Partida Rol por web

En sueños una voz susurra en tu mente.

- Samayoo...

- Samayoo...

- Samayoo...

- Se que no quieres que te moleste mientras duermes, pero es que Aura va a comerse las salchichas de cerdo. Normalmente no te avisaría por algo tan poco importante, pero es que parece que cuando acabe con las tuyas va a ir a por las mías - el creciente sentimiento de preocupación que invade a tu familiar te llega a través del vínculo que compartís. Y te hace despertar del todo. Un día más en los caminos.

Apenas ha amanecido, pero ya hay un fuego encendido y el olor a carne cocinada huele por todo el lugar.

- Si te dice que la he mordido, es casi mentira del todo. - Definitivamente, un día más en el camino.

- Buenos días... Me he levantado antes con la idea de preparar un buen desayuno, pero si no estamos teniendo uno ahora mismo es porque algo se ha vuelto completamente loco. Ha estado vigilándome desde MUY cerca desde que he encendido el fuego. Y en cuanto he cogido una de las salchichas para probar si estaban bien hechas se le ha ido completamente la olla. Ahora no me deja acercarme al fuego y se va a quemar todo.

Es muy temprano para escuchar discusiones, especialmente cuando una voz ocupa tus oídos y la otra tus pensamientos.

- ¡Miente! He visto como miraba las salchichas. Tenía los mismos ojos que pongo yo cuando las veo. Y además cuando se la ha comido me ha sacado la lengua. ¡No es justo que haya empezado sin mi! - a esta hora la voz resuena en tu mente como martillazos.

Exasperación.............

*suspiro* con un poco incredulidad mira a ambos - menudo par de glotones - se incorporaba con calma acercándose al fuego para asegurarse de que no se quemaba.

- ¿no os habréis peleado por la primera y comido media cada uno? - decía retirando las restantes del fuego para que no se tornaran de negro carbón.

Se acercó a ambos, una cosa nunca mentía, las salchichas de cerdo siempre dejaban grasa en las comisuras, ¿quien mentía? No le importaba mucho, bastaba con que le despertaran más suavemente la próxima vez.

- un gran hechicero me enseñó a utilizar la senda del fuego para hacer que ardan las mentiras, no enciende una gran llama, pero al iluminar una lengua de quien miente, le provoca una dolorosa quemadura - sin duda era mentira, pero no por ello Diavorai y Aura debían saberlo - ¿me podéis enseñar ambos la lengua un momento por favor?

- No es justo, yo ya he dicho que la he probado, y Diavorai no puede sentir dolor, y ni siquiera sé si puede decirse que tenga lengua. Es decir, en realidad es como un montón de baba multiforme. - Aura pretende simular algo sin forma con las manos. Algo imposible por definición.

¡Retira eso! ¡Retíralo! 

- mmm dijiste cogerla para probarla, no llegar a hacerlo, además, si no mientes no habrá dolor - acarició la cabeza de Diavorai - y esta hermosa criatura puede que no sienta dolor, pero notaré si miente por nuestro vínculo, cuando la quemadura se transforme en molestia.

Miró las salchichas sonriendo con cierta malicia - pero si no queréis contarme la verdad, tendré un gran desayuno yo.

Sin pensarlo comenzó a partir una de las salchichas. Mirando a ambos, buscando cualquier gesto de culpabilidad o frustración por ver sus planes truncados.

- si me obligáis también puedo dar vida a ese amable fuego para preguntarle que es lo que vio.

Podía imaginar fácilmente a ambos peleando por la comida, y si bien no había sido el mejor despertar, empezaba a ser entretenido.

- Hagamos una cosa. Las salchichas se están enfriando. Hay nueve. Nos las comemos a partes iguales mientras aún están calientes, crujientitas y deliciosas y luego nos seguimos peleando. - aquella oferta llevaba efecto. Diavorai detesta que se enfríen las salchichas.

- Vale, pero luego serás juzgada por robo, engaño, no respetar que yo esté presente al inicio del desayuno, haber probado una salchicha antes de que yo lo haga, provocar que se despierte Samayoo, provocar que las salchichas se estén enfriando, y por cualquier posible quemadura que tengan.

El mago sonrió, y entrego tres a Aura y otras tres a Diavorai y se fue comiendo con calma dos de las suyas. No era alguien que despertara con demasiada hambre, por lo que dos eran desayuno suficiente.

- y esta tercera para quien haya comido cuatro - miró a ambos, estaba seguro de que Aura era ese alguien, pero le daba igual, el pequeño Diavorai tendría suficiente con tres, a veces le sorprendía ver que ese pequeño cuerpo comía más que él.

Dejó margen para que el culpable se delatara, pero si en vez de eso Aura decía que eso no era justo evadiendo su culpa, se la daría a Diavorai, eso quedaba en varias opciones, admitía su culpa y sería regañada, cubría su mentira y Diavorai comía 4 como ella, ninguno admitía nada y la partiría para ambos, o Aura lo admitiría al ver que de verdad se la entregaba a su inseparable compañero de viaje, en cuyo caso también les daría media a cada uno.

La mirada de Aura te dice que no quiere entrar en tu juego. Orgullo.

- Por suerte no se han quemado. Aún nos queda al menos otra semana hasta el siguiente pueblo y pronto nos quedaremos sin agua, deberíamos buscar más. Cazar algo tampoco estaría mal. Ayer vi además que una de las ruedas del carro cruje más de lo habitual.

Aura pretende lleavarse en otra dirección la conversación, pero todo lo que dice es cierto.

"Jeje" sonriendo para sus adentros le cedió a su compañero la última salchicha - ten chico no tengo más hambre.

Miró a Aura y su cambio de tema, mientras hablaba Samayoo se comenzó a concentrarse en su camino de la fluidez, esperando detectar algún lago o río cercano.

- la rueda la miraré después, en cuanto a la caza no es mi especialidad, ¿y si hacemos régimen?

Le gustaba la carne como al que más, pero le desagradaba la idea de matar él directamente a algún animalillo.

Diavorai mengua de tamaño para que su nueva salchicha le dure más tiempo mientras sus palabras llegan a tu mente - ¡¡Gracias, gracias!! Siempre serás mi colega - Transmite una felicidad y cariño hacia ti arrolladores.

- Puedo buscar el agua y luego tú la llevas al carro con una de esas cosas tuyas. Y si me das poder puedo cazar algo decente. ¡¡Nada escapa de la SOMBRA ACECHADORA!! - Diavorai se asigna títulos a menudo, este no es el más rimbombante que se le ha ocurrido. En absoluto.

- Como prefieras, pero yo cocino la carne, las cosas verdes son cosa tuya - lo cierto es que Aura no entiende de cocina mucho más que acercar algo al fuego.

Miró a Diavorai dejándole tiempo para acabar de comer, y cesó en su intento de sentir el curso de agua cercana, no notaba nada tan cercano como para controlarlo. Asintió a su compañero y le entregó parte de su ánima para que se pudiera hacer más grande y una segunda con la capacidad de usar la escuela de la frontera - si se te escapa una presa con ese poder te llamaré sombra de luna nueva durante tres días - no hacía falta aclarar que una sombra más en una noche de oscuridad absoluta lucía mas bien poco - y ya que se ofrece, ella limpia y despelleja lo que traigas.

Esa parte era lo que no le gustaba hacer a él, pero dado que era necesario para cocinar, de Aura esa responsabilidad.

Tras decir aquello, se acercó al carro, las tareas estaban repartidas, él examinaría el eje y las ruedas del carro. Manejar la escuela de la fluidez, a la vez que otorgaba poder a su amigo era un poco agotador, incluso si ya sostenía cuatro formas, utilizar tres seguía requiriendo buena concentración.

Diavorai despega como una flecha y Aura vuelve a su tienda mientras tu revisas la rueda. Parece que ahora tiene algo de holgura, pero tiene fácil solución.

A tu espalda oyes a Aura tararear mientras busca palos nuevos para clavar la carne.

- bonita canción - decía mientras procuraba suavizar la superficie dañada mediante la escuela de la fluidez, dejar las partes dañadas alisadas para evitar necesitar lijadras, para después iniciar las reparaciones. Necesitaría buscar algo de madera firme y crear unas herramientas con las que fijar la rueda o substituir las partes dañadas - ¿tienes algo de buena madera por ahí?

- Tengo algo de madera que tenía mi padre, pero es para el laúd. Tampoco necesitas la mejor. Hagamos un apaño y esperemos a una ciudad. Ya hemos ahorrado suficiente como para venderla y comprar algo más cómodo. Cuando seamos conocidos en todo el mundo viviremos como reyes - Aura había aprendido a tocar y mantener el laúd de su padre, que en realidad no era músico sino artesano. Éste había fallecido a causa de una enfermedad que llegó a la ciudad, y Aura, con más interés en tocar instrumentos que en fabricarlos, te pidió que la dejaras acompañarte parte del camino. Estabas de visita por la ciudad y aceptaste la compañía. Ésta iba a durar poco tiempo, pero ninguno de los dos queréis ahora que termine. Al menos por el momento.