Partida Rol por web

24 de diciembre de 2054, 10:03 a.m.                                                     Nueva York, Estados Unidos        

 Fuera el mundo no se había acabado, la sociedad se había adaptado a aquel nuevo mal se había instaurado, como un parásito que te molesta pero no te mata. De hecho los strigoi habían pasado a ser como una sanguijuela molesta, que te chupa la sangre, pero te anestesia para que no sientas nada mientras lo hace y nunca tomaba una cantidad excesiva. En Norteamérica, donde imperaba el capitalismo, esa anestesia se había tratado del dinero. Tan pronto como tuvieras algo de sangre en las venas, no eras pobre, no tenías necesidad de vivir en las calles... Y aquellos que se habían negado a dar su sangre se encontraban como vosotros: desamparados a su suerte.

Aquel sótano era húmedo, olía a podredumbre y a veces encontrabais cucarachas entre los sacos de comida, pero era vuestro hogar. Erais inconformistas, que no se dejarían engañar por aquel sistema que sustentaba a un ser que debía ser erradicado. Poco sabíais de la verdadera Resistance, esa compuesta por sabios y eruditos que se asentaba en Europa. Para vosotros aquellos no eran sino hombres y mujeres acomodados que se reunían en salas a tomar té y discutir sobre el origen de los strigoi. VOSOTROS erais la verdadera Resistance: la que luchaba en las calles, la que salía cada noche a diezmar aquellos bichos, la que sobrevivía como podía en aquellas calles atestadas de chupasangres.

Ahora os veías obligados a encerraros en sótanos como aquel, que comenzaba a quedarse pequeño. Algunos de vosotros teníais precio por vuestra cabeza, a los Inquisidores no les gustaba vuestra forma de proceder, vuestra rebeldía, pero los humanos eran así. Lucharíais hasta el final por vuestros ideales, sobre todo al lado de un líder como Vassily.

Vassily, antes exterminador de la ciudad y ahora... bueno, no había cambiado tanto su trabajo. El hombre, hijo de una pareja inmigrante ucraniana, había sido testigo de toda la plaga durante estos 30 años, él ya contaba con 47 pese a su aspecto jovial. Los strigoi tardaron algo más en llegar a América, necesitaban cruzar el charco y según parecía no podían cruzar grandes masas de agua sin ayuda humana. 

Hace 20 años que los strigoi habían pisado el suelo Norteamericano, siendo Nueva York uno de los primeros destinos para colonizar el continente. Fet había sido de los primeros en luchar mano a mano contra aquellas bestias, incluso había usado sus conocimientos de explosivos caseros para volar más de un nido cuando se ocultaban en los subterráneos del metro. Él era un exterminador, lo llevaba en la sangre y además se le daba muy bien matar.

Los que no le conocían le llamaban el ruso, por su aspecto y marcado acento. Él era del tipo de hombres que despuntaban en medio del caos. Puedes llamarlos héroes o villanos, dependiendo del bando ganador, pero hasta el momento de la batalla solo son hombres normales y corrientes en busca de acción que anhelan una oportunidad para deshacerse de la rutina de sus vidas como si se tratara de un capullo, y reencontrarse consigo mismos. Sienten que existe un destino más grande para ellos, pero sólo se convierten en guerreros cuando todo se derrumba a su alrededor.

Fet no dudaba de su vocación, o de sus actos. De hecho muchos de los túneles que derrumbó con sus explosivos hace veinte años frenaron el avance de los strigoi, los retuvo. El precio de aquello fue su pierna en una de las explosiones, no llegó a perderla, pero un metal la atravesó cuando no pudo cubrirse bien y nunca volvió a ser él mismo. Ahora cojeaba, se ayudaba de un bastón para caminar, pero se negaba a ser un inútil. El avance que sus acciones habían frenado, fueron deshechas por los políticos, firmando tratos con estas criaturas: inmortalidad a cambio de un pase VIP a América.

Lejos de minar su voluntad, se unió a la Resistance, pero siempre a su manera. Él no quería saber nada del origen de aquellas bestias, solo la forma de acabar con muchos de golpe. Ahora se encontraba frente a vosotros, orgulloso y mirando planos de la ciudad.

-Chicos, me temo que el sótano se nos queda pequeño... He estado pensando en hacer una ronda de reconocimiento en estas fábricas de aquí- señaló en el mapa de la ciudad una zona mayormente abandonada, donde había varios edificios de fábricas viejos. -Si alguno tiene un sótano amplio, podríamos mudar nuestra zona de operaciones y nuestro refugio, ¿qué creéis?

Observo el mapa con atención intentando discernir si había estado ya en alguno de esos lugares. Pero había dormido en tantos sitios abandonados que ya ni me acordaba. Eso sin contar con que no era especialmente bueno interpretando mapas.

Opino que he dormido en sitios peores que este. Más pequeños y mucho más malolientes.

A mí me da igual. Hare lo que tú me digas.

Intentaba no influir en ninguna decisión. No me sentía capaz de aportar nada a los pensamientos de todos estos tíos y mucho menos a los de Fet, que llevaba tanto tiempo luchando contra los bichos.

Estar en la resistencia había sido un ascenso para mí. Dormía en sitios más seguros, comía cada día y, probablemente, me enfrentaba a menos peligros en una misión de Fet que en mi día a día habitual.

Estaba apoyada en la pared, con los brazos cruzados con el pecho. Vi a Fet desplegar el mapa sobre la mesa. Descrucé los brazos y me acerqué. Escuché atentamente su propuesta sin que mi expresión, seria, cambiara un ápice. Apoyé ambas manos sobre la mesa, observando el mapa más detenidamente. Entonces Scarface habló.

Arqué una ceja y volví a mirar el mapa.

-Cada vez son más los que se unen a nuestra causa- aún conservaba un atisbo del acento ruso de mis padres -, y necesitamos un espacio acorde para abarcarlos a todos. Cuanto más numerosos seamos, más posibilidades tenemos contra esas... alimañas.

Hice una pausa, mirando a los presentes.

-Lo que más me preocupa, es que sea un sitio con demasiadas entradas y ventanas, una desventaja si nos atacan desde varios flancos.

Han era muy diferente a como era entonces, con un trabajo en una tienda de electrodomésticos, se le daba bien el tema de todo lo eléctrico, tenía una familia, pero todo cambio de la noche a la mañana, cuando esa plaga se cobro a los suyos.

En el fondo aun no podía perdonar a la resistence, el haber acabado con sus hijas, si, ya no eran ellas, pero aunque el dicho es " ningún padre está preparado para enterrar a un hijo, ni un hijo para desenterrar a un padre",  era su deber haber acabado con sus hijas, maldita sea, eran MIS HIJAS MIS PROPIAS HIJAS o morir en el intento de acabar con ellas, lo dejaron fuera de combate antes de tener esa oportunidad los de la resistencia, pero con el tiempo lo entendió.

Todo aquello en parte lo tenia muy clavado dentro de él, pero sus ansias de matar cuantos mas strigois posible e incluso el amo si se diera el caso, ahora era lo que le hacia sobrevivir cada día, da igual como estuviera la situación. Era de la opinión de Vassily, matar en grandes cantidades y de golpe.

Mira el mapa con detenimiento, no entendía mucho de planos o mapas, solo los esquemas eléctricos y cosas así, pero en el fondo , todo es lo mismo, pero en diferente escala y con cosas diferentes.

....sería buena idea alguna antigua fábrica, de productos químicos, de seguro tendrán un buen sótano donde guardar material o toda la mierda, eso si, nos tocaría aplicarnos para darle una buena limpieza, ya tenemos bastante con esas criaturas, que encima tengamos que lidiar con estar intoxicados si no lo limpiáramos todo bien.. - dice como siempre, tan apático como siempre, nunca fue una persona simpática desde el principio, no tenia pinta de cambiar, pero era de las personas que siempre puedes confiar de tener a tu lado -

Sentada en el suelo con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, Kumiko podría haber parecido incluso dormida, pero simplemente estaba relajando su mente y prestando atención al resto de los sentidos, los menos usados, intentando fomentarlos para actuar por la noche, cuando la luz escasea.

Escuchó los pasos de Vassily e inmediatamente supo que su remanso de paz había terminado, cuando sintió el ligero temblor del suelo y la perturbación en el viciado aire de su refugio supo que había pasado por su lado. Había que moverse.

Se puso en pie de un salto, grácil y elegantemente, como si fuera un gesto que cualquiera pudiera permitirse.

Escuchó primero a Vassily y después al resto de sus compañeros...la verdad es que el sótano tenía cierto encanto para ella, lo iba a echar de menos, por muy sucio e inmunde que fuera, por lo visto, debía perder otro hogar...

Kumiko estaba acostumbrada a moverse, así que aunque no la gustara sabía que era lo mejor. Asintió al plan del exterminador.

Las fábricas tienen varios conductos para eliminar los deshechos, eso podría ser una buena ruta de escape pero... - la voz de Kumiko flaqueó fugazmente alguna de las veces que estuvo de frente a uno de esos monstruos - ...por donde se puede salir también se puede entrar, por lo general.

Asintió a las palabras de los cuatro valientes que se ofrecían para aquella misión, sin duda los envidiaba. Él, con todo lo que había sido, debía conformarse ahora con organizar desde la sombra. Su pierna le impedía correr y correr era la mejor habilidad que un miembro de la Resistance podía tener.

-Mirad, en esta zona, muchas de las fábricas han sido abandonadas. Si no hay humanos, habrá pocos strigoi rondando... Vosotros decidiréis qué edificio es el mejor para mudarnos. Un sótano con una salida de emergencia que pudiéramos controlar sería bueno- asintió a lo que dijo Kumiko, aunque ella parecía más preocupada por quien pudiera entrar. Para Vassily el que decidieran entrar no era sino otra oportunidad de verter aquel líquido blancuzco que llevaban por sangre aquellos bichos, dentro de él ardía ese ansia de pelear que ahora no podía satisfacer del todo.

-Cuando tengáis el lugar, solo debéis avisarnos y esa misma mañana comenzaremos la mudanza y a acondicionarlo y mirar las salidas, ya sabéis, preparar unas buenas defensas- para él estaba claro, ellos eran la partida de reconocimiento y se llevaban la parte divertida, matar algún posible chupasangres escondido o alguna rata. Hacía años que no veía una plaga de ratas, casi las añoraba.

-Aprovechad la luz del día y explorad la zona, no corráis riesgos inútiles, mudarnos no tiene tanta prisa como pueda parecer. Podremos tantear el lugar un par de días para ver qué movimiento hay, aunque no os permitiré ir de noche, es evidente- dijo el hombre, preservando sobre todo por el bienestar del grupo. Un equipo diezmado era lo peor a lo que podían enfrentarse ahora, la unión hace la fuerza, bien lo sabía el enemigo. -Llevad armas y el equipo que necesitéis, no es que tengamos unos recursos ilimitados, pero podéis contar con algunas glocks e incluso con un paquete de dinamita.

mientras que aun nos quede alguna arma de corte hecha de plata, que se acerquen si se atreven.-dice con un claro tono de querer llevarse algún malnacido de esos por delante.

Vassily, ¿ no te queda alguna de esas granadas de plata ?. - pregunta mientras miraba lo que tenían por ahí que pueda llevar.

Se llevaría alguna glock o en su defecto, alguna de esas pistolas de clavos trucadas. Un arma de corte larga, alguna granada de plata si queda y una cuerda. Nunca se sabe si la podrían necesitar.

Podíamos hacer dos grupos o ir todos juntos pero a destiempo, para no alertar a nadie. - dice con ese tono de pocos amigos que siempre tenía.

Seguí mirando el mapa mientras mis compañeros hablaban. En una excursión diurna, lo peor eran los propios humanos, aquellos que trabajaban para los parásitos. 

Alcé la vista desde la mesa.

-Dudo que por el día nos encontremos con algún strigoi. Debemos ir preparados para enfrentarnos a sus vasallos humanos. No obstante, puede que alguno de esos seres "duerma" en uno de los sótanos que queremos explorar. Así pues, sugiero nos preparemos para cualquier cosa.

Las granadas de plata eran una buena idea, pero sería un desperdicio si sólo nos encontrásemos con dos o tres strigoi, algo improbable a la luz del día. No obstante, llevar una o, a lo sumo dos, no estaría de más.

-Asegurémonos de llevar munición normal, además de plata, pero cuanto más ligeros vayamos, mejor.

Eché un vistazo hacia mi escopeta, apoyada en la pared. Nunca me alejaba demasiado de ella y había pintado con pintura blanca el nombre de "Jackie" en la culata. Media sonrisa se dibujó en mi rostro. Jackie había sido muy útil en aquellos años luchando contra los strigoi. Era más sencillo fundir la plata para hacer perdigones que balas.

-Sea como fuere- miré de nuevo a mis camaradas -, lo importante es que el grupo permanezca unido. Si nos separamos, nada garantizará nuestra supervivencia.

Mira al grupo..

La elección es fácil, quien sabe mejor desenvolverse en toda esta clase de cosas es ella.. - dice con un gesto de la cabeza, dejando claro que se refería a Romanov.

Ponme una tele estropeada, soy tu hombre, liderar un grupo para buscar un refugio, la mas indicada es ella... - dice con ese tono frío y seco, en un principio su manera de ser lo tachaban de antipático y borde, pero ya se acostumbraron, sobretodo de saber su historia.

Si tiene alguna alarma el sitio, puedo ingeniármelas para desconectarla. Incluso podía intentar hacer una valla electrificada, una vez nos asentemos en el "nuevo hogar". - la verdad que para ser tan callado, ya había hablado bastante.

Asentí con la cabeza. 

-Bien, si todos estáis de acuerdo, no tengo inconveniente en liderar esta... excursión. Cada uno de nosotros es bueno en algo, ésa es nuestra ventaja- los miré uno a uno mientras los nombraba -. Scarface, me consta que se te da bien pasar desapercibido, así como forzar cerraduras. Será muy útil para la exploración. Han, espero no encontrarnos con ninguna alarma, pero confío en que puedas apañártelas. Además, quizá encontremos algo de utilidad: circuitos, cables, baterías...cualquier cosa que podamos usar para hacer trampas o procurarnos recursos. Kumiko, tú eres escurridiza y ágil como un felino. Quizá nos topamos con algún conducto o ventana y ahí entrarás tú.

Cogí aire y suspiré.

-Todos hemos visto lo que hay ahí fuera. Nos hemos enfrentado a esas cosas, y seguimos vivos. No quiero heroicidades ni acciones temerarias. Cada cual tiene su papel, pero somos un grupo y nuestra unión, es la mejor arma que tenemos. Si no confiamos los unos en los otros, ya sea en la persona o en sus habilidades, "¡PLAM!", todos muertos.

Miré a Vasily y luego de nuevo a los presentes.

-Bueno, vamos a buscar un nuevo hogar y a llevarnos unos cuanto strigoi por delante. ¿qué os parece?

Estoy deseando salir, sin duda el riesgo merecerá la pena y, con una líder como tú - dijo, clavando su mirada en Aletha - no tenemos nada que temer.

Iré a prepararme - Kumiko se alejó emocionada cual adolescente el último día de colegio en busca de sus queridos cuchillos -  Avisadme cuando salgamos - soltó antes de desaparecer por la esquina.

Se sentía realmente emocionada y le costó no parecer una niña ante un grupo que de media, le sacaba unos cuantos años. En cuanto llegó a su rincón asignado en el mugriento sótano comenzó a preparar su mochila para la siguiente misión.

-Miraré si quedan granadas, pero seguramente no tenga muchas... Cada vez es más complicado hacerlas. Igual pienso que la dinamita es un buen sustituto ante una marabunta...-Vassily os indicó que le siguierais y levanto una tela pesada y mugrienta que había en una mesa no muy lejos. Bajo la lona había cuatro glock 17, con linterna UV y puntero láser.

Había 3 cargadores para cada arma, aunque solo uno parecía ser de balas de plata. Cada cargador constaba de 16 balas. Sobre la mesa había dos cuchillos, una espada y un hacha. Estas armas de filo eran de plata, por ello algunas tenían pinta de haber sido saqueadas a museos o coleccionistas de arte antiguo.

-Esto es lo más útil que tengo a ofreceros... Y por desgracia no tengo más, la plata escasea. Os aconsejo que el que esté más en forma coja el hacha, es bastante pesada.

Miré las armas. Tenía a Jackie, por lo que cogí una de las Glocks, un cargador de balas de plata y otro de balas normales. Comprobé la recámara y examiné la pistola. Encajé uno de los cargadores, el normal, y la amartillé, antes de ponerle el seguro y guardarla en una cartuchera que conservaba de mi anterior empleo, guardando el cargador restante en mi bolsillo. Luego examiné las armas de filo y tomé la espada. Comprobé su ligereza, además de pasar el pulgar por el filo sin llegar a cortarme. Miré a mis compañeros.

-Preferiría llevar ésta, salvo que alguno de vosotros os sintáis más seguro con ella, en cuyo caso, cogeré uno de los cuchillos- dije esperando su respuesta.

Por mi perfecto, Alethia - miró a la fría mujer a los ojos mientras recogía uno de los cuchillos de plata - es demasiado grande para mi. También cogeré una de éstas - dijo mientras acercaba sus manos a las glocks - aunque ya sabeis que mi puntería no es especialmente buena. - cogió además dos cargadores normales y uno con balas de plata.

Se ató el cuchillo a la parte inferior de la pierna, por dentro del pantalón para llevarlo oculto. A continuación introdujo uno de los cargadores normales en la pistola y tiró de la corredera hacia atrás, colocando una bala en la recámara. Acto seguido, escondió la pistola en el interior de su chaqueta y se acercó a la salida desde donde se dedicó a observar al resto de los miembros. 

Venga, odio las esperas... - pese a ello quedó esperando en la salida a que el resto del grupo se equipara y Alethia diera el visto bueno.

Mirando al compañero..

¿ Prefieres hacha o daga ?, lo que no elijas tu, me da lo mismo quedarme con lo que quede. Aunque una glock si me llevare ,seguro ,con sus respectivos cargadores.. - dice cogiendo ya la Glock y los cargadores que tenia , 2 normales y uno de plata.

Con el tiempo en la resistencia había aprendido a usar pistola, cargarla , etc. Cosa que hizo de inmediato para tener el arma preparada, como no con el seguro puesto, no tuviera un accidente.

El arma de filo que no tomara Scarface, la pillaría él.

Yo no era especialmente bueno con las armas de fuego pero siempre venía bien disparar desde lejos primero. Así que, con el permiso de mis compañeros, cojo una pistola y la daga. Esta última resultara menos molesta si tengo que moverme en silencio, trepar o cualquiera de esas cosas que se me daban tan bien para colarme en cualquier sitio.

Estoy listo.

Mirando con extrañeza el hacha, al final se queda con ella como arma de filo.

Mira de buscar algún tipo de gabardina o algo largo, para de alguna manera ocultar el hacha, o en su defecto, una bolsa a la espalda de esas para guardar las típicas raquetas de tenis, a falta de gabardina, eso vendría bien para improvisar.

Todos listos, me da que la " jovencita", esta deseosa de salir ya... - dice tan seco y apático como siempre.

Sin decir nada mas y prepararse las cosas, de tal manera que las pudiera ocultar, para no llamar la atención, ya sale también con el grupo. La pregunta ahora es, ¿ les tocaría pegarse una caminata o irán en algún vehículo ?

Asentí con la cabeza al ver que todos estaban conformes, armados y listos. Entonces me dirigí a la salida, junto a mis compañeros. Kumito parecía algo ansiosa, pero era joven...

-Tranquila... esto no es un juego. Es peligroso y cualquier temeridad o descuido puede costarnos caro- mi tono era serio, pero no era n reproche, sino más bien un consejo. Me giré a mirarlos a todos -. ¿Estáis todos preparados? ¿Habéis comprobado las armas?- esperé su respuesta y casi se dibujó media sonrisa de satisfacción en mi rostro -En marcha, entonces.