Partida Rol por web

Con el mapa de Verzal y la guía de Yldianne no tardáis demasiado en llegar a una zona pantanosa. Avanzáis con dificultad en ese terreno, pero al cabo de un rato veis un area despejada. Aproximadamente en el centro hay varios menhires grabados con inscripciones oghámicas en la piedra. Algo en el lugar irradia una atmósfera de solemnidad.

Camináis hacia allí y pronto distinguís dos personas en el centro del círculo de piedras: Deorn, el anciano démorthén de Varn, y Jearon, el varigal que os ha acompañado desde Melwan.

Los recuerdos del varigal aparecen de repente, ascendiendo por la montaña hacia la atalaya y reuniéndose con vosotros en la aldea de Varn en algún momento que no llegáis a procesar. Sin embargo, cuando le escucháis hablar, algo en su voz parece completamente diferente, como si no se tratase de la misma persona.

Jearon agarra a Deorn, empujándole hacia un pequeño agujero que hay excavado en el suelo del círculo de piedras.

- Tu culto es una mentira, Demorthèn. ¡Tú santuario no tiene nada que ver con Gluta! Mi laboratorio secreto, que nunca habéis descubierto, está construido aquí... Es el Flujo Fósil el responsable del estado de esta zona, y no tu espíritu de los pantanos.

Deorn parece aterrado, pero no sabéis si por el comportamiento de Jearon o por sus palabras.

- ¡Mira! - dice el varigal con su extraña voz, que parece no pertenecerle. - Observa por ti mismo la verdad que te negaste a ver hace cincuenta años. ¡Tu culto es únicamente una ilusión!

El demorthèn mira aterrado al hombre y gira la cabeza hacia el agujero excavado, donde se puede ver una enorme losa de piedra.

- ¿Verzal? - pregunta, incrédulo. Jearon asiente con la cabeza, en respuesta a su nombre. - ¿Cómo es posible? ¡Estás muerto! Moriste hace cincuenta años...

El varigal mira al anciano y deja escapar una sarcástica risa.

- Es casi irónico, viejo. Al matarme dejasteis mis experimentos deteriorarse en este laboratorio y al final han terminado por crear esas horribles criaturas... Si me hubiérais dejado trabajar podría haber librado al valle de esta peste marrón y haber ofrecido a la gente de Varn un futuro mejor...

Deorn se mueve más rápidamente de lo que parecía posible para sus viejos huesos.

- ¡Mientes! - exclama encarándose a Jearon. ¿O a Verzal? - Tú y tu gente sólo estáis interesados en ese Flujo y su comercio, sin preocuparos por la naturaleza o por las personas. Si no hubiérais pertubado la tierra buscando ese maldito combustible nada de esto habría ocurrido.
 

El grupo se internó por una zona pantanosa. El avance se hace dificultoso por ese terreno, Ean ve como sus botas acaban llenas de barro. Pero entonces escucha voces, y se encuentran con dos personas delante de ellos, discutiendo.

Uno, el anciano démorthén, el otro Jearon, el varigal. Los recuerdos de este vuelven a la cabeza de Ean de repente. No sabe si le jode más que alguien haya jugado con su mente, o que la pelirroja tenga razón...

Ean asiste atónito a la discusión. Por lo que el arquero empieza a atar, Jearon es Verzal, y Deorn lo mató hace mucho tiempo...Entonces, ¿qué hacia allí?

El arquero no entendía mucho de religión ni de ciencia. ¿Cuál de los dos era el “malo”? ¿O cada uno tenía razón, a su manera?

Cogió una flecha y cargó el arco, tensándolo poco a poco, pero sin levantarlo de momento.

Ean empezaba a pensar que había uno de los dos que le caía peor, pero antes de probar puntería, quería escuchar a sus amigos, más entendidos en estos temas.

-Así que lo matasteis, Deorn... ¿pero todo esto que tiene que ver con nuestras memorias? ¿Qué nos ha pasado?

Liam había avanzado a la par del grupo, sin quejarse, hablar ni detenerse a mirar nada, como si solo existiese el siguiente paso en su mundo. Se detuvo junto con todo el mundo ante aquella escena tan bizarra y sorprendente que consiguió atravesar el velo de su dolor.

Liam sintió por un instante una punzada de ira, después de todo aquellos dos y sus peleas infantiles habían sido los responsables de que matase a su hermano, dos veces. Pero no duró, solo había un culpable de aquello y era él. Nunca más volvería a esgrimir un arma, pero también sabía que nunca más podría vivir en paz. Y allí estaban aquellos dos, hombres hechos y derechos peleando como niños.

- Dejad de pelear.- Habló Liam en un tono bajo y rasgado pero que por algún motivo era perfectamente audible.- ¿Os preocupa la gente? Pues demostradlo arreglando esto y no peleando para ver quien tiene la razón y quien la culpa.

Mientras asisto al enfrentamiento de los dos hombres, mi mente empieza a unir recuerdos sueltos. Ahora me acuerdo de Jearon, el varigal que nos ha acompañado durante nuestro viaje. Está ahí de pie, frente a mí, pero es otra persona quien habla a través de sus labios. ¿Podría tratarse del autor de los experimentos magientíficos a los que hacía referencia el diario que encontramos en la capilla de Santa Nyline? ¿Verzal? Al menos, eso parece asumir Deorn, y Jearon no lo corrige.

Cada vez entiendo menos lo que pasa. ¿Es posible que Verzal, quien por lo visto murió hace cincuenta años a manos de Deorn, haya regresado de alguna manera a través del cuerpo de Jearon para vengarse de su asesino? Miro a mis compañeros en busca de algún indicio que me diga que están comprendiendo algo que a mí se me escapa, pero no lo hallo.

Al final, la historia se repite. El enfrentamiento de dos ideas, de dos credos, de dos intereses contrapuestos, ha traído la desgracia a este mundo. Pero tal vez no sea demasiado tarde para restaurar el daño provocado.

—Por favor —digo con voz insegura, tratando de hacerme oír por encima de los hombres que discuten—. Por favor, olvidad vuestra disputa durante un momento, y decidnos si hay algún modo de devolver la normalidad a esta tierra.

Suspiro cuando oigo la intervención de Liam, sintiéndome apoyado. Parece que le preocupa lo mismo que a mí.

El anciano se vuelve hacia vosotros, casi sorprendido por vuestra presencia.

- ¡Gracias a los espíritus! - exclama al veros. - Tenéis que ayudarme... Vuestro amigo está poseído. Puedo ayudarle, pero no en este estado... ¡Aturdidle y expulsaré a ese maldito daedemorthys!

El Demorthèn mira a Mòr, que ha permanecido en silencio hasta ahora, observando con atención las piedras que rodean la escena, cuyos grabados identifican el santuario de Gluta, el espíritu de los pantanos.

- Mòr, estás en suelo sagrado. ¡Este suelo está consagrado a Gluta! Debemos acabar con las mentiras de esta criatura, pues de otra forma nuestras propias creencias acabarán cayendo en el olvido... Usa esa espada que llevas en la espalda, ¡defiende las tradiciones de tus ancestros!

Jearon se ríe y se mueve hacia vosotros de una forma que no representa sus gestos habituales.

- ¿Tradiciones? ¿Es que no me has escuchado, viejo? - pregunta sarcástico. - Nada aquí tiene que ver con Gluta. ¡Tu gente adora una mentira! Es el Flujo el causante del estado de la tierra y la aparición de esos monstruosos insectos, no ninguno de tus dioses muertos.

Os mira un momento con seriedad.

- Acabad con él - os pide. - Es un asesino... Me mató hace 50 años y, si por él fuera, acabaría con más de la mitad de Tri-Kazel. - Mira un momento a Urvan, el único que, claramente, no es de Taol-Kaer. - ¿Acaso crees que te dejará irte de aquí? ¿Que tu fe en el Uno no es una ofensa para él? ¿Cómo te ha tratado desde la primera vez que te vio? Seguro que el desprecio era más que evidente en su voz y su mirada... No, medio siglo no ha sido suficiente para cambiarle, incluso con el genocidio de mi gente pesando sobre su conciencia.

- Callaos ya de una vez. Aquí nadie va a sacar la espada contra nadie. Al menos, hasta que no se aclare todo.

A todo el lío de la pérdida de memoria ahora había que sumarle el misterio de la "reaparición" de Jaeron, pero sin que parezca el Jaeron que conocíamos...

¿Le conocíamos?

- Ya estoy cansada de rodeos. Quiero explicaciones. Y las quiero claras. Tú, - digo señalando a Jaeron - explicando qué es eso de que te mataron hace 50 años, porque si estás muerto, ¿qué haces aquí? ¿Y por qué parece que sólo Yldiane te recuerda?

La escena que está transcurriendo frente a mis ojos me deja tan perturbado que ni siquiera soy capaz de articular palabra mientras mis compañeros hablan. La persona a la que de repente recuerdo y reconozco como Jearon, el compañero varigal de Yldiane, parece hablar por otro, como si un espíritu lo hubiese poseído. Pronto comprendo, muy a mi pesar, que se trata del tal Verzal, el daedemorthys asesinado hace medio siglo por el propio Deorn, con quien este mantiene una acalorada discusión.

Me quedo blanco cuando el regresado de entre los muertos revela un hecho inefable, si bien plausible: el suelo que pisamos no está consagrado a Gluta, sino corrompido por lo que él llama flujo, esa savia torcida que permite falsos milagros en tierras oscuras. El desarrollo de la conversación parece sugerir que las dos partes desean que nos posicionemos a favor de una de ellas. Pero, ¿sería eso justo? Yo ya sospechaba que Deorn era un hombre mezquino, indigno de su posición como demorthèn, pero saber que asesinó a Verzal solo por una discrepancia de creencias lo vuelve alguien verdaderamente ruin ante mis ojos. Por mucho que trato de contenerme, no puedo evitar dedicarle una mirada de desprecio.

Pero igual de despreciables son Verzal y sus experimentos. Aunque afirme que estos se echaron a perder por culpa de las acciones de Deorn, lo cierto es que cualquier cosa que tenga que ver con la brujería daedemorthys está podrida desde su nacimiento.

—Basta. Los dos —espeto, de un modo más brusco de lo que esperaba—. Por favor. Dejemos a un lado nuestras disensiones por un momento y concentrémonos en lo único en lo que todos estamos de acuerdo, que es liberar esta tierra de su aflicción. ¿Cómo podríamos hacerlo? —Luego, tomo aire profundamente antes de continuar—. En cuanto a vuestra disputa… Verzal, vos sabéis que la justicia no es algo que convenga administrar movido por la ira. Tenéis mi palabra de que las autoridades de Varn sabrán la verdad, y Deorn será juzgado por ella. A cambio, deberéis regresar al lugar en el que debéis estar y dejaréis a nuestro amigo en paz. —Hago una pausa—. ¿Qué decís a eso?

Liam se dio cuenta enseguida de que aquellos dos no iban a atender a suplicas o razonamientos. Estaban demasiado embebidos en aquella dinámica de enemistad que había fraguado buena parte de su vida (y de la no vida si el asunto de Brezal era de verdad como para claudicar fácilmente.

Ni en sus mejores momentos Liam podía pasar por alguien intimidante ni carismático y en estos momentos sabía que no tenía ni fuerzas para intentarlo. Así pues el joven se sentó en una piedra cercana a aquellos dos y sacó sus útiles de escritura por si había que apuntar algo de lo que dijesen.

Al arquero nunca le cayó bien Deorn. Lo veía arrogante, pagado de si mismo...y con un fondo de mala persona. Pero quería esperar a que los que más sabían de estos temas hablasen, y Mòr habló. Si él decía que Deorn debía ser juzgado, Ean ya no tenía ninguna duda.

Ean sacó el arco y lo tensó. Si Deorn intentaba algo quería tener el arco preparado.

-Tiene razón mi amigo, no te preocupes, será juzgado. Pero lo más importante ahora es saber que podemos hacer para curar a esta tierra.

Me mantengo todo el tiempo a la espera, observando, meditando. Al ver a Jearon allí, de lejos, lo primero que he sentido el impulso de hacer ha sido mirar a Ean con una expresión de "te lo dije"; sin embargo, mi gesto hacia el arquero se ha quedado congelado en mitad del movimiento porque algo más importante ha llamado mi atención: Jearon no es Jearon. No se comporta como él, no se mueve como él, no habla como él... al menos no como el varigal que yo conozco. 

Me quedo unos segundos observando, tratando de dilucidar qué sucede... Y entonces lo entiendo todo. Jearon está siendo poseído por el espíritu de Verzal que, en ese momento, está recriminando a Deorn su propio asesinato, al mismo tiempo que discuten si los supuestos "milagros" ocurridos en ese lugar son realmente milagros o tan sólo una suerte de consecuencias del flujo liberado de aquellos experimentos... 

Deorn nunca me ha caído bien, pero no habría imaginado que el Demorthèn pudiera llegar hasta el punto de asesinar a alguien sólo por una discrepancia de creencias. Eso nunca debería ocurrir... 

Pasan unos segundos en los que nadie parece saber qué hacer o cómo reaccionar, hasta que, de pronto, Mòr habla y todo se precipita. El arquero está apuntando al cuello de Deorn y el grandullón está hablando de juzgarlo de manera justa por el asesinato. Estoy de acuerdo con él, pero puedo sentir la pesadumbre y la congoja en su corazón, al plantearse que realmente ese suelo no está consagrado a Gluta, sino que es el propio flujo experimental lo que está haciendo que sucedan cosas... más aún, no sólo no está consagrado, sino que sobre él se ha derramado la sangre de Verzal y, quien lo ha hecho, no ha sido otro que el Demorthèn de Varn... Entendiendo cómo se debe sentir el grandullón y la fuerza de voluntad que está necesitando para tomar la decisión que está tomando, pongo mi mano en su hombro, para que vea que no está solo. 

—Mis compañeros tienen razón —digo entonces, mirando a Verzal pero sin levantar la mano del hombro de Mòr—, ahora lo importante es restaurar esta tierra... ¿Cómo lo hacemos?

Por dentro, me sigo planteando qué va a pasar con Jearon, con el verdadero Jearon, pero eso no lo puedo preguntar en voz alta. Al menos, no ahora, no en este momento. Mis propias inquietudes tendrán que esperar. 

El anciano clava sus ojos inyectados en sangre en el enorme ionnthén. - Comunicarás a la gente de Varn las mentiras de este daedemorthys... Eres un traidor a tus propias creencias - dice con absoluto desprecio.

Pasea la mirada por todos vosotros, frunciendo el ceño.

- ¿Creéis que tenéis derecho a juzgarme? ¿Vosotros o cualquier otro? - Niega con la cabeza. - No sabéis nada de lo que ha ocurrido aquí, no tenéis ni idea del daño que esta gente ha hecho a este mundo, no sólo con ese flujo sino con sus corrputas ideas.

Se lleva la mano al medallón que lleva al cuello y mira de soslayo a Jearon antes de poner los ojos en blanco. - Os demostraré el poder de Gluta... - Demasiado tarde, Liam y Mòr se dan cuenta de lo que pretende hacer, pero ambos se encuentran demasiado lejos como para evitar que el demorthèn eleve una plegaria a su dios.

- Oh, Gluta! Cuidigh liom! Taispeánann unbelievers do chumhacht, seol do créatúir a chosaint dom agus le chéile táimid ag scriosann ár naimhde atá ag iarraidh a mhilleadh an talamh naofa agus ár creidimh ársa.

Durante un momento no ocurre nada y Jearon se vuelve hacia el anciano con la misma expresión que Yldiane tenía al mirar a Ean. Sin embargo, antes de que el varigal poseído llegue a decir nada, se escucha un crujido a vuestros pies, y luego otro más, y un tercero...

La tierra se abre a vuestros pies y, mientras echáis mano a vuestras armas, tres criaturas se alzan entre el barro y la hojarasca. Parecen formadas de la misma sustancia que la tierra pantanosa y su aliento desprende un olor mohoso. Reprimís una arcada cuando se vuelven hacia vosotros, escupiendo un líquido putrefacto.

Detrás de las criaturas, Jearon se queda como petrificado al verlas y Deorn se echa a reir antes de lanzarse sobre el varigal, intentando estrangularle con sus propias manos. El hombre se defiende como puede, pero a pesar de su forma física, muy superior a la del dermothèn, parece que el espíritu que le controla lo hace aún con cierta torpeza, así que ambos caen al suelo y empiezan a rodar uno sobre el otro.

Liam respiró hondo, no esperaba que Deorn pudiese realizar una invocación así, pero si que se esperaba que reaccionase así. El demorthen era un hombre mezquino y obsesionado con su propia pureza. Era evidente que no tenía problemas para autoconvencerse de que cualquiera que estuviese contra él era obviamente corrupto y malvado. Y ante todo no iba a permitir que lo arrastrasen a un juicio, como si fuese un cualquiera.

El joven ya estaba en pie antes de que las criaturas acabasen de formarse de la tierra. En pie, pero con las manos desnudas. Liam había arrojado su arma la segunda vez que mató a su hermano y se había prometido no volver a esgrimir una, pero eso no significaba que fuese a quedarse quieto.

Con decisión Liam avanzó en dirección a Deorn dispuesto a tratar de deshacer lo que había hecho. No tenía muy claro como, pero al menos lo intentaría.

Todo pasa demasiado rápido. El anciano que parecía dispuesto a matar a Jaeron desde el principio, ve su oportunidad cuando aquellas criaturas salen del barro distrayendo nuestra atención, o al menos la de algunos, durante el tiempo suficiente.

Liam decide ir en ayuda del varigal, y yo creo más conveniente impedir que mientras aquellos engendros se lo coman a él o a cualquier otro, así que me dispongo a atacar a una de las criaturas, la más cercana.