Partida Rol por web

En el puente del Spiritus Vindictae reinaba el silencio, solamente se escuchaba la voz del almirante Van Toff, el capitán de la tercera dedica unos segundos a reflexionar.
 

- Abre un canal con la cuarta y con la séptima – Ordena al encargado de comunicaciones.

- Recomiendo asistir al Orgullo de Vandor, o lo que quede de ella. Podemos enviar tres naves ligeras para ayudarlos, al menos rescatar al almirante.

El mensaje de la Tercera llego de inmediato tras la llamada de auxilio, pero no se podía esperar, no mientras hubiese vidas en juego.
La Séptima había dejado a la Cuarta al mando, así que para bien o para mal la decisión que tomase seria responsabilidad suya.

La capitana Oldrun apenas tardo en devolverle el mensaje a las Salamandras Ígneas, con una serie de ordenes claras sabiendo que tal vez podría pagar mas de lo que terminase ganando, pero no seria la Cuarta la que entrase en la historia por no atender una llamada de socorro.

- Aquí la Capitana Oldrun de la Titanide, Tercera compañía dad testimonia de vuestra habilidad a los enemigos del Dominio, entrad en la Orgullo de Vandor y aniquilad a todos los asaltantes y rescatad a todos los supervivientes posibles, sino podéis reparar la nave abandonadla.
Os apoyaremos se la situacional se os descontrola.
Confió en vuestra mano, Oldrun fuera.

Los motores del salto de tres naves se encendieron, rápidamente tomaron rumbo en dirección a las coordenadas donde estaba el Orgullo de Vandor, seguramente solo una regresaría pero traería a los oficiales de la Flota de Hybris consigo.

- Lleguen hasta la nave del almirante, evacuen a todos los miembros que puedan y regresen. - Ordena el capitán.

¡ Quien muere al servicio del Dominio, no muere en vano! - Es la respuesta que recibe de las naves ligeras.

Realizando un breve pero controlado salto las naves desaparecen de los sensores del Spiritus Vindictae.

Tras el desembarco de los caballeros en las zonas elevadas de Vorox (tejados, terrazas, etc) y en algunas zonas bajas que habían limpiado Halcones y Águilas, el siguiente paso era tratar de asegurar la ciudadela. Y no iba a resultar una tarea sencilla, los Kukólidos estaban por todos los sitios luchando contra la milicia local, mientras que muchos civiles huían como podían de los múltiples combates. Torbik no tenía ninguna duda, un ataque a gran escala desde las posiciones de la compañía causaría una enorme pérdida de vidas humanas, las vidas que habían venido a proteger. Habría que actuar con cuidado para evitar al máximo los daños colaterales, tendría que poner a prueba la buena puntería de los francotiradores de la compañía, así como de Halcones y Águilas que continuarían con su apoyo desde el cielo. Abrió comunicación con la compañía:

Halcones busquen blancos y apoyen a los caballeros de tierra, Águilas fuego preciso contra las posiciones que les señalen halcones y caballeros, nada de grandes explosiones. Caballeros fuego de precisión contra el enemigo, y vayan preparando zonas seguras para los civiles. Es importante que eviten los daños colaterales, hemos venido a rescatar a esta gente, no a matarlos. VENGA TODOS AL TURRÓN, SUERTE!

La situación era muy complicada y evitar los daños colaterales la hacía aún más difícil, las Águilas Sangrientas consiguieron afianzar sus posiciones en la ciudad asegurando parcialmente su control, pero fueron muchas las bajas de la compañía y aun quedaban muchos Kukolidos dentro de la ciudadela. Esperarían a ver si Los Zelotes ayudaban a limpiar la ciudad sin matar a los civiles y a la milicia. 

Una lluvia de impacto hizo iluminarse cada monitor de cada nave de la flota, los estaban cercando y todos los integrantes de la flota estaban recibiendo múltiples ataques.

Los pilotos de los cazas habían mantenido a raya al enemigo hasta ahora, pero al ver quetomaba una iniciativa especialmente agresiva había que cambiar de táctica, la nave insignia del enemigo se aproximaba, pero aun podían hacer algo antes de su llegada.

Toda la flota comenzó a moverse trazando lo que para ojos inexpertos podía parecer una maniobra de retirada, pero la verdad era que solo se movieron para trazar un pequeño semicirculo y alcanzar así el costado del enemigo en su persecución hacia la flota de la IVª.
Oldrun confiaban en la baja experiencia de los Kolis como pilotos y estrategas, si esto funcionaba mermaría en gran medida el numero del enemigo y les dejaría en una postura ventajosa frente a la amenaza que se cernía contra ellos.

- ¡A todo la flota, preparaos para la ofensiva ahora nos toca a nosotros contraatacar!

La sargento Arashi se quedó blanca como el papel cuando vio cómo el suelo cedió bajo los pies de sus hombres, llevando a seis de ellos a ser tragados por la vorágine de cucólidos que minaban la cúpula subterránea que había quedado al descubierto. Las palabras de Santana todavía retumbaban en su comunicador pero, a pesar del miedo cerval a desobedecer sus órdenes, no era tampoco capaz de ignorar aquella nueva amenaza.

—A ELLOS, A ELLOS, SERVIDORES DEL FUEGO ETERNO. QUE NO SALGAN DE ESE AGUJERO —alentó a los suyos al tiempo que abría fuego con su tolker sobre el enemigo—. Sargento Santana —llamó por radio—, no podemos abandonar la posición, se ha abierto un nuevo frente hostil. Solicitamos apoyo. No sé cuánto tiempo podremos contenerles.

Los Escuderos de la Novena se las arreglaron para evitar que los colis escaparan de allí, concentrando el fuego por sectores, pero comenzaron a sufrir bajas importantes cuando los enemigos comprendieron que no podían matarlos a todos al mismo tiempo.

A medida que se acercaban al Orgullo de Vandor las naves kucólidas disparaban o embestían directamente contra las tres naves.

La primer explota al recibir cientos de proyectiles dejando una estela de fuego como tumba. Las otras dos son abordadas por incontables naves, como gusanos queriendo comer los restos de un animal en descomposición. La batalla es breve, la orden de autodestrucción se da a los minutos de comenzado el combate en las cubiertas.

Mientras caminaban, el Capitán-Magos Mordekai Lens no podía dejar de mirar ese enorme cañón que estaban montando los kukos delante de la entrada. Durante unos segundos dudó de si destruir ese lugar o controlar la puerta, pero optó por lo segundo ya que el tomar la ciudad era una de las opciones más interesantes a la larga, sin embargo...

-Quinta, los kukos están montando un cañón delante de la puerta. ¿Qué os parece un barrido de bombardeo?. Creo que podría intentar juntarlos para que las explosiones sean más eficaces...

Seguido de esa comunicación, se abrieron camino hasta llegar a las puertas, donde los caballeros-magos se hicieron fuertes levantando barreras místicas que contendrían el fuego grandeado del enemigo y, con suerte, los ralentizaría un poco.

Voldor informó al Ignis Primus de que no había líder político en esos momentos en el planeta, y que era probable que aún hubiera restos de las milicias del planeta. Antes de poder hacer algo con esta información, se escuchó un tremendo estruendo y comenzaron a llegar peticiones de ayuda por parte de los escuderos de la IXª

- Capitán Thorne, asegure el astropuerto de forma definitiva. - dijo Anaximand, tajante. - Cuando la situación esté controlada, reúna a todos los Capitanes de la Iª, la IXª y la Xª aquí. - El Ignis Primus siguió estudiando la información que seguía llegando hasta su improvisado centro de mando.

- Entendido, Ignis Primus. ¡Ramírez, Chan, conmigo! - La Capitana salió del centro de mando y, a medida que se alejaba a paso ligero hacia las posiciones donde los escuderos de la IXª estaban resistiendo. Las diversas escuadras de la Compañía comenzaron a converger hacia el lugar donde estaba el enemigo. Los cucólidos estaban a punto de desbordar la resistencia de los Caballeros Espaciales cuando la VIIª por fin llegó.

- ¡Obliteradores a plena potencia! - ordenó Thorne, mientras encabezaba el ataque. Los enormes cañones portátiles empezaron a escupir plasma radioactiva sobre la marea de cucólidos que amenazaban con brotar de la cúpula subterránea. Un repugnante olor a quitina derretida empezó a llenar la zona de combate a medida que los rayos de plasma brillaban con la potencia del sol, abriendo tremendas heridas en el frente cucólido. El fuego radioactivo derretía la misma piedra y el plasticemento de la cúpula, hundiendo los túneles de acceso con una marea de materia orgánica e inorgánica, fundida hasta convertirse en una sopa de moléculas irradiadas.

La comunicación con las naves de la Tercera se cortó a medida que, una por una, eran destruidas por el enemigo. Hubo cierto intercambio de miradas incómodas entre los oficiales de los Salamandras Ígneas: habían subestimado a la flota cucólida.

-¡Señor, hemos perdido el contacto con la Orgullo de Vandor!

Van Toff y la flota de Hybris han sido destruidos.

Pero ahora tenían otras preocupaciones. Una señal de radar cada vez más grande emitía ominosos pitidos en los puestos de sensores de la flota de los Portadores de la Llama.

-Es un... pecio cucólido. Pueden identificarse partes de naves de diferentes modelos, al menos seis... estimamos que al menos un 16% es de procedencia desconocida.

Ocasionalmente, los cucólidos fusionaban restos de naves para crear enormes pecios espaciales que usaban para desplazarse de unos sistemas a otros. Los pegaban con crudas soldaduras, remaches y emplastos de materia orgánica para crear gargantuescas estructuras que empleaban como nidos donde se reproducían y se extendían por la galaxia. El funcionamiento de los sistemas de aquellos monstruos espaciales era errático en el mejor de los casos pero su descomunal tamaño los hacía muy díficiles de destruir.

La flota cucólida en torno a Hybris intentó cerrarse en torno a la Titánide.

Los sensores térmicos detectaron una forma acercarse por el tunel lleno de humo. Los obliteradores se alzaron para enfrentarse a la amenaza pero sólo era un sargento de la Novena cargando con un recluta herido al que le faltaba un brazo y media pierna.

-Túnel asegurado-informó el sargento con un movimiento de cabeza-Pero será mejor no poner más explosivos aquí abajo

El último foco de resistencia cucólida en Vorox fue un supermercado que la Segunda desalojó rápida y brutalmente con espadas y pistolas mientras uno de sus oficiales plantaba el estandarte de la compañía en el tejado. Una escuadra de infantería de la Quinta acudió a confirmar que el resto de la ciudadela estaba bajo su control. Una pareja de Halcones dio una pasada por encima de ellos dejando una estela de humo blanco. 

La multitud de refugiados, una mezcla de civiles armados con soldados de uniformes sucios, observaba a los caballeros espaciales con una mezcla de recelo y admiración. Un hombre alto cubierto de hollín con el uniforme estropeado se adelantó y se cuadró delante de los Portadores de la Llama. Su figura sucia contrastaba vivamente con las pulidas armaduras rojas y negras:

-En nombre de las... fuerzas armadas de Hybris Prime les doy la... eh... bienvenida... soy el... Sargento Felder de la Tercera División... soy el oficial al mando de este... distrito-se interrumpía a menudo para jadear y se le escapaban algunas toses-Agradezco su ayuda. Estábamos... en las últimas.

- Que su sacrificio sea contado unas diez veces en el próximo Festín de Fuego. - dijo el capitán al ver como los tres puntos desaparecían en el panel de sensores. Pero ahora había que continuar con el combate, volvió a sentarse en su asiento y ordenó una nueva formación con las restantes naves de la flota. Las armas estaban a máxima potencia así como los escudos protectores.

Cuando la flota enemiga entró en rango de fuego, el infierno se desató nuevamente. Las explosiones iluminaron el negro campo de batalla, las baterías de misiles dibujaban líneas de colores entre las naves enfrentadas, creando un caleidoscopio de destrucción, una telaraña de mortales estelas dejadas por los misiles se plasmó en el firmamento.

La zona empezó a quedar cubierta de restos de naves kucólidas, claramente el ataque no tenía otra intención más que entretener hasta que el pecio llegara. Pero la Tercera frenaba el avance de las naves que trataban de rodear a la Titánide.
 

Las Águilas celebraron con vítores el ataque de los Zelotes a los Kukílidos de Vorox. Una vez que pasaron las escenas de celebración y Vorox estaba asegurado, la mayor amenaza era un enorme cañón que los alienígenas estaban montando frente a las puertas de la ciudad. Torbik no tenía ninguna duda de que el cañón debería ser el próximo objetivo, y abrió comunicación con la Segunda compañía.

Segunda ese cañón constituye una grave amenaza y deberíamos tratar de destruirlo cuanto antes. Veo dos posibilidades:

1) Ataco yo con halcones y Águilas, y tu me apoyas.

2) Atacas tu, y yo te apoyo desde el aire y bombardeo el cañón.

Quedo a la espera de su respuesta. 

Un sonoro golpe probodado por la armadura contra la mesa de mandos hizo que se girasan algunas miradas hacia Oldrun tras ver el resultado del asalto de la Tercera.
¿Por qué solo tres naves? Maldita sea, ¿Por qué solo han enviado tres naves?

Oldrun pensó que debió ser mas concisa en las ordenes, pero ahora de poco servía lamentarse, tenia un enemigo que enfrentar, con la Tercera ya hablaría mas tarde, si podía.

Las Salamandras habia cubierto perfectamente a la Titanide, lo que le otorgaba una amplia ventaja de maniobra y posición, habiéndole dado tiempo a los sistemas de la nave a o sus integrantes a preparar una de sus mejores ofensivas, una carga de misiles Tipo-AAA. Tal vez un gasto de recursos exagerado ante el enemigo que enfrentaban, pero la furia tras la perdida de la "Orgullo de Vandor" provoco una respuesta desmedida por parte de Oldrun, así ahora solo quedaría como enemigo destacable la mole del enemigo, seria un choque de Titanes en toda regla, pero la rigidez del rostro de Oldrun se torno en una amplia sonrisa, pues aun tenia un as bajo la manga, que estaba deseosa de probar.

Las comunicaciones se abrieron para el resto de la flota.
-Aquí Oldrun, la flota enemiga a sido erradicada, Tercera, buscad una posición mejor y mandad un informe sobre esa mole flotante, seguramente atacarla sin mas no sirva de nada.

Con voz tranquila pero firme dio la orden que retumbo en cada rincón de la nave.

-Todos en sus puestos, preparad el protocolo Gungnir.

El Ignis Primus ordenó a la VIIª y la Xª despejar la carretera que conectaba Vorox y el astropuerto y a la IXª investigar la mina de la que parecían llegar los cucólidos, en busca de la información necesaria para lanzar un asalto. - Eviten el combate y encuentren el mejor modo de acceder al lugar. - La Iª Compañía quedó al cargo de la protección del astropuerto.

Mientras los escuderos se disponían a salir en busca de información, la VIIª abrió la marcha, enfrentándose al enemigo y dejando un rastro de muerte frente a ellos y a los lados. La Xª les seguía, plantando un perímetro de seguridad a la espalda de los Incineradores. 

La Capitana Thorne aprovechó que los carriles aún eran funcionales para desplegar varias escuadras en vehículos de asalto ligeros armados con tokers pesados. De este modo fue más sencillo mover escuadras de combate arriba y abajo de la carretera, dirigiéndose a los lugares donde estos trataban de reagruparse. Aunque era complicado mantener abierto la comunicación entre la fortaleza y el astropuerto, la Xª tendría que hacer el esfuerzo.

Las órdenes del Ignis Prime no se discutían; eso era algo que cualquier Caballero Espacial aprendía nada más pisar el cuartel. Sin embargo algunos sargentos miraron a Santana con los ojos cargados de preguntas: ¿Entrar en los túneles pero sin entrar en combate? Menudo marrón.

Santana acalló cualquier tipo de duda con un sonoro ¡Sí, Ilustrísima! A sus órdenes, Ilustrísima.

Era necesario buscar una forma de avanzar por aquel laberinto manteniendo expedita una vía de retirada y tratando de flanquear a los colis... Era más fácil decirlo que hacerlo, desde luego...

Con casi todos los túneles descubiertos bloqueados por las cargas de demolición, hubo que dividir a las escuadras para buscar y seguir aquellas rutas de entrada que todavía no se habían explorado. Llevo muchísimo tiempo, pero lograron crear una ruta limpia hasta el corazón mismo del nido cucólido sin hallar apenas resistencia enemiga.

—Novena en posición —informó personalmente el Sargento Mayor Santana al Ignis Prime—. Iniciamos transmisión de vídeo...

-Quinta, ese cañón no tiene pinta de poder apuntar demasiado rápido, así que será mejor que lo hagan tus naves. Yo contendré a esos malditos bichos e intentaré empujarlos hacia la zona de bombardeo para acabar con la mayor cantidad posible.

Habían tomado una buena posición y no iban a separarse de ella mientras la ciudad estuviera bajo ataque.