Partida Rol por web

- Koro juntate a otro, Siria es mio- no pensaba dejar que se enfrentara nadie mas a el - No sabia que tu habias sido el otro habria pensando en cualquier menos en ti Siria pero esta es la decision que tomo, solo uno-

Daesha junto a la ventana observa lo que va sucediendo, muchos se unen a ellos entre ellos Siria. La respiración de la Twi'lek se agita, siente una enorme contradicción dentro de ella que ni sus años de meditación ni su fuerza puede evitarlo. 

Si se marchaba hacía lo correcto, podía pedir ayuda a otros Maestros que hayan podido sobrevivir, para ello tendría que rodearlos en cambio... sentiría una sensación de abandono hacia sus compañeros, cosa que no sabría si se lo llegaría a perdonar jamás.

No lo pensó mas veces, regresaría y con ayuda. Sin decir nada corre hacia la puerta que lleva al interior del templo.

-¡Ben-ju por favor! - Grito casi desesperada, no se por qué solo digo su nombre, cuando la vida de todos me preocupa...

¿A quién quiero engañar? Sí se por qué he dicho su nombre...

Bien hecho Daesha, bien hecho, lo siento.

-Largaos, no tenéis ninguna posibilidad, aunque me derrotéis a mí, estais en inferioridad-

Vamos pedazo de imbéciles, se vana  dar cuenta de que no os ataco idiotas marchaos ya.

La palabrería me cansa, de modo que simplemente doy un golpe horizontal con el sable láser para cortarle la cabeza al chaval. <Siria>

En cuanto la nautolan mueve su primer músculo salgo disparado desde mi posición y consigo bloquear el golpe justo antes de que impacte en el chico al que vi cometer aquél asesinato.

Veo el golpe que quiere darle y antes de que pueda alcanzar a Siria la empujo con la fuerza.

- Digiste que eramos 2 el es mio-

Dos de los sith se abalanzan sobre mi compañero y yo acudo en su ayuda. De camino a su posición estiro mi mano izquierda y recojo una de las armas que habían tirado en el suelo. Consigo llegar en el justo momento en que encendiendo el nuevo arma, consigo interponer ambas a los golpes de los dos siths.

Sin pensarlo un segundo, la única manera de que se rindieran, la única manera de que e tomaran en serio era. Sin pensarlo mas atravieso de lado a lado el cuerpo del maestro que me había defendido con mis dos sables, el que había salvado a mi madre. A la vez una lágrima caía por mi mejilla derecha...

Marchaos ahora...

El último de los Sith se coloca rápidamente a la espalda de Siria y lanza una estocada, a duras penas logra interceptarla.

- Siria, noooooooooooooooooo. - digo mientras extiendo los brazos e intento proyectar a Siria lejos del combate para a continuación descargar un golpe contra unos de los Aprendices Sith.