciah, Majestá" fue más intuitivo que sentido. No entendió que se le diera un premio por hacer simplemente lo que le pedía el cuerpo: moverse y hacer moverse a los demás. ¿Es que lo normal es que la gente se deje morir o qué? El mundo estaba hecho una mierda si luchar por la vida se consideraba un mérito.

Entonces el Rey se le acercó y le murmuró aquello. Se enderezó sorprendido, con los ojos como platos.

...¡la víhen!...

-Majestá... yo... yo... -titubeó pero se mantuvo. Era consciente de dónde y con quiénes estaba... demasiadas orejas. Se cuadró y saludó tieso como buen soldado-. ¡Señór, sí, señor!

Inmediatamente después se acercó a su oreja real y murmuró algo a su vez.

-Majestá, usted siempre ma parecío un tío cojonuo, y veo que no mequivocao. Seguro que lleva demasiao tiempo con rehposanbilidade en la almendra... Cuando uté quiera noh vamo de cachondeo loh doh que noh lo meresemo. Ademá, que debe uste conocé sitioh de categoria. Con toh loh rehpeto, Altesa.

Lo del collar de gitano ese estaba muy bien, pero comparado con darse un homenaje a cuerpo de rey...

No podía creerse lo que le decía la doctora Barbi, como iba a ser eso de que su yaya no estaba bien de antes. Si la yaya había estao mu bien hasta que le dio por vomitar hasta los higadillos, aquella muchacha no sabía lo que decía estaba claro. O la Kimberly lo decía así en su proceso de negación.

-Eso no pué ser, si mi yaya estaba mu bien antes de los apollardaos. ¿Y eso del hígado no se le pué dar un cacho?- se puso a pensar que lo mismo le podía dar un trozo del suyo, aunque sin valorar que lo mismo no podía volver a beber. Bastante sabía la Kimberly de donaciones que ella solo había visto to eso de refilón en urgencias en la tele, que ay madre como salía el Yiorg Cluni. -Mi yaya no se pué morir.

El rey le puso una mano sobre el hombro, componiendo una breve sonrisa.

-Te prometo que cuando todo ésto termine, tú y yo nos vamos a correr la juerga más impresionante que hayas tenido en tu vida.

La doctora reflexionó sobre esa posibilidad, que ella misma había considerado.

-Un transplante parcial de hígado podría ser una solución pasajera. Daría a tu abuela uno o dos años más. Pero como tiene tendencia a la atrofia del hígado de manera genética, tarde o temprano volvería a enfermar.

La miró, más que nada para que fuera consciente de el riesgo de la intervención.

-Para hacer un trasplante de éste tipo, deberás donar mucha sangre antes. Lo iríamos haciendo varios días seguidos. Y después de la intervención, no podrás volver a castigarte el hígado tanto con alcohol y lo que no es alcohol. Digamos que perderás resistencia a ese respecto. Y todo eso a cambio, como te digo, de darle a tu abuela un poco más de tiempo.

Era su hígado. Ella debía ponderar los pros y los contras.

La Kimberly había hablao sin pensar, pero era su yaya y para ella era ahora mismo lo más importante, a su familia que no se la tocaran. Respecto a lo de no castigarse el hígado, ella entendió que se iba a poner pedo con solo una cerveza y aquello no estaba tan mal, mismo resultado bebiendo menos. Si aún tuviera que pagar por sus copas en la penélope, aquello sería una bendición.

-Bueno, si la yaya va'star mejor un tiempo... Lo mismo luego no se muere ni ná, que sois mu exageraos. Yo le doy un cacho del mía y ya'sta- decidió tras sus dos minutos de reflexión, que ya eran muchos para ella. La balanza era simple, yaya o no yaya, y la segunda opción su cerebro no la computaba. Además el hígado ese volvía a crecer, ¿o no?

Sin más medallas que entregar, el Cagaprisas se retiró unos pasos hacia donde estaban sus compañeros. Los presentes aplaudieron para felicitarles en su obtención de las medallas, y unos criados de la casa real les indicaron que ya podían ir pasando al salón donde se iba a servir la comida.

Como allí había mucho oficial del ejército, los mismos criados se hicieron cargo de recoger sus sombreros y guantes e irlos ordenando en una sala aledaña para cuando los reclamaran. También habían preparado un proyector electrónico, por si iban a enseñarles algo en power point, con una de esas pantallas blancas portátiles que van en su armazón con ruedas. Sentados en aquella mesa estaban ellos, tres generales (incluyendo García), Aza, los príncipes de Asturias y los Reyes.

Los camareros comenzaron a servir el entrante, que tampoco era nada del otro mundo. Una selección de patés sobre biscote para irlos comiendo, embutido de la tierra, con unas cuatro clases de queso y buen chorizo de cantimpalos, todo ello regado por vino Ribera del Duero. Además había algunas cosas de marisco enlatado, como sardinas en conserva (que le pirraban al rey), navajas o berberechos.

De primer plato sirvieron, acompañado por unas fuentes de ensalada (donde comió la reina, al ser vegetariana), un consistente plato de potaje de judiones de la granja, con su currusco de pan recién horneado. De segundo hubo para escoger, o pedazo de cochinillo segoviano con su guarnición de patatas, o huevos rotos con jamón y la misma base de patatas. De postre, sacaron ponche segoviano (muy rico) y algunos licores para hacerse carajillo con el café.

Después de ponerse hasta el culo de comer (una vez que se acostumbraron al sorprendente hecho de compartir mesa con la familia real, que aparte de tener modales de clase alta para comer, eran bastante normales), llegaba el turno del café y las explicaciones. Durante la comida habían hablado mayormente los generales, contando sus batallitas. Al parecer el jefe de estado mayor había sido degradado y enviado a Mallorca por el desastre de Cuatro Vientos, y se habían experimentado algunas batallas del copón en Zaragoza y Bilbao, ésta última una victoria costosa. Las hordas que venían de los Pirineos eran un problema, por que de momento las tropas de frontera tenían que montar un perímetro en dos frentes, vigilando lo que subía de Cataluña hacia Francia, y lo que bajaba de Francia a Cataluña. Al parecer, y afortunadamente, el Valle de Arán era casi totalmente seguro gracias a los esfuerzos de la Guardia Civil y los Mossos, y ahora base de operaciones de control fronterizo. El presidente francés estaba, de hecho, refugiado en Andorra donde se situaba la nueva sede de gobierno de la República, que las estaba pasando muy putas.

También sonó una extraña propuesta. El presidente de la República de Portugal, Aníval Cavaco, había propuesto sumar esfuerzos para ir limpiando conjuntamente ambos territorios. Se especulaba incluso una unión entre ambos territorios, ya que al parecer las Azores y Madeira se estaban convirtiendo en importantes centros económicos y de intercambio de las flotas occidentales, muchas de las cuales se habían refugiado en aquellas aguas.

Los generales que estaban presentes eran de opiniones dispares. Salvador Fontenla, jefe de la Bripac, se había retirado con lo que había podido salvar de la BRIPAC, y a pesar de la derrota abogaba por medidas audaces e ingeniosas. El tío sabía además bastante de historia militar. El general Rodríguez era del ejército del aire, miembro del estado mayor y uno de los pocos que había sobrevivido a la "purga de incompetentes", como la llamaron durante la comida. Su postura era más conservadora, y todavía tenía en la cabeza parte de aquellas ideas poco productivas que habían llevado al desastre.

Bebía su café mientras escuchaba el cruce dialéctico entre los generales allí presentes. Fue entonces cuando recordó que la presencia de aquellos invitados se debía a lo que según los informes se llamaba el "método Baños".

-Creo que estamos hablando más de la cuenta y no hemos tenido presente lo que éstas personas han venido a contarnos. Por favor, teniente, caballeros... Sean tan amables de exponernos en sus palabras la naturaleza de ese famoso "método Baños" del que tanto hemos oído hablar.

La joven doctora se mostró admirada por la buena disposición de la nieta a la hora de donar parte de su hígado a su abuela. Para ella iba a ser una dura prueba, por que estaba especializada en traumatología, no en cirugía. Tendría que ponerse las pilas y leer mucho. Pero mientras que iban almacenando sangre para transfusiones, tendría tiempo. De momento, aparentaba mucha seguridad.

-Bien, así lo haremos. Según creo, al cabo de dos o tres meses, a mucho tardar, tu hígado debería recuperar su antiguo tamaño. Pero se recomienda pasar una buena temporada sin maltratarlo tanto, incluso vigilando lo que se come.

A la abuela ya la habían subido a planta.

-Déjame preparar todo lo necesario para ir almacenando las donaciones de sangre que vayas haciendo, y te hago un planning para ir practicándolas, con una fecha máxima para la operación de tu abuela.

Miró el reloj.

-Voy a ver como evoluciona don Faustino. Tu abuela estará arriba, en la segunda planta. Por si quieres estar a su lado.

Se mentalizó. Tenía que echarle un buen par de cojones (médicos) para hacer un trasplante siendo la única médico del lugar, solo ayudada por las monjas.

Jose Luis se había puesto hasta el culo de comer y de beber. El platazo de judiones y el cochinillo de segundo recibieron de buen grado los copazos de licores. Esa reunión le recordó a sus cenas con los amigotes de antaño, donde se cebaban a base de bien y no se bajaba de los ocho cubatas por cabeza, entre voces, chistes groseros y piques garrulos. El preámbulo de una noche de alcohol y a veces putas. Lo normal.

Pues en Segovia lo mismo pero en vez de amigotes, generales tiesos que tapaban rencillas personales y profesionales con indirectas y pullitas de camarilla. Estaba el cagaprisas ignorando las conversaciones, echao hacia atrás en su silla y con una copa en la mano, pensando en lo rica que se estaba poniendo la Castaño a pesar del uniforme y a pesar de estar quedándose más flaca todavía que antes ...está petable, Selui, sin duda..., cuando el general Rodriguez les interpeló. Se enderezó como si le hubieran pillado en un renuncio. Esquivó la pregunta con el elegante método de girarse hacia la teniente, que estaba su lado, para que le cayera responder directamente a ella. La miró con una sonrisilla que decía decia "tú mihma, guapa ¿o no érai vosotroh loh que queríai vení a darse lustre?".

Asintió a lo que le decía la doctora Barbi varias veces, como quien asiente al profesor que dice si habéis entendido todo en clase. Un movimiento mecánico mientras lo dicho le entraba por un oído y le salía por el otro. Ella inconsciente del procedimiento que le esperaba, solo quería que su yaya se pusiera bien.

-Pos ya'stá, operas a la yaya antes de que l'espiche y ya- finiquitó ella con su razonamiento y fue corriendo a ver a su yaya en cuanto le dejaron. A ver cómo estaba, pobrecica, algo debió olerse cuando le dijo que quería fumarse un petardo. Pero al Kimberly pensó que su yaya quería pasar un buen rato, no que l'estuviera esroscando ya.

La abuela estaba en planta, que era simplemente eso, una planta de la casa. Camas una al lado de la otra, con separación para una mesita de noche, un "perchero" para los goteros y una silla para que se sentara un familiar. Los enfermos que querían llamar la atención de la enfermera tiraban de una cuerda que comunicaba con una campanilla. Viejo estilo de los hospitales antes de que fueran todo tecnología y televisiones por las que te cobraban un cojón ver 24 horas.

Todo tenía un aspecto así de hospital de monjas, como las mantitas, el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que estaba colgado en uno de los pocos espacios libres de la pared (estaba todo lleno de estanterías para almacenar) o la versión pudorosa del camisón de hospital, sin tanta abertura por la parte de atrás.

El caso es que la abuela tardó como unas dos horas en despertar. Casi más. Paco entretanto le trajo para desayunar, por que con todo aquel cachondeo no había probado bocado. Incluso se quedó medio frita en la silla disfrutando de la tranquilidad del lugar, pues nunca solía haber muchos enfermos ingresados.

La abuela despertó con un par de toses y ella parpadeó, abriendo los ojos.

La abuela se removió en la cama, tocándose la cabeza un momento. Le dolía bastante. Le habían puesto un analgésico menos agresivo que lo habitual, para que no le jodiera más el hígado, así que la almendra dolía.

-Afú, que gorpe -dijo, parpadeando.

Luego se dió cuenta de que no estaba sola, y sonrió al verla allí. Sacó la mano de las sábanas y se la cogió.

-Que valiente ere mi niña. ¿Que ha pasao, ha muerto alguien po lo de la Toñi?, ¿que ta dicho la médica?

Aquello fue como cuando vas a una boda, apoquinas el sobre con la pasta pa los novios, y luego en el banquete te comeS y te bebes to lo que te pongan por delante y mÁs. Yo allí lo caté to, hasta lo que no me gustaba. Había conversación en la mesa, una que no entendía, asi que me debatí entre ponerme morao a comer y mirar a la familia real. Ellos eran los que me chocaban a mi. Me parecía aun mentira, la virgen. Comiendo con los reyes. Esto no me lo hubiera imagino yo ni después de una buena tortillaca de setas guays. Y si me lo hubiera imaginao, me hubiera partio el ojete, tal que si hubiera visto un dragón, un gnomo en tanga, o el puto orco del señor a los anillos con tutú rosa haciendo puntillas.

La gente habló, y habló, y habló...Pero a mi to eso me sonaba a chino. Como cuando comiamos los domingos paella con los yayos, y el yayo contaba sus batallinas de cuando la guerra civí. Y yo desconectaba. Era algo asín. Pero salí un poco de mi extasiamiento por gula y familia real, cuando aquel señor canoso posa en nostros la mirada y nos pregunta. El "método Baños". El joputa del Cagaprisas mira a la Mari Crú, echándole el muerto, y yo lo secundo.... Desde mi punto de vista simple de ver la vida...No veía que tento había que explicar...Era dar el callo pa mantenernos tos a tos...Pero yo seguí sin entender que tenía que decír yo, siendo el útimo mono como quien dice. Y con el asco que ma tenio la Mari Crú siempre, que aunque se haga la maja le noto un bullír por dentro...Asín como una boria de reproche...

- Seguro que la Mari Crú, aqui presente, en su grandesa, y como lideh, puede empesá a explicar mejor que ninguno - Intento hablar fino. El Cagaprisas la miró, pero yo casi la señalo con el puto dedo.

El cagaprisas escuchó hablar a su otro lado al Zeky y casi se mea con esa presentación a lo heraldo medieval. Se estaba partiendo la caja por dentro.

"la maricrú" dise el cabrón... juajauaa "grandesa"... ioputa que ere Zeky...

Meneó la copa en círculos haciendo bailar el hielo, y le pegó un trinque.

...a vé qué pollá noh cuenta la rubia que no sea que hay que matá apollardaoh, hacer piña y saqueá lo saqueable... Selui, como ehta hente se sorprenda con el puto "método bañoh" te tiene que sacá el cipote aqinmedio y golpeá la mesa...

La abuela dormía, o más bien parecía muerta con esa brecha en la cabeza y to lo que había pasao la pobre. La Kimberly se quedó sopa con la boca abierta y babeando, ver viejos ir y venir aburría. No se despertó hasta que oyó las toses de la yaya, que se recompuso rápido y agarró fuerte la mano de su yaya. Ay su yaya pobretica.

-Pos la japuta de la Toñi t'empujó...- miró a ambos laos y se acercó más a la yaya pa susurrarle. -Pero yo l'empujé a ella y se cayó encima un montón d'apollardaos sin querer... La mu zorra iba a matar a la Naty y a tos... Y ha envenenao a Don Faustino, una lagarta, yaya.

La abuela se santiguó cuando contó aquello de la Toñi, escandalizada.

-Si es que era una víbora esa muhé. Una víbora.

Luego miró a su nieta, parpadeando. No le había contado nada sobre ella misma. Y seguro que la médica había mirado algo más que lo de la cabeza.

-Niña, a er favó de decíme que ta dicho la médica... -inquirió.

-La médica, ná, luego le preguntas... Que en un par de meses t'opera y te vas'a poner buena, eso ha dicho- la Kimberly asintió porque era verdad, o era la verdad que ella quería creer.

Le daba igual tener que sacarse un trozo de su hígado para darle unos años de vida a su yaya, eso no era ná. Además que estaba la ventaja de chisparse solo con una birra y eso quieras que no le gustaba.

-Que tiés que descansar mucho hasta que t'opere- asintió la Kimberly. -Y ná d'escapate a la cocina, que te conozco.

Operar. La palabra la hizo reflexionar. Operar y riñón. Sin donantes, significaba lo que significaba. Su abuela no era tonta. Sabía que ella le iba a ayudar un trozo del suyo. Un gesto que le sorprendió, que no habría creído capaz de ella. Sin duda alguna, estaba madurando. Así que le sonrió. La noticia le hizo sentir mejor.

-Escúshame niña, tengo argo que pedíte.

Se puso de medio lado en la cama y la miró, seria como solía ponerse.

-Una operación es una cosa complicá. Nos va a poné en riesgo a las dos. Yo te diría que no lo hiciera, que no te pusiera en riego por mi. Pero ere una cabezona como tu aguela -dijo, sonriendo- Por eso te quiero pedí una cosa. Por lo que pudiera pasá. Para quedáme tranquila, pa sabé que alguien cuidará de ti.

La miró a los ojos y le apretó la mano. Luego soltó el bombazo.

-Prométeme que te va a casá con el Paco.

Y en ese momento flipó, no solo por los poderes telepáticos de la yaya, que algún día tenía que explicarle cómo lo hacía, sino... ¿Casarse? Si ni el Paco había dicho ná y ella era mu joven, la yaya estaba completamente grillá.

-Yaya, ¿qué dices? Que aún soy mu joven y to pa casáme y seguro que el Paco ni quiere- negó. -Además que no va a pasar ná de l'operación, asín te vas a poner mejor y no l'esroscas- le confesó de nuevo haciendo gala de su disimulo, que era nulo. No quería decirle a la yaya lo mala qu'estaba, pero ya le había soltáo que si no l'operaban se moría. -Y que yo no le pido al Paco que se case conmigo, qu'es un maromo y cuando s'acabe to esto... Pos se querrá buscar una gachí d'esas que salen en el gran hermano.