Partida Rol por web

Extenuado y sin su armadura el joven oriental ve acercarse a otro guardia incapaz de hacer nada mientras su golpe le acierta de pleno. Ante sus ojos pasa la voluntad celestial mostrandole retazos del destino, pero debil como está es incapaz de seguir el camino marcado ante el.

Un sabor a bilis, sangre y fracaso llena su boca mientras cae al suelo

"lo siento, no soy lo suficiente fuerte..."

Foon Xao cae a tierra, habiendo dado lo mejor de sí. Acacia mira a su alrededor; el soldado contra él había esquivado agilmente su golpe (Giro Fantasmas 25/10), y sentía como sus fuerzas se agotaban...

- Hahahaha! Ahora... dónde está tu Diosa ahora, pequeño? preguntaron los Soldados, mientras Altieon detrás sonría.

Acacia cayó de rodillas. Sus dedos escarbaron la tierra, con impotencia. Tal vez un par de lágrimas comenzaban a hacer fuerza en sus ojos, agua salada como la de su corazón. El cuerpo de Foon Xao a su lado se agitó levemente. Una corriente estática respondió a un suspiro de animal herido de Shimi. Delenias parecía esforzarse por abrir los ojos, tendido en el suelo, mientras la armadura de los Perros de Caza se erguía a su lado como un cachorro protector.

Entonces...

... la protección del Argos pareció flaquear, y tras Altieon una marca, como si una uña hubiera razgado el domo, apareció.

Una herida en el Viaje del Argos! Un pequeño resquicio! Y a través de ella, una sensación increible, cálida, benigna... un poder que se alimentaba de la resolución de los aprendices, otorgándoles fuerza y valor, una energía que parecía decirles: Solo espérame un poco más... solo un poco más...

Todo parecia perdido. Foon Xao a su lado cayo, y aun quedaban dos soldados mas por derrotar. Acacia... cayo de rodillas con las manos extendidas en la arena. Por un momento creyo que no podria. Maestro... Cetus... ¿que debo hacer? ¿Como podre protejer y servir a los dioses sino puedo derrotar a mis enemigos?.

Entonces las burlas triunfantes de los soldados llegaron a sus oidos. Acacia elevo la mirada, con furia y odio hacia los esbirros negros, pero su vista se nublo. Aun no estaba derrotado, pero los ojos se le aguaron. Habia fallado.

Pero entonces la escucho. La volvio a sentir. Asi como cuando fue salvado de su submarino destino, en el momento mas necesitado. Volvia a sentir la intervencion divina y dulce de Athena.

El frio suelo se eleva para recibir al caballero del Dragon mientras la negrura va ocupando sus sentidos pese a sus esfuerzos por mantenerse consciente, todo se pierde en la oscuridad y el silencio

¿oh no?

De repente una sensación cálida llena su cuerpo y su espíritu insuflándole nuevas fuerzas

"¿Atenea?"

Ignorando el lancerante dolor el chico se vuelve a poner en pie y mira desafiante a sus enemigos

El pequeño Lince notó como aquella energía que provenia del cielo, cálida y reconfortante, le suministraba poco a poco energias y espernaza. En su mente una voz que le animaba a levantarse y seguir luchando por una causa justa

-Vamos Shimi, eres un caballero sagrado de Atenea, levantate y lucha por la paz y la justicia.

De pronto el muviano que estaba tumbado en el suelo, comezó a arder su cosmos, cálido como las brasas de un joven volcan que empieza a activarse.

Ante el último golpe del soldado, Delenias cayó en la insconciencia. No podía saber qué hacían sus compañeros, o si ellos también habían sido vencidos.

En el tiempo que le pareció un suspiro, un fino hilo de energía pareció atravesar la oscuridad en la que se encontraba, alentándole a despertar. Notó una suave caricia, que le otorgó la posibilidad de recuperar la energía perdida y cumplir su deseo de volver al combate.

No podía desaprovechar el regalo. De nuevo, empezó a oír lo que sucedía a su alrededor, estaba en su mano alzarse y enfrentarse a sus enemigos. Sus compañeros estaban en pie, y él les seguiría, luchando juntos hasta el final.

Abrió los ojos con decisión, no era el momento para dudar. Aún estaba débil, pero se sentía con fuerzas para emprender el combate. Se puso de pie y buscó a los dos soldados contra los que luchaba. Pensaba acabar lo que había empezado.

Sin tener que pedirlo, la armadura sagrada que esperaba a su lado se acomodó de nuevo a su cuerpo, volviendo a formar una unidad. También ardía en deseos de acabar con ellos.

Los 4 aprendices se levantaron, dispuestos a enfrentarse a lo que tuvieran delante. El cálido Cosmos que los había reconfortado les había indicado una misión; su propia lealtad al Santuario les había dictado una misión. Y no iban a rendirse. Nunca.

Fin del Episodio 12