Partida Rol por web

Dwayne se dirigió hacia la sala por donde se había marchado el hombre, pero cuando llegó la puerta parecía estar cerrada y no podía abrirse. A la derecha del pasillo habían dejado otra sala cuya puerta sí que estaba abierta y era de donde parecía haber venido aquel individuo.

La sala parecía ser el equivalente a una sala de estudio, biblioteca o similar. Había varios sofás, estanterías, una gran televisión y sobre todo libros. Libros por todas partes. Pero las sillas estaban tiradas por el suelo. Las mesas tumbadas. Los sofás descolocados y la mayoría de los libros esparcidos por el suelo. Alguien había estado buscando algo allí y lo había puesto todo patas arriba.

¿Creéis que alguien ha estado buscando alguno de los objetos? ¡Eih! ¡Colacao! ¿Has conseguido abrir la otra puerta? Sino puedo volver a intentarlo con la taza.

Dice Pipe mientras echa un vistazo a la habitación destrozada intentando que algo llame su atención.

Tovar se pone a mirar si hay algún cajón abierto que merezca la pena investigar. También a qué altura están los libros que han tirado al suelo, y sobre todo, si hay alguna ventana por la que salir. Mientras, prueba a "ampliar" el mapa, haciendo como con las imágenes en los móviles... alguna forma tiene que haber de orientarse por la casa. 

Chsst, caballero, pruebe a llamar al 091 con el teléfono ese, a ver qué pasa. 

Felipe Tovar no sabía si era una buena idea, pero era la mejor de las suyas. 

Sir Robert suponía que, si hubo alguna vez un objeto de gran valor en aquella habitación, la persona que andaba ahora por la mansión ya debía de habérselo llevado, ya que había puesto todo patas arriba. Escuchó la sugerencia de Felipe Tovar y, ni corto ni perezoso, apoyó el Teléfono del Terror sobre uno de los sofás y procedió a llamar al 091.

-Espero que esto no tarden tanto como los del Servicio Técnico -comentó el británico, llevándose el teléfono al oído para comprobar si había señal.

Paró en seco.

Con voz pausada empezó su análisis: - Todo es un misterio. ¿No será que esto es para esclarecer un misterio y estamos aquí o para resolverlo o para formar parte de él? No le gustaba el cariz que había tomado su pensamiento. O resolverlo o formar parte de él. O sea, morir en ello o quedarnos aquí encerrados para ... Dios sabe cuanto. Se empezó a cabrear. Tenían que averiguar pronto que sucedía, y no dudó en dejar un momento las cosas, y emprenderla con varios empujones y empellones contra la puerta que no se "dejaba".

Dwayne se puso a golpear la puerta con la intención de abrirla o derribarla. Pero lo único que consiguió fue hacer el suficiente ruido como para que cualquiera de los que habían ido tras la puerta supieran que ahí detrás había alguien. Estaba claro que el sigilo no era su especialidad.

La biblioteca sí que tenía una ventana por donde salir. Pero habían subido una planta por lo que escapar a través de ella podría ser arriesgado. Además, entre los libros que había en la estantería y en el suelo no parecía que hubiera ninguno de valor. Aunque quizá las hojas de estos sí que sirvieran para escribir en la máquina que habían dejado en la planta de abajo.

Al poner el auricular en la oreja lo único que escuchas son miles de voces caóticas. Pero te causan un mal rollo terrible en el cuerpo, tanto que incluso sufres un mareo por tanta sensación de terror y auxilio. No había sido una buena idea marcar el teléfono de la policía.

El  mapa seguía igual, indicando la posición de la casa. Y resultaba imposible de ampliar con los dedos. Sirviera para lo que sirviera, así no se usaba.

A ver, voy a probar con la taza. No os separéis mucho, que abro y me doy el piro. - Digo mientras me relleno la taza de vino agrio. Empezaba a estar un poco afectado, aunque estuviese pasado aún tenía algo de alcohol. Se notaba en su forma de hablar menos formal.

Avanzó hasta la puerta y dio un largo trago de la taza. Después giró el pomo de la misma y se apartó escondiéndose detrás de Dwayne Usyos.

Repito la operación de la anterior puerta:

Cuando se detiene el tiempo, saco la llave, abro la puerta y guardo la llave de nuevo.

Mareado, Sir Robert se apoyó en una de las paredes para evitar desplomarse en el suelo tras haber escuchado las voces que emanaban del Teléfono del Terror.

-No hay que llamar a la policía desde aquí -comentó, resoplando, apoyado en la pared-. Peligro. Peligro. Quien quiera el teléfono, lo puede coger. No lo quiero conmigo.

El caballero británico depositó el teléfono en el suelo, con cuidado de no caerse, y se apresuró a agarrar uno de los libros que se encontraban tirados por el suelo. Después, le arrancó unas cuantas hojas.

-¿Y si usamos esto para escribir en la máquina de abajo? -Se encogió de hombros tras decir aquellas palabras-. Ahora tenemos papel, al menos.
 

Felipe Tovar, que le había cogido miedo (aunque fascinación) al Teléfono del Terror, no se puso el auricular en el oído por lo que pudiera pasar. Sí lo agarró, y echó un ojo a la puerta que había abierto su tocayo por si veía algo importante. 

De pronto se le ocurrió una idea: si antes se había sentido mucho mejor cuando bebió de la jarrita y se fueron todos sus temores, ¿Qué pasaría si el vino se vertía por encima de alguien? Pronto habrá que probarlo si no queremos tomarnos unas copas con un asesino. ¿y si se lo echamos a la muerta?

Pipe bebió de la taza y después se escuchó un ligero "click".

Era como si la puerta hubiera estado cerrada con llave y hubiera logrado que se abriera, aunque seguía cerrada.

Sir Robert Campbell dirigió una mirada de desconcierto a la puerta, y luego observó a Pipe, aún con la taza en la mano, aún sin comprender qué había sucedido.

-¿Puede que el poder de esa taza sea cumplir nuestros deseos más inmediatos? -inquirió el británico, pensativo ante el suceso que acababa de producirse.

Yo creo que debe ser una especie de llave maestra. ¿no? Porque deseos inmediatos sólo concede los que tengan que ver con puertas

Se acercó al muchacho y le preguntó, impotente, ante el fracaso de su intento de rescatar a nadie. - ¿Y cómo funciona eso?

mientras acercaba las manos para que se la prestase. Estaba sinceramente interesado. Incluso se había olvidado de que estaba haciendo. Si intención de escapar de allí y ayudar a la persona que había dado un grito desgarrador.

Pipe se lo mostró:

Pues al parecer bebes un sorbo de la taza y se abren las puertas: Así

Pipe bebió un trago de la taza para demostrárselo

Vaya por Dios... he sido demasiado descarado y ahora sospechan de la taza del tiempo - había pensado Pipe.

Así que cuando la mole negra se la pidió, él fingió hacer una demostración, bebió de la taza y cuando el tiempo se paralizó de nuevo, guardó la taza escondiéndola bajo la chaqueta en la espalda. Tendría que buscar un sitio mejor, pero de momento tendría que valer. Después fingió repetir el gesto de beber de la taza pero con las manos vacías a la espera de que el tiempo volviese a la realidad y él fingir sorpresa.

Yo creo que, si lo echas de la jarra, es como un elixir de buena suerte -respondió Tovar-

antes he bebido de ahí y me he sentido mucho mejor, sobre todo después de escuchar el Teléfono del Terror. Si encontramos un baño, me gustaría probar a ver qué pasa si llenamos la botella de agua del grifo, o si la bebemos de la jarra. En fin.

Y al decir "en fin", no se lo pensó más y abrió la puerta girando simplemente el pomo. Pipe ya la había abierto, sólo era cuestión de entrar y no dejar más tiempo al señor escondido para que les atacara. Tovar estaba dispuesto a endiñarle un buen telefonazo a quien estuviera detrás de la puerta. 

Mientras adoraba la taza, tras que el noble la cediera, formuló su deseo. Algo que añoraba desde hacía años.

Entonces bebió un profundo y largo trago. Ajeno a todo bebió con avidez. Deseoso de lo que había querido desde niño y deseado desde mayor.