Partida Rol por web

El apartamento de Cleo estaba cerca de la universidad (*). Formaba parte de una antigua casa reformada y dividida en residencias más pequeñas. Eso creaba distribuciones de habitaciones un tanto peculiares con baños a los que se accedía desde cocinas, dormitorios muy pequeños o muy grandes y no muchas esquinas en ángulo recto.

La zona había sido poco afectada por la catástrofe pero como la mayoría de los residentes eran estudiantes de fuera, muchos se habían marchado a casa para alejarse de Swansea. La zona de noche ya era lo bastante inquietante con todos los bares cerrados y muy pocas ventanas con luz pero el silencio y la oscuridad después de que lo de Owain eran estremecedores. Era como caminar por una cripta. 

Cleo tardó veinticinco minutos andando en llegar hasta su calle. Los autobuses habían sido cancelados y los taxis eran raros. Llevaba en el bolsillo la pistola que le había dado Yakub antes de la cacería: algunos días pensaba en volver a sacar el táser del cajón pero sospechaba que eso simplemente no sería suficiente en caso de problemas. 

Sacó la llave cuando se acercaba a su piso. Las luces estaban apagadas.

-Joder, Bill.- Gruñó Cleo al ver las luces apagadas. Quiso darle el beneficio de la duda a su amigo y pensar que simplemente se había acostado temprano, así que abrió la puerta de su apartamento. -"Cariño, estoy en casa".- Dijo con el tono más parecido a la serie de "Yo Amo a Lucy", esperando escuchar alguna respuesta de su amigo. Si no le respondía revisaría las habitaciones y el sofá para asegurarse de que no estuviera dormido.

Y si no estaba en el apartamento, iría a buscarlo al piso de arriba.

-"Lucy, me debes algunas explicaciones"(*)-contestó Billy en tono parecido desde el cuarto de baño.

Se oyeron algunos chasquidos y la luz volvió a la casa. Billy salió frotándose las manos con cara de estar muy satisfecho de sí mismo.

-Arreglado-dijo-Habían saltado los plomos de toda la escalera. El perrito de la señora se había metido en un cuarto que tiene lleno de muebles viejos y era incapaz de salir. He tenido que vaciar esa habitación, ordenarlo todo, entrar a coger al perro que era pequeñito pero una mala bestia sedienta de sangre... estoy vivo de milagro, sí. Por otra parte, la señora estaba tan agradecida que me ha dado media tarta. Por lo visto, era para el cumpleaños de una sobrina pero con todo este follón, se canceló el cumpleaños y se la ha estado comiendo ella... tenemos para postre esta noche y para desayunar hasta el día del Juicio Final.

Un largo suspiro de alivio escapó de labios de Cleo al escuchar a Billy, pasándose la mano derecha por el rostro. Forzó media sonrisa al ver a su amigo, y mientras éste le contaba de su gran aventura en el piso de arriba, la fotógrafa se fue sintiendo cada vez un poco más culpable. ¿Tanto la había afectado su estancia en Swansea que veía vampiros y rakshasas hasta en la... en...?

-Suena genial, estoy famélica. Oye, linda camisa.- Cleo sacó el móvil y sonriendo nerviosa intentó tomar una foto a Billy.

-Gracias. La señora tenía ropa vieja de los hijos y me vio tan desarrapado que me la dio. Huele un poco a polilla pero es mejor que batir el récord de llevar puesta la misma muda. 

Billy le apartó el móvil con el dedo. 

-Lo de las "explicaciones" iba en serio, "Lucy". Lo tuyo con el móvil no es normal. Te agradezco que me acogieras en un momento difícil pero he estado tan centrado en mí mismo y en Gabi que te he dejado de lado. Y a ti te pasa algo. Pasas los días fuera de casa, haces fotos a todo como si no te creyeras lo que ves... tienes mala cara. 

Le mostró la mesa con la cena puesta. 

-Tú y yo hemos pasado por más que muchos matrimonios. Yo confío en ti y si no quieres contarme nada está bien pero mañana vendrán nuestros padres a buscarnos y ahí terminará nuestra aventura. No sé si volveré a ver a Gabi pero sospecho que de los dos, tú vas a perder la que más...

-¿Desde cuando cambiamos los papeles, eh Billy?- Dijo Cleo, intentando mantener la sonrisa, pero ésta fue desapareciendo mientras el chico iba hablando. Sin embargo, le miró muy fijamente en lo último que dijo. -Tú volveras a casa, Bill. No yo.- Había seguridad en su voz al decirlo. Avanzó hasta la mesa del comedor y se derrumbó en una silla.

-Están pasando cosas en esta ciudad. Cosas sorprendentes...- Por un instante el brillo inicial que había en los ojos de Cleo cuando llegó por primera vez pareció reaparecer, antes de volver a su expresión sombría. -...y otras terribles. Y estoy embarrada de mierda hasta el cuello, joder.- Se frotó el rostro con la mano derecha, con frustración. Levantó los ojos hacia él. -Pero tú no tienes que acabar igual.- Se mordió la lengua, antes de intentar la sonrisa una vez más. -Créeme cuando te digo que mientras menos sepas, mejor. Supiró. -Vuelve a casa, Willliam.-

Su amigo pareció ultrajado. Iba a sentarse a la mesa pero se dio la vuelta. 

-¿Irme yo? ¿Y dejarte aquí, en una ciudad en ruinas? ¡Y una mierda me voy a ir! ¡William Lee McNamara no abandona a sus amigos!

No era decir poco. Cuando el señor Baldwin había aparecido pistola en mano buscando a su hija y encontrando al muchacho en su lugar, Cleo había notado al volver a casa que el suelo estaba fregado y la lavadora puesta con los pantalones de su amigo. Bueno y leal, así era Billy. 

-Me da igual los líos en los que estés: soy tu amigo y no voy a permitir que pases por esto sola. Siempre juntos, siempre unidos(*), ¿recuerdas?

¿Qué es 

Cleo bajó la mirada, culpable, sin atreverse a mirar a Bill. Luego negó varias veces con la cabeza, poniéndose de nuevo en pie frente a él. -No... No me estás entendiendo.- Se llevó la mano derecha a la nuca y tiró de su cabello con un gruñido frustrado. -Esto es más de lo que... Mierda.- Volvió a bufar.

¿Por qué le había dicho que viniera? ¿Por qué lo había metido en todo ese lío? ¿Y cómo podía evitar que siguiera allí? La idea llegó a su mente y le dolió, pero tenía que hacerlo. -Bill, no te lo estoy pidiendo. Te estoy... te estoy diciendo que no quiero verte aquí.- Empezó, conteniendo las ganas de llorar. Tenía que parecer que lo estaba diciendo en serio. -No te necesito aquí, ¿me entiendes?- Intentó no desviar la mirada de sus ojos, aún si lo que veía en ellos la rompiera. -No estoy sola, tengo amigos aquí que pueden ayudarme más que tú. Este no es tu lugar, Bill.- No pudo seguir, pero se mordió la lengua con fuerza para que su voz no delatara lo difícil que estaba siendo pronunciar esas palabras.

-Pero... pensaba que éramos amigos. Que nos teníamos el uno al otro. 

En el instante en que escuchó la replica de Billy, Cleo no pudo continuar pretendiendo, seguir haciéndose la dura. Redujo el espacio entre ellos y lo abrazó. -Lo siento, lo siento...- Murmuró, dándose cuenta que había estado a punto de hacer un daño permanente entre ellos dos. Quería que estuviera a salvo, pero no tenía la voluntad para aceptar que su amistad se destruyera para siempre. -E-estoy aterrada, n-no se lo que estoy haciendo...- Confesó, con la cabeza hundida en su hombro.

-Hay cosas allá afuera Billy, monstruos que no dudarán en usarte, en manipularte, en convertirte en uno de ellos. No quiero que te pase nada. No me lo perdonaría.-

Billy le palmeó suavemente la espalda intentando tranquilizarla. 

-Tranquila, Cleo, yo no tengo miedo de los monstruos ni de nada mientras estemos juntos. Soy McNamaniak, ¿recuerdas?

El nombre de guerra de Billy era el nick que empleaba en Internet. Solía usarlo como alias cuando organizaban cosas como cuando las manifestaciones pro-derechos de los animales o los ciclos de cine independiente. Billy no asustaba ni a las viejas a pesar de sus "conocimientos de artes marciales" (año y medio de aikido cuando tenía dieciséis) pero cuando empezaba a usar el mote sus cualidades organizativas eran más que aceptables. Solía dárselas de supervillano aunque una definición más acertada sería "razonablemente previsor".

-Pero tu padre sí que me da miedo y mucho. Se va a plantar aquí en unas horas y a ese no lo convenceremos con palabras: se impone una retirada táctica. Podemos llenar las mochilas con ropa, comida y móviles... conocí a un tipo por Internet, Joe, que tiene un piso... ¿o quizás deberíamos hacernos okupas un tiempo? Es una buena ocasión para probarlo...

Cleo no pudo evitar reír al escuchar el mote de Bill. Se pasó la manga de su chaqueta sobre los ojos, resoplando. -No sé qué tan buena idea sea esa, papá al parecer tiene contactos con la policía.- Hizo un encogimiendo de hombros que básicamente venía a decir "Ni puta idea de desde cuando o por qué tiene esos contactos". -Creo que sé de qué Joe hablas...- Dijo, poniendo los ojos en blanco. ¿A cuantos le ofrecía Joe su apartamento como refugio? Se mordió la lengua. -Conozco a alguien... Se llama Dennis. Se ha ofrecido a darme asilo si hace falta.- No sabía que tan buena idea sería eso, pero había que admitir que estar con los RedBeats en esos momentos era estar, de algún modo, seguros.

-Tenemos que convencer a mis padres y los tuyos que vuelvan a casa y no nos busquen. ¿Se te ocurre alguna idea?- Dijo, mientras le daba vueltas a lo de Dennis. -Si vamos a estar juntos en esto, vas a tener que empezar a hacer ciertas cosas. Hay... criaturas que a simple vista parecen humanas; pero a través de las cámaras puedes ver su verdadera forma. Por eso me la paso con el móvil todo el día. Y por favor, no uses nada que sea de color azul.- Le dijo, casi con una sonrisa culpable. -¿Es la única camisa que te dio la señora?-

-Ahora mismo, si hablamos con nuestros padres no podremos quedarnos. Podemos dejarles una nota o algo así para decirles que estamos bien...

Rebuscó en una bolsa llena de ropa vieja. Se cambió de camisa rápidamente. Era muy delgado. 

-¿Mejor?¿Más tranquila? Vale, tenemos que hacer una lista de las cosas que nos llevamos. Ya no tienes moto así que no podemos cargar mucho. Mejor, eso es fácil de rastrear...

Miró la cena con expresión anhelante. 

-No iremos muy lejos con el estómago vacío. Comamos mientras me explicas en qué consiste eso de las fotos. ¿Qué me dices de unos fideos recalentados con el McNamaniak?

-Vale, una nota entonces.- Cleo aceptó y respiró más tranquila. -Y silenciar los móviles. Los van a reventar a llamadas y mensajes.- Una amarga carcajada escapó de su boca. -Tus padres me van a odiar. Ya pensaban que era una mala influencia...-

Asintió al ver a Bill con otra camisa. -También necesitamos algún tipo de señal, que sólo sepamos tú y yo.- Le miró con seriedad. -Cuando no estés seguro de si soy yo, toma mi mano y dibuja una CM en la palma.- Ella lo hizo en la palma de él a demostración. -Si soy yo, haré una MC en la tuya.- Repitió el gesto. -Si no lo hago de inmediato, desconfía, ¿de acuerdo?-

Pensó en lo que necesitarían. -Mi portatil, cargadores, móviles, un par de mudas de ropa, cepillo de dientes... Ehm, tengo un taser en una gaveta.- Sonrió culpable. -Y una pistola conmigo. Por si acaso.- Carraspeó para pasar a otro asunto. A lo de la comida aceptó de inmediato. -Pues digo que ya estamos tardando.- Con más tranquilidad, se sentó nuevamente a la mesa, y mientras comían habló sobre vampiros y Rakshasas, además de su nuevo descubrimiento: los fantasmas, a diferencia de los vampiros, sí se ven en las cámaras incluso si no se ven a simple vista.

Un par de platos después, los ánimos se habían relajado. 

-A ver si lo pillo... hay gente (como el chungo ese que dices que tiene un bar) que se puede ver pero no sale en las fotos porque son vampiros. Luego hay otros que no se pueden ver pero sí que salen en las fotos porque son fantasmas. Y luego están los que van de azul y salen borrosos porque son... demonios. 

-Rakshasas-puntualizó Cleo.

Billy respiró hondo. Tomó un bocado y masticó despacio durante un rato. Para haberse llevado una sobredosis de realidad lo estaba llevando bastante bien. 

-Y luego, las armas. Parece una locura. Pero incluso si lo es, no estaría bien dejarte sola con tus delirios. Y si vuelves a Londres no te quedarás tranquila, te conozco bien. Dios, si que está siendo una ruptura traumática, ¿eh?

-Como no tienes idea.- Bufó Cleo, y se permitió por primera vez una carcajada que, más que alegre, era de agotamiento. De algún modo, poder contarle a Billy parte de lo que estaba ocurriendo le producía un gran alivio, como si hubiera descargado un peso que no sabía que llevaba. -Hay más cosas, pero si de verdad piensas quedarte sin importar lo que te diga, habrá tiempo para contarlas. Y si decides volver a Londres, es mejor que no las sepas... ¿Entiendes lo que digo?- Dijo, llevando su mano derecha detrás de la nuca y mesándose los rizos con un suspiro.

-Oye, algo más. Las personas con las que vamos a estar son algo extremas.- Dudó un instante. -Están en contra de todo lo que no sea humano. Por un lado, eso es bueno, porque mientras estemos en su refugio estaremos a salvo de lo que sea que se desate en la ciudad. Pero por otro... Se ciegan por completo a que haya posibilidades de convivir con otros seres. Pero no todo lo que es distinto es un monstruo. ¿Estamos de acuerdo en eso? Quiero saber si estamos en la misma página tú y yo.- Probó por última vez. -Billy, incluso si te vas, te prometo que no estaré sola. Hay gente, seres, aquí en quienes confío. No me estarías abandonando a mi "delirio". Pero ya no intentaré convencerte. Eso sí, seguiré desapareciendo de vez en cuando, porque hay cosas que tengo que hacer y si te tengo cerca estaré más preocupada porque no te pase nada.-

Apoyó los codos en la mesa. -De todos modos, puedes saber más o menos en que ando a través de las entradas del blog. Trato de no decir demasiado, pero hay pequeñas pistas.-

Más tarde, aquella noche:

-¡Bienvenidos a mi choza!

La casa de Dennis era vieja, grande y destartalada. Un edificio "con personalidad" que decían. Dentro olía a comida y a poca ventilación pero las moquetas incluso en las escaleras y la calefacción le daban un aire de madriguera acogedora muy necesitado en aquellos días. Al pasar por la puerta del salón vieron un enorme póster del RedBeat. 

-Pasad, poneos cómodos. Tenemos muchas habitaciones y hemos estado acogiendo a afectados por la catástrofe... Dios mío, Cleo, tienes un aspecto terrible.  Deja que luego Tony te eche una ojo, hizo un cursillo de paramédico.

Les condujo hasta una desordenada cocina llena de gente. Los fogones estaban llenos de ollas y el fregadero, atestado de vajilla pringosa. Varias personas se sentaban en torno a la mesa de la cocina mientras un joven delgado traía bebidas calientes para todos. 

Dennis puso una mano en los hombros de una pareja mayor. 

-Estos son Colin y Cariad. Su casa se la tragó la explosión justo el día que estaban visitando a unos amigos en The Mumbles. Pero perdieron a dos nietos en una bronca cerca del Dragon Hotel la otra noche. Las calles no son seguras. 

Presentó con la mano a un sacerdote de pelo blanco. 

-Este es el padre Ted Crilly. Fue el único superviviente de su congregación. Estuvo dos días enterrado en cuerpos entre las ruinas de su iglesia pero le desenterraron ileso. 

Agarró por la cintura al joven delgado. 

-Y este guaperas es Tony, mi maridito, lo único bueno que ha salido de EstadosUnidos. Te mirará ese brazo pero antes, ¿café o te?

La anciana sonrió a Cleo y le acercó un taburete.

-Encantada, querida. Ven , siéntate y tómate algo caliente. ¡Tienes cara de estar agotada!

El anciano ofreció su silla a Billy. 

-Siéntese, joven. ¡Yo ya he descansado bastante a mi edad!

-Por favor, disculpad el desorden, mi amigou(*),¿qué vais a tomar?