Partida Rol por web

Bayhas examinó el tomo arcano que había sacado de la estantería, mientras encendía unos pocos hornillos y calentaba agua destilada en un matraz.

Era posible utilizar la rosa como un punto focal para un hechizo de trazado que les llevará hasta su portador, y teniendo en cuenta que nadie debería haber llevado esa rosa en la fiesta, conocerlo podía ser importante.

Realizó un par de experimentos rápidos, con cuidado para no destruirla o dañarla. Al poco rato, paró el experimento: le faltaba un ingrediente esencial. Difícil de conseguir, pero no imposible.

Dejó la rosa en un lugar seguro, le echó un último vistazo a la funda que le había dejado Nina... y volvió con sus invitados.

Fue, por qué no decirlo, algo chocante ver a Cleo en ropa interior y a Orion con los pantalones por los tobillos. Al menos el viejo Yakub aún estaba vestido.

- Hmm... - dijo, en el quicio de la puerta. - ¿Interrumpo algo? Hay habitaciones libres, aunque un poco polvorientas. Pero seguro que no os importa. - Miró a Yakub. - Y el maestro Yakub puede mirar si quiere; yo no juzgo.

Cleo se enrojeció por la mirada de Orion, y luego aún más por las palabras de Bayhas, carraspeando.

-A ver, que tú mismo dijiste que los Rakhashas tienen que tener algo azul en ellos, no dijiste si podía ser algo que escondieran, no se, un tatuaje o ropa interior azul. Así que mientras más rápido confirmemos que ninguno tienen nada azul que no puede quitarse del cuerpo, más fácil descartamos ser todos Rakshasas, ¿vale?- Explicó rápidamente, retomando la chaqueta y cubriéndose los hombros con ella.

—Hombre, pues tampoco es mala idea lo de la habitación —insinuó Orion guiñando un ojo a Cleo—. Prometo no morderte. Si tú no quieres, claro...

La chica se limitó a levantar la mano y mostrarle el dedo medio al vampiro, volviendo a cruzarse de brazos. Y muy tarde cayó en la cuenta que igual hubiera sido menos vergonzoso grabar un video de los cuatro con su móvil... ¡Argh!

Comenzó a vestirse de nuevo. -Vale, que Orion y yo no somos Rakshasas. Dejen que los grabe con el móvil y así no tienen que desvestirse ustedes. Pero quítense cualquier cosa azul que lleven.-

- Bueno... - dijo Bayhas, apartando un poco la mirada de Cleo, y fijándose en un muy interesante sillón de su salón. - En realidad, es de esperar que el color azul esté presente de forma visible, porque es una debilidad de su poder mágico. Y si es una debilidad mágica, no es tan sencillo de ocultar como llevar unos calzones azules y ponerse unos pantalones por encima. - añadió, sonriendo, mientras se quitaba su corbata. Su corbata azul. - Porque puede que el rakshasa no pueda ni determinar qué es lo que lleva puesto que sea azul. Puede que ni siquiera sea consciente. Pero intuyo que será algo evidente y no estará escondido. - Bayhas observó la corbata y la dejó, doblada un par de veces, sobre un mueble, mientras avanzaba hacia Cleo. - La magia no es una ciencia, Cleo. - Miró a la chica, que se había puesto ya su chaqueta y se estaba subiendo los pantalones. - La magia es poesía. La intuición del poeta, en lo que se refiere a la magia, es más certera que el razonamiento de un científico. - Cuando Cleo por fin terminó de vestirse, con Bayhas ya al lado de ella, el mago sonrió ligeramente. - Grábame con tu móvil, compañera. ¿Quieres que haga algo en especial mientras? ¿Bailo? ¿Sonrío? ¿Te recito una poesía? Solo te pido que no lo subas a tus redes sociales.

Cleo se caló de nuevo el gorrito y apuntó con el móvil hacia el mago. -Lo que quieras, vuélvete loco. Pero sí necesito que se vean manos y cara al menos, que la ropa no es afectada por lo que sea que sea... bueno, ese desenfoque.- Grabó sólo treinta segundos, y luego examinó el video para confirmar que efectivamente Bayhas era sólo Bayhas. Luego repitió el proceso con el señor Yakub.

-Dejo que lo borres tu mismo si quieres.- Dijo, antes de mirarlo de reojo. -¿Si sabes usar uno de estos, no?-

Bayhas sonrió y puso una mano frente a la cámara, y con la otra, hizo como si se separara el pulgar.

- Maaaagiaaaa. - susurró, como si hubiera ejecutado un prodigio digno de Merlín.

Después de que Cleo le grabara, se acercó a ella (bastante) hasta ponerse a su espalda y miró a su móvil desde encima del hombro de la chica. - Mejor si lo haces tú, Cleo. La tecnología nos pone nerviosos a los magos, por eso tenemos tan mala puntería al usar una pistola. E igual te borro el teléfono sin querer si lo toco... - El tono de Bayhas era bastante serio, pero esa pequeña sonrisilla suya no abandonaba sus labios.

Cleo se rió por la payasada, concentrada en las imágenes del móvil para descartar. Luego se le puso el vello en punta en la nuca, y dio unos pasos alejándose a una prudencial distancia de dos metros del mago. -Tío, ¿que no te enseñaron sobre el espacio personal o qué?- Dijo, encogiéndose un poco más en si misma mientras seguía atenta a la pantalla.

- En realidad, mis oscuros maestros me enseñaron a no fiarme de nadie, y a comprobar que la gente cumplía lo que decía. - comentó Bayhas, quedándose quieto, sonriendo, mientras la joven se alejaba de él. - Solo quería asegurarme de que borrabas el vídeo.

Un nuevo escalofrío recorrió a Cleo mientras veía el video de Yakub con Orion, pero esta vez por las razones distintas. Miró al vampiro, jugueteando nerviosa con el móvil, antes de volver a enfocarse en los videos. Suspiró al confirmar que todos estaban bien.

-Vale, pues no somos Rakshasas.- Terminó por decir. Borró el video de Yakub, y luego escogió el de Bayhas y se acercó a él pára mostrarle el móvil. -Hazlo tu mismo, sólo presiona la papelera que está en la esquina.- Dijo. -Aunque igual tendrás que ver si confías o no, pude haber hecho una copia y guardado en una nube.- Se encogió de hombros. -Queda de tu parte si confiar en mi.-

Miró luego al resto. -Bueno, ¿escogeremos alguna palabra de seguridad? ¿Algo que sólo nosotros conozcamos para identificarnos?-

Bayhas observó la pantalla del móvil de Cleo y luego miró a la chica a los ojos. - Vale, Cleo, confío en ti. - Por primera vez, dio la impresión de que el mago estaba siendo realmente sincero y se tomaba el asunto con seriedad.

—"Bunnymen" —dijo el vampiro de pronto—. La palabra de seguridad: "Bunnymen". Es fácil de recordar y nadie va a usarla por casualidad en una conversación. 

Orion se sentó en el sillón que Bayhas había estado mirando con interés y trató de ponerse cómodo. 

Yakub observó como Orion y Cleo se desnudaban. Miró a Bayhas al bajar y negó con la cabeza a su comentario.

— Mejor idea la del teléfono. Me temo que el cuerpo de un anciano tenga demasiados pliegues en los que poder ocultar cualquier cosa azul —

¿Bunnymen? Es lo que pasa cuando juegas con niños... supongo.

— Lo malo de esa palabra es que en cuanto la oigan sabrán que es nuestra palabra secreta. En cualquier caso. La idea sería meterla dentro de la primera frase que se diga. Os aviso... esto no es un juego. Si os pregunto si sois vosotros y no decís la palabra os meteré un tiro sin preguntar entre las cejas —

El tono agradable y cordial de Yakub había cambiado durante esa frase. Sus ojos incluso mostraban cierta amenaza, como una sensación de agresividad y peligro. Sensación que desapareció tal como llegó.

— Podría hacer una demostración para Cleo de como preparar un té. Quizá me haga famoso — De nuevo, cordial, amable y cercano. A mi no me importa que lo guardes. ¿Quien va querer ver a un viejo?

— Bayhas... ¿Has averiguado algo de esa rosa? —

- Alguien tiene que haber llevado la rosa hasta la boda. Pero no debería estar allí. La Reina no la llevaba y ella es la única con permiso para llevar flores en una boda fae. Creo que es de lo asaltantes. Y puedo preparar un encantamiento que nos lleve desde la rosa hasta su dueño. Por desgracia necesito un ingrediente del que no dispongo: lágrimas de hada. - Lo dijo sin el más mínimo rastro de humor. Hablaba en serio. - Con lágrimas de hada puedo activar el espíritu de la rosa, aunque se consumirá rápidamente. No antes de llevarnos hasta la persona que la llevó hasta el Palacio.

-Ostras... ¿Y tienen que ser lágrimas de risa, de tristeza?- Cleo eliminó el video de Bayhas, dejando el de la receta del té del señor Yakub, y volvió a conectar el móvil para que siguiera cargando un poco más. -¿Se recolectan de algún modo en especial, tienen que usarse en un tiempo específico?-

Miró hacia Yakub. -¿Usted no tendrá lágrimas enfrascadas en su tienda, ¿no?- Dijo medio burlona, pero también con seriedad.

Orion borró la sonrisa de su cara y se quedó mirando fíjamente a Yakub al tiempo que interrumpía a Cleo.

—Si no te gusta la puta palabra elige tú otra; pero a mí no me amenaces —la expresión de su rostro comenzó a cambiar de un modo siniestro, igual que el tono de su voz—. Vamos a dejar las cosas bien claras de una vez, porque creo que el modo simpático no está funcionando: si no fuera porque casi nos matan a mi socia y a mí os puedo asegurar que este asunto de las hadas me importa entre poco y una mierda. Nunca ha habido una relación amistosa entre los fae y los vampiros ni en Swansea ni en toda la maldita Albión, de manera que si la puta corte faérica acaba exterminada, me preocuparía menos que nada. De hecho me pregunto si no me convendría más unirme a los enemigos de Owain y Yolanda. Los rakshasa tampoco me gustan, os lo puedo asegurar, pero hasta el momento no me han hecho nada —dirigió su mirada también a Cleo y a Bayhas—. Para no aburriros más, lo único que necesitáis de mí es que reparta estopa, ¿no es así? Toda esta parafernalia mágica y tanta palabrería me aburre muchísimo y me hace perder tiempo así que, si creéis que puedo encargarme de hacer algo más esta noche decídmelo, de lo contrario me gustaría volver a mi local donde, al menos, nadie me rechaza un regalo.