Partida Rol por web

Ver que Jill se decantaba por mis libros de leyes me hizo casi aparecer corazones en los ojos, es que me la llevaba a casa y no la soltaba nunca.

- Gracias por entenderlo - Le dije con real sinceridad y una sonrisa cálida, de verdad que sentía como si él karma me odiara o algo, porque no podían estar buenorros y encima ser bueno. Que asco de vida... tengo una maldición encima...

Claro que cuando dijo lo de Jill la volví a mirar y suspire, metí la mano en mi portafolios y sacando la cartera le di una de mis tarjetas y unas monedas - ¿Puede coger dos cafés mientras hablo con ella? Supongo que no habrá problema, pero tampoco quiero que se sienta obligada hablar de algo y los uniformes suelen imponer - Mi cálida sonrisa se amplió mirándolo a los ojos y después a Jill - Espero que también saque un café para usted, así no será tan tenso para ella e invito yo. - Comenté con complicidad guardando la cartera.

Claro, no es problema alguno. Además, me vendría bien un café. - sonrió claramente agradecido por la consideración que mostrabas hacia él. Él hubiese ido a por café para ti de todas formas, pero la invitación era sin duda un detalle. Suponía, claro, que el segundo café era para AJ, así que ni se planteó en cuestionar que le pidieras dos. - Ya vuelvo - aseguró, dejando la sala de espera para ir en dirección a la cafetería mientras guardaba en el bolsillo de su camisa la tarjeta que le habías dado. 

Una vez el hombre se fue, Jill habló - Yo no tengo problema en hablar con él - respondió sin apartar los ojos de su lectura - Pero no quiero meter en problemas a Jesse - añadió enseguida - ¿Quieres que hable con él o apenas nos sentemos a hablar me pongo a llorar sobre cuanto quiero irme a casa?

Le sonreí muchísimo asintiendo - Muchas gracias agente, de verdad - Asi las cosas eran más fáciles, porque cuando tocaba el borde o listo de turno y había que tirar de ser borde y artículos de la ley todo terminaba mucho peor, muchísimo peor para todos. Porque un policía cabreado al final intenta buscar las cosquillas y yo no estaba en mi mejor momento para batallas.

Claro que en cuanto Jill hablo... ya está, ahí estaba yo en estado puro cogiéndole la cara y llenándoselas de besos hasta que me apartara.

- Tu te vienes conmigo y punto - Sentencie sin más - Visto que nos tocó el poli bueno vendrás a mi casa a babear con mi biblioteca, mañana ya veremos que pasa - Le guiñe un ojo. Aja, sabes que a estas alturas tu querías tener a tu primer hijo, es que eres gilipollas Charlotte.

Suspire y me humedecí los labios - Quiero que le cuentes lo de la furgoneta que os siguió y empezó a dispararos, nada más, que te agachaste y cerraste los ojos y hasta que todo pasó no pudiste ver nada y ahí ya solo viste a tu madre, ahí ya puedes llorar si quieres ¿vale? - Ahora le pedía a los niños que mintieran, estupendo, pero mientras no hablara con él presi y tuviera más información no podíamos decir más. Evidentemente lo susurre y me incline para que el pelo me tapara la cara por si había cámaras en la sala no pudieran leerme los labios.

Yaaa, yaaaa - se quejó Jill apartándote casi tan pronto empezaste con el ataque de besos. Había aguantado quizás uno o dos antes de empezar a retorcerse para librarse de la avalancha de amor que le caía encima. - Vale, me parece bien. Especialmente si puedo robarte libros - sonrió conforme con la resolución. Defintivamente, tenía más posibilidades de poder leer en paz quedándose con Charlotte que con Butcher, que seguro de biblioteca solo tenía la de itunes.

Lo siguiente hizo que la chica alzara una ceja por un momento, pero enseguida se encogió de hombros - Claro - contestó sin más, sin la más mínima pregunta o queja. 

Al poco rato, apenas unos minutos más tarde, el policía volvía con tres vasos de café. Dos en una mano, y el tercero en la otra. 

Sonreí divertida cuando me aparto y asenti a lo de los libros - Tres paredes de mi salón son de suelo a techo libros que puedes leer - Respondi guiñándole un ojo.

Con su respuesta a mi petición le di otro beso en la frente sabiendo que me miraría mal - Buena chica, al final tendré que regalarte el libro electrónico, eres más lista que la mitad de cuarentones que conozco - Le guiñe un ojo y mirando el libro le sugerí lectura - Si te interesan las leyes te recomiendo el libro de Andrew Falconer, fue profesor mío y tiene un libro enfocado en las leyes y casos más usados en Estados Unidos, es muy interesante - Que lo Mío con él hubiera acabado peor que fatal no implicaba que su libro no fuera bueno.

En cuanto llego el agente buenorro le sonreí cogiendo ambos cafés y dándole uno a Jill mientras miraba al hombre con una sonrisa cómplice para que no dijera nada, esperando que entendiera que un día era un día y aquel en concreto era uno que tomárselo de forma abierta con la chica.

- Gracias agente Lennox - Di un sorbo y de nuevo mire a Jill - Solo serán unas preguntas nena - tras ello mire al hombre dándole en visto bueno para que preguntara dando otro sorbo. 

Como pensabas, Jill te miró fatal con aquel beso en la frente, pero entre lo ensimismada que estaba por pensar en tres paredes de libros y la idea de que le regalaras uno electrónico, se dejó hacer. Es que llevaba años pidiendo uno para toda navidad o cumpleaños, y sin éxito. Asintiendo, fue enseguida al libro de tu ex que le recomendaste. Su lógica era que si había sido tu profesor y no lo odiabas, debía ser realmente bueno.

El agente se sorprendió un poco al ver que uno de los café iba para la niña, pero enseguida sonrió y negó con la cabeza. Aparentemente, estaba dispuesto a hacer la vista gorda, de acuerdo con que la pequeña se merecía algún premio por su comportamiento aquel día. 

No es nada, señorita Crane - sonrió. Cuando tuvo tu visto bueno, se puso en cuclillas para hablar frente a frente con la niña. Ante esto, Jill te miró a ti un segundo, y luego a él. Para otro parecería que pedía permiso, pero tu sabías que te miraba así porque ya estaba harta de que la trataran como niña - ¿Por qué no me cuentas lo que viste? Lo que sea sirve - le sonrió cálidamente, sabiendo que la niña había escuchado la conversación previa. 

Luego de que Jill dijera exactamente lo que le había indicado y diera una actuación digna de Oscar con lágrimas asomándose en sus ojos al final, el policía le agradeció, acariciándole un brazo para darle ánimos, y se disculpó por hacerla pasar un mal rato antes de ponerse de pie. 

Si se acordara de cualquier otra cosa... - le dijo a Charlotte, insinuando que en ese caso esperaba su contacto - Estaré esperando su llamada mañana - sonrió el hombre, confiado en que le avisarías cuando pudiera entrevistar a AJ - Mis mejores deseos con la señora Hill. Estoy seguro de que se recuperará pronto. - dijo con absoluta sinceridad.

A pesar de tu intento de aproximación por medio de la negociación, en el vestuario seguía existiendo un silencio sepulcral. Bueno, quizás esa no sería la mejor forma de definirlo dadas las circunstancias. El asunto era que no oías nada más que tu propia respiración y la máquina de cortar césped a lo lejos. 

Cuando te acercaste a la taquilla para abrirla, tus ojos saltaron primero a lo más obvio: a pesar de ser una taquilla de vestuario, no había nada de ropa ahí. Ni un solo cambio, ni de ropa de calle ni deportiva, ni tampoco toalla o artículos de aseo. En la puerta había un par de fotos, una de su familia y otra de una chica morena unos años mayor que él, y por supuesto, una con su equipo. También tenía una última vestido con el uniforme con una chica de su edad abrazada a él. 

Por lo demás, no había nada tan fuera de lo normal en la taquilla. Una caja de barras de cereal, el libro de jugadas, y poco más.

Ya en tu moto, dejaste el hospital para salir en dirección a la casa de Alyssa. Miraste por el retrovisor un par de veces para asegurarte de no tener a nadie detrás, y no lo tenías. El camino estaba totalmente libre. De policías, de enemigos, de todo. Por un momento, hasta parecía una noche tranquila y silenciosa, de aquellas en que podías montar tu moto y olvidarte del mundo por completo. 

Al llegar a la casa de la chica tuviste que golpear más de un par de veces. No oías ningún sonido venir de dentro, y por un segundo, tu mente echó a volar con posibilidades tras aquel ataque a familiares del club. Si ella te había dicho que estaría ahí esperándote, ¿por qué no abría? Y no había ruido. Ni u solo ruido. Hasta que, por fin, sentiste unos pasos que reconocías bien. Ligeros y ritmicos, pero pausados, propios de Alyssa. Apenas unos segundos más tarde, te abría la puerta, vestida en bata de seda negra y lencería de encaje rojo y negro. 

Lo siento, espero que no estuvieras golpeando la puerta hace mucho - sonrió con algo de culpabilidad - Me quedé dormida en el sofá - se rió suavemente mientras con la mirada te daba un repaso. No uno para deleitar la vista, como normalmente haría, sino para verificar que estuvieras bien y entero. Acercándose para besar tus labios apasionadamente, rodeándote con un brazo por el cuello, se recreó en tus labios durante largos minutos antes de volver a separarse - Ven, pasa - dijo tomándote de una mano con ambas suyas y retrocediendo con la mirada clavada en ti.

Luego de una media hora viendo la película cómica, ya relajado con las cervezas y ambos animales tranquilos, casi te sentías como en casa. De vez en cuando te asaltaban las dudas, o el recuento del día, o peor aún, recordabas que esa casa ya no era realmente tuya. Pero, en general, podías ignorar eso por la mayoría del tiempo. 

Entonces volvió a activarse el contestador. En un primer momento pensaste que se trataba de Charlotte otra vez, pero no. La voz del otro lado era masculina, aunque una que no reconociste de buenas a primeras - Está en solitario, y es mejor que se quede ahí dentro. Ven de visita mañana. - la voz sonaba algo incómoda, pero antes de que pudieras contestar, ya había cortado.

Jesse se relajó un poco, aquella tensión seguía existiendo en el ambiente, pero empezó a aceptar que estaba solo, simplemente el lugar le ponía los pelos de punta. Lo primero que pensó fue que la ausencia de ropa solo significaba una cosa, el chico había decidido pirarse, quitarse de en medio. No quería juzgarlo, él hizo lo mismo cuando aquello sucedió, pero al menos tuvo la puta decencia de esperar a que su madre y su hermana fallecieran antes de salir corriendo.
Lo segundo que pensó es que estaba muy cabreado y tenía hambre. Así que cogió aquella barrita que sabía a mierda, y se la empezó a comer, no había comido nada desde la mañana y correr con el estomago lleno de alcohol le daban arcadas, así que se resignó.
Mientras degustaba aquel manjar echó un vistazo a las fotos y las cogió todas. La de su familia y las del equipo las guardó sin más, pero las otras dos las ojeó mas afondo.

-Vaya con el don juan...- Dijo con la barrita en la boca mientras miraba las fotos.

No sabía hasta que punto eran una buena pista, al fin y al cabo las había dejado atrás, pero era lo único que tenía. Buscando la mejor iluminación posible hizo un par de fotos a las propias fotos y procedió a enviarselas a Charlotte, el camino más rápido era que ella preguntase a AJ o Jill, le jodía tener que recurrir a la chica, pero empezaba a sentir que se quedaba sin tiempo.
Sin más Jesse volvió al terreno de juego mientras escribía a la novata para hacer algo práctico, si Charlotte tardaba en responder ganaría tiempo preguntandole al buen hombre del tractor.

Una vez terminaste de preguntarle a Tatiana todo lo que querías, y esta estuvo muchísimo más calmada, Tricky y Dapper volvieron a entrar a la Capilla. Podrías haber apostado que había sido completamente intencional el dejarlas a solas, y en realidad, no era un mal movimiento. Ninguno de los dos hombres podría haberse ganado tanta confianza tan rápido, y habrían acabado poniéndola aún más nerviosa. 

Ya acabado eso, el presidente te envió a recoger a los niños de AJ en el hospital, pasando antes por casa de Lorelei para que te diera algo de ropa para ellos. De Fau hasta el momento no habías sabido nada. No era raro que no te mandara mensajes mientras trabajaba, pero por lo que escuchaste al empezar a tomar tus cosas para salir, tanto Jesse como Mark ya habían pasado por el hospital, así que ella debería haberse desocupado ya también, ¿no?

Con esa incertidumbre, saliste del club en dirección a la casa de Lorelei. Allí esta te pasó una mochila con cosas, agradeciéndote por venir y lamentando no poder quedarse ella con los niños. Sin embargo, te remarcó que si tenías cualquier problema para alojarlos, fueras a dejárselos y que ella se arreglaría. A pesar de sus buenas intenciones, podías escuchar el llanto de Sebastian de fondo, que aunque estaba en brazos de Dizzy aún seguía inquieto. 

Cuando ya estabas montada en tu moto para salir en dirección al hospital, fue cuando recibiste el mensaje de Jesse.

Nadie detras, ni amigos, ni enemigos, y aun asi, di una vuelta mas larga antes de detenerme frente a la casa de Alyssa. Aparque la moto, puse el pie de la misma y apague el motor mientras miraba el piso al que venia a menudo desde hacia ya un tiempo. Cuando se habia vuelto esto en una rutina? No tenia llaves de su casa, como ella no tenia de la mia. Nos manteniamos en esa distancia, una que estaba seguro de haber colocado yo con todas las letras posibles y que sin embargo hoy… si hoy… cuando el maldito niñato habia aparecido, habia decidido romper. Por que? No tenia una respuesta para eso, pero habia decidido hacerlo y no solia tomar ese tipo de acciones a la ligera.

Nos conociamos mas de lo que aparentabamos frente a los demas... y aun asi, yo no dejaba que nadie se acercara y tu estabas peligrosamente a punto de atravesar esa linea, o mas bien, bailabas en un lado y otro de la linea con esa soltura y sensualidad que te caracterizaba.

Baje de la moto, siendo conciente que cada vez que venia aqui… o siquiera el venir aqui tras este dia, tras todo el lio de esta noche. Era un estamento en si mismo de una realidad que habia dejado patente en el Club. Eramos mas que amigos con derecho a roce. No me iba el rollo o el morbo de decir me he follado o me follo a una actriz porno. Eso no iba conmigo. Si follaba contigo era porque me atraias tu, no lo que te rodeaba… y si aceptaba que fuera algo mas que solo sexo, dejando entrar la intimidad, era por un solo motivo. No era tan tonto como para no ser consciente de eso.

Golpee la puerta. Repeti los golpes un par de veces mas mientras no podia evitar pensar que hubieran ido aun mas lejos que los ataques a las SUV. Mi mano fue a la pistola que llevaba detras, cerrandose sobre la empuñadura mientras me preparaba para otro posible combate. Entonces justo cuando estaba por sacar mi arma, escuche esos pasos tuyos que conocia tan bien.

La puerta se abrio y mis ojos no pudieron evitar recorrer el regalo adornado de deliciosa lenceria que tenia delante. Alli donde tu miraste para ver como estaba, mi mirada paso de una comprobacion rapida a un disfrute donde se notaba como te comia con la mirada, hasta que llegue a tus ojos y aunque el deseo y la lujuria estaban en el brillo de mis ojos, podias notar la tranquilidad de ver que estabas bien.

Sonrei, dejando escapar una baja risa por tus palabras. - La espera siempre merece la pena. - Dejando claro que apreciaba y mucho como ibas vestida. - Siento las horas, demasiado lio.

Antes de decir nada viniste a mi, mi brazo te rodeo por la espalda, apreto tu cuerpo al mio mientras dejabamos salir la pasion contenida durante el tiempo que habiamos estado separado. Mi otra mano tomo tu rostro para hacer el beso, profundo, denso e intimo. Nuestras lenguas danzaron, la saliva se mezclo y compartio y al final cuando abri los ojos disfrute de la mirada que me dedicabas. Mi corazon se habia acelerado, la forma de tomar tu espalda se habia vuelto mas posesiva y mi respiracion clamaba por la excitacion que me provocaba tenerte asi para mi.

Te apartaste y tomaste mi mano y yo me deje guiar, cerrando la puerta tras de mi mientras me dejabas entrar en tu humilde morada. No desvie mi mirada mas que para de repente usar el que tenias las manos asi hacerte dar una vuelta sobre ti misma, para regodear mi mirada y de repente tirar hacia mi y pegar tu cuerpo al mio. Tu espalda contra mi pecho, mis Brazos cruzando tu cuerpo, con nuestras manos unidas sobre tu vientre.

Bese tu cuello y pegue mi rostro al tuyo. Mejilla contra mejilla. Te oli y me deje guiar, ahora si, contigo entre mis brazos.

Me tome el café mirando a Jill y al agente buenorro mientras ella hablaba y él preguntaba, acariciando en algún momento la espalda de la niña que vamos con esa actuación se merecía un Oscar, libro electrónico y lo que le diera la real gana, yo no hubiera sido tan buena mintiendo de cría ni de broma.

- Gracias a usted por ser tan comprensivo, prometo que mañana llamaré a comisaría y preguntaré por usted - Me puse de pie para estrechar la mano del hombre y sonreírle - Tiene mi tarjeta para cualquier cosa - Un striptis de uniforme... ¡Char céntrate! Tenía que ir a ver a Chris, tenía las hormonas revolucionadas, pero ahora mismo me daba tanto miedo verlo, no estaba consiguiendo nada y... me avergonzaba no estar dando la talla.

Me despedí del agente y saqué mi teléfono mirando a Jill y AJ.

Las comisuras de los labios de Mad se curvaron un poquito más al ver cómo se desviaba la mirada del novato hacia su pierna. Joder, si es que era demasiado fácil. Sin duda se aburriría enseguida de jugar con el cachorro si no tuviera en mente el objetivo claro de sonsacarlo. 

Le gustó, sin embargo, ver que él iba hablando al mismo tiempo que se le ocurrían las cosas. La gente, por lo general, desaprovechaba mucho su cerebro. Veían las cosas pasar ante sus narices y no se detenían ni un instante a pensar en por qué sucedían. Apartó su mirada de él al notar que algo hacía que dejase la frase a medias y se movió para mirar hacia fuera mientras rebasaban el coche accidentado. 

—Se han llevado las motos —dijo en voz alta, fastidiada por ello. No sólo porque no iban a poder cumplir lo que quería el presi, sino también porque le parecía una canallada que alguien tocase una moto de otra persona. ¿Quién se habían creído, joder?

Se quedó callada, observando la escena, registrando las caras de los polis que estaban por ahí, memorizando la matrícula del coche y fijándose en quién mandaba aquel grupito. En eso su móvil vibró y se retorció un poco para sacarlo del bolsillo de los shorts, exagerando un poquiiiito los movimientos para que fueran más sinuosos. Leyó el mensaje de Char y masculló un —Joder —en voz baja. 

—Mike, tenemos tarea —informó, apartando los ojos del móvil para mirar al chico—. Jack se ha escapado del hospital y lo están buscando. Dice Charlotte que vayamos a casa de AJ cuando acabemos y que pasemos por un parque que ahora nos indica. —Volvió a mirar hacia fuera—. Aquí no hacemos nada, se han llevado las burras. Creo que podemos largarnos.

Dicho eso, empezó a teclear una respuesta para su amiga.

Pero... ¿tan rápido? ¿Antes que llevarse los cuerpos? - frunció el ceño, suspirando un segundo después. Seguro ahora le echaban la culpa él. Es que vaya prioridades tenía la policía para mandar grúas antes que ambulancias. ¿Quien se lo iba a esperar? Pero claro, como le dijera eso a Dapper... Nope, mejor que le echara la culpa y él la aceptara en silencio. 

La matrícula del coche estaba un poco lejos, concentrándote un poco a la distancia pudiste distinguir un 1 y un 8, en segunda y tercera posición de la placa específicamente. Entre que era de noche, las luces rojas y azules, y sobre todo, la distancia, era difícil llegar a ver mucho más. Por otro lado, ver y reconocer personas era bastante más fácil, y pudiste notar sin duda alguna a Leonidas y Octavius. El primero miraba la escena en silencio, pero el segundo parecía bastante más proactivo y concentrado de lo normal, mandoneando a los otros policías presentes. 

Al notar tus movimientos Junior volvió a carraspear, intentando disimular, pero la revelación siguiente le hizo recuperar la concentración en asuntos más serios - Mierda, ojalá no le haya pasado nada - dijo con sincera preocupación al tiempo que arrancaba el motor de inmediato para partir en dirección a la casa de AJ. Mientras se iban, pudiste notar como Leonidas clavaba la mirada en la van un momento para luego seguir en lo suyo. 

Unos pocos minutos más tarde, ya estaban en la casa de AJ, en los suburbios de la clase media alta de Charming. Todo ahí era pastos verdes, vallas blancas y casas perfectas, como sacadas del sueño mojado de una esposa de los años cincuenta. 

Junior aparcó la van justo afuera de la casa, donde normalmente iría la SUV de Joan, y se bajó. En un principio se veía relajado y un poco decepcionado, porque todas las luces estaban apagadas y eso probablemente querría decir que Jack no estaba ahí, pero fue entonces que ambos notaron la puerta de entrada apenas ligeramente abierta. Sacando el arma de la parte trasera de sus pantalones, te hizo una señal para que te quedaras donde estabas y se acercó a la puerta con la pistola apuntando al suelo, sujeta por ambas manos frente a él.

La llamada de teléfono me sacó de mi estado de embotamiento cerebral. No di llegado al teléfono pero me dejó con la mosca detrás de la oreja. ¿Quién era ese tío y a qué se refería? No entendía a qué se refería pero podía preguntarle a Char cuando llegara. Pero por mucho que yo quisiera ahora no podía saber qué pasaba y no iba a ganar nada dándole vueltas.

Fui a por otra cerveza a la nevera y cogí otra salchicha para el perro. -Una para mi, otra para ti. -la partí a la mitad y se la tiré para que la cogiera. Guardé la otra para dársela después. Volví a coger el mando de la tele y busqué algo para ver. No me apetecía en absoluto comerme la cabeza. Si sigo dándole vueltas me voy a volver loca. 

Cuando volviste al campo, el hombre ya estaba acabando por fin de cortar el césped. Sin embargo, no era momento de celebrar aún para él, porque como pudiste comprobar un momento después mientras caminabas en su dirección, tan pronto se bajó de la máquina tomó una escoba y una pala y se puso a barrer bajo las gradas, arrastrando con él un cubo de basura. 

Cuando llegaste al hombre, este rió por lo bajo, negando con la cabeza. Aparentemente, ya se esperaba que no encontraras nada, pero le sorprendía gratamente tu persistencia. 

¿Que pasa, Bundy? ¿Que tienes ahí? - preguntó viendo que mirabas unas fotos. 

Jesse sonrió al viejo al escucharlo referirse a él con aquel nombre. Había esperado que alguien le respondiera, pero nada de nada, así que solo le quedaba aquel hombre. Jesse le mostró las dos fotos de las chicas.

-Parece que el crío del demonio ha estado aquí.- Dijo haciendo una pequeña pasa.- Al parecer se ha llevado sus cosas, ha vaciado la taquilla y se la ha dejado abierta, me lo he debido cruzar...- Dijo algo alicaído, no se iba a rendir, pero estaba cansado.- ¿Sabes quienes son esas chicas? Tenía esas fotos en su taquilla, es la única pista que tengo.

Jesse miró el campo mientras le tendía al viejo las fotos, se le hacía tan raro, nunca había sido deportista, ni popular, al menos en ese sentido, era más bien el cabeza loca, el que se metía en líos con las chicas. Pero no el que se metía en un campo lleno de hombres y testosterona a darse empujones. Finalmente volvió a mirar al viejo.

No te preocupes. La espera siempre merece la pena. - te guiñó un ojo con complicidad, imitando tus palabras mientras te arrastraba al salón. Aún mientras sus pasos retrocedían, se moría de ganas de volver a saltar a tus brazos. Podías leerlo en su mirada, en su cuerpo que conocías tan bien. Ahora más que nunca la tensión sexual entre ambos había evolucionado a un punto sin precedentes, donde había más capas de la que probablemente ambos estuvieran dispuestos a admitir. 

Así como tu corazón se había acelerado, el de ella golpeaba su pecho, y su respiración se entrecortaba cada vez que la distancia entre ambos se reducía. 

Auqella vueltecita improvisada la hizo reír, y aterrizando con la espalda contra tu pecho apoyó su cabeza en uno de tus hombros para mirarte, diciendo más con los ojos de lo que jamás había puesto en palabras. En un segundo que pareció eterno, te pareció que ambos corazones latían al mismo ritmo. Subiendo la mirada al techo disfrutó de tus besos por su cuello, y por ese momento perfecto, se quedó quieta en tus brazos, acurrucada contra ti mientras tu mejilla se apoyaba contra la de ella. 

¿Quieres... quedarte aquí hoy? - preguntó en un tono suave. Te habías quedado muchas veces a pasar la noche, pero de alguna forma, nunca era algo planificado. Siempre era que las horas pasaban en la cama hasta que ambos se quedaban dormidos, y era de asumir si llegabas a estas horas, que eso sería lo que harías. Sin embargo, esa noche, la pregunta implicaba algo más.