Partida Rol por web

El Final está cerca! Los valerosos aspirantes de caballero, envueltos en ropajes sagrados, han logrado llegar a los límites humanos de valor y entrega, pero aún así el misterioso guerrero rojo Altieon no da tregua. 

Con el valiente Eleas entregando la última gota de sangre y su Técnica Suprema, el Viaje del Argos, desvaneciéndose, podrán aún recuperar la Armadura de Plata de las viles manos del enemigo?

Hoy Presentamos: El Filo que Destruye las Estrellas.

Las columnas de vapor cubrieron el campo de batalla. Los pocos soldados de Altieon restantes dieron voces en su interior, perdidos, mientras una gran luz rojizo rebullía en el interior. 

De repente, un terrible estallido de Cosmos los arrojó lejos, entre gritos de dolor. El vapor se parte, arrastrado por un violento rugido que resuena en los oidos de los aprendices.

Altieon surge de entre la niebla, sacudiendo la destrozada armadura de sus hombros. Malditos chicuelos! Aún no estoy muerto! Los demoleré con mis puños! (Melee 5/0)

Música

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La muchacha se mantuvo en aquellos momentos en un estado de inmovilidad que casi daba miedo. Había agachado la cabeza, y algunas cuantas hebras de cabello delante de la frente ocultaban la vista. Su mano estaba temblorosa aún presionandose contra el suelo, casi parecía estar jugando con la sangre que hacía brotar de si misma...una imágen perturbadora.

Por aquel momento, algo igual de turbio se estaba desarrollando en la cabeza de la joven del cosmos helado...

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-¡Espera! ¡Espera! ¡No!

-¡Bruja!

-¡Demonio! ¡Ahhhhhhhhhhhh!

Despues de tres años, había regresado. Estaba paseando por los caminos de su pueblo natal. Reconocía sitios, caras, personas. Aunque algunas cosas habían cambiado. Su casa, por ejemplo, la habían quemado hasta los cimientos, aún había alguna ruina. Con paso tembloroso, se acercó y pisó lo que fue el suelo. Acuclillandose, alargó la blanca mano manchada de rojo y palpó la vieja tapa que aún estaba en el suelo, abriendola. El compartimiento seguía ahí, aunque ahora cubierto de moho y carcomido por el tiempo. Compacto, claustrofóbico, al haber crecido un poco por ese entonces le hubiese costado algo mas esconderse en él.

Miró alrededor. Ahora, algo mas cercana a los secretos del cosmos, no tenía miedo. No tuvo problemas en deshacerse de los primeros hombres que intentaron prenderla con sencilla frialdad, que rallaba la crueldad. No era simplemente dejarlos fuera de combate, sino que realmente, les estaba quitando la vida. Tampoco tuvo reparos en romper unas costillas al sabio que años atras se había negado a enseñarle por el mero hecho de la misoginia. Se le hacían pocos...sacrificios. Ninguna conseguía hacer ni un raspón en el helado corazón. Parte de la nieve había tomado color al hacer de colchón de los caídos, simples alimañas al lado de una persona que supiera manejar aunque fuera una ínfima parte del universo interior.

Cerró de nuevo aquella tapa, dejando una huella sanguinolenta.

-¿Eres...eres la hija de Eki verdad? El color de su cabello es irrepetible, y solo lo tenía su descendiente -una voz temblorosa habló tras de ella. Se volteó. Reconoció con claridad a uno de los hombres que había visto ese día, el mismo que había ayudado a golpear hasta la muerte a su madre, y el mismo que también a ella le había agredido.

-Si, es un placer volver a verle. ¿Porque me reciben de esta manera? -respondió en tono cínico haciendo un amago de reverencia, tal cual las esclavas del lugar.

-Desde que naciste supimos que eras un mal bicho, desde el mal útero que tuviste lo eras. ¡Muere!

En aquel momento aquel hombre se acercó corriendo a ella, y de entre los ropajes había sacado un puñal. Para Céfir, sin embargo, era demasiado lento...un solo golpe en el estómago bastó para que echara algo de sangre por la boca, y perdiera agarre del arma. Lentamente, las manos que rezumaban blancura de pureza pero que estaban contaminadas por el carmesí se aferraron a aquel cuello. Y muy gradualmente, comenzaban a apretar.

-¿Fue por...el vientre de mi madre? -la vista estaba fija, carente de emoción, como si de una muñeca macabra con ojos de vidrio se tratase- ¿O fue por al estar con ella ninguno de los pueblerinos tenía posibilidades con mi padre? -sonrió, muy levemente.

Las palmas estaban frías, y por momentos aquel desgraciado sentía que empezaba a perder la sensibilidad en la zona del cuello. Una fina capa de escarcha estaba formandose allí. Céfir comenzó a canturrear, muy quedamente.

-Na...na...na...na...Me gustaría...que supieras...lo que es helarse desde adentro hacia afuera...

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Muy lentamente, Céfir comenzó a ponerse de pie.

De repente el navio de Argos cae. Esto también estaba escrito en los cielos, como la muerte de Eleas, pero el conocimiento de los cielos es demasiado para un mortal, mucho mas para alguien tan joven e inexperto como Foon Xao que centrado completamente en el combate no se dio cuenta de la muerte de su maestro

-Maestro Eleas...- la súbita conciencia de esta perdida hace tambalearse al ya debilitado aprendiz que cae de rodillas

-como no me di cuenta- un sentimiento de culpabilidad le invade, pero cesa rápidamente cuando de entre los vapores del último ataque de Acacia resurge Altieon

-he de seguir luchando, es lo que habría querido Eleas- una vez mas el aprendiz busca en las profundidades de su espíritu las fuerzas que hace un momento dominaba

Harjas estaba al borde de la desesperación. No podía despertar su cosmos, y Altieon, aunque débil, aun dominaba la situación. El gigantesco caballero de fuego corrió hacia adelante y esgrimió un contundente golpe hacia ellos. Entonces el persa vio su oportunidad. 

Sin pensar, sin recapacitar, dejó que su constelación interna conectara. Fue entonces que, antes de qeu ni siquiera él se diera cuenta, estaba interviniendo en el golpe de su enemigo. 

El puño cerrado de Altieon golpeó el hombro de Harjas, que no hizo nada por esquivarlo. La sangre comenzó a manar a través de la armadura y el gigante sonrió. Comenzó a decir algo, pero entonces Harjas frunció el entrecejo y tomó a su enemigo por la muñeca. La expresión del caballero rojo cambió subitamente mientras el joven persa saltaba en el aire elevando su cuerpo y elevando su cosmos. 

"No tendrás oportunidad de escapar con vida, enemigo de Athena." dijo con paz el muchacho "Recibe la furia de la justicia. Recibe el GOLPE DE ALAS BRILLANTES (38/15)"

Y desde el aire, Harjas concentró toda su energia en su puño y la descargó contra su enemigo. La luz violacia a su alrededor estalló con los rayos de la última esperanza. 

No puede ser....aún sigue con vida, acaso es inmortal???

Shimi trató de reunir todas y cada una de las gotas de su propio cosmos, pues si fuese necesario otro ataque debía de estar listo para ello....y con su sexto sentido activo algo debía poder hacer....

A pesar de los poderosos ataques que había recibido Altieon, no parecía importarle lo más mínimo. Todavía se erguía imponente ante ellos, dando una gran muestra de su resistencia.

¡Vamos amigos, podemos vencerle!

Delenias estaba demasiado agotado para percibir la reserva de cosmos de su enemigo, pero el ataque tan débil que dirigió a continuación bien podría ser una muestra de flaqueza. O una treta.

-¡No conseguirás vencernos, date por perdido! Athena vela por nosotros, mientras que a ti tan sólo te protegen los soldados a los que tanto desprecias. Ríndete, y podrás redimirte de tus pecados. No debiste robar la armadura de Eleas, ni provocar su muerte-. La vida de su maestro acababa de agotarse, pero no tenían tiempo para las lágrimas. Eleas les había encomendado la misión de recuperar su armadura, y por su honor, conseguirían arrebatársela al Soldado Rojo-. ¡Y, sobretodo, no debiste infravalorarnos!

No necesitaba echar un vistazo a sus compañeros para ver el estado en el que se encontraban. Él sólo había atacado una vez, pero sus amigos se habían enfrentado a los ataques de Altieon. Debía tratar de reunir más cosmos, para poder atacar de nuevo.

Vamos amigo, tan sólo un empujón más.

Luego de usar su mas poderosa tecnica a un paroxismo que ni Acacia mismo se creia, Altieon aun seguia luchando. El nivel de un Caballero de Plata es... asombroso -penso el joven, con la respiracion ligeramente entrecortada y todo mojado, mezcla de su sudor y de sus propias habilidades acuaticas.

Acacia miro al cielo y vio como este volvia cada vez a la normalidad. No debe faltar mucho para que el Viaje de Argos acabe. Estamos tan cerca...

A pesar de los golpes, a pesar de las palabras, a pesar de toda la determinación que envolvía a los jóvenes guerreros, Altieon se mantenía en pie. Inamovible como una roca, poderoso y altivo, fue capaz de elevar su cosmos aún más, hacerlo arder en proporciones nunca antes vista por la muviana. Aquel hombre era formidable, era una pena que hubiera decidido traicionar a Athena y al santuario.

-¡Altieon detente!- la joven, desesperada pues notaba como el Viaje del Argos se desvanecía intentaba ganar tiempo. -¡Recapacita! Athena protege este mundo con su vida, no debes combatirla. No importa lo que te hayan dicho, de nada vale lo que te hayan prometido. Aquel que lucha contra el santuario sólo busca el sufrimiento para esta tierra. ¡No nos obligues a acabarte!- sus propias palabras desesperadas le insuflaron la seguridad que necesitaba para seguir en pie. Nuevamente la chiquilla hizo arder su cosmos y la brillante constelación de Andrómeda refulgió en el firmamento. De su Determinación obtenía su fuerza. De su Fe, el valor.

-Detente por favor... no debemos seguir derramando sangre en vano... no más.

El Cosmos del pequeño Haru nuevamente se elevó hasta los cielos, mientras el Pavo Real volaba raudo a su objetivo. Un certero golpe, apenas desviado por los efectos del Cosmos de la Hydra que chilló en su cara para asustarlo.

Harjas pasó a través de Altieon, un estallido de energía. El gigante se mantuvo en pie, uno, dos segundos. Luego, lentamente, se llevó la mano al rostro. Su máscara se desmigó en trocitos rojos, y su misma sangre manchó los dedos del guerrero.

- Justicia... Eleas era débil. Morir... eso era justicia para él. Los débiles no deben sobrevivir. Los débiles...

La sangre en su mano comenzó a arder. Poco a poco, toda su vida comenzaba a abandonarlo para insuflar de energía por última vez a su Cosmos.

La barrera del Argos comenzó a temblar, a desvanecerse. Una sonrisa creció en la cara del gigante. Mi escape está próximo. Mi último golpe... mi último golpe lo atravesará y esta armadura saldrá del Santuario. 

Su Cosmos comenzó a arder en su puño derecho, mientras con la izquierda tomaba la caja de la Armadura de Plata del Argos. Y entonces, todo el sacrificio será en vano!

El puño de Altieon voló hacia la pared, fina, transparente... desvaneciéndose. Su energía ardió como el sol, encegueciendo a los aprendices que ya saltaban para impedirlo de alguna forma. 

Cuando estaba por impactar, la pared se cruzó de dorados rayos, finas hendiduras del dorado más intenso y feroz. Con un estallido, el Viaje del Argos se quebró.

La figura envuelta en el Sagrado Ropaje Dorado penetró la barrera, la diestra extendiéndose hacia el frente, los dedos extendidos, juntos como una hoja. 

Certero, como un rayo, fue hacia su objetivo. Altieon desesperado intentó girar, interponiendo el Box entre el Santo Dorado y su cuerpo. Pero no hubo caso, su poderosa técnica penetró ambos, mordiendo con ferocidad el pecho del gigante. Muere, perro invasor del Santuario! Siente en tus carnes a Excálibur (150/40)!!

La caja plateada del Argos Navis estalló en un millón de fragmentos. Altieon cayó de rodillas, balbuceando., la sangre cayendo como un río escarlata de su boca. El caballero extrajo su mano del pecho, en medio de una fuente de sangre que se vaporizó al tomar contacto con su Cosmos. Su expresión era severa, la boca una dura línea. NADA se interpone entre Excalibur y su objetivo. Ustedes... quienes son?

Sus ojos no decían nada, inexpresivos, con un simple dejo de amenaza.

Si bien todo transcurrió en segundos, la sucesión de hechos desde que el persa atacó a Altieon con su técnica más poderosa hasta que apareció aquel sujeto extraño vestido con una armadura dorada; Harjas la percibió muy lentamente en su cabeza. La tormenta de emociones que variaron desde esperanza a temor absoluto y arribaron en incertidumbre desaparecieron al contemplar la realidad:

El caballero rojo, vistiendo la armadura de plata cortada en dos, yacía inmóvil en el suelo sobre un charco de sangre. A su lado, fragmentos de la armadura de plata que estaba en la Caja de Pandora se extendían a lo largo del terreno.  El sujeto de armadura dorada los miraba con fiereza, y había demostrado un poder inmenso. Decididamente debía de ser uno de los famosos caballeros dorados. Su cosmos parecía estar más elevado que el de cualquiera de sus otros enemigos. 

Harjas dio un paso, tembló por las heridas y cayó apoyando una rodilla en la tierra. Poco a poco se levantó con esfuerzo, y    se dirigió hacia el sujeto dorado. 

"Somos... los discípulos de Eleas que, al parecer, la gracia de la diosa nos bendijo con estas armaduras. Eran necesarias para recuperar la armadura dorada por el gigante, Altieon. Somos... caballeros de Athena."

Hizo una pausa, tratando de recuperar el aliento.

"¿Y tú? ¿Eres acaso un Santo? ¿Estás con Athena, o eres un enemigo de la Justicia?" 

El ataque acaba tan bruscamente... aun sin la percepción increible que le garantiza su sexto sentido, Foon Xao percibe el asombroso poder de la técnica que a acabado de forma tan definitiva con Altieon... y con la caja de pandora de la armadura de Argos

Dejando que Harjas hable camina con paso lento hasta uno de los restos plateados, se arrodilla en el suelo y lo coge, sujetándolo con sus manos y observándolo con una infinita tristeza

-el maestro Eleas a muerto, y ahora también su Cloth. Hoy ha sido un dia verdaderamente triste-

Y es que pese a que finalmente el caballero rojo ha caido, la sensación de perdida y derrota es abrumadora. Cerrando los ojos Foox Xao entona una oración funeraria en su lengua natal, tanto por el maestro como por el Cloth

- Caballeros de Atenea... dice con sorna mientras avanza lentamente hacia ellos, la mano derecha apenas elevada, como una espada lista para golpear. Perros mentirosos o niños ignorantes... qué serán.... la pregunta parece ser más para él que para los aprendices.

Sienten entonces como las Armaduras que portan tiemblan levemente al acercarse el caballero, y se desmigan de sus cuerpos para adoptar la forma totémica a sus lados. Rotas, partidas, apenas en pie, las armaduras de bronce son apenas restos apagados de su verdadero poder.

- Soy el Santo Dorado Sika, de Capricornio. La Espada Más Afilada! Y ustedes... no deberían estar aquí. Sus ojos se vuelven hacia donde Céfir y Haru se encuentran, muy juntos, como temblando sin sus cloth. Los ojos de Sika se abren: Una niña! Una niña vistiendo un Cloth Sagrado!! 

Su mano se inflama en cosmos y tiembla apenas, mientras baja un milímetro, pero un grueso brazo se interpone frente a él.

El grueso brazo viste también un trabajado Cloth Dorado. La capa blanca ondea tras del enorme caballero que detiene a Sika.

- Sika! Te has vuelto loco? Son los aprendices de Eleas, derramarás su sangre en el Santuario? Eso realmente sería imperdonable!

El caballero que así los defiende vuelve la cabeza hacia los aprendices, hacia Foon Xao que sostiene un pedazo de la Armadura de Argos. La Armadura!! Ha sido tu espada la que destrozó un Cloth de Plata?

Sika retrocede un paso y se cruza de brazos con expresión desdeñosa. Oh, vamos Elean... NADA se interpone entre Excalibur y su objetivo. NADA.

Tuerce la boca en una fria sonrisa.

La lucha había tocado su fin. Sin tiempo a reflexiones ni arrepentimientos, un poderoso cosmos similar al que había desatado Altieon segundos antes, acabó con la vida del guerrero rojo. No hubo compasión ni duda en esa mano ejecutora.

Cuando la pequeña Haru logró procesar lo que estaba ocurriendo, ya Harjas respondía a las palabras del caballero dorado. Se lo veía pequeño y frágil frente a tan gallardo caballero. Sin embargo, a pesar del cansancio y del respeto que impregnaba su voz, el joven no se amedrentó.

¿Por qué nos trata así? Acaso no puede ver que hemos dado nuestra sangre y si hubiera sido necesario, nuestras vidas, para proteger la Cloth de Eleas? Una Cloth que no ha dudado en atravesar sólo para acabar con su objetivo. ¿Éste es un caballero dorado? ¿Así de soberbio? ¿El fin justifica los medios?

Un sinfín de dudas surcaban el pensamiento de Haru mientras la escena se desarrollaba. A duras penas lograba contener las lágrimas de tristeza por la muerte de Eleas, que a fin de cuentas había resultado en vano. La armadura por la que él había sacrificado su vida ya no servía. Un tonto poderoso la había desechado sin más, como un pequeño daño colateral.

-Lo siento maestro... al final no hemos podido defender tu Cloth, te hemos fallado- como respuesta a su lamento, su armadura vibró y se desprendió de su cuerpo, para volver a su forma de tótem.

La niña sintió temor. La armadura la rechazaba! Pero no, nuevamente estaba perdiendo de vista la situación al completo. Su armadura parecía haberse rendido ante el Santo de Oro, Capricornio según había dicho. Pero la cosa no había acabado allí. Sika se estaba fijando en ellas.

Sin dudarlo, Haru interpuso su cuerpo entre ella y Céfir. La muviana era consciente de que el caballero no se había percatado de su verdadera naturaleza y no dejaría que él la descubriera. Sin embargo no hizo falta más nada. Otro caballero dorado intervino, éste más amablemente. Solo quedaba esperar que decidían ellos dos sobre el destino de los discípulos de Eleas.