Partida Rol por web

—Eh... Tal vez deberíamos de dar un rodeo, o probar el otro camino. No me apetece escalar... —comento al ver que vamos a tener que trepar por el escalón si queremos continuar.

-Eso de trepar tampoco es lo mío -digo mirando a Pedro.

- Mmm... si queréis puedo intentarlo yo, llevaría la cuerda y así luego podríais subir más fácilmente.- Me rasqué la cabeza pensativo evaluando si sería capaz de trepar hasta allí arriba.- Pero si os da miedo podemos dar la vuelta y explorar el otro pasillo.

Miré a Pedro, y le había vito subir tantas veces a los manzanos , que creí sinceramente que sería muy capaz.

Asentí con la cabeza...

Acostumbrado a subirme a los árboles y a otros sitios altos siempre para buscar comida, cogí la cuerda e intenté trepar por aquel elevado peldaño, pero llevaba poco ascendido cuando, debido a la humedad de la cueva, pisé donde no debía y resbalé con estrépito hacia el suelo.

- Ay, ay, ay... -me miré los cortes y rasguños que me había hecho.

Doy un salto apartándome rápidamente por si acaso, y miré a mi hermano ne el suelo.

-Si no hay aliciente arriba... Va inténtalo otra vez, igual hay algo de interés ahí arriba, hazlo por el papa.

—Déjate de trepar, que te vas a hacer daño, y como no puedas andar a ver quién te lleva a casa a cuestas —digo a Pedro al ver el patinazo que ha dado, que ha tenido como consecuencia un sonoro culazo contra el suelo.

—Venga, vámonos por el otro camino, que seguro que tardamos menos. ¡No hay tiempo para hacer el tonto!

Con el orgullo más dolorido que mi culo me puse en pie de mala gana. Me fastidiaba que, siendo capaz de trepar mejor que ellos, ahora que era necesario la fastidiara de aquella manera tan estrepitosa.

- Mmm... está bien, vayamos por el otro camino. -Refunfuñé mientras los seguía.

Doy unos pasos un poco rápido, y vuelvo a ponerme en medio.

-Co cock co cock -susurro mirando hacia atrás...

Propino una colleja de rigor a mi hermano. Le mandaría callar, pero la colleja lo dice todo. No estamos para hacer el tonto en una situación como esta. Parece mentira que se olviden tan fácilmente de que lo que tenemos entre manos.

Tras la violencia gratuíta, vuelvo sobre mis pasos, para ir al otro camino posible.

Hacéis caso de las palabras de Ramiro y deshacéis vuestros pasos en silencio hasta llegar a la división de túneles. Una vez allí, con ánimo decidido, tomáis el otro camino.

Después de varias curvas, llegáis a una inmensa cámara aún mucho más grande —ni siquiera llegáis a ver el fondo— y más sorprendente incluso que la de la entrada. Su forma aparenta ser semiesférica por lo que llegáis a ver, con el techo plagado de estalactitas. Las rocas surgen del suelo llegando casi hasta el techo como si fuesen paredes y formando una especie de laberinto natural algo siniestro. La humedad aquí es grande y de vez en cuando, junto al crepitar de vuestra antorcha, podéis oír algunas gotas cayendo contra la piedra.

Comencé a castañetear los dientes por culpa del frío que hacía en aquella maldita cueva, y lo único que se veía eran rocas y más rocas.

- Pero ¿qué narices es esto? Tendría que haber seguido intentando el trepar por el otro lado... esto es una mierda. -Refunfuñé mientras miraba atontado lo que teníamos delante.- Yo no pienso meterme por ahí, tiene muy mala pinta este camino.

Me rasqué la nueva colleja que me habían dado, mientras refunfuñaba.

Tanto golpe, no me dejó claro aquello que estaba intentando descubrir de los minerales, y eso que no se me daba tan mal...

—¡Pero no seáis cazurros! ¡Si esto es una tontá! —digo a mis hermanos mientras miro las piedras. Seguro que puedo descubir algo de ellas...

Gracias a Ramiro, que tomándose su tiempo es capaz de ir siguiendo unas diminutas piedras que no pertenecen a esta cueva, conseguís orientaros zigzagueando por el confuso laberinto durante un buen rato hasta llegar a un lugar desde donde se puede ver una galería que se abre a unos metros del suelo en la parte occidental de la cámara. Justo al lado de donde estáis hay un enorme pozo del que emana un hedor insoportable. Cuando alumbráis en su interior quedáis paralizados al ver miles de huesos y restos humanos amontonados por toda su extensión.

De repente una voz con múltiples ecos rompe el silencio. Es imposible saber con certeza de donde viene, pues las galerías de la cueva amplifican y rebotan el sonido por todos lados.

—¡Te he conseguido más carne que echarte a la boca! ¡Esta vez muy viva y joven! —dice la voz con cierto tono jocoso—. Espero que sepas compensármelo como merezco. Pronto, con las inminentes revueltas, podré conseguirte toda la que quieras. Ya sabes donde encontrarme.

Me abrazo a mi hermano Pedro sabiendo que es el mas fuerte de todos, y entre temblores le digo...

-¿y si nos vamos?

La visión de lo que contenía aquel pozo me dejó sin habla pero fue la voz que escuchamos lo que hizo que mis piernas temblaran. ¿De dónde narices venía aquella voz?