Partida Rol por web

Situado en el patio de caravanas, un destacamento de las Compañías Libres ha sido contratado para garantizar la protección de la ciudad.

Al menos esa es la versión oficial de todo esto.

El clamor del público hace rato que se apagaron, solo queda oscuridad, ni siquiera el dolor te recuerda que aun estés vivo, todo lo que te envuelve son las penumbras y ninguno de tus sentidos da nada a tu mente que pueda entender.

De pronto, una voz.

Parece lejana, casi imperceptible, como si no pudieses entenderla. No era así, es tu mente la que se encuentra lejana, casi mas allá de la muerte. Casi.

-Eh!... Es este?

-(...)

-Pero si no va a estar vivo, no viste como lo dejaron?

-(...)

-Como quieras, tu eres el jefe...

No logras captar nada mas.

No sabes cuanto rato despúes, las sombras y penumbras en las que te sumerges empiezan a dibujar formas, para tu desgracia.

Esas formas no son mas que pesadillas y tormentos del momento de tu muerte, tu derrota, mofas de tus antiguos compañeros o captores, recuerdos distorsionados de tu vida pasada al otro lado del mar.

Los delirios de la fiebre poco a poco remiten y una luz empieza a dispersar las sombras.

Las siluetas de dos cuerpos se dibujan poco a poco ante ti. Una lejana y otra junto a ti.

Gotas frías recorren tu frente bajando la fiebre que ha producido tus heridas.

La figura cercana a ti habla hacia la lejana, es una voz de hombre, seguramente mayor, llena de sabiduría, pero no estás tu muy capaz de identificarla.

-El tuétano se ha mezclado con la sangre, hay poco que hacer ahora. Si aguanta unos días mas, puede que sobreviva.

Entonces la figura masculina se aleja y la otra se acerca. Muy cerca.

Ante tu cara se planta un rostro hermoso con cabellos rojos como el fuego, iluminado por la claridad de la mañana, apenas puedes ver nada mas.

-Sería una lástima. Es bueno...

Tu visión vuelve a nublarse por bastante rato y poco mas percives que no sean sombras moviéndose y como te toquetéan las heridas.

Thristan se creia muerto pero las voces que escuchaba  le indicaban todo lo contrario, aun asi se escuchaban muy lejanas como si fueran guias de su alma para que volviera al cuerpo. Todo se volvia negro nuevamente y sueños extraños volvian aparecer en su cabeza, mesclados con las pesadillas  relacionadas con aquel monstruo y el esclavista el veia tierras desconocidas de un mundo que parecia ser de mentira.

venganzaaa....venganzaa...

Murmuraba debilmente aun con dificultad para fijar la mirada, eran las unicas palabras que salian de sus labios sin comprender bien que decian las voces que escuchaba, por momentos le parecia ver un rostro hermoso de una mujer creyendo que era un angel. Pero el no queria morir, no podia hacerlo con todos los asuntos pendientes que tenia, de todas formas seguramente los que estaban alli viendo como deliraba no comprendian sus palabras... ya que las mismas salian en Acheronian sin que el supiera que estaba hablando en ese lenguaje.

Salís de casa de Eban con diferentes ánimos e intenciones, pero juntos, y con un mismo destino. El patio de caravanas no está muy lejos del distrito donde vive Eban por lo que no tardáis mucho en llegar.

Concentrados como vais, no os dais cuenta de que no habéis desayunado hasta que el estómago de Bît emite un rugido que ni la mas feroz de las bestias sería capaz de reproducir, tras mas de medio día sin comer nada.

Entonces os dais cuenta de que todos tenéis hambre,y os paráis a almorzar algo rápido en una cantina que va de camino. (una moneda de plata por el desayuno de los 3, ya me diréis quienes pagan ;) ) es un descanso que os relaja, y os permite desconectar un poco de todo esto, pero que no llega a distraeros, en el que aprovecháis para charlar un poco mas sobre vosotros, y conoceros mejor, o no...

Al llegar al patio de caravanas, no cuesta nada localizar donde está el campamento de Las Compañías Libres, Está justo en el centro de la esplanada, controlando a todos los mercantes que vienen y van de esta ciudad.

Son una treintena de tiendas de tela de mayor o menos tamaño, dependiendo de su utilidad, barracones, cocinas...

Al llegar a ella, los soldados que la vigilan os detienen preguntado el motivo de vuestra venida. Hundra contesta seca y tajante.

-Tenemos una reunión con Dulcea.

A lo que el soldado contesta amablemente.

Bien, os acompañaremos a donde está ella.

No sabes cuanto tiempo has estado así. Delirios, dolores...

Navegando por el estrecho mar entre la vida y la muerte, día a día, parece que mejoras.

Finalmente un día las nieblas acaban por disiparse.

Estás cansado y dolorido, debes tener varios huesos rotos aun, supones.

Al despertar te encuentras en una cama se sábanas blancas, en una tienda de tela que deja pasar parte de la luz del día. Parece que estás solo.

Intentas levantarte, pero todo te duele. miras bajo las sábanas y ves tu cuerpo desnudo cubierto de vendas manchadas con algo de sangre y varias tablillas en la pierna y el brazo, que sin duda confirman que tienes algo roto.

Entonces una mujer entra por la apertura de la lona.

Su cara te resulta familiar.

-Anda! mira por donde. ¿Quién está ahora en el mundo de los vivos de nuevo?

La mujer se acerca hasta ti lentamente y se sienta en una silla cercana a la cama. Entonces descuelga de su cintura la espada que lleva envainada y la apoya en la silla para que esta no le moleste al sentarse.

Con el cuerpo adolorido Thristan trataba de incorporarse sin forsar aquellos miembros entablillados, el estaba vivo y no comprendia bien la razon de que aun estubiera repsirando, tampoco se daba una idea de donde estaba pero al menos no era en las mazmorras.

Encuandto logra sentarse apenas nota que esta desnudo por lo que se cubre como puede con la sabana antes de tratar de adivinar en donde estaba, miraba lo que lo rodeaba buscando algun arma con que defenderse... auqnue obiamente de nada le serviria en sus condiciones. En cuanto ve entrar aquella mujer que habia visto apenas en las tinieblas de su tormento, pensaba que era un angel pero ahora se daba cuenta que no era asi.

Supongo que te lo debo...donde estoy...esto no es el Foso.

Temrinaba diciendo Thristan mientras que con su brazo sano se frotaba un poco la cabeza, no parecia ser una mujer esclavista pero no podia estar seguro de nada. Solo esperaba muy en el fondo que eso no sea otra especie de coliseo, el queria ser libre y asi vengarse.

-No, no es el foso...

Estás en nuestro campamento, al sur de la ciudad. Somos de las Compañías Libres.

Entonces por la puerta entra un soldado, vestido con un simple sayo de cuero y un casco metálico, con una lanza de seis pies de alto en la mano.

Cita:

...

-Hazles pasar. Quédate fuera esperándonos.

El soldado les indica a las tres personas que iban con él que entren en la habitación y sale a fuera.

Se trata de una tienda de tela, no muy grande, en la que apenas hay muebles o utensilios, solo dos camas una mesa y unas cuantas sillas.

En una de las camas hay un Hombre rubio y fuerte con el torso desnudo y las piernas cubiertas por la sábana se la cama, su cuerpo está vendado en muchos sitios, como en las costillas y tiene un brazo entablillado, con un cabestrillo.

Junto a él, Dulcea, la mujer a la que algunos ya conocen, está sentada en una silla frente a él hablando cuando habéis llegado.

-Hola!, bienvenida, Hundra, Bît... Os presento a Thristán, no se si ya lo conocerás, era un gladiador muy bueno...

Quien os acompaña?

Seguramente sera un buen guerrero pero no es con quien he venido a hablar.- Aseguro con tono seco, estoy demasiado cansada, quiero respuestas y pronto o van a empezar a rodar cabezas.

No puedo evitar mirar a mi alrededor, como si esperase una emboscada en cualquier momento, preguntandome donde estaria mi compatriota.

Intuyendo, aunque no tenga la certeza, que esta mujer tiene poder y que puede ayudarnos o bien causarnos graves problemas, intenta responder a su pregunta antes de que se lance a una posible conversación, quizá agria por el tono de Hundra, con su compañera.

- Perdonad que interrumpa, señoras -dice pronunciando la frase rápidamente mientras levanta la mano derecha en un gesto universal pidiendo que frenen- Por lo que he entendido de las conversaciones a mi alrededor, sois Dulcea -añade, ya dirigiéndose a ella en concreto- Mi propio nombre es Anhknut, y soy sacerdote de Derketo en el templo de esta misma ciudad. No soy en absoluto un guerrero como todos vosotros,sino más bien un erudito, y estoy con estos compañeros -informa, mientras realiza un gesto con la mano para abarcar a ambos- de un modo prácticamente casual. De hecho, ni yo mismo sé cómo me uní a ellos, pero ahora pondré todas mis fuerzas en ayudarlos.

Deliberadamente no habla de Perla ni del resto de gente que se ha quedado en la casa de Eban porque no tiene idea de cuánto sabe la tal Dulcea sobre su grupo, ni de lo que los que se han entrevistado con ella le han contado o no, así que opta por no hablar de más.

 Thristan aun sentado en la cama cubierto por las vendas y escasamente por las sabanas de su lecho, aun estaba algo confundido y guardaba silencio al ver como entraban en aquel lugar una mujer y dos hombres. Era cierto que no estaba en el foso, el aire en aquel lugar era fresco y no estaba viciado por la muerte, incluso el nombre de aquel campamento le agradaba ya que tenia aquella palabra tan importante para el.

Mi Señora, no soy un buen guerrero ni era un Gladiador muy bueno.... soy el mejor luchador que jamas piso la arena del Foso, reconocido por el publico como el indomable y le agradeceria que cuidara su tono de voz en precensia de esta dama.

La dura voz de Thristan se hacia presente con evidente enojo ante el comportamiento de aquella mujer que irrumpia en la tienda y mantenia un tono amenazante hacia la mujer que le salvo la vida, al menos el pensaba que si estaba vivo era por Dulcea y si podria matar a lo malditos esclavitas seguramente seria tambiam gracias a ella.

Sin decir mas nada y sabiendo que estaba desarmado el mantenia una mirda desafiante a los invitados de su salvadora, el miedo no existia en aquella mirada y seguramente no dudaria luchar ahi mismo con sus manos si era necesario... bueno al menos con una mano. Por suerte las palabras de Anhknut le hacian ver que seguramente ellos no estaban alli para probocar una confrontacion, pero de todas formas decide quedarse atento.

Miro al hombre lleno de vendajes asegurar ser el mejor y casi me salta una carcajada, que contuve no se como, aunque la mueca resulto igual de burlona.- Los asuntos que he venido a tratar no son con vos, ni con Dulcea.- aseguro de inmediato.- Mas no veo a quienes pueden responder mis preguntas.- añado mirando a Dulcea con tono interrogativo ¿Donde estan? Me dijisteis que podria hablar con ellos.

Claro. Están en el comedor.

Les dije que esperaran ahí después de desayunar, que tenía unos asuntos que tratar con ellos. Solo me he acercado aquí a ver como está Thristán. Ha estado muy mal durante varios días.

Vamos hacia allí si queréis.

Perla se levanta y se ciñe la espada de nuevo a la cintura.

-Ahora vendrá alguien a ayudarte...

- Pobrecito.- musito con brutal condescendencia, el gran guerrero necesita mimos para reponerse... asi son los hombres, duros por fuera y blandos por dentro. No tengo nada que hablar con ese hombre y nada mas digo.

 Thristan vio mejores modales en el Foso que en aquel lugar, algo que toleraba  porque era algo natural sobre todo en una barbarica mujer, pero le devia la vida a dulce y no podia permitir que la amenazara. Aun asi ya mas calmado al ver que posiblemente nada malo valla a suceder en la tienda, el guardaba silencio escuchando las palabras de su salvadora.

Déjame usar mis piernas un poco.

Terminaba diciendo luego de aquella frase que fue una dura apuñalada en su orgullo, lo unico que siempre fue suyo y nadie le pudo sacar. Con esfuerzo disimulado termina incorporandose sujetando apenas las sabanas que lo cubrian, apoyaba todo su peso en la pierna mas sana que tenia mientras se mantenia erguido.

Aunque prefiero vestirme antes de unirme a ustedes, no creo que este bien aparecer semi desnudo een ese comedor.

Decia finalmente sin desclavar su mirada de Hundra de forma desafiante, no permitiria que nadie dañara su orgullo sin importar el genero ni la edad.

- ¿Venir con nosotros?.- pregunto volviendo la mirada a Dulcea.- ¿Que pinta el en esto?.- pregunto mirandole a el, un tipo que tan orgulloso cubriendose con una sabana sus partes como un niño vergonzoso. Ademas se veia que ni podia tenerse en pie ¿Que queria demostrar?¿que le importaban a ese hombre mis asuntos?

Siento sus ojos clavarse en mi desafiantes.- Si buscas pelea no tengo tiempo en este momento, ademas no es mi estilo rematar moribundos y si quieres insinuarme algo lamento comunicarte que solo me acuesto con hombres, no me gustan los niños llorones.

Anhknut observa el intercambio de pullas y demás armas arrojadizas verbales entre Hundra y el otro guerrero, al que acaban de conocer tumbado en un lecho y, en apariencia, bastante malherido. Pero realmente no puede decir nada al respecto, puesto que no tiene idea alguna de cómo se originó la disputa que ahora parece estar continuándose. Por tanto, sólo puede esperar y poner atención para ver si averigua algo más sobre en qué se ha metido...

 Thristan tampoco tenia idea que tenia que ver con la reunion de esa mujer tan despreciable, aunque tal vez en aquella reunion sepa como llego a ese lugar y asi poder pensar en los pasos a seguir. Luego de escuchar y mostrando mas aun la exprecion desafiante en su mirada, el gladiador da un paso hacia adelante con firmesa... internamente sentia dolor pero ni la agonia mas terible permitiria que cediera ante aquella mujer barbarica.

Insinuarme a ti? Vamos, yo puedo tener en mi lecho a las nobles mas bellas de la ciudad... De que me serviria acostarme con una salvaje que posiblemente tuviera colmillos en su intimidad?

Lo siento pero dudo mucho que seas suficiente mujer para mi.

Terminaba replicando con una sonrisa cinica a pesar de saber que ella estaba armada y el no, solo esperaba que Dulcea no planeara pedirle que ayudara en los asuntos de la salvaje, deberia ganar algo muy grande si esa era la intencion de que el participara en aquella reunion.

Este chico tiene dos problemas, uno es que es tonto y el otro es que no lo sabe. Resoplo con astio, si pretendia ofenderme no lo consigue.- Si, claro, las nobles son facilmente impresionables, sobre todo con los muchachos como vos, aunque no descarto que tales mujeres fueran parte de delirios febriles.- Miro a ambos lados y me encojo de hombros mostrando una mueca burlona y gesto de ¿Donde estan tales mujeres?- No te esfuerces chico, guarda tus fuerzas, nunca sabras si tengo o no colmillos en la intimidad, puede que yo no sea suficiente para ti pero tu para mi, como ya te dije, no eres mas que un chico, no vas a molestarme con tu palabreria esteril, asi que vuelve a la cama a soñar que eres querido por alguien y dejame tranquila.

....

Llega un momento en el que Dulcea no puede seguir callando sus risas ante al confrontación de palabrería y orgullo.

Ja ja ja ja

vaa... Dejadlo ya.

Se seca la puntita de una lágrima que estaba apunto de surgir por la risa.

Tu, Thristán, no hagas el bobo y túmbate en la cama. No tienes nada que ver con esto.

Hundra, coge a tus amigos, y vámonos.

Dicho esto se encamina a la apertura de la puerta y espera a que salgáis delante de ella.