Partida Rol por web

El camino es bastante silencioso, Kazurh no habla demasiado Será que le molestó mi actitud con Itán? No hice nada malo...Creo..., pienso, mientras veo que Morrowir se acerca a nosotros, supongo que para disfrutar de un poco de compañia, sabiendo que nos conoce a los dos y que la relación es buena, pero todo esto se para cuando los exploradores, que van más adelantados, se paran en seco y nos hacen diferentes señales. Los campesinos se ocultan rápidamente y solo quedamos nosotros tres en medio del camino, veo como Morrowir coge su espada y decide esperar Y si no tenemos tiempo de esperar? Quizá no sea nada, pero si lo es...Espero que salgamos bien parados, pienso, mientras me concentro en los exploradores, esperando el momento en el que debamos atacar si la cosa se pone fea.

El camino es tranquilo y por suerte Morrowir se une a Lilith y a mi en la conversacion, aunque yo no hable casi nada, aun me siento avergonzado de alguna forma.

Pero antes de darme cuenta nos encontramos frente al primer paron peligroso del viaje, y parece entrenado como todo el mundo se esconde a la vez, si hubieran sido Enanos en vez de esconderse hubieran corrido hacia delante en busca del enemigo, estos Enanos estan locos...

Agarro mi escudo de la espalda y con la otra mano saco un hacha arrojadiza mientras voy a la derecha del camino mirando al frente, salivando con las ganas de combatir y mirando atentamente, esperando una señal, un indicio, algo que de rienda suelta a mi acero.

Artros invita al elfo raro a venir con nosotros, y para mi desagrado nos sigue a corta distancia, con la máscara puesta.

¿Acaso puede ver algo con eso en la cara? Yo me daría de bruces contra los árboles... Ah... Quizá sólo sea un juramento que hizo a su ... no sé, a su amigo del alma al que asesinaron los engendros, o quizá a su hermanito pequeño, un pequeño elfo rechoncho y lloriqueante que jugaba con la máscara a ser un acechador de las sombras, y él decidió convertirse en némesis de todo engendro tras la misma máscara que encontró en las manos inermes del pequeño elfo asesinado por esas viles criaturas... O igual está tan pasado de rosca como el enano... Yo qué sé...

Distraído como estoy por pensamientos obsesivos, apenas me doy cuenta de que estoy oyendo unas voces un poco más allá en el camino, y me paro de golpe, dispuesto a escuchar con más atención. Artros y Yargor hacen señas al grupo para que se detengan, y yo les hago una seña a ellos para avisarles de que me adelantaré en silencio, ocultándome entre los árboles, para echar un vistazo a quienquiera que pueda estar hablando...

Bueno, si hablan no serán engendros...

Al escuchar las voces mi corazón casi se detiene para poder escuchar mejor.

Al oir que son mujeres, me tranquilizo algo, pero igualmente, me gustaría acercarme algo más para ver qué están tramando.

No es corriente escuchar risas femeninas en estos tiempos.

Entre las rocas, voy desplazándome con gran sigilo y me asomo ligeramente para poder observarlas. Saco lentamente un flecha y la cargo en el arco. Lo tenso y me quedo vigilándolas.

 Artros, Yargor e Itán

Itán es el primero en moverse; Yargor y Artros le siguen. Los tres os deslizáis por entre las rocas y plantas hasta tener una vista clara de lo que sucede. Desde la posición que adoptáis, podéis ver que el camino desciende hasta un puente de piedra que cruza el río. Bajo el arco, el río se muestra bravo y espumoso. En el río, está detenido un carro, tirado por una mula y cargado de heno. Hay un hombre mayor sentado en el pescante con las riendas en la mano. En la parte de atrás, dos mujeres están sentadas en el heno y apoyadas sobre el borde del carro y hablan y ríen con un hombre joven que está junto al carro y que lleva un hato de leña que mantiene apoyado en la baranda del puente. Al otro lado del puente, cerca de su principio, hay un chavalillo pequeño de unos nueve años con una rústica caña de pescar que está bastante concentrado en un corcho que flota en el agua embravecida. El grupo de hombres y mujeres, ríen y hablan de forma desenfadada.

De repente, una piedra cede bajo la bota de Artros y éste, se desliza un poco por la ladera, quedando a la vista del grupo que calla de golpe y miran hacia vuestra posición. Rápidamente, Yargor e Itán se ocultan pero Artros, no puede evitar que le vean. Al ver un extraño armado, el hombre del carro, rápidamente, grita algo al chiquillo que deja la caña y echa a correr por el camino, alejándose de vosotros. Los dos hombres, echan mano a los áperos (una horca y un hacha de leñador) mientras las mujeres se acurrucan en el carro.

El hombre mayor grita:

- ¡Muéstrate... y dí quién eres!

Resto

La espera se os hace eterna. Los exploradores se adelantan y os dejan en ascuas. Aún no sabéis lo que ocurre o si es peligroso.

Al caer abro los ojos y se me agolpa la sangre en la cabeza- maldita sea, vaya porquería de día.

Cuando me descubren y veo que son gente poco armada alzo la mano y recojo el arco.

Vale, vale, gente de bien simplemente.

   Yargor no pudo evitar notar como el hombre mandaba al niño por refuerzos, enseguida se puso a correr en su dirección, desgraciadamente sin poder hacer uso de toda su velocidad debido a que deseaba no ser descubierto. Le interesaba mucho el saber a quién le rendiría cuentas el chaval acerca del "intruso".

   "Si pudiera interceptarlo, tal vez podría evitar que esto pase a mayores...".

 Yargor: el chaval estaba al otro lado del río.  Entre tú y él, está todo el terraplén desde dónde miráis, el puente con el carro tapándolo y los hombres y mujeres y el camino por el que ha desaparecido... salvo que vueles, tus opciones de interceptarlo son... nulas.

   Ya era tarde, el carro obstruía el paso de Yargor a través del puente y el niño se encontraba lejos, se mantuvo escondido esperando que hicieran algún movimiento, sus manos ya sostenían su viejo arco por si la situación ameritaba precisión...

El tiempo pasa y nada, solo silencio, aun asi mantengo las piernas bien quietas y espero pacientemente, balanceandome atras y adelante con mi hacha en la mano y el escudo en la otra, esperando, esperando...

Me estoy meando.

En silencio, espero a ver y oír cómo evoluciona la conversación entre Artros y la gente del puente, aunque descuelgo mi arco en previsión de que alguien se la quiera jugar a nuestro "hombre de bien"...

Un río... un puente... niños... quizá estemos a las puertas de algún asentamiento humano...

La espera se hace insoportable, y veo como Karzuth empieza tambien a impacientarse mientras voy caminando de lado a lado del camino esperando a que alguno de nuestros 3 exploradores se digne a volver e informar de la situacion, y parece que eso no sucedera.

Tras meditar un rato sobre qué hacer, decido pararme en seco y en silencio, y agudizar mis oídos para saber que es lo que ocurre en el lugar de los hechos

 Tira 3d6.

Me mantengo a la espera, impaciente, pues la tensión a la que estamos sometidos es brutal Espero que no sea nada importante...No soporto este tipo de situaciones Mantengo mi bastón bien agarrado y observo que Kazurh y Morrowir están igual que yo, pero este último parece que intenta oir alguna cosa No se yo si podrá escuchar nada

 Morrowir, Lilith y Kazurh

Morrowir os hace seña de que mantengáis silencio mientras intenta escuchar. Parece que logra escuchar algo y os lo comenta en voz baja. 

Uno de los exploradores, no está seguro de quién, parece hablar en voz más alta de los normal con alguien; pero no percibe la respuesta. Tal vez, sea bueno avanzar con precaución y ver que ocurre.

Yargor, Artros e Itán

Los dos hombres miran a Artros dudando y las mujeres, bajan rápidamente del carro para protegerse tras los hombres.  

- Si eres hombre de bien, baja hasta aquí y muéstrate claramente y no semioculto como un engendro tenebroso al acecho... ¿Hay más gente contigo? 

Mientras habla el más mayor, el joven se adelanta unos pasos con el hacha sujeta con las dos manos. 

Por el camino del fondo y a la carrera, aparecen dos hombres más. Visten ropas de campesino y llevan un azadón y una horca de tres puntas como armas.

Los dos recién llegados, a una seña del más mayor, se quedan al otro lado del puente pero en estado de alerta. Las mujeres corren hacia ellos y se sitúan a su espalda.

Hey, hey tranquilos- salgo para que me vean bien- No es esto lo que busco- digo señalando al refuerzo- sólo quería mirar el camino que hay delante de mí, por si hubiese algo peligroso, pero a menos que tengáis un engendro escondido en el carrillo, todo bien. Ala buen día.

Me doy la vuelta como el que no quiere la cosa, y ni miro a mis compañeros, la vergüenza me corroe.

Oigo a uno de los nuestros hablar en voz alta, lo que deduzco que algo ha ido mal, así que decido ir hacia allí para ver que es lo que esta ocurriendo.

Me pongo a caminar en dirección hacia el lugar en cuestión mientras mantengo empuñada mi espada sin desenvainarla, y mi escudo colgado en mi espalda, y sin girar la cabeza le digo a mis compañeros que estan conmigo -Veniís? tal vez la cosa se haya puesto fea-

-Tú crees que deberíamos avanzar? Bueno...quizá si que tienes razón y necesitan ayuda- digo, mientras avanzo por el camino sin hacer demasiado ruido No será bueno que nos descubran si algo va mal, hay que actuar con precaución.

Me giro hacia Kazurh -Vamos?- le digo con una sonrisa amable, pero sin dejar de estar alerta por si algo ocurre.