Partida Rol por web

Daesha abre los ojos de par en par al ver el estado de su Maestro Grator. Corre para ponerse a su lado y por fin parada por primera vez desde que salió corriendo hace intento de recuperar el aliento.

- Maestro... en el patio... mas Sith, han matado a muchos... y ahora están reclutando... Siria... Pnor... y creo que Ben-ju se han unido... - Decía contándole brevemente lo que estaba ocurriendo. - El Maestro Plarion está luchando contra ellos... - Miró a las heridas de su Maestro, parecían graves, temía que no pudiera ayudarla, temía no saber que mas hacer. Sentía miedo.

Daesha rápidamente con ayuda de Zakarias impide que caiga y lo tienden en el suelo. La noticia que le daba su Maestro hacía que avivara aun mas su preocupación.

- No Maestro... No podemos caer... no puedes morir...- sollozaba.

-Pnorr no ha caído... - Aseguro. Después necesito unos segundos para poder volver a hablar. - Debéis huir de aquí, esconderos y terminar el entrenamiento... Debéis recuperar la orden.

-Pe.. pe.. pero maestro! - Me quejo sin ni siquiera saber de qué.

Ataco a siria pero sin intencion de golpearle.

Daesha asiente cerrando los ojos ante su maestro dejando que las emociones se materialicen en lágrimas dejar que se liberaran a través de ellas en vez de por la ira.

- Si Maestro... -Dijo acabando por abrir los ojos y mirarlo con tristeza, pero luego cambia la mirada mostrandole determinación. -  Prometo que seré una de las salvadoras de la Orden, lucharé porque así sea.

La Twi'lek se levantó para dirigirse a los cuerpos de los Sith, recogió sus dos sables, uno se lo quedó ella y otro se lo entregó a Zakarías que seguramente se extrañaría de lo que estaba haciendo.

- Esto nos asegurará posiblemente vivir si otros Sith nos dan encuentro, les diremos que los de fuera nos han reclutado... que luchamos en nombre del Lado oscuro... en el caso que se confíen, sera la primera vez que eliminamos a un enemigo si nos dan al espalda... - Le comentó con firmeza a su compañero para luego despedirse de su maestro cogiendo su sable y poniéndoselo en las manos de éste.

- Os seguiré sintiendo a través de la fuerza Maestro...

-Sois... sois... - digo con mis últimas fuerzas - Sois buenos jedi... que la fu... erza esté con... vo... so... tros. - digo para desplomarme finalmente.

Aterriroizado me quedo mirando el cuerpo sin vida del maestro.

- ¿Está? ¿Está?

Observo cómo Siria trata de enfrentarse al unísono a Ben-ju y a Koro. Ha caído en el lado oscuro, sin lugar a dudas.

Corro hacia ellos para ayudar y por el camino recupero uno de los sables de luz.

El primero de mis movimientos consigue bloquear el golpe que hubiese impactado a mi compañero de habitación, y después valiéndonos de la superioridad numérica, atravieso su defensa.

El sable pasa por el brazo izquierdo del ahora sith a la altura del codo y separando las dos partes.

- Ahora es tan solo un cuerpo... - Le dedica una última mirada a su Maestro con cariño y tristeza levantándose y dirigiéndose hacia la salida. No sabe que ha pasado con sus compañeros, con Koro, Bislara, Ben-Ju, Pnorr al que el Maestro les había asegurado que no había caído.

Siento el haberos dejado - Piensa a la vez que vuelve a la carrera para escapar del templo, sobrevivir y continuar con su entrenamiento para restaurar la Orden tal y como había prometido.

El cuerpo del maestro Grator se ilumina con una luz amarillenta que parece salir de él como si de un torrente de energía se tratase.

La luz entra en el cuerpo de Daesha.

El combate entre los dos maestros, la nautolan y dos sith, continúa a un ritmo frenético que no sois capaces de seguir, pero el sith que ha acabado con Pnorr está libre de nuevo, de modo que se desplaza hacia la izquierda para atacar a Urt por sorpresa. En ese momento Koro se cuela entre sus piernas y corta ambas.

El sith cae al suelo gritando de dolor.

-¡No! - grito.

Sin duda el combate iba a terminar mal... ya solo quedaban Koro y Ben-ju... pero si tratan de enfrentarse al sith...

-¡Detente! - Grito a Daesha cuando veo que tiene intención de abandonar por completo a nuestros compañeros.

-¿A dónde vas? ¡No podemos dejarlos ahí!

El grito de dolor por el brazo perdido es terrible, sin embargo no me rindo cojo el sable que me quedaba en la otra mano y ataco a Koro ese era el esoíritu Jedi atacando a traición, eran todos unos traidores, todos merecían morir. Ataco a Koro con toda la rabia y el odio del que disponía.

- BISLARA VETE DE AQUI AHORA- esperaba que me entendiera y saliera corriendo ants de que fuera demasiado tarde- SIRIA ES MIO KORO NO SE TE OCURRA TOCARLO EL ES EL OTRO CANDIDATO- no pensaba dejarle seguir luchando si queria hacerlo tendria que atacarme a mi, me lanzo contra Siria, pero para partirle su sable laser, no a el, solo su arma

Daesha mientras corría sintió de pronto una corriente de fuerza en su interior, la luz había penetrado en su cuerpo y la fortaleció, apenas le dio tiempo a asimilar lo que había sentido cuando Zakarías le gritó, no lo comprendía...

- ¿No has oódo lo que ha dicho el Maestro?. ¡Debemos escapar, salir vivos de aqui para conseguir restaurar el orden. Si morimos su muerte no habrá valido nada!, ¿Lo entiendes?.- Dijo comprendiendo lo que Zakarías quería decirle pero... los Maestros les estaban protegiendo.

-¡Pero no podémos restaurar nada los dos solos! ¡Tú sola! - Corrijo - ¡Porque yo no voy a abandonarlos!.

- ¡Zakarías! - Gritó presenciando como se marchaba. Pensando en sus palabras, no... sola no podía hacer nada... pero el Maestro han luchado por ellos. La Twi'lek se llevó una mano en el pecho cerrando los ojos durante unos segundos sintiendo aquella presencia que entró en su interior, ya no la sentía pero la rememoraba.

Sin saber el motivo, comenzó a correr para seguir a Zakarías, Si no podía sola restaurar la Orden, habría que ir en busca del resto.

- Espera!... voy contigo... - Corrio para alcanzarlo.