Partida Rol por web

Hiciese lo que hiciese la doctora, yo ya me sentía ganador de esta batalla. Debía reconocer que la mujer sabía jugar bastante bien a aquel juego, pero yo soy un romulano, ya solamente por serlo tengo todas las opciones para ganar en mis manos. El agua estaba perfecta y la sentía deslizarse por mi cabeza, cuando noté una mano que se posaba con delicadeza sobre mi hombro. Sonreí mientras sentía como me giraban con violencia y veía a la doctora como se lanzaba a por mí embistiéndome contra la pared mientras que nuestras bocas se fundían en un intenso beso.

Iba a hablar, a decirla que "había tardado menos de lo que pensaba que tardaría", pero no hacían falta las palabras y menos aún cuando pudo sentirme preparado para su llegada, cuando pegó su cuerpo al mío. La fiereza que parecía tener la doctora en sus besos y movimientos, era compensada con facilidad con la pasión que ponía en todo lo que hacía. Pero no pude evitar sentirme contagiado por aquel salvajismo animal que parecía poseer a la doctora y arranqué con violencia su ropa interior sin dejar de besarla ni un solo segundo. 

Mis manos jugaron con sus sugerentes y hermosos pechos, por los cuales se deslizaba el agua de la ducha, para luego descender por sus caderas y posarse en sus nalgas, atrayendo su cuerpo hacia mí. Besé su cuello y mi lengua jugueteó con su oreja antes de volver a besarla. Su respiración era todo lo que necesitaba para saber por donde seguir. Sin que se lo esperase, giré violentamente dejando esta vez su cuerpo pegado a la pared.

Mis labios comenzaron a besarla el cuello nuevamente y fueron descendiendo, deteniéndose durante unos instantes sobre sus pecho, para seguir descendiendo y arrodillarme ante la mujer. Coloqué una de sus piernas sobre mi hombro, mientras mi lengua jugaba entre sus piernas al son de sus gemidos de placer. Gemidos que se convirtieron en jadeos que me indicaban lo que estaba a punto de ocurrir, haciéndome darlo todo para sentir aquella explosión de placer en mis labios. 

Pero aquello no terminaba allí, no para ella al menos. Volví a ascender para besarla nuevamente en los labios y nuevamente alcé una de sus piernas para sostenerla junto a mi cadera. La miré a los ojos en silencio antes de entrar dentro de ella y no los cerré hasta que me vi obligado por el placer de sentirme en su interior. El baile de placer había comenzado con un ritmo bajo, manteniéndome atento a los gestos de Lena al igual que a sus gemidos y jadeos. Conforme la veía disfrutar, mi movimiento de caderas iba aumentando, al igual que el placer que aquel acto generaba a los dos. 

Mis embestidas eran cada vez más fuertes y pronunciadas, a la vez que la doctora gemía cada vez más alto y sentía como sus uñas se clavaban en mi carne y arañaba mi piel, mientras seguía mi ritmo moviendo sus caderas. Algo que debía reconocer que me gustaba, pues me indicaba que esta disfrutando de aquello tanto o más que yo. Pero aquella postura no me resultaba demasiado cómoda y decidí cambiarla, besándola apasionadamente antes de hacerla darme la espalda con un rápido movimiento y agarrarme a ella por sus caderas mientras ella quedaba con sus manos apoyadas en la pared.

En esa postura, descendí mis manos hacia sus pechos y los agarré mientras comenzaba de nuevo a moverme a un buen ritmo. Luego la sujeté por un hombro con mi mano y descendí la otra a su entrepierna mientras continuaba moviendo mis caderas buscando marcar un segundo tanto con ella. Sus gemidos aumentaban rápidamente y su respiración entrecortada me indicaba que iba bien encaminado. Pronto pude sentir como su cuerpo explotaba conmigo dentro y me quedé inmóvil, disfrutando del momento bien dentro de ella.

Pero sus gemidos y sentirla así me hicieron ver que no aguantaba más. Me moví con violencia, dando unos pocos empujones más y sus gemidos terminaron de hacer el resto. Salí de ella en cuanto noté que el final estaba cerca y dejé que mi mano terminase el trabajo, siendo el agua de la ducha quien se encargó de no dejar ni rastro de lo ocurrido allí dentro. Con ternura, besé el cuello de Lena mientras me abrazaba a ella, para luego girarla y besarla en la boca.

- Sabía que no me decepcionaría, doctora Connor. - La susurré mirándola a los ojos. - Aunque no pensé que sería tan pronto. - Volví a besarla en los labios antes de dejarla hablar.

El pecho de Lena se movía con celeridad fruto de todas las sensaciones que había experimentado con Vakro, el romulano le gustaba mucho... Ella, tan controladora de sus emociones, había caído a la primera de cambio ante él, y lejos de arrepentirse casi deseaba volver a tenerlo dentro, pero antes necesitaba recuperar el aliento, los romulanos poseían mayor resistencia física que los humanos y eso se extrapolaba a cualquiera de las facetas físicas que realizaban, la doctora Connor no estaba dispuesta a dejar mal a su raza pero sabía que debía dosificar.

- ¿Le gustan a usted las tímidas?—le contestó sin asomo de pudor dejando que la viese desnuda, con la respiración entre cortada haciendo que sus senos subiesen y bajasen con los pezones erectos- Los humanos no vivimos tanto tiempo como los de su especie y a mí no me gusta desperdiciar mi tiempo... - sonrió acariciándole el pecho mientras su sexo volvía poco a poco a humedecerse por sí mismo- No se que me pasa con usted pero me produce mucho morbo... Tanto que he roto mi regla principal... No tener sexo con uno de mis pacientes- Lena podía haber escogido una palabra más sutil pero ella prefería ser directa y sencilla, las cosas tenían su nombre ¿por qué cambiarlas o tratar de disfrazarlas?- Pero no me arrepiento... - Le acarició el rostro- es más... Me gustaría comprobar su resistencia... ¿Se ve capaz de continuar? Ahora me toca a mí- sonrió abiertamente con el deseo reflejado en su rostro- sólo le voy a pedir una cosa... Que esto quede entre nosotros- lo miro sería durante un instante, Lena no era fácil, era una mujer libre que simplemente se sentía atraída físicamente por Vakro y no se andaba por las ramas porque practicar el acto le gustaba- Vamos a un sitio más cómodo - lo invitó levantandose del suelo para cortar la ducha y cogerle la mano. La doctora caminó con su habitual elegancia sin amago de querer cubrir su bien definido cuerpo hasta su camarote, que estaba en la propia enfermería. A continuación puso a Vakro delante de la cama y comenzó a besarlo, con ternura al principio, para después descender a su cuello darle un pequeño mordisquito, seguir por su pecho, descender por la entrepierna saborear su miembro con delicadeza para acariciarlo y lamerlo sin compasión al ritmo que el propio romulano le indicaba con sus movimientos y genios, hasta que consiguió que explotara,al hacerlo Lena dejó que el semen le cubriera parte del su rostro y sus senos y fue entonces cuando se levanto y lo empujó a la cama. Rápida como un felino se puso encima suyo para ser penetrara mirándolo a la cara con deseo, se colocó encima del miembro erecto de Vakro y descendió suave, degustando el proceso hasta tenerlo dentro por completo... Y lo que le gustaba tenerlo dentro... Se notaba y se sentía en cada poro de su piel. Así pues la doctora comenzó a cabalgar despacio como le gustaba comenzar, para después hacerlo con furia, moviendo sus caderas de manera frenética apoyándose en el pecho del teniente para después echarse hacia atrás, estirándose con la cabeza echada, las manos sobre los muslos del teniente, pronunciando su torso sin dejar de moverse entre jadeos, disfrutando por completo de lo que le hacia sentir aquel hombre.

Acariciaba y observaba el cuerpo de la doctora mientras esta me hablaba en la ducha. Mi cuerpo pedía más, pero no estaba seguro de si la doctora aún estaba por la labor de repetir. Era la primera vez que me acostaba con una mujer de su raza y la veía más frágil que la mía. - No se trata de timidez, más bien del juego de tira y afloja. Creí que nos duraría algo más. - La susurré, demostrando en mis palabras que estaba seguro de que tarde o temprano ella caería en mis manos. - Pero me gusta su forma de pensar. - Respondí acariciando su pecho nuevamente con suavidad, mientras el agua continuaba mojando nuestros cuerpos desnudos.

Arqueé una ceja cuando me pregunto si me veía capaz de continuar. - Lo estoy deseando. - Pensé mientras la sonreía con lujuria. - ¿Y a quien se lo voy a contar?¿A la capitán? - Dije con cierto tono de burla. - No nos interesa a ninguno de los dos que esto se sepa, doctora. - Dos oficiales de la Nave Insignia de la Flota Estelar, manteniendo relaciones sexuales en horario de guardia. El mejor ejemplo a seguir. No, nadie debía saberlo.

Seguí a la doctora cruzando la enfermería desnudo y de su mano, sin apartar mis ojos de su hermosa anatomía, para encontarme su camarote justamente allí. La doctora, haciendo gala de su manera de pensar, volvió a besarme lentamente y comenzó a descender por mi cuerpo. Podía sentir sus labios sobre mi piel, disfrutando de ellos y sabiendo hacia donde se dirigían. No necesitó hacer mucho más para encontrarme preparado para ella y no pude evitar soltar un gruñido de satisfacción al sentirme dentro de su boca. El arte y el manejo que tenía aquella mujer con su lengua, era realmente grandioso y supo como hacerme disfrutar hasta el final.

Tras aquella explosión de placer, la doctora decidió seguir probando mi resistencia y me empujó a la cama para luego saltar sobre mí como si de su presa me tratase. Me sentí deslizar en su interior y comenzó a bailar lentamente sobre mi cuerpo, mientras mis manos acariciaban sus pechos. Sonreí cuando comenzó a moverse más deprisa y apoyó sus manos sobre mi pecho. No dejaba de mirarla a los ojos con deseo mientras me excitaba cada vez más verla disfrutar de aquella manera. Cuando se hechó para atrás, la agarré con fuerza por las nalgas, atrayéndola hacia mí, para luego estimular con mi pulgar sobre su sexo. Sus gemidos y sus movimientos salvajes me indicaban hasta que punto lo estaba disfrutando, al igual que los míos, que la acompañaban a cada movimiento que hacía con sus caderas.

Volví a sentirla explotar y tuve que salir de ella rápidamente, puesto que yo fui detrás. Lena se dejó caer sobre mí y permanecí con ella sobre mi cuerpo en silencio un rato, mientras ambos recuperábamos el aliento. - Ya ha terminado la prueba, ¿doctora? - La pregunté con una sonrisa y bastante relajado. - Podría repetir pero ahora si que necesito una pausa de unos minutos antes de volver a hacerlo. - Acaricié lentamente el brazo de la doctora con mi mano. - Aunque quizás... lo más sensato ahora mismo sería recoger nuestra ropa, que anda por la enfermería, lugar público en la nave... y vestinirnos. Puesto que si nos pillan así... - se acabaron nuestras carreras.

Volví a besar a la doctora antes de levantarme. Una parte de mí quería quedarse allí y seguir disfrutando de ella. Otra me decía que ahora debía descansar y estar listo para la misión que me encomendasen en unas horas. Fuese como fuese, lo único que realmente tenía seguro, era que por una vez, mi dolor de cabeza no me había estropeado la diversión y, a pesar de ser continuo, esta vez me sentía como si no lo tuviese.

Lena cuando se separó de Vakro cayó sobre su pecho entre temblores, sudores y jadeos... Estaba exhausta, casi no podía moverse, la doctora se debatía entre seguir despierta y recuperar el aliento, se sentía realmente agusto tal y como se encontraba, fue la caricia sobre su brazo lo que la hizo desperezase y sonreír para sí con el corazón palpitante por el esfuerzo y todo el morbo que le producía el romulano o quizás podría ser otra cosa... No... No podía ser otra cosa, eso era mera atracción física que debía seguir resolviéndose en más encuentros... Tenia que averiguar cual era el límite de ambos... Demostrar al romulano que los humanos no eran débiles, en especial ella, la idea le produjo más morbo. Podía repetir perfectamente en cuanto descansara unos minutos.

- Usted... - Le faltaba el resuello pero se las apañó para seguir hablando, respirando de manera acelerada- es un caso complejo... Aún no he terminado su diagnóstico... voy a tener que hacerle más pruebas - le guiñó un ojo con picardía, el rostro de Connor estaba coloreado en las mejillas, su hermoso cuerpo era recorrido por suaves temblores, pero el brillo de sus ojos seguían reflejando deseo... Un deseo que refrenó cuando el romulano se levantó.

Connor lo observó tumbada en la cama boca arriba con lo brazos estirados y las piernas flexionadas, una elevada y la otra echada a un lado sobre el colchón, sin pudor ni vergüenza ninguna.. Parecía que aquellas palabras no formaban parte de su vocabulario

Cuando Vakro terminó de hablar, sintió cierta decepción... Quería seguir teniéndolo en su cama.

- Mis auxiliares no vendrán hasta al menos 9 horas, no están de guardia, están de descanso. Pero entiendo que debas irte- estirándose como una gata, terminó por levantarse de la alcoba para dirigirse a Vakro y besarlo, con lengua incluida- Permíteme que te mire la espalda- tal cual había venido al mundo Connor hizo que Vakro se sentará en una silla, cogió instrumental médico y procedió a cerrarle las heridas que ella misma le había inflinjido con sus uñas, cuando concluyó, se puso delante suya e hizo lo propio con su cuello, al morderle le había provocado un "chupetón" y era mejor no dejar huellas, Cira no debía saber de ese encuentro- A la más mínima recaída de dolor de cabeza, venga a verme, mientras tanto seguimos con el tratamiento establecido - le dijo sujetándolo con ambas manos el rostro mirándolo a los ojos-No dude en buscarme- aquello era un recordatorio de invitación más que evidente para otro encuentro- Me hago cargo de la enfermería, puede retirarse- Le dijo con una sonrisa mientras se alejaba de él y recogía su uniforme, por lo demás la enfermería estaba prácticamente impoluta, de manera que tras recuperar su ropa interior de la ducha, se dirigió a la puerta de su camarote con las prendas en las manos y se giró una vez más hacia su paciente- Le aconsejo que descanse un poco antes de incorporarse a su trabajo. Ha sido un placer - le guiñó un ojo y se pasó la lengua sutilmente por los labios, era una provocadora innata, para acto seguido entrar en su camarote, el romulano vió como Lena dejaba la ropa en una silla y se tumbaba tal cual, boca arriba, sobre el lecho que habían compartido mirando al romulano... fue entonces cuando las puertas del camarote se volvieron a cerrar dejando al teniente sólo en la enfermería y a Lena en el interior del dormitorio.

Las insinuaciones y gestos de la doctora no pasaron desapercibidos para mí. Estaba siendo completamente clara con sus intenciones y yo, quería más, por supuesto. Pero lo veía demasiado arriesgado. En la enfermería podía entrar cualquiera y aquello de que su camarote estuviese comunicado a ella... ¿Cómo explicar a quien esté esperando en la enfermería que hacíamos allí dentro? A pesar de eso no pude evitar dejar de mirarla hasta que la puerta se cerró por completo.

Había entrado en la ducha a recoger mi ropa y aproveche para ducharme de nuevo, luego me sequé con la toalla que me dejó previamente y la lancé al cesto de la ropa sucia. Durante la ducha, estuve recordando lo que había ocurrido entre los dos unos minutos antes y mi cuerpo se había encendido con aquello nuevamente. De hecho, mi pantalón estaba lo suficientemente abultado para que se supiese en que estado me encontraba. 

- A la mierda.  - Pensé para mí y me coloqué frente a la puerta del camarote de la doctora. No había pulsado nada cuando la puerta se abrió delante mío. Sin duda sabía que volvería a por más. La doctora se encontraba tal y como la vi por última vez, solo que su mirada felina reflejaba también ese semblante de ganador. El mismo que tuve yo en la ducha cuando ella entró. A penas se habían cerrado las puertas cuando mi uniforme ya había sido despojado de mi cuerpo por mis manos.

- Creo que tenía razón, doctora... necesito más pruebas... y parece que mi dolor de cabeza se ha levantado... - Dije con sonrisa pícara, señalando mi miembro erecto, para luego reptar por la cama y ascender por sus piernas con mi lengua, deteniéndome en la unión de ambas, sin preguntarle a la doctora si estaba lista para más. Allí hundí mi cabeza y mi lengua, acompañada de mis dedos, estuvieron jugueteando al son de sus gemidos y peticiones.

Lena se había quedado esperando a que el romulano volviera, ... la provocación por parte del teniente en la ducha había quedado como una victoria para Vakro y aquello no podía ser porque a la doctora no le gustaba perder, de manera que se la había devuelto de manera descarada, tumbándose en la cama delante de él con las piernas semiabiertas y la mirada retadora en sus ojos antes de que la puerta se cerrase... una puerta que no se había tomado la molestia ni de cerrar.

Al verlo aparecer no pudo contener la sonrisa de victoria y lascivia, lo deseaba y todas las reacciones del cuerpo de la humana los gritaban, su piel se estremeció a media que al lengua del romulano y subiendo hacia su entrepierna, al llegar a ella la lengua del teniente saboreó su fuente, que parecía no querer dejar de manar entre los gemidos y jadeos de placer de Connor que de puro gozo arqueó la espalda dejando el puvis elevado para que Vakro se sirviera a gusto de todo sexo, el cual estaba cada vez más dilatado y preparado para una nueva embestida.

- ¡Vamos!- jadeó con anhelo- ¡No se te ocurra contenerte!- lo urgió lamiéndose los dientes con la lengua mientras sus senos se movían erectos sobre su pecho, fruto de la excitación- Vas a comprobar la resistencia humana... romulano- el echo de que Vakro fuera romulano era una de los motivos por el que le produjera tanto morbo hacerlo con él, por eso para evitar que el teniente se contuviese con ella por ser humana, lo retó, segura de que quería llegar hasta el final con él, hasta que uno de los dos quedara exhausto- ¡FOLLAME!- rugió como una leona mientras se retorcía tan húmeda como sudorosa, ofreciendo a su vez, guerra

Podía notar la excitación de Lena en sus gemidos, en su voz y en sus palabras. Era algo realmente estimulante oírla disfrutar así. Pero hice caso omiso a su petición y continué disfrutando del sabor de su sexo y de sus gemidos y grititos. Y fue justo en ese momento, cuando escuché aquel gemido me exigía más placer, cuando me arrodille frente a ella y la hice sentir toda mi fuerza.

Mis manos acariciaron sus pechos, mientras permanecía inmóvil dentro de ella, sonriéndola con gesto travieso en mi rostro. - ¿Realmente quiere conocer hasta que punto aguanta mi raza, doctora? - Pregunté dando un empujón con mis caderas tras mis palabras, sintiéndola extremecerse y gemir de placer. - ¿O quizás prefiere que mantenga el ritmo anterior? - Volví a darla un único empujón, disfrutando del gesto de placer de su rostro.

Acaricié los pechos de la doctora, con suavidad, para luego inclinarme hacia ellos y besarlos, antes de dedicarla toda mi atención a ella y a sus labios. Mientras nos besábamos, mi cadera comenzó a hundirse lentamente sobre ella, con suavidad. Como si las olas del mar en una tarde tranquila de verano, llegasen a la playa y luego se esfumasen, para aparecer de nuevo y entrar en la orilla con aquel dulce movimiento. - Preparese doctora, no olvido que tenemos casi nueve horas por delante. - La susurré en la oreja antes de descender un poco y besarla el cuello, mientras que mi cuerpo no dejaba de moverse con aquel tranquilo a la par que excitante ritmo.

Vakro enloquecía a Lena no sólo por sus atributos como amante, no sólo por ser romulano... Sino por su forma de ser, le encantaba como jugaba con ella, como la retaba, tratando siempre de ganar... Todo ello no hacía más que aumentar su deseo y que su cuerpo respondiese, lo hacía su sexo manteniendo su manantial, su piel erizandose con cada susurro o caricia, su pecho que no dejaba de agitarse, su garganta incapaz de contener los gemidos que le arrancaba con cada movimiento, su lengua que se entrelazaba con la del romulano en cada beso... Y por supuesto su corazón que latía como queriendose salir del pecho, toda ella estaba entregada al teniente sin embargo deseaba más... Y esa señal también estaba presente por el brillo de los ojos de la doctora, para la que lo anterior había sido una prueba... Deliciosa... Pero prueba al fin y al cabo.

Entonces el romulano le formuló varias preguntas, la primera de ellas acompañada de un empujón que hizo gemir de puro gozo a Connor.

- Que... Mmmmmmm...que si quiero llegar al punto de su raza... Pues claro... Arf... Son pocos los hombres que han conseguido saciarme... Y aún no lo estoy con usted-nuevo empujón que hizo aferrarse a las sábanas mientras su entrepierna aumentaba el flujo con un ligero estremecimiento- ¿ritmo anterior? Le he dicho... Que no me gusta perder el tiempo... entonces el romulano comenzó a moverse con suavidad cuando lo que Lena quería era algo mucho más intenso, cuando el romulano la beso y volvió a preguntarle, esta siguiéndole el ritmo con sus caderas lo volvió a tomar por la cara y lo besó con fiereza jugando y succionabdole la lengua para después morderle el labio, estirarlo y soltarlo sin producirle herida... Estaba más que preparada- Me ha hecho la misma pregunta tres veces... - follame de una maldita vez, pensó mientras sus manos se aferraron al trasero de Vakro y lo apretaban con fuerza clavándole las uñas- Parece que el que no estuviera preparado sea usted... - le dedicó media sonrisa, al tiempo que sus caderas se detenían, quería darle a entender que no debía hacerla esperar más, aunque le traicionó un nuevo acceso de flujo, con un súbito temblor, su cuerpo estaba pidiendo a gritos que aumentase el ritmo- Lastima... Porque estoy más que preparada... Y espero mucho más de usted- Lena no sabía mentir

Sonreí ante las palabras de la doctora. Sabía perfectamente lo que quería, otra cosa es que me gustase hacerla sufrir un poco antes de dárselo. Pero sus palabras... estaba tan segura de si misma y tan convencida de que podría aguantar mi ritmo que decidí concedérselo. - Espero que sepa en que lío se está metiendo, doctora. - La susurré en el oído antes de pasar mi lengua por él y besarla los labios con intensidad.

El ritmo de mis caderas no había cambiado en este tiempo y me detuve un instante para ponerme nuevamente de rodillas delante de Lena, manteniéndome todo el tiempo en su interior. Tomé su mano la pasé por mi pecho, aprovechando el momento para darla un empujón con mis caderas y sonreirla. Pude sentir como sus uñas se clavaban de nuevo en mi piel.

Entonces solté su mano y acaricié sus piernas, embistiendo un poco más rápido contra el cuerpo de la doctora, asegurándome de que aquellas penetraciones fuesen largas e intentas. Mis manos se agarraron a las corvas de las rodillas y elevé las piernas de la mujer, hasta que tuvo uno de sus pies en mi cara. Mientras seguía moviéndome a ese nuevo ritmo, mi lengua comenzó a jugar con sus pies y sus dedos. Sus gemidos me pedían más y estaba más que dispuesto a dárselo.

Empujé las piernas de la doctora hacia delante, apoyándolas sobre mis hombros y me subí literalmente sobre su cadera. Pude sentirme completamente dentro de ella y me mordí el labio mientras me acomodaba sobre ella y apoyaba mis manos a ambos lados del excitante y sudado cuerpo de Lena. Volví a besarla en los labios con pasión antes de iniciar aquel baile de pasión y desenfreno sobre ella. Me movía con soltura y con fuerza, mirando excitado a los ojos de la mujer que estaba a punto de descubrir que era retar a un romulano en la cama.

Finalmente Vakro por fin procedió a darle a Lena lo que quería, que la tratase como si fuera de su misma especie, eran muchas las cosas que había escuchado sobre los romulanos y mucha la curiosidad que había suscitado en la doctora, que a pesar de haber mantenido relaciones con varios hombres, siempre habían sido humanos... quizás por eso aquel bocado le resultaba tan exquisito, tanto que estaba dispuesta a correr el riesgo.

 - Espero que sepa en que lío se está metiendo, doctora. 

- Mmmm...- gimió tras el beso del romulano que anunciaba el inminente cambio de ritmo, el deseado por Connor- lo sé... - susurró excitada- es el lío en el que quería que se me metiera...- sonrió con picardía- la vida sin emoción... no tiene sentido- consiguió decir entre jadeos.

El empujón que le propinó mientras le hacía acariciar su vientre provocó que la doctora le clavara las uñas, y fue entonces cuando pudo sentirlo por completo en su interior, cuando se acomodó completamente sobre ella.

- ¡Aah!- exclamó aspirando abriendo los ojos de par en par como si le hubieran cortado la respiración, para después verse manipulada como una muñeca por Vakro que jugueteó con extraordinaria pericia con los dedos de sus pies provocándole gemidos y espasmos de placer incontrolables que se prolongaron cuando el romulano siguió con ritmo frenético y apasionado ahondando en su interior- sigue...- pidió de manera ahogada mirando al romulano a los ojos devolviéndole la mirada cuando no se veía obligada a cerrar los ojos ante una de sus intensas penetraciones.

Sin embargo, la doctora no era una aficcionada y le gustaba tanto que la hicieran disfrutar como hacerlo ella, de manera que la humana contestó al romulano respondiendo a sus movimientos con los suyos propios, la doctora había desarrollado una pequeña capacidad en el interior de su sexo que hacía que sus músculos retuviesen durante unos segundos el miembro que la penetraba, alargando así tanto el placer de ella como el de él con una sensación succionadora que tenía el objetivo de incitar a que se continuara con el acto. 

El cuerpo de Lena estaba siguiendo al del teniente, a pesar de la diferencia de fortaleza entre ambas especies, la anatomía de la humana estaba perlada en sudor, un imagen que resultaba aún más seductora puesto que dejaba marcados la cuidada musculatura de la mujer, que mostraba un vientre trabajado pero no exceso... lo justo para estar en forma, aguantar los embistes de un romulano y ser tan tremendamente femenina como Lena sabía ser...

- Sigue...- realizó un movimiento circular con su puvis para sentir mejor el miembro de Vakro- sigue...- pidió perlada en sudor, humedad y desenfreno... la cuestión era, ¿cuanto más podría seguirle? pero como no hacerlo cuando la doctora se mostraba tan solícita y apetecible con sus movimientos, la imagen de su cuerpo, sus gemidos, su mirada y la humedad de su sexo...- no pares... no pares- se corrió... de seguir así pronto llegaría el orgasmo...

Sabía que mi juego con sus pies la estimularía, pero con lo que realmente pretendía que disfrutase era con mis embestidas en la cama. Moverme tan despacio tenía una única finalidad: sensibilizarla para lo que iba a venir después. Y el después era ahora. Tras sentirla disfrutar de mi ritmo acelerado, de sentir sus uñas clavarse nuevamente en mi piel, cambié un poco el ángulo de entrada de mi cuerpo al suyo, buscando acariciar con mis movimientos aquella zona tan sensible y generosa en cuanto a placer se refiere. Aquel lugar que las mujeres ocultan dentro de si.

Pero no contaba con una cosa... y era que la doctora pudiese hacer aquel momiviento que me hacía sentir como si me quisiera absorver por completo y tenerme dentro para sí.* Eso me hizo frenarme e incluso parar, manteniéndome completamente en su interior, para mirarla a los ojos con un rostro de absoluto placer. - Esto... lo desconocía... - dije como pude, sintiéndola aprisionarme y atrayéndome a su interior. - Si tanto me quieres dentro... me tendrás. - añadí tras aquella pausa y disfrute y comencé de nuevo a moverme con fuerza y velocidad, demostrando a la doctora la potencia sexual de mi raza.

Su cuerpo se retorcía de placer bajo el mío y sudaba y gemía excitada. Mi pelo estaba empapado en sudor y sentía como algunas gotas se deslizaban por mi espalda. Pero no podía parar, no quería parar. En ese momento, sentí una sacudida que no era de Lena ni mía, pero que me hizo vibrar en su interior con fuerza. No sabía si nos atacaban o que pasaba, pero en ese momento me daba todo igual.

Volví a colocarme de rodillas delante de ella, manteniéndome en su interior, moviéndome con violencia a cada gemido y jadeo suyo. Mi dedo pulgar comenzó a jugar con su sexo. Sabía perfectamente lo que quería y se lo iba a dar. Pero lo que no sabía, es que en cuanto ella terminase, yo no iba a parar puesto que la iba a tratar como si fuese una romulana.  Lo que me había pedido...