Partida Rol por web

A Tovar le subió un escalofrío por al espalda, que le hizo temblar un poco, en lugar de enfadarse. 

¿Que voy a qué? ¡Eso ya lo veremos!

Rápidamente le pasó el teléfono al que tuviera más cerca. Daba igual quien fuera, lo importante es que ese teléfono no podía estar en sus manos más tiempo.

¡Es para ti! - le dijo al hombre que recibió el comunicador.

Luego dejó de experimentar con los objetos unos minutos. Es de esas veces que no puedes evitar estar pensando, comiéndote la cabeza, aunque sabes que a tu alrededor todos se lo están pasando bien. 

Cuando Sir Robert bebió el vino de la jarra, no sintió en ningún momento aquel sabor agrio que había llenado su boca al beber directamente de la botella. Además, se sentía más relajado que nunca, como si nada de lo que había sucedido en las últimas horas hubiera ocurrido, incluido todo el rato que habían estado esperando a los Rocks o su enfrentamiento con Tovar.

-Caballeros, beber de esta jarra es como probar el mismísimo néctar de los dioses -comentó al caballero británico, con la misma pomposidad y solemnidad de la que había hecho gala al entrar en la estancia, rato atrás. Ofreció la jarra al joven Pipe, para que él también bebiera-: Pruebe, pruebe. Estoy seguro de que le hará olvidar todas sus preocupaciones.

Habiéndole dado la jarra al otro aristócrata de la sala, se dirigió de nuevo a la mesa. Observó que el señor Txori continuaba teniendo la botella de vino agrio a mano, aunque había dejado el tapón sobre la mesa. Tal vez sólo fuera una intuición, pero, ¿tendría aquel corcho algún tipo de capacidad especial?

Sir Robert se ajustó de nuevo su monóculo y, tomando el corcho entre sus dedos, lo examinó con detenimiento. "Un corcho de una botella de vino de los años ochenta, ¿qué podría tener de especial?" se dijo, observando el pequeño objeto con una mirada inquisitiva.

Recibo la jarra de manos de Robert.

Ahora tengo la taza en la mano derecha y la jarra en la izquierda.

Me acerco a Txori para que rellene ambos recipientes.

¿Quieres probar alguno?

Igual el vino agrio se le había subido a la cabeza, porque estaba siendo amable.

A Dyaine se le había escapado el "tesoro" que el cuco portaba en el pico. 

No dudó en fozar para poder encontrar al "lindo pajarito".

Nadie hizo caso de Felipe y nadie tomó el auricular del teléfono para escuchar qué es lo que les estaba comunicando. Mientras tanto, Sir Robert tendía la jarra a Pipe para que bebiera de ella y se ponía a analizar el corcho de la botella. Pipe se acercó con ella a Txori para que se la rellenase.

Por último Dwayne intentó forzar el reloj, y logró abrir la puertecita por dónde había salido el cuco. Pero allí dentro no había nada más que el pajarillo que anunciaba las horas.

Sir Robert continuó sosteniendo el corcho entre sus manos, frotándolo entre sus dedos como si se tratase de un objeto de gran valor.

-Señores -se dirigió a sus cuatro compañeros, tomando la iniciativa tras la fallida propuesta de Tovar de marcharse con los objetos-, es evidente que no podremos marcharnos por la puerta principal. Pero no creo que nos encontremos aquí encerrados. Tal vez cuando los objetos desaparecieron, la puerta por la que se marchó el mayordomo se quedó abierta. O, ¿quién sabe? Puede que el objeto brillante en la boca de ese cuco sea una llave maestra con la que avanzar por la mansión.

Sin soltar el corcho, el británico se dirigió a la puerta por la que se había marchado el mayordomo e hizo un intento de abrirla, para comprobar si su teoría era cierta.

Dwayne decepcionado miró al resto.

Miró al resto con cara acusadora, como si ellos le hubiera robado al pajarillo el tesoro. - ¿Y ahora qué?¿Qué han dicho? Estaba tan hasta las narices, que pensaba que aquello era una tomadura de pelo. Estaba tan a punto de irse, ... que no tardaría en hacerlo.

¿Qué hacemos ahora?

Pregunto justo antes de dar un trago pequeño a la jarra. En la mano derecha tengo la taza llena, pero prefiero beber de la jarra para ver si averiguo algo nuevo.

La puerta por donde se fue el mayordomo también está cerrada.

En cuanto bebes el vino de la taza sientes como si todo tu malestar y cansancio de todo el día se hubiese eliminado. Para ti era como si te encontrases muchísimo mejor, como si aquel día no hubiese pasado para ti.

¡¡Vaya!! - Exclama Pipe después de beber el vino de la jarra. - Con esta jarra lo que bebes te revitaliza y llena de energía. Es como un buen sueño reparador. ¡Ni siquiera se nota lo malo que está el vino! Os recomiendo que bebáis todos de ella, nos dará fuerzas y paciencia para aguantar la espera.

Le ofrezco la jarra a Txori, que es el que está más cerca mientras me aproximo al inglés - Más bien, falso inglés...

¿Y ese corcho que decías que hacía? - Le digo cuando llego junto a él.

Tovar, que estaba rayado por el teléfono de marras, al escuchar esto se acercó y esperó a que Txori bebiese para terminar la jarra. Todo esto sin decir palabra.

Cuando lo haya hecho, veremos qué nuevas ideas se le ocurren.

Se acercó a Txori, al pasarle Pipe la jarrita.

Con el reloj de cuco bajo el brazo se interesó por el "trato" que le había pasado al señor de la barba. Además, mientras se entretenía el Noble Autóctono, puteando al Lord Inglés, intentaría averiguar algo, mientras su paciencia no se agotaba.

-Creo que hay alguna especie de relación entre la botella y el corcho -sugirió el caballero inglés, aún apretando el corcho entre sus dedos, con interés. Sin duda, aquel objeto no había sido dejado en la estancia, junto a la botella, por mero azar. Se dirigió entonces hacia el vagabundo-: Señor Chori, ¿usted ha sentido algo?

Si hay algo que llama la atención es que todo pertenece a la década de los 70 y principios de los 80. La mayoría de objetos tenían más de 30 años. Relevante o no, era lo único que podían sacar en claro de una inspección de los objetos más cercana.

Y entonces algo se escuchó en la planta de arriba mientras todos discutían sobre los objetos:

-¡Santa madre de Dios! -El caballero británico dio un respingo ante el grito de mujer que provenía del piso superior de la mansión Rock-. ¡Esa debe de ser la señora Rock! Quizá les haya sucedido una desgracia y por eso no han venido a recibirnos. Que el mayordomo no haya regresado desde luego no es una buena señal, sobre todo teniendo en cuenta el sonido del golpe de antes y ahora ese grito.

Sir Robert Campbell observó a sus compañeros, todavía apretando el tapón de la botella entre sus dedos.

-Creo que he descubierto el poder del corcho -anunció, en tono solemne, como si fuera el mismísimo descubridor de la electricidad-. Está relacionado con la botella. Es una especie de, no sé cómo llamarlo, ¿conexión? Sí, conexión sería una buena palabra para definirlo. Una conexión entre la persona que tiene la botella en sus manos y la que sujeta el corcho. Aunque por algún extraño motivo, no sé si está funcionando entre el señor Chori y yo. -El refinado inglés observó de los pies a la cabeza a Txori, que llevaba un rato un tanto abstraído, e hizo un gesto de recelo-. Parece que incluso los objetos con habilidades excepcionales valoran las clases sociales.

Con esas palabras, el caballero británico le arrebató de las manos la botella al indigente y se la ofreció a sus otros tres compañeros, para que la agarrase el más rápido.

Pipe arrebata de las manos la botella al falso inglés más por la prisa en llegar a la puerta del piso superior que por falta de modales.

Llega hasta la puerta e intenta abrirla golpeándola si no cede.

Jarra y reloj de cuco en mano sale disparado con la intención de ayudar. No sabía que había sucedido pero esa voz femenina, o indicaba locura, o un mal tremendo.

Sir Robert permitió que el joven Pipe se llevase la botella que le había hecho compartir tan aquella especie de conexión con Txori. Ante la mirada de sorpresa del británico, el indigente, al verse desprovisto de la botella, dirigió la mirada hacia una de las ventanas de la mansión y echó a correr en busca de una salida por la que escapar.

-¡Señor Chori, no lo haga! -exclamó el caballero inglés, a voz en grito.

Demasiado tarde, el vagabundo se subió al marco de una ventana y dio un pequeño salto para salir de la Mansión Rock. Sir Robert pudo ver cómo Txori se alejaba de allí a toda prisa, corriendo tan rápido que parecía un gamo*.

El inglés se encogió de hombros y se giró para mirar a sus tres compañeros. Le sorprende ver a Pipe golpeando la puerta, intentando abrirla, mientras que el inmenso Dwayne Usyos sujeta la jarra y el reloj de cuco entre sus manos. Se acercó entonces a los dos hombres, y observó el musculoso cuerpo del segundo.

-Señor Usyos, ¿le importaría empujar la puerta? -le preguntó, en tono amable-. Estoy seguro de que tiene más fuerza que el muchacho.