Partida Rol por web

El mago preferiría ser conciliador respecto a los acontecimientos pasados, pero sabía que no dependía de él ¿no sería más fácil dejarles ir? Preguntaba a Gaia. El estaba orgulloso de su poder, si le era posible ayudaría a quien pudiera, aunque era reacio a la venta de objetos mágicos, limitando su ayuda a aquello que él mismo pudiera aportar.

Esa noche mantendría su poder centrado en sus protecciones y en crear un golem vigía hecho con algún arbusto y rocas.

- Diavorai - le transmitía - en esta zona utiliza solo formas de aves comunes, nada de llamas la atención.

Esperaba que las precauciones fueran suficientes...

Encontráis una zona con menos árboles en la que parar. Anochecerá pronto. Diavorai está revoloteando por el lugar mientas Aura prepara un lugar para dormir y reune piedras y ramas para una pequeña hoguera - ¿Te importa encenderla? - te pregunta.

Debes elegir las protecciones para esta noche cuidadosamente. Estás preocupado.

- ¡LA HORA DEL PAPEOOOOO! - la voz de Diavorai te relaja un poco, pero no debes descuidarte.

Sin demora prendió un chispazo para la hoguera, debía recuperar su ánima pronto y dejar que el fuego se prendiera solo.

Lo primero que hizo fue acercarse a un matorral que pasara desapercibido, para animarlo junto a un grupo de rocas, quería un poderoso golem vigía que pudiera defenderles sin que segundos esperaran tener ese rival añadido, las defensas debían ser inesperadas, para hacerlas más efectivas.

Un leve moldeado previo con la escuela de fluidez para unificar piedra y matorral permitiría una construcción más óptima de un golem, evitando tener que dividir en exceso su ánima, pudiéndola tener toda para la reanimación. Aquel golem mantendría tres partes de su ánima, buscando un guardián bastante poderoso, pero que no atacara a alguien que pudiera ser inocente. Un vinculo improvisado con él aseguraría esa tarea. Dos partes de aliento y una de seda, con una petición simple, "pasar desapercibido".

Miró alrededor, pensando en alguna defensa más, Diavorai siempre era un buen apoyo, pero le gustaba dejarle descansar. Una protección en forma de burbuja cuando fueran a dormir mantendría alejado cualquier forma de vida, incluso ánimas ajenas que no fueran las propias, Aura, Diavorai y él eran los únicos que deberían poder acceder sin ser expulsados, y como mucho su nuevo golem.

La quinta parte de su ánima, se mantendría a la espera, si alguien se acercaba demasiado, estallaría en forma de flash de luz, que bustaría cegar a quien se aproximara, además siendo solo un acto instantáneo regresaría a él de inmediato, dándole opción a reutilizarlo de inmediato.

Siempre se mostraba tranquilo, no le gustaba preocupar a nadie, y en realidad pasar por aquel lugar no le desagradaba, ponía a prueba sus habilidades, y era el mejor método para mejorar sus capacidades. Aun así, lo que le preocupaba algo más era Aura, normalmente no necesitaba defender a otros, fallar solo le ponía en peligro a él, tal vez por ello en esta ocasión optó por un poderoso golem de refuerzo.

Como siempre, ojeó el terreno con calma, y cuando todo estuvo preparado volvía a ver si reñían algún hongo para comer, no le preocupaba tanto como a sus acompañantes no tener carne para comer.

En cuanto el golem despierta, una nueva conciencia se forma en tu mente junto a la de Diavorai, a la que ya estás acostumbrado, solo que esta es mucho más primitiva. 

La noche se llena del sonido de los insectos y del crepitar del fuego, del olor de las setas al calentarse y de la luz de la luna. La cena espera, y parece que la poca carne que hay no genera demasiada discordia. Ni a Aura ni a Diavorai aprecian demasiado el sabor de las setas al fuego, así que parece que por primera vez en varios días tendréis una cena con algo de armonía.

Aura está cansada y cena en silencio. Mientras tanto Diavorai juega con las setas posponiendo el momento en el que tendrá que comérselas.

Por un lado agradecería tener setas más a menudo, a él le gustaban y no provocaba discusiones, pero en ese caso le hacía suspirar, aquel silencio ayudaba en eso de pasar desapercibidos, pero tensaba un poco más al mago, que acababa divirtiéndose con el escándalo de sus acompañantes. Sólo quedaba ir a dormir y esperar una plácida noche.

Te despierta la voz de Aura. Hay preocupación y un ápice de miedo en su voz, pero no consigue alzar la voz más allá de un susurro - Samayoo... Despierta...

En cuanto despiertas te fijas en el lugar del que Aura no aparta la vista. Parecen dos figuras inmóviles en la noche. A una distancia suficiente como para no haber provocado al golem o tus otras defensas. La imagen te provoca un escalofrío.

Diavorai sigue dormido.

Samayoo bostezo ligeramemte, viendo a aquellas figuras.

- este bosque es peligroso - susurraba a Aura - no te quería poner nerviosa y por eso no te he dicho nada, solo procura no alejarte de la tienda, este lugar debería ser seguro.

Sin salir fuera de su última protección salió de la tienda mirando a aquel par.

- no deseamos mal a nadie, acompaño a una gran barda y este lugar quedaba a medio camino de nuestro destino, si no deseáis mal a nadie os permitiré calentados en nuestra hoguera, pero siempre mantendré cierta seguridad hacia mi acompañante.

Su pensamiento le decía a su defensivo golem que no les atacara si no hacían nada en contra de Aura, Diavorai o él mismo, pues no podía estar seguro de si aquellos seres eran peligrosos.

- Diavorai despierta muchacho, ¿puedes prestarme tus ojos? Yo no veo como tú en la negrura.

El estallido de luz permanecía en espera, solo por si era necesario, mantener concentrada su ánima era importante, pues eran demasiadas cosas que no sabía de ese lugar.

Las figuras permanecen en silencio e inmóviles.

Estaba claro, esa noche ya no dormía... Ver dos figuras así desvelaría al más tranquilo, tampoco les iba a atacar ni provocar, solo permanecería en espera del amanecer, y seguiría su camino.

Siempre se preguntó si Gaia conocería un método de salvar a las víctimas o devolverles la paz, se consideraba afortunado por no haber tenido que utilizar su magia para dañar nunca a nadie, y preferiría no hacerlo, por ello se sentó poniendo una mano en el suelo - desearía saber como ayudar a los afligidos... - si ellos no le hacían mal, tampoco él se lo haría. No dormir era un mal menor...

Solo son golems hijo... Aunque estos han infligido mucho dolor... Termina con esta burla y permite a sus cuerpos reposar...

Piensas que anular a un golem ajeno no es distinto de anular un artefacto peligroso. Pero hace falta contacto físico. Y no dejan de ser espeluznantes. Solo son cuerpos inertes animados con el Aliento, pero saberlo tampoco lo hace más fácil.

Te fijas en que Aura empuña la pequeña pala de la carreta.

- ¿Ya podemos desayunar? - Al menos ya no duerme nadie.

Suspiró, golems o no le parecía triste inanimarlos, no dudaría un instante en agradecer al matorral que había animado por su atenta ayuda...

- Diavorai tienes permiso para arrasar a quien sea si se acercan a Aura... Me gustaría no inanimarles, pero si van a hacer daño a otras personas será mejor que descansen.

Recuperó su ánima del hechizo de luz, por si llegara a necesitar cobertura. Tocando el suelo preparado para cerrar una posible huida de aquellos seres, descalzándose para disponer de un contacto directo con el suelo.

Acercándose les habló - habéis hecho un buen trabajo, justo lo que os pidieron, pero ya no necesitáis sufrir más, no necesitáis dañar a nadie más.

No sabía hasta que punto un golem no tenía consciencia de lo que hacía, pero el trataba a lis que hacía como seres completamente conscientes, le gustaba pensar que pese a disponer de cortas vidas tenían sus propios recuerdos, que podían agradecer en su subconsciente el haber vivido o sufrir si les obligaban a hacer algo desagradable.

Acarició el arbusto que seguía vigilando a modo de gratitud, y se fue acercando a las dos figuras a paso firme pero con cuidado, estar desprevenido tampoco era inteligente.

- Gaia cuando recuperes su ánima, perdónalos por no poder escoger... - era obvio un golem no escogía lo que hacía, pero si tal como le gustaba creer tenían algo de consciencia, le gustaría que no culparan a aquellos inocentes. Tal y como algunas personas decían las armas no dañaban a nadie, eran quienes las manejan quienes las utilizan para hacer daño.

A medida que avanzas hacia la barrera, puedes ver como las criaturas se alejan caminando de espaldas mirándote fijamente hasta ocultarse tras un grueso árbol. No terminas de entender qué órdenes les habrá dado su creador, pero te resultan confusos y espeluznantes. Se han alejado del alcance del golem, a menos que le des nuevas órdenes.

Aura avanza contigo, y Diavorai no sabe muy bien qué hacer.

- ¿Tenemos algún plan o solo caminamos hacia ellos? - Aura sigue con los vellos de punta. No olvidará esta noche. Y seguramente ya no vuelva a dormir tranquila en mucho tiempo.

Negó con la cabeza - no puedo exponernos arriesgando vidas inocentes - miró al arbusto se acercó y lo acarició - gracias por tu ayuda muchacho... Diavorai tu turno - dijo con firmeza tomamdo una piedra para que la barrera del campamento ejerciera al rededor de ésta y tener una barrera móvil y cargarla cerca de Aura, para mantenerla a salvo. También cediendo el resto de poder a su compañero. Una para mantener la barrera y tres para Diavorai.

- necesito tocar esos cadáveres muchacho si puedes capturar cuantos puedas sin dañarlos en exceso podremos darles un entierro decente luego...

Miró a Aura y sonrió - el plan es simple, procurar no morir mientras intentamos limpiar un poco el bosque...

Estaba seguro que con tres partes de ánima Díavirai era capaz de transformarse en uno de esos míticos dragones. Querría plantar un árbol sobre los cuerpos, sin duda crecería un monumental árbol capaz de darles paz.

Ves cambiar a Diavorai de forma al de una larga serpiente del grosor de tu torso. Un segundo más tarde se abalanza sobre la mujer animada y se enrosca a su alrededor. Parece que ha sido más fácil de lo que pensabas cuando un chillido que llena todo el bosque y tan agudo que hiela la sangre brota de la niña animada.

Tras un segundo de sorpresa ves caer sobre Diavorai a otras víctimas animadas que debían estar en los árboles. Caen del cielo clavando lo que parecen ramas en el cuerpo de Diavorai, que se retuerce dejando libre a su presa, pero sin escapar de los ataques de los recién llegados. Ahora son siete. Y no sabes cómo han podido llegar ahí arriba sin que los vierais. ¿Estaban ahí antes de qué llegarais? ¿Es que habrá más sobre otros árboles? Recuerdas las historias, y los magos se suponía que se habían librado de la mayoría. ¿Tantas han sido las nuevas víctimas que se han unido a ellos?

- Solo es madera - chilla Diavorai en tu cabeza. Pese al dolor que te llega de tu mejor amigo, ahora sabes que no podrán hacerle daño real. Diavorai no puede morir por heridas comunes, y la madera sin rastro de magia es muy común, pero puede perder su forma y esto lo dejaría en un estado inerte unos días hasta que la recupere. Pero si lo pierdes tendrás que enfrentarte solo a la nueva amenaza y sin el ánima que prestado. Sería un buen momento para una genialidad o una estupidez.

Seguro que ni a Aura le gustaba como dañaban a su compañero, y a él le enfurecía. Puso la piedra en manos de Aura - ni se te ocurra soltarla - no iba a permitir que dañaran a Diavorai, no importaba si era un daño psicológico, era su amigo y eso le bastaba...

"Si pudiera obtener más ánima" pensó, corriendo a tocar la cola de aquel reptil y el árbol más cercano. Si utilizaban los árboles, que jugaran con ellos. Pretendía repartir el poder de su pequeño amigo con el del árbol unificándolos con la magia de la escuela de la seda, esperando transformar raíces y ramas en brazos y celdas que utilizar contra los agresores.

(Si llega a hacerlo) sabiendo que Diavorai le cubriría, se lanzaría a tocar y dar reposo a aquellos pobres títeres autómatas. Las propias raíces podrían encargarse de reliar y enterrar los cuerpos inanimados, asegurándose de que nunca más fueran utilizados en futuras malas artes. Esperaba poder ayudar a muertos, a Diavorai y a futuros viajeros que tuvieran que transitar aquella ruta.