Partida Rol por web

La primera reacción de Cleo fue de alejarse de los barriles ahogando un grito. Se agarró de la barra y se forzó a mirar a la Rakshasa. Tragó. -S-sólo intento mantenerme a flote en esta ciudad, señora. El sicariato no es lo mío, pero de algo tengo que vivir.- Intentó que la voz no le temblara, pero procuró no mirar directamente a los ojos de la demonio, no quería que la tomaran por irrespetuosa y llamar más atención sobre ella.

—Yo también me acuerdo de ti —replicó con toda la tranquilidad que pudo reunir en ese momento—. Tú curaste a Yakub. No..., tú le salvaste la vida a Yakub. Pero veo que me buscas a mí y no creo que sea para venderme esa baratija que tienes en las manos.

Orion se puso alerta. Aunque posiblemente Alun llevara alguna defensa mágica activada, no se habría atrevido a preparar un hechizo allí mismo, delante de Eva y de Yurga. Salvo que tuviera algo especial preparado para él, no le daría tiempo a invocar un sortilegio antes de que le arrancara la garganta de un mordisco. Le observaba fijamente, sin parpadear, atento para actuar si el mago movía un solo dedo para formar una señal o tocar un talismán.

-Yakub tiene una capacidad sorprendente para meterse en líos. Y todo indica que tú has estado implicado. ¿De dónde has sacado la sangre del dragón?

El mago permaneció tranquilo. La fiesta era, en teoría, terreno neutral y la paz estaba garantizada por la anfitriona. Nadie sería tan loco como para empezar una pelea allí. 

Además, pensó Orion para sus adentro, un mago raramente estaba indefenso y menos un miembro de la Orden de Merlín. Seguro que sus mangas estaban llenas de cartas de las que sacaban ojos, convertían a la gente en lagarto o la enviaban al interior de un incinerador de basuras. 

-Si te da miedo hablar conmigo puedo preguntarle a Lady Von Sacher-Masoch. Seguro que ella está al tanto de dónde andas... la mayoría del tiempo. 

El saltito que Cleo había dado para alejarse de aquellos seres fue suficiente para llamar la atención de ellos. Reconocieron a la fotógrafa entre risas burlonas, pues aquella vez habían dejado marcas oscuras en la piel de ella, que a los ojos de Cleo habían desaparecido al día siguiente. Pero ahí seguían, señalándola como una de sus más divertidas víctimas. -¡No! ¡No otra vez!-

Cleo gritó y se subió a la barra, tomando una de las varias botellas del bar y sosteniéndolas con ambas manos para intentar romperla en la cabeza del primero de los bichos que intentara tocarla de nuevo. -¡Haga que se vayan! ¡Por favor, por favor, aléjelos de mi!- Gritó en dirección de la rakshasa pero sin apartar la mirada de aquellos bichos.

—Es un secreto —susurró al oído de Alun con sorna antes de separarse de él y esbozar su sonrisa de estrella del rock—. Pero puedes preguntarle a Eva. ¡Adelante! No tengo el mayor inconveniente.

Dirigió su mirada a la vampira. Ojalá supiera lo que he estado haciendo y que me respetara y me temiera por ello. Notó que la furia le ardía de nuevo en las tripas. La sonrisa desapareció cuando encaró al mago de nuevo.

—Se me ha ocurrido una idea mejor. Voy yo mismo a preguntarle.

Empujó levemente el hombro de Alun cuando pasó a su lado en dirección a donde se encontraba la Señora. En ese momento oyó el grito de Cleo que estaba subida a la barra. Joder, no, ahora no. Maldita cría. 

No todos los rakshasas eran crueles y malvados por naturaleza pero Mishka encajaba perfectamente con el patron establecido. Como hija preminente del Rey Demoniaco (habia muchos otros, bastardos reconocidos, desconocidos y hermanos de camada pero todos los destacados habian sido eliminados) ser amable con la servidumbre no entraba dentro de su naturaleza.

Yibul y ella no se apreciaban mucho. El mero hecho de que Cleo hubiera tratado con el perista la convertia en un blanco de las iras de Mishka.

Con una risotada maligna, apoyo los codos en la barra mientras se deleitaba con el horror de la chica. Uno de los enanos oscuros se agarro a su pierna mostrando los colmillos. Una cascada de babas viscosas cayeron sobre el vestido de seda. El otro se subio por las botellas haciendolas caer al suelo con estrepito.

El resto de invitados no le dedicaron mas que una breve mirada: torturar y matar camareros entraba dentro de lo habitual en aquel tipo de fiestas. Ademas, nadie queria buscarse problema con la conflictiva hija de Yurga.

La botella que Cleo blandia como arma se estrello contra la barra haciendose pedazos.

-Tienes mucho cuajo para venir aqui-dijo Alun a sus espaldas.

Un pentaculo de luz azul se dibujo en el suelo en torno a Orion. El sonido en torno a el parecio disiparse como si la sala de fiestas estuviera a una gran distancia. 

Apoyo la mano contra la barrera magica. Era como si estuviera dentro de una pecera. Se sintio atrapado e indefenso y la sensacion no le gusto nada.

-Avisa a lady Von Sacher-Masoch-dijo Alun a alguien a su lado-Dile que se ha colado un pajarito en su fiesta. 

El cabreo de Orion iba en aumento. No podía romper la barrera mágica o, al menos, no se le ocurría cómo sin montar un pollo muy poco elegante. Al principio golpeó la barrera con ira, pero recordó una vez más las enseñanzas de Yakub: aplacar el ruido de las emociones, detener el flujo de pensamientos y mantenerse simplemente alerta.

Se metió las manos en los bolsillos y sonrió desafiante a Alun. Que llame a Eva, joder. Es lo que llevo intentando desde el principio, hablar con ella. Me quedaré aquí quietecito mientras tanto.

Sacó su móvil y le escribió un mensaje a Yakub. Aquella barrera no podría detener las ondas electromagnéticas del aparato y, de todas formas, tarde o temprano, en algún momento de la noche, el viejo lo recibiría.

Por último echó una mirada hacia la barra, hacia Cleo. No te tortures, no puedes ayudarla. Espera...

Todo su instinto le gritaba que debía correr. Pero estaba viendo que no había precisamente muchos caminos que pudiera tomar. Sacar la pistola y empezar a disparar, aunque tentador, no le pareció la idea más sensata en el lugar en que estaba. O en el estado en el que estaba. Probablemente terminaría disparándose en el pie.

¿Qué hacer, qué hacer? ¿Qué harían los demás en esa situación?

Pensó en Orion, en la vez en que le vio convertirse en aquello que escondía tras su fachada. Su verdadero ser. Y el miedo que aquello le causó. Ella no era aterradora, pero igual quizás fuera algo que los diablillos no se esperaban. Tragó fuerte. Aaaaaasco, asco, ascoasco...

-¡Groaaaaaaarrr!- Intentó imitar un rugido leónido y, agachándose frente al bicho más cercano, le pegó un mordisco en el brazo.

El diablillo chilló. Pero el efecto no fue precisamente el esperado. Si antes los bichos parecían sólo quererse divertir a su costa, ahora sus miradas y sonidos eran mucho más hostiles.

Mieeeeeerda.

Bueno, de vuelta al plan A. La chica intentó salir corriendo por encima de la barra, al tiempo que soltaba un grito. -¡BioKane!-

De repente, alguien con un vestido hecho a medida y joyas suficientes para comprar media ciudad aparecio junto a la prision magica de Orion.

-Lady Von Sacher-Masoch, queremos incluir a este individuo en las negociaciones-dijo Alun desde alguna parte-Es de... gran interes academico para mi. ¿Seguro que quiere liberarlo?

Eva nego con la cabeza en un estudiado gesto que exponia su perfecto cuello. 

-Dejalo ahi de momento. ¿Puede oirme?-el otro debio asentir con la cabeza a su vez porque Eva clavo los ojos en los de Orion. Incluso con la barrera magica de por medio, sus ojos eran cegadores como los faros de un coche caro.

Orion noto como la cabeza le daba vueltas, la garganta se le secaba y le sudaban las manos. Hacia años que su cuerpo era fisicamente incapaz de hacer todo eso.

-Hola, cariño.

Salian muchos mas de todas partes. 

Cleo noto como docenas de pequeñas manos le agarraban de las piernas, del vestido, del pelo y tiraban para desequilibrarla. Se derrumbo detras de la barra golpeandose dolorosamente la cabeza. Su brazo malo le ardio en un estallido de agonia que casi le hizo caer inconsciente.

El contacto con las criaturas hacia que la piel le escociera. Olian a algo terrible, como si estuvieran cubiertos con las cenizas de una enorme pira funeraria. Empezaron a desgarrar su ropa empleando garras y dientes (a Kovac no le iba a hacer ninguna gracia como le devolviera el traje hecho trizas). Uno de los diablillos le clavo los dientes en el pie arrancandole el zapato y un gemido de dolor al hacer sangre.

Con aire desdeñoso, Mishka empujo el movil de Cleo con las puntas de los dedos para hacerlo caer tras la barra. La carcasa de Cthulhu se hizo pedazos pero el movil cayo junto a su cara. Ver un instante la notificacion de un mensaje supuso un brevisimo alivio para su situacion: era de Biokane.

SI HAS PODIDO LLEGAR HASTA AQUI, ENTONCES P...

Los invitados no le prestaron atencion. Otro camarero muerto mas o menos era irrelevante para ellos y el vampiro atrapado en mitad de la sala parecia muchisimo mas interesante.

—Hola, amor mío —Orion se sacó las manos de los bolsillos. Era incapaz de mantener la postura relajada de antes, Eva se lo impedía, no podía actuar con naturalidad ni con aplomo; pero también era consciente de que estaba completamente rodeado de enemigos y, por tanto, ponerse a babear no era tampoco una opción factible*.

Trataba de sostener su mirada. Se sentía más poderoso y confiado que antes; había ganado experiencia, había acumulado una buena tonelada de rencor contra su creadora y sentía la sangre de Owain latiendo en sus sienes. Además, no podía fallarle a Cleo ahora mismo. La chica tenía ovarios y recursos para lidiar con cualquiera de los presentes, pero no con todos a la vez...

No podía acabar así.

Suplicar por su vida no parecía que tendría efecto en la Rakshasa. En realidad, no parecía que surgiría efecto en nadie. Estaba sola en esto, e iba a tener que salir sola también. El dolor no estaba ayudando a aclarar la mente, pero debía hacerlo. Si quería sobrevivir, tenía que hacerlo de algún modo.

Con desespero, miró por debajo de la barra mientras movía las piernas para intentar evitar mas mordiscos. Tendría que haber un encendedor eléctrico allí, aquel que se usaba para flamear algunas bebidas. El suelo estaba lleno de alcohol debido a las botellas que los diablillos habían tirado, algunos de ellos seguro que estaban empapados del licor. ¿Sería el fuego suficiente distracción para que aquellas criaturas se olvidaran de ella y pudiera escapar?

-No esperaba verte por aquí, Orion-dijo Eva lentamente. Tenía una forma de hablar que era como el ronroneo de un gato-¿Cómo has...? ¿Mmm?

Miró por encima de su hombro, a la barra de la que salían ruidos de pelea, gruñidos y gritos.

-Entiendo, no has venido solo. ¿Es una de tus ghouls?

Mantienes la calma pero Eva descubre que Cleo es importante para ti.

Bingo.

La mano de Cleo se cerró alrededor del mango del flambeador, instante que uno de los diablillos aprovechó para clavar garras y dientes en el de por si ya herido brazo de la fotógrafa. Cleo gritó de dolor, pero aprovecho para convertir a aquel engendro en su primera víctima.

¡Foooosh!

Esta vez fue el diablillo quien empezó a chillar, quizás más de sorpresa que de realmente estar sufriendo por el fuego. Pero aquello bastó para hacer retroceder a los bichos negros. Cleo palmoteó sin ver hasta hallar el movil con la mano herida, manchándolo de sangre cuando lo tomó. Sus ojos seguían sin apartarse de los diablillos, apuntándolos con la antorcha, intentando que no le temblara la mano, y empezando a moverse de espaldas para salir de la barra.

—Es posible que se convierta en algo más que un ghoul —mintió Orion sin saber muy bien por qué. ¿Trataba de darle celos a Eva? ¿Con Cleo? Todo habría sido mucho mejor si Amethyst estuviera aquí, a mi lado. ¡Maldita sea! Uno no puede entender a una mujer, ya sea humana, vampiro o demonio —. Estoy aquí porque tú me invitaste, ¿lo recuerdas? Después tú y tu nuevo aliado Yurga tratastéis de impedir que viniera; pero sabes que me encantan las fiestas. No podía perderme esta sabiendo que tú eras la anfitriona. Y ahora, ¿me dejas salir ya?

Preocupado como estaba con Cleo, no pudo evitar girarse hacia la barra y ver cómo unas llamas y unos gritos estridentes salían detrás de ella. Cerró los puños con fuerza, tanto que sus huesos crujieron. 

Mishka volvió su atención hacia la cúpula mágica perdiendo su interés por el festín de los diablillos.

-Sí, esperaba no tener que resolver lo tuyo con mis propias manos-dijo Eva en tono aburrido-Siempre has resultado un retoño problemático. Me hacía gracia al principio que fueras tan rebelde pero yo ya superé esa fase y es evidente que tú no. Y no se puede ser un adolescente toda la eternidad, Orion. Marcus es mucho más dócil, ¿sabes?

Se volvió hacia Alun.

-¿Lo quieres? Es tuyo, tómalo como mi tributo personal para la Orden de Merlín. Haz lo que quieras con él pero, por lo que más quieras, júrame que no volveré a verle-alzó la ceja como si recordara algo-Ah, sí, la chica: cogedla si aún está viva. Marcus seguramente la quiera como sirvienta...

Detrás de la barra, descalza, dolorida y asustada, Cleo retrocedió en cuclillas sujetando el flambeador como si fuera una pistola temblorosa. Los diablillos seguían riendo y acosándola como una manada de hienas pero mantenían las distancias. La chica tragó pesadamente intentando humedecer su garganta. Para su sorpresa, descubrió que sentía unas ganas terribles de mirar el móvil.

Ahora no, joder.

Chocó de espaldas con la puerta a las cocinas. Habría jurado que Andy la había cerrado. Miró hacia atrás y la encontró entreabierta. Se le puso la piel de gallina esperando ver surgir de las tinieblas a otra de aquellas monstruosidades con colmillos pero lo que vio fue un rostro surcado de arrugas y largos bigotes que le guiñaba un ojo amistosamente.

Yakub.

-Queda jurado, mi querida señora-dijo Alun empezando a hacer gestos con las manos.

Cuando Yakub abrió la puerta pudo ver una imagen general del panorama que había en la sala VIP. Orion encerrado y Alun y Eva frente a él. Cleo por otro lado parecía afectada por algo. Yakub le tendió la mano, invitándola a salir de aquella barra y entrar en la zona de las cocinas. Hacer algo tal y como estaban las cosas era un suicidio, así que tendría que esperar el momento adecuado para actuar y ver si podían de alguna forma rescatar a Orion de aquella situación.

— Cleo, ¿Estás bien? — Ni la cara de la muchacha ni la sangre era halagüeño, pero ahora había cosas más importantes por las que preocuparse.

Parecía que Alun comenzaba a preparar algo, algún tipo de hechizo, ritual o a saber que conjuro. Yakub se quedó observando desde su posición, por ahora todavía sin revelar, al momento adecuado. De alguna forma observaba no solo a Eva, sino a los que tenía a su alrededor. Había prometido a Bleeder que cuidaría de ella para que saliera viva... menuda mierda.

Vamos, Bayhas... ¿Donde narices estas?