Partida Rol por web

En el momento que introduciste la cuenta en el orificio notaste como tus pies comenzaron a vibrar. Se produjo un pequeño temblor, pero no era lo suficientemente pronunciado como para provocar algún tipo de desprendimiento, aquello era algo más sobrenatural...

En un abrir y cerrar de ojos viste como la pared de rocas que te obstaculizaban el paso se desprendió, como si antes estuvieran sujetas bajo presión y esa fuerza hubiera desaparecido haciendo que todas cayeran bajo su propio peso. Lo único que quedó revelado fue un descenso que estaba sumido en la oscuridad, parecía que más allá de aquella posición los haces de luz ya no llegaban... ¿qué deberías hacer?

No estaba convencido de que podía encontrarse, pero sentía que había abierto la puerta a una antigua maldad.

La naturaleza estaba viva. O eso decían los antiguos en su planeta natal. Y en cierta manera era una verdad muy fácil de observar.

Las montañas, los mares, las selvas, tenían la propiedad de calmar o alterar los corazones de los seres que las observaban. Y en este caso, no era una excepción.

Sintió en la nuca, que se estaba metiendo en algo aun más peligroso, pero si había llegado hasta allí, porque no iba a continuar.

Busco entre las rocas la cuenta roja. No estaba seguro de que no fuera a hacerle falta más adelante, y si había derribado una pared de rocas, bien podía valer su peso en oro.

Pero tras poco tiempo buscando se puso en marcha, tras un puñado de pasos, tuvo que parar para adaptar sus ojos a aquella falta casi total de luz. No, corregía, era falta total. Y no estaba seguro de llevar nada consigo que pudiera alumbrar su camino. Algo que sin duda era una desventaja.

¿Una prisión?

Se preguntó a si mismo mientras pasaba la mano por el mentón lampiño.

No tiene mucho sentido, tengo que tratard e conseguir infromación, esto es más inútil que un jaba con una bicicleta...

Reconocer que algo no estaba bien era un duro palo para el científico, aunque la evidencia era aplastante.

A quién pretendo engañar no soy un espía, soy un maldito científico.

Desesperado buscó al primer transeunte.

Perdone amigo, acabod e llegar y soy comerciante, ¿sabe aquí quién es la autoridad? quiero saber si necesito algún permiso para poder vender. ¿Hay un gremio de comerciantes aquí?

El felino busco entre sus pertenencias, sabía que tenía que haber cogido prestado algo para aquel tipo de contratiempo, y efectivamente, así era.

De la nave que lo había traído hasta aquí, había caído en sus cosas por accidente una barra luminaria. Era un artefacto que daba luz natural al agitarla varias veces, y con el tiempo se iba a apagando, hasta que volvía a agitarse.

Un tipo de tecnología harto interesante, que solo preocupaba a Lock, para que funcionara como decían, y no se apagara a mitad del descenso.

Con la idea de que había algo vivo en aquella cueva, y con la precaución que le caracterizaba, el Cathar se interno en la cueva oscura, que sin duda, recorría su sendero, montaña adentro, y hacia las profundidades del planeta.

De repente, cuando te viste sumido casi en la oscuridad, escuchaste una voz, para ti era familiar aunque realmente no tenía un timbre preciso, quizás era el tipo de palabras que se estaba usando

Lock... ¿dónde estás? Te echo de menos... sé que aún estás vivo

Aquella voz... ¿sería la presencia que percibiste? no veías a nadie, tan solo el descenso a través de la oscuridad...

Entonces tu sangre se heló y tu corazón comenzó a palpitar de una manera demasiado brusca. A escasos metros de ti estaba ella, no había ningún tipo de duda, era aquella mujer que tanto te enseñó en todos los aspectos, la que te mostró a como ser feliz y a como sobrevivir, la persona que dejaste de ver tras el accidente por causas mayores, alguien que parecía que te estuvo esperando durante todo este tiempo

- Lock... ven a mi... rescátame de esta oscuridad... entiendo porqué lo hiciste, debías huir, ellos nos odian por que somos distintos pero sabemos que nuestra voluntad va más allá... - su voz estaba apagada pero era real, ella estaba allí

- Pero eso ya no importa, sé que eres fuerte y podrás sacarme de esta cueva... -

La saliva casi no consiguió pasar por la tráquea del felino. No sabía cómo, no podía explicarlo, una serie de sensaciones contradictorias pasaron por su mente y se demostraron en su cuerpo.

Templo de pies a cabeza, sin poder contenerse. Era imposible que ella estuviera allí, era como ver, o peor sentir un fantasma que llegaba del fondo de su mente para torturarlo.

Sus ojos se enrojecieron, y sin darse cuenta una lagrima viva cayo por su rostro hasta que toco el suelo de piedra de la cueva.

Había perdido tanto, todo el pesar, todo el dolor  de una vida entera de decepciones y fracasos se ponía de nuevo sobres sus hombros, y se deslizaba junto con la lágrima. Pues ella había sido el único refugio que había tenido en su vida. Su única paz de verdad.

Su pérdida había supuesto su muerte en muchos aspectos. Se odiaba a sí mismo por estar vivo y ella no. Y sin embargo, sabía que ella estaba allí, lo podía sentir, notaba su presencia.

Es que acaso podía estar viva. Haber burlado a la muerte. Si eso era posible aun quedaba esperanza, se retiraría de aquella vida, buscaría un lugar al que llamar hogar. Pero...

Su mente racional le decía todo el tiempo que era imposible que la joven no pudiera estar allí, encerrada en aquella cueva, en aquel planeta, en aquel jodido sistema.

Sin embargo fue consciente mientras sus pies empezaban a llevarlo hacia el interior de la cueva, que si había la posibilidad de verla, de sentirla, de tenerla una última vez, era justo lo que necesitaba en su vida. Haría lo que fuera.

El amor debía de poderlo todo. Y él había perdido demasiado para que la existencia no le otorgara una segunda oportunidad.

Espera mi amor, ya voy.

Sus pasos dejaron atrás la prudencia o el sigilo, ahora solo quería llegar al final de aquel lugar, y liberarla de lo que fuera que la retuviera. No era un hombre racional cuando se trataba de lo que más le había importado en su vida, más incluso que esta.

De repente viste como otra figura familiar rodeaba con sus brazos a Rasta por la espalda. Te detuviste automáticamente cuando comprobaste que se trataba de la sombra misteriosa que apareció en tu sueño cuando estabas en la Mesopotamia, era aquella sombra con espinas, tan extraña y enigmática, con ojos rojos y sin que pudieras ver nada de manera clara. Fue ahí donde pudiste ver como tu amada tenía una mirada de miedo, horror quizás, y su voz se escuchó

- No estás preparado - comentó ella mientras cerraba los ojos y su cabeza se inclinaba hacia abajo, víctima del peso muerto que estaba dejando caer. La sombra tras ella acariciaba su mentón mientras sus ojos se clavaron. Una voz oscura surgió de una boca invisible y resonó en tu cabeza

 Ella murió porque no fuiste lo suficientemente fuerte, no estabas listo para ser quién de verdad eras, tus sentimientos estaban ahí y no supiste darle forma, si te hubieras abierto al verdadero significado del poder tu vida habría sido distinta, pero tú eres mi legado y tú debes seguir adelante - 

de repente, la sombra dejó de sujetar a Rasta y ésta cayó al suelo desplomada, sin vida, contener la ira, la rabia y la impotencia era difícil en aquellos momentos...

El tipo al que preguntaste se sintió extrañado ante tu presencia y tus preguntas. Notaste como no dejaba de mirarte de arriba a abajo, te sentías incómodo, observado. No parecía muy dispuesto a colaborar, no supiste si era en general así aquella población o si simplemente no les inspirabas confianza, lo único que si te quedó claro es que aquel hombre prefirió volverte la cara y seguir con sus cosas antes que dignarte un par de minutos para ayudarte, algo MUY descortés pero que consideraste normal tratándose de simples humanos.

No tenía nada más a mano que aquella estúpida barra de luz, pero se lanzo con ella como si fuera una espada o un cuchillo hasta la sombra.

Noooo.

Su corazón gritaba mucho más de lo que podía hacerlo su garganta. Verla morir era una tortura inenarrable.

Sintió toda la rabia acumulada en su interior brotaba como una cascada, y solo quería destrozar y mutilar. Sus manos, sus garras, buscaban sangre  y atravesaban el seco y frio aire de aquella cueva extraña.

Isseriol movió la cabeza de un lado a otro, disgustado.

Planetas como este merecen una erradicación de la llamada vida inteligente, especialmente si son humanos... ¿y ahora que hago?

Apenas sin alternativas el médico decide acercarse hasta la entrada de la prisión para ver si hay alguien de "la autoridad" con quién poder hablar.

Entonces con aquel grito que retumbó por toda la instancia la imagen de Rasta y de la sombra desaparecieron como una nube que se disipa con el movimiento. Tan solo podías escuchar la respiración en tu pecho, estabas agitado, inestable, pero lo peor de todo es que no estabas solos.

Escuchaste a varios metros de ti un sonido muy particular, era como si algo puntiagudo estuviera tocando la roca desde las sombras, se mantenía un ritmo coordinado como si fuese un caminar ¿una bestia quizás? aún era pronto para saberlo desde tu posición.

El peligro me despierta, me pone alerta, en sobre aviso.

No había tiempo para averiguar que había pasado. Ya habría tiempo para averiguarlo cuando estuviera a salvo.

Algo se acercaba, algo armado, o simplemente peligroso. Había que volver atrás, buscar una salida.

Aquel pasillo bajaba, así que ahora tocaba ir hacia detrás.

Así pues, agitando la vara de luz delante de su rostro, todo lo lejos que llegaba su brazo, y con el sonido aquel perforando sus entrañas, Lock empezó a caminar hacia atrás, mirando a la negrura, que parecía querer devorarlo.

Su mente ágil trazo un plan, se movería ágilmente, pues no había nada en el suelo que pudiera hacerlo caer, o eso creía. Ahora ya no estaba seguro.

Volvería a la zona con luz, y obligaría a lo que fuera a perseguirlo, y con suerte, a caer por aquellos extraños precipicios sin fondo.

Eh, eh…, si me quieres, ven a por mí…

No se atrevió a poner género o especie a sus comentarios, porque mil ideas de bestias y asesinos turbaban su mente.

Fuera lo que fuera, tenía que tener hambre, porque el asumía que aquella cueva había estado mucho tiempo cerrado. Solo esperaba dos cosas.

Que no pudiera ir más rápido que él a la carrera, y que no tuviera alas. Si no, difícilmente podría librarse de lo que fuera con facilidad.