Partida Rol por web

Ves como el rostro frente a ti muestra una sonrisa. Es una sonrisa familiar, es tu sonrisa. Poco a poco ves como por arte de magia esa cara cambia, de forma sutil, de forma armoniosa como si el viento se llevara una capa de arena que ocultaba la verdadera identidad de aquel con el que estabas peleando hasta ahora.

Esa cara ahora muestra a un hombre adulto. De pelo largo atado con una coleta, y una especie de bigote con una poblada perilla. Su indumentaria es extraña, es como si fuera un monje. Lleva una túnica de color blanco y lo que antes era una postura de agresividad ahora es una fuente de calma y tranquilidad. Tal es esa fuente que puedes sentir como te calienta, hasta el punto que el agua sobre el que habíais luchado comienza a filtrarse y la frondosa vegetación se desvanece. En pocos segundos te encuentras de nuevo en la habitación que te arrodillaste, en el templo jedi.

- No soy tu, solo tu puedes decidir quien eres. Yo solo soy el guardián del holocrón - Su voz es profunda y contundente, pero también cercana y tranquilizadora. - El holocrón es un contenedor, tiene las enseñanzas de los maestros, su conocimiento y su poder.- Levanta su mano y se la mira dando un suspiro.

- Ha pasado tiempo, y eso precisamente es lo que no tengo. - La baja y da un par de pasos hacia ti.

- Has superado la prueba. Tienes la fuerza para defender el holocrón, tienes la voluntad de sacrificio para ser digno de él. Tus amigos están bajo la misma prueba; pero también lo están vuestros enemigos. - Ves como su rostro se torna preocupado. - Un enemigo que rebosa maldad, un enemigo que os supera en poder. Un enemigo demasiado cercano al lado oscuro y cuyas intenciones están demasiado oscuras para ver a través de ellas. - Un suspiro, cierra los ojos y te mira de nuevo. 

- Intentaré retenerlo todo lo que pueda, pero no tenéis demasiado tiempo. - Da un paso hacia un lado y deja visible el lugar donde te habías arrodillado antes así como el altar. - Ahora ven, arrodíllate. El holocrón está justo ahí.

Ves como el rostro frente a ti muestra una sonrisa. Es una sonrisa familiar, es tu sonrisa. Poco a poco ves como por arte de magia esa cara cambia, de forma sutil, de forma armoniosa como si el viento se llevara una capa de arena que ocultaba la verdadera identidad de aquel con el que estabas peleando hasta ahora.

Esa cara ahora muestra a un hombre adulto. De pelo largo atado con una coleta, y una especie de bigote con una poblada perilla. Su indumentaria es extraña, es como si fuera un monje. Lleva una túnica de color blanco y lo que antes era una postura de agresividad ahora es una fuente de calma y tranquilidad. Tal es esa fuente que puedes sentir como te calienta, hasta el punto que el agua sobre el que habíais luchado comienza a filtrarse y la frondosa vegetación se desvanece. En pocos segundos te encuentras de nuevo en la habitación que te arrodillaste, en el templo jedi.

- Eres muy inteligente. ¿Sabes una cosa? Aquí, puede ver en tus pensamientos - Su voz es profunda y contundente, pero también cercana y tranquilizadora. - Soy el guardián del holocrón.  Tan solo una representación de mi mismo a través del tiempo y de la fuerza. El holocrón es un contenedor, tiene las enseñanzas de los maestros, su conocimiento y su poder.- Levanta su mano y se la mira dando un suspiro.

- Ha pasado tiempo, y eso precisamente es lo que no tengo. - La baja y da un par de pasos hacia ti.

- Has superado la prueba. Tienes la fuerza para defender el holocrón, tienes la voluntad de sacrificio para ser digno de él. Tus amigos están bajo la misma prueba; pero también lo están vuestros enemigos. - Ves como su rostro se torna preocupado. - Un enemigo que rebosa maldad, un enemigo que os supera en poder. Un enemigo demasiado cercano al lado oscuro y cuyas intenciones están demasiado oscuras para ver a través de ellas. - Un suspiro, cierra los ojos y te mira de nuevo. 

- Intentaré retenerlo todo lo que pueda, pero no tenéis demasiado tiempo. - Da un paso hacia un lado y deja visible el lugar donde te habías arrodillado antes así como el altar. - Ahora ven, arrodíllate. El holocrón está justo ahí.

Me quedé perplejo al ver a mi otro yo sonreir, hacia mucho tiempo que no veía esa sonrisa en mi rostro, una sonrisa sincera. Al cambiar de aspecto mi perplejidad aumentó pues veía a un hombre adulto, de largos cabellos y una prominosa perilla. Su indumentaria también había cambiado, parecía una túnica de monje y transmitía una paz que lograba calentar todo el ambiente:-Jedi.-es lo primero que me vino a la cabeza. 

Entonces el hombre siguió hablando explicando qué era un holocrón y al mirarse la mano pude ver un atisbo de tristeza pero continuó hablando, pero esta vez con un tono más serio. Al percatarme que habíamos vuelto al interior del templo me quedé un instante sin saber qué ocurría pero reconocía lo que veía: el pedestal con las marcas en el suelo:-Haré todo lo que esté en mi mano para defenderlo.-dije en cuanto él terminó de hablar y dio un paso a un lado, entonces me arrodillé frente al  pedestal, otra vez. 

Lo más importante es la misión, dice Trent. Me enfrentaré al Holocrón si eso les da una oportunidad a mis compañeros.

Ves como el rostro frente a ti muestra una sonrisa. Es una sonrisa familiar, es tu sonrisa. Poco a poco ves como por arte de magia esa cara cambia, de forma sutil, de forma armoniosa como si el viento se llevara una capa de arena que ocultaba la verdadera identidad de aquel con el que estabas peleando hasta ahora.

Esa cara ahora muestra a un hombre adulto. De pelo largo atado con una coleta, y una especie de bigote con una poblada perilla. Su indumentaria es extraña, es como si fuera un monje. Lleva una túnica de color blanco y lo que antes era una postura de agresividad ahora es una fuente de calma y tranquilidad. Tal es esa fuente que puedes sentir como te calienta, hasta el punto que el agua sobre el que habíais luchado comienza a filtrarse y la frondosa vegetación se desvanece. En pocos segundos te encuentras de nuevo en la habitación que te arrodillaste, en el templo jedi.

- Bien, parece que entonces todo está decidido. - Su voz es profunda y contundente, pero también cercana y tranquilizadora. - Soy el guardián del holocrón. Tan solo una representación de mi mismo a través del tiempo y de la fuerza. - Levanta su mano y se la mira dando un suspiro. La baja y da un par de pasos hacia ti.

- Tienes la fuerza para defender el holocrón, tienes la voluntad de sacrificio para ser digno de él. Tus amigos están bajo la misma prueba; pero también lo están vuestros enemigos. - Ves como su rostro se torna preocupado. - Un enemigo que rebosa maldad, un enemigo que os supera en poder. Un enemigo demasiado cercano al lado oscuro y cuyas intenciones están demasiado oscuras para ver a través de ellas. - Un suspiro, cierra los ojos y te mira de nuevo. 

- Intentaré retenerlo todo lo que pueda, pero no tenéis demasiado tiempo. - Da un paso hacia un lado y deja visible el lugar donde te habías arrodillado antes así como el altar. - Ahora ven, arrodíllate. El holocrón está justo ahí - 

Trent escucha con mucha atención las palabras del hombre que tiene delante. Parece una especie de maestro muy sabio, pero sin duda parece que tiene buenas intenciones.

Trent avanza como le ha indicado y se arrodilla ante el altar.

Nunca se había caracterizado por creer en los espíritus o los fantasmas pero todo lo que estaba ocurriendo en el interior del templo le hacía pensar que quizás había una parte del mundo que desconocía por completo.

A pesar de no conocer el nombre de la aparición, la misma trasmitía tranquilidad, se sentía sosegado, reposado, por primera vez en mucho tiempo sentía una verdadera paz interior. Atento escuchó las palabras tomando nota del especial cuidado que deberían de tener con el poderoso enemigo, confiando en que la alusión fuera sobre el Imperio y Vader, no podía pensar en nada peor.

Siguiendo las indicaciones se acercó al altar, miró a los ojos a su guía, y procedió a arrodillarse.

-Gracias por las advertencias, trataremos de conseguir que el holocrón siga el camino que debe de seguir. -A contiinuación agarró con suma precaución el holocrón. -Tanto esfuerzo y sufrimiento por él, espero que merezca la pena.

Te arrodillas frente a aquel espítiru, aquella aparición y al hacerlo ves como sonríe y poco a poco se va desvaneciendo, a la par que en las otras posiciones que quedaban libres van apareciendo tus compañeros.

Un brillo cegador inunda la sala durante un par de segundos y en el altar hasta ahora vacío se materializa como salido de la nada una especie de cubo. Tiene varias lineas grabadas que desprenden un color azulado oscuro brillante, que poco a poco van perdiendo intensidad hasta que queda tan solo el grabado. Sin color. Si lo cogéis podéis notar que el tacto es frío y muy suave, a pesar de que el material parece rugoso a primera vista.

Un vistazo a la sala os muestra que las paredes antes sin salidas ahora muestran una única puerta de la que parece salir un pequeño punto de luz lejano ...

Al igual que el viento en el desierto se lleva la arena, así sucedía con la máscara de aquel con quien hablaba. Poco a poco fue revelando su auténtico rostro, su verdadera ropa, su propósito. También la realidad volvió al lugar, pues de nuevo se hallaba en la sala del templo tal y como la recordaba.

Observó a aquel hombre con apariencia de monje y la paz que desprendía. Sharene puso cara de circunstancias cuando dijo que podía ver sus pensamientos. ¿Habría pensado algo indebido? Luego aquel hombre se presentó y dijo que era una representación a través del tiempo y la fuerza.

Le miró fijamente, atenta mientras le decía que había superado la prueba y mencionaba a Darth Vader. -Gracias -respondió cuando el hombre se ofreció a retener a su enemigo el mayor tiempo posible.

-¿Cuál es tu nombre? -preguntó mientras caminaba hacia el lugar donde le indicaba-, ¿y cuál es el tiempo del que provienes? -le miró con curiosidad. Luego sonrió y se arrodilló en el lugar apropiado, confiando en poder ver el holocrón.

Le hubiese gustado conversar con aquel desconocido, saber más acerca de muchas cosas, pero por desgracia no había tiempo. Tan solo pudo despedirse con una mirada, viéndole desvanecerse a la par que sus compañeros se hacían presentes ocupando las otras posiciones junto al altar.

Cerró los ojos, cubriéndose con la mano de aquel brillo cegador. Al abrirlos miró perpleja, boquiabierta. Ahí estaba, ¡el holocrón! Lo observó maravillada unos instantes, hasta que perdió su color. Entonces miró a sus compañeros esbozando una leve sonrisa y de nuevo su vista fue al cubo.

La curiosidad de arqueóloga le pudo. Se acercó con cautela y lo cogió con delicadeza, como si fuese un tesoro que pudiese desaparecer con un suspiro. Lo acarició con suavidad. Su tacto era muy distinto a lo que cabía imaginar, dado su aspecto. Lo sostuvo sobre la palma de su mano esperando que sus amigos lo tocasen si les llamaba la atención. ¿Tal vez Daedar podría percibir algo? Aunque eso tendrían que dejarlo para más adelante. Ahora tenían que ponerlo a salvo y para ello tenían que huir y escapar de Lord Vader. Ahora había una sola puerta y más allá, luz.

-¡Debemos darnos prisa! -expresó a sus compañeros bajando un poco el tono de voz, por si alguien más pudiese escuchar.

Si alguno de ellos quería cogerlo, Sharene lo entregaría sin problema. Si no, pondría el cubo a resguardo en su mochila. Allí quedaría oculto a la vista y algo más protegido, sobretodo si la huida se complicaba y acababan lanzándose la bolsa unos a otros, pasándosela entre ellos como si estuviesen jugando un partido.

De estar todos de acuerdo en tomar esa dirección, se dirigiría con sus compañeros rápidamente hacia la puerta para escapar lo antes posible. Debían llegar a la nave antes que los imperiales o, casi con total probabilidad, la misión fracasaría.

Al volver a arrodillarme, el Jedi va desvaneciendose a la par que esbozaba una sonrisa sincera y en la otras posiciones alrededor del altar empiezan a aparecen Sharene, Gial y Trent. De pronto una luz cegadora ilumina el altar y toda la habitación. Me levanté del suelo sin dejar de observar el holocrón. Sharene se dispuso a tocarlo y puede sentir la clidez del holocrón que ella sentía al tenerlo en sus manos. 

.-A todos os ha declarado dignos de él?-dije refiriendome al guardián del holocrón:-Si es así cualquiera de los cuatro puede llevarlo y como dice Sharene tenemos que largarnos de aquí ya. Vader está aquí también y lo retendrá el tiempo que pueda.-y desenfudé el blaster y me coloqué al lado de la salida apuntando hacia la oscuridad. 

Tras ver a los compañeros aparecer a su lado Trent lanza un suspiro de alibio. Tal y como dicen Sharene y Daedar, deben salir de aquí lo antes posible.

Vamos, debemos salir corriendo de aquí.

Trent comprueba que el blaster está preparado para cubrir la retirada.

Era bueno saber que eran todos dignos del holocrón, pero lo mejor era saber que todos estaban vivos y en perfectas condiciones para ponerse a correr.

-Supongo que todos hemos luchado contra nuestro "yo interior". -dijo a la vez que se ponía en pie. - Ha sido la experiencia más rara y exotérica de mi vida. -Buena idea llevarlo en la mochila. - añadió con un guiño a la arqueóloga.

En cuanto Daedar mencionó el nombre de Vader, un pequeño escalofrío le recorrió la espalda.

-Por lo menos por primera vez desde que empezamos con esta locura le llevamos al delantera. Salgamos con precaución y volvamos a la nave. Cuanto antes lleguemos al espacio exterior antes estaremos a salvo. ¡Vamos!

En un futuro no muy lejano cuando todo estuviera más tranquilo, podrían cambiar impresiones y opiniones de lo sucedido.

No lo dudáis, aquello había sido raro; pero la amenaza de Lord Vader superaba con creces todo lo extraño de aquel lugar. Dejando atrás la extraña habitación os adentráis en el pasillo y no tardáis en vislumbrar lo que parece una salida. Al principio el pasillo es oscuro y la visibilidad escasa; pero guiados por el punto de luz al final del túnel no tardáis en salir del mismo.

Lo que encontráis al salir es abrumador. Varias naves rebeldes se encuentran en la misma salida del templo y una veintena de soldados disparan hacia la jungla al tiempo que se parapetan detrás de piedras, árboles, arbustos y las propias aeronaves de los disparos de los imperiales, camuflados entre la maleza. El sonido de varias naves hace que miréis hacia arriba. Una fuerte explosión primero, un caza tie que golpea la parte superior del templo y finalmente un rastro de humo que se pierde en la selva. El agudo sonido de varios ala x y tie lo inunda todo a la par que sobre vuelan vuestras cabezas.

- ¡¡ Están ahí !! - Una voz a lo lejos os devuelve a la situación en tierra. Una mujer agita su mano y parece hacer gestos para que os acerquéis hasta su posición. Cuando vais a hacerlo el impacto de varios bláster cerca vuestro os persuaden de ello y tenéis que buscar protección.

- ¡¡¡ Coberturaaa !!!- Aquella voz era más familiar. Era el mayor. Con su blanca barba y profunda y poderosa voz daba indicaciones desde su posición justo antes de que varios rebeldes comenzaran a disparar hacia los árboles.

- Vamos, es ahora o nunca - De nuevo la voz de la mujer. Os un gesto para que acudáis donde ella. El mayor no os mira, y dispara junto al resto de los rebeldes mientras algunos de los bláster verdes del enemigo abaten un par de rebeldes que habían salido de su protección para disparar.

Si había alguna duda de la importancia del holocrón la misma quedaba despejada con el movimiento de tropas que estaba realizando el Imperio. Gial estaba a cubierto cuando escuchó por segunda vez la voz de la mujer.

-Ya lo hemos oído, es ahora o nunca, vamos moveros. -gritó a sus compañeros. con un ágil movimiento saltó por encima del tronco del árbol y emprendió una carrara en zigzag dirección a la mujer. Los disparos silbaron muy cerca, demasiado cerca y demasiadas veces, pero por suerte o por el poder del holocrón, consiguió cruzar al otro lado sin ser herido.

Resollando, con gotas de sudor por la frente debido al esfuerzo de la carrera y la tensión, el pirata informático se volvió a colocar nuevamente a cubierto.

Atravesamos el templo con velocidad hacia el exterior y si todo iba según lo planeado el resto de rebeldes nos estarían esperando, la diferencia radicaba en que, para cuando salimos al exterior estaban en plena refriega contra el enemigo. una soldado nos hace señas para acercarnos a su posición pero los disparos del enemigo nos disuaden un poco y buscamos cobertura.

.-Será suicida!.-digo tras ver salir a la carrera a Gial:-Al menos podría habberse esperado a que ofreceria fuego de cobertura.-Vale Sharene, sigues tu, luego Trent y luego me ofrecéis fuego de cobertura para que avance.-digo y preparo el blaster:-Listos. Ahora!!.-y empiezo a efectuar disparos controlados hacia la linea de árboles de donde provienen los disparos del enemigo.

Trent se une al fuego de cobertura mientras sus compañeros empiezan a atravesar el campo. Sin duda ha sido una suerte que la alianza esté aquí o no hubiésemos durado mucho con estos imperiales.

Si conseguimos escapar de aquí antes de que Vader salga será una gran victoria. Vamos allá!

Había visto antes en la base a aquella mujer que ahora les llamaba. Tras un primer movimiento frustrado por disparos, buscaron cobertura. Entonces Gial repitió las palabras de la mujer y salió cual liebre corriendo por el campo. Sharene le observaba boquiabierta y asintió con la cabeza al comentario de Daedar, aunque en realidad también lo encontraba divertido.

-De acuerdo -respondió conforme cuando Daedar organizó la huída.

Sujetó bien la mochila y corrió veloz hacia la mujer, deseando que ningún disparo le impactase. Si lo lograba, desde allí brindaría cubertura a sus amigos que todavía tenían que cruzar. De no tener armas, cogería una al grupo rebelde.

Una vez Sharene llega al otro lado, Trent se prepara para cruzar lo más rápido posible.

Mientras corre, Trent lanza un disparo en la dirección de los soldados de asalto.

Los disparos vuelan por toda la selva, impactan en el templo, veis caer a compañeros rebeldes y escucháis gritos de dolor de imperiales en el interior de la jungla. Conforme vais llegando a la nave, la soldado sonríe y os mira asintiendo. Os indica que entréis, pero al quedaros fuera disparando junto a ella no os dice nada.

Gial, Sharene, Trent y finalmente Daedar es quien empieza a correr aprovechando vuestra cobertura, cuando a mitad de camino veis que se detiene y se eleva en el aire unos centímetros...