Partida Rol por web

El señor Vittio no puede quedar por la tarde porque al parecer tiene una reunión importante. Sin embargo mañana a la mañana si que puede o si no ya el fin de semana. 

No tardas en redactar el contrato. 

Avanza la mañana y Marion no consigue avanzar mucho con el problema de su ordenador. Sobretodo porque no encontraba el disco para formatear el programa. Seguramente ha sido Heinz que en uno de sus ataques de paranoia ha cambiado todo de sitio. 

Cuando Marion por fin encuentra el disco y se dispone a formatear el ordenador suena el teléfono de Ian. Es un mensaje de una compañía de envíos. Al parecer su envío ha llegado al código postal y ya puede pasar a recogerlo. Son las 12 de la mañana.

Parece ser que mis cosas han llegado, así que pienso en las llaves del coche de Mark y me dispongo a ir a buscarlas. Es casi seguro que me deja el coche, tengo que traer tres maletas grandes y no puedo ir en autobús.

Marion parece enfrascada en su lucha con la computadora, así que me despido de ella con la mano.

-Sta Hart, me voy a buscar mis cosas que ya me han llegado- digo antes de desaparecer por la puerta- nos vemos en un rato- grito desde el rellano.

Subo al piso compartido para buscar las susodichas llaves, ya que vi como se iban en el de Luke.

Salís de casa y te toca conducir a ti. En el coche escuchas cómo Mark llama al señor Vittio y le pide la lista de trabajadores de EasyWater. Por lo que parece el señor Vittio tiene un día ocupado y os dejará la lista de trabajadores en uno de sus apartados de correos. El apartado número 123 en la oficina del 540  de North Dearborn Street. No queda demasiado lejos de dónde estáis y allí hay varias sucursales de vuestro banco por lo que pones rumbo a esa dirección. El tráfico es horrible y además coincide con el horario de entrada a las oficinas y colegios con lo que es un maldito caos. 

Primero vais al banco pues no sabéis cuanto tardará el señor Vittio en llevar los documentos a el apartado. En el banco también hay cola y tenéis que esperar. Durante el rato que esperáis Mark te cuenta cómo se encontró con Ian el día anterior. También te cuenta que el señor Vittio os ha contratado para encontrar al topo en su empresa. Hace unos meses se sorteó el saneamiento y abastecimiento de las aguas de chicago. EasyWater, una empresa emergente tenía un proyecto innovador y muy bueno pero sobre la bocina Hidronet, un gigante de ese sector presentó un proyecto similar y ganó el concurso. El señor Vittio cree que alguien de su empresa filtró la información a Hidronet. Mark te cuenta que investigando al señor Vittio averiguaron que mataron a su mujer en su casa y que el acusado de eso está en prisión hasta que se celebre el juicio. Te pasa el número de teléfono del abogado que lleva al sospechoso. Te cuenta que se lo pasó el jefe Hopkin y que había pensado que sería buena idea hablar con el abogado o con el sospechoso. 

Para cuando os dais cuenta es vuestro turno en el banco e ingresáis el dinero. 2.500 de la señora Halloway. También te cuenta que Ian negoció el contrato con el señor Vittio y que os pagará en acciones de EasyWater. Esto último no parece gustarle mucho a Mark pero tampoco dice nada. 

Una vez terminada la gestión en el banco os dirigís a la oficina de correos para ver si el señor Vittio ha mandado ya los documentos. Y así es. Parece que César Vittio es un hombre de negocios aplicado. Tras comprobar vuestros datos os dan la carpeta con los documentos. Hay 10 empleados de I+D en EasyWater. Mark coge 5 y tu coges otros cinco. Tras esto, Mark te dice que comienza la vigilancia y que le llames si tienes cualquier problema o duda.

Las llaves de Mark están en un bol en el salón, no tardas mucho en encontrarlas y pones rumbo a por tus pertenencias. El tráfico es un asco a las 12 de la mañana pero hace un bonito día en Chicago. 

Mi humor no mejora en las siguientes horas y murmuro maldiciones durante todo el rato que tardo en encontrar el CD-ROM. Cuando al final lo encuentro y me siento delante del ordenador para encenderlo con el CD dentro ya he perdido prácticamente toda la mañana y todavía me faltan horas de trabajo. 

Aparto la mirada de la pantalla al darme cuenta de que Ian me habla y le hago un gesto con la mano, esforzándome para relajar mi expresión y esbozar una pequeña sonrisa. - Muy bien. Aquí estaré. - Respondo con resignación y sigo trabajando. 

En cuanto desaparece mis hombros se relajan un tanto y me doy cuenta de que llevaba todo el rato manteniendo una tensión constante por su presencia. Y no es sólo porque me haya visto fallar estrepitosamente en lo que se supone que es mi especialidad, también está el hecho de que no pueda sacarme de la cabeza la imagen de esta mañana cuando se quitó la toalla en medio del pasillo. Frunzo el ceño al descubrirlo y suspiro quedamente. Definitivamente necesito liberar tensión si voy a tener a Ian cerca todo el día. 

Estiro la mano para coger el teléfono y mando un SMS a Josh:

Ey, Josh. ¿Cómo va eso? ¿Te apetece cenar algún día esta semana?

Una vez enviado vuelvo a concentrarme en la pantalla y me enfrasco de nuevo en el trabajo.

Subo a mi habitación cargando con las maletas directamente del garaje, me ha llevado varias horas ir y venir. Las dejo sobre la cama y me dispongo a bajar, a la oficina, con la comida que he traído de un restaurante cercano, no me creo que estuviera Becky trabajando allí. Me paro un segundo y miro al cielo como recordando algo. Luego suspiro y continuo bajando las escaleras.

Entro por la puerta del despacho justo cuando marcan las 2, le dejo una bolsa de carton sobre la mesa en la mesa de Marion, por mucho que esté enfrascada, la flacucha come mucho, estará famélica.

-Una ensalada de plátano y pollo crujiente con salsa cesar, palitos de mozzarellla y- dejo un vaso de plástico cerrado por arriba- tu batido de chocomenta*

Le sonrío y doy un par de pasos para detrás. Le prefiero dejar sola para que termine su trabajo y no ser un agobio. Además , han sido los mejores 20 dólares que me he gastado nunca. Le guiño un ojo antes de girarme e irme al apartamento para desempaquetar mis cosas.

Parece que las cosas empiezan a marchar. A paso lento, pero por lo menos no ha vuelto a suceder ningún otro desastre. Al escuchar la puerta aparto la mirada de la pantalla para asomarme desde detrás de ella y al ver a Ian acercarse con una bolsa de papel lo miro sorprendida. ¿Ya es hora de comer? Miro el reloj de mi muñeca y me sorprendo al darme cuenta de que ya han pasado dos horas. 

Levanto la mirada hacia Ian y al escuchar lo que ha traído no puedo evitar sonreír de forma espontánea. - Vaya, Clark. Te has acordado... - Respondo, refiriéndome al batido, mi favorito desde que tengo uso de razón. Veo que se dispone a salir de la oficina y le hago un pequeño gesto de despedida con la mano antes de ponerme a trabajar de nuevo, cada vez de mejor humor.

llego a mi habitación y cierro la cortinas que las había abierto para que se aireara la habitación, pero sólo las descorro cuando no hay nadie. Abro las tres maletas sobre la cama y pongo los brazos en jarra satisfecho.

Cuelgo mis trajes en el armario, una docena de pantalones y otra docena de chaquetas, junto con las camisas y dos pares de zapatos italianos. Los coloco en su sitio. Mi pijama de calaveras también está ahí. Un neceser con todo lo que necesito, incluso mi colonia. Busco en los bolsillos de mi pantalones de golf. Ajá. doscientos dólares. Algo es algo. Menos mal que mi exmujer-pasó a buscarme estas cosas. Espero que todo vaya bien. Cuando termino de vaciar mis maletas, en el fondo hay una foto con un marco de mi hija. ¿Quien la habrá puesto ahí?

La cojo y le paso los dedos lentamente por el cristal, dudo un momento, pero al final la dejo de nuevo dentro de la maleta. Y esta debajo de la cama. Junto con las otras dos.

Voy a la cocina con mi bolsa de papel y la comida dentro. Que hambre.

Después de comer te sientas a ver las noticias. No parece que vaya a ser un día muy fructífero, pero la vida era así a veces  y por lo menos no tenías un grupo de rusos respirando en tu espalda. Parecía que podías estar algo tranquilo por una vez en mucho tiempo. 

El sofá es cómodo y enciendes la tele. El país parece enloquecer por momentos. Al parece ha habido, en varias ciudades entre las que está Chicago varias manifestaciones en contra de la guerra que han acabado con disturbios entre los ciudadanos. Son los primeros movimientos pacifistas que han aparecido desde que empezó la guerra. Tu has viajado y sabes perfectamente que en el resto del mundo la guerra ha generado un rechazo.. notable. 

No hay mucho más en las noticias. El deporte y los cotilleos plagan la parrilla. Más interesante parece lo que cuentan los periódicos. Ha habido varios robos en la ciudad, algunos cerca de vuestra casa. Por la noche hubo un tiroteo en Washington Park. Hay varios artículos de opinión sobre la bajada de la población blanca, parece preocupante y no han tardado varios políticos en utilizarlo. Las campaña electoral está a punto de arrancar y eso lo notas en los periódicos. Por otro lado puedes leer que los problemas entre las bandas han crecido y para ello la policía ha tenido que desplegar mas efectivos.

Mark y yo salimos de la oficina y bajamos hasta donde esta mi coche. Me toca conducir. Abro el seguro de la puerta y nos metemos dentro. Salgo a la calle marcha atrás y rectifico el rumbo, no sin antes sacar un chicle de la guantera. Miro a mi colega, pero éste niega con la cabeza. No parece querer un chicle. Me encojo de hombros y me pongo a conducir. Mi compañero coge su móvil y llama al señor Vittio. La conversación no dura mucho. Cuando cuelga, Mark me dice que debemos recoger unos papeles en una sucursal de correos en la calle North Dearborn donde nuestro contratante nos ha dejado información sobre los sospechosos.

Pero antes, para darle tiempo al señor Vittio, nos dirigimos al banco donde ingresaremos el dinero de la señora Halloway. Allí, cerca de la dirección que nos ha dado, sé de buena tinta que hay sucursales de nuestro banco, así que no hay problema.

El tráfico es lento y caótico. Es hora punta y no me sorprende. No me pongo nervioso. Sé la hora que es y lo que pasa en esta ciudad. No puedes dejar que los nervios te jodan. Me paro en los semáforos y me concentro en escuchar la radio. No hay más que malas noticias. En el semáforo, aprovecho para abrir la guantera y sacar una cinta. ACDC para el cuerpo. Las notas me hacen vibrar y me siento más feliz, ignorando la lentitud con la que avanzamos.

Por fin llegamos. Aparco y nos bajamos en dirección a la oficina del banco. La cola es larga, pero antes de darnos cuenta, con la charleta donde Mark me informa sobre Ian y nuestro trabajo, estamos ingresando el dinero en nuestra cuenta corriente. Levanto la ceja cuando Mark me confirma que nos pagarán en acciones. Me gusta el dinero contante y sonante. Gracias, Ian. Si sale mal le tendré que dar unas hostias.

Finalmente, vamos andando hasta la oficina de correos que queda a un par de cientos de metros de la oficina del banco, donde obtenemos la información que necesitamos. Diez sospechosos. Decidimos investigar cada uno a cinco de ellos. Le digo a Mark de volver al coche, pero niega con la cabeza, dice que usará el transporte público para volver a la oficina y coger su coche. Buena suerte. Le digo cuando menta el transporte público.

Vuelvo al coche con los informes de los cinco sospechosos. Debo estudiarlos a todos. Abro el primero de ellos de forma aleatoria. Jonathan Davis. Miro su informe. El señor Davis no vive lejos. Iré a investigar su casa, a ver qué encuentro.

Cuando termino de leer el periódico, giro la muñeca y miro la hora. Las 6 de la tarde. Me levanto del sofá, me lavo la cara y me bajo a la oficina para ver como va Marion. Nadie ha aparecido por casa, parece que se han liado pero bien, así que veo que hay mucha autonomía en esta oficina.

Antes de irme, cojo un yogur de fresa de la nevera y me lo bajo comiendo por las escaleras. Ahora si, con un traje azul cambiado, con camisa blanca debajo y bien entallado. El chándal lo dejé en la lavadora, lejos de mí.

Abro la puerta de la oficina y enciendo las luces, se había ido un poco de luz pero Marion seguiría infartada arreglando en el ordenador, y no se había dado ni cuenta. Me siento en frente de ella, subido a una mesa con los pies colgando, y balanceándolos como un niño pequeño.

-Son las seis- le informo antes de dar una cucharada al yogur- no ha venido nadie por casa y se me ha ocurrido una cosa- hago una pausa dramática buscando el efecto que ella levante la cabeza- vamos a cenar fuera, y llamamos a tu amiga la del periódico, para que venga con su novio- le apunto con la cuchara- parecerá que es una especie de cita doble, pero realmente vamos a investigar que tal es su novio, no te vayas a creer que me lo paso bien contigo- le guiño un ojo, seguida de mi blanca sonrisa.

Se me ocurrió antes, así podría matar dos pájaros de un tiro, ponerme al día con Marion y ayudar a su amiga. Además, no había nada mejor que hacer y yo duermo poco.

La luz al encenderse me saca de mi ensimismamiento frente a la pantalla y parpadeo, acostumbrada a la penumbra del fondo de la oficina en la que llevo sumergida varias horas. Sobre la mesa quedan algunos restos de la comida que me trajo Ian y al verlo le dedico una sonrisa mientras hago un gesto para que espere un momento.

Pulso teatralmente el último botón que completa mi trabajo. - Et voilà! - Digo mientras mi sonrisa se amplía. - He terminado. - Le informo, por si acaso no había comprendido mi expresión en francés. 

Escucho su oferta y me lo pienso durante un par de segundos. Suena a cita y no puedo permitirme cenar fuera cada día, pero él mismo ya se asegura de aclarar que no lo es y lo cierto es que después del día que llevo me hace falta algo así para evadirme un poco. Tras meditarlo, ladeo la cabeza y termino asintiendo. - De acuerdo. Me vendrá bien tomar un poco el aire. ¿Dónde quieres ir? - Pregunto. Y mientras espero la respuesta me estiro ostentosamente, colocando todos los músculos de mi espalda.

Contactar con Mcliher no es tarea difícil. La chica coge el móvil casi con el primer tono. Lo complicado es convencerla de que salga a cenar en una especie de cena de parejas... sin que una de ellas sea una pareja. Tras unos minutos al teléfono y otros minutos en lo que parece ella hablando con una tercera persona acaba aceptando y quedáis en el restaurante Girl & The Goat, un lugar de moda en los últimos tiempos y no muy caro. Su especialidad son las cenas. 

Marion coge las llaves de la moto y le entrega un casco a Ian, algo más rudimentario que el que usa ella  y os ponéis en marcha al restaurante pero antes de salir de la oficina recibís un mensaje de texto de Mark

Hemos conseguido la lista de empleados, procedemos a investigar. 

El mensaje es escueto. Mark no se desenvuelve muy bien con las nuevas tecnologías y realmente tampoco le gusta usarlas. 

No tardáis mucho en llegar al restaurante pues la ventaja de usar una moto es considerable y Marion conduce con bastante habilidad. Aparcar también es fácil pues la moto da facilidades. Sin duda la moto es un vehículo peculiar para esa ciudad y no muy usual de ver. Será por el tiempo, ya que muchas veces llueve.

Cuando llegáis al restaurante hay un hombre en la entrada que os pregunta cuantos sois y sin mayor problema os señala para que paséis y os conduzcan a una mesa de cuatro. Es un señor mayor respetuoso. 

El restaurante es una de las últimas sensaciones en Chicago. No muy caro, acogedor, con excelente comida y un trato impecable. Os sentáis en una mesa de cuatro y se ofrecen a traeros la bebida mientras esperáis. 

Jonathan Davis. Jon  Davis. Daniel Hegg. Amanda Defilippo. Elara Simonds.

Estos son los cinco nombres de tu lista. Elara Simonds por lo que puedes leer en los papeles del señor Vittio es la jefa del departamento de I+D. Por suerte para ti Jonathan, Jon y Amanda viven cerca. Elara y Daniel viven dispersos por la ciudad.

Procedes a investigar al primero de la lista Jonathan Davis. 

La verdad es que averiguas bastante sobre él. No es un hombre especialmente cuidadoso con su privacidad. Vive en una casa algo alejada del centro, con jardín y un perro. Das una vuelta por allí sin mayor complicación y ves a su mujer y a sus hijos. Parecen una familia feliz. No tardas en ver que tienen un coche y está ligeramente destartalado. Por lo que puedes averiguar preguntando sin llamar demasiado la atención, su mujer trabaja en un centro social cercano y sus hijos van al colegio público más cercano. Parece un hombre normal con una vida normal. 

Mientras te debates en qué hacer, si seguir investigando o cambiar de objetivo te crujen las tripas. Con esto del trabajo se te ha olvidado comer. Son las 16h y hay muchos restaurantes de comida rápida por la zona. 

Al llegar dejo el casco y la chupa en el ropero de la entrada y sigo al camarero hasta la mesa para dejarme caer en una silla desde la que se vea la puerta. Quiero ver la actitud del tipo ese que vendrá con Mcliher antes de que él nos vea a nosotros. Cómo camina, cómo entra en el local, esos pequeños detalles.

- Una tónica por favor. - Pido al camarero cuando pregunta por las bebidas. Y después me giro hacia Ian. - Bueno, ¿y cómo te ha ido el día?

El paseo en moto casi consigue arrugar mi traje. Tras bajarme y darle un par de golpes a los muslos con las manos para estirarlos un poco, le abro la puerta del local a Marion y entro detrás de ella.

El lugar está muy concurrido, tal como tenía entendido es un buen lugar para cenar. Ver caras conocidas de la ciudad y dejarnos ver también porqué no. Dejo mi casco junto con el de Marion a la entrada y me siento para comer. Soy todo un caballero y todavía ayudo a sentarse o me levanto si una señorita llega o se va de la mesa.

- Agua para mi, por favor- le pido mientras abro la carta y me pongo a ojear para saber que pedir cuando vengan nuestros acompañantes- pues ha sido un día muy fructífero, me ha llegado la ropa- me abro las solapas como enseñando el modelito- he quedado para mañana con el Sr. Vittio- la miro a los ojos con una medio sonrisa- y me ha dado tiempo para estar un rato por el piso, un día tranquilo, me ha gustado.

Sigo hablando aprovechando que estamos solos. Y estoy relajado.

-Ultimamente he tenido problemas, pero problemas con mayúsculas, trabajé para la gente equivocada y les debo dinero- Cojo un poco de pan y lo parto por la mitad, mientras añado- gente que me harían daño a mí o a las personas que me importan- lo dejo ahí de momento y me llevo un pan a la boca mientras sonrío, ya abiertamente- por eso un día tranquilo, es un buen día.

Mi humor ha mejorado considerablemente desde la mañana. Haber conseguido arreglar el ordenador desde luego ha contribuido a ello. Y el paseo con la moto sin duda también. Me inclino hacia atrás, apoyando la espalda en el respaldo de la silla mientras Ian habla y cuando termina tamborileo con las uñas sobre la mesa. No las llevo excesivamente largas, ni pintadas de color, tan sólo un toque discreto de brillo y finalmente busco la mirada de Ian con una sonrisa tranquila. 

- Vaya, pues me alegro de que te haya ido bien. - Respondo con sinceridad mientras un brillo curioso aparece en mis ojos. - ¿Y qué hiciste para deberle dinero a gente tan chunga, Clark? - De alguna manera o de otra todos los del grupo habíamos terminado metiéndonos en líos de bastante magnitud. Pero hasta ahora siempre había dado por hecho que Ian estaba en algún lugar siendo un hombre de éxito. 

- Yo también me metí en algunos líos, pero desde que empecé a vivir con Mark y montamos la empresa todo ha ido mejorando poco a poco. - Confieso, para incitarlo a continuar contándome más. Durante los primeros meses había echado de menos mi anterior trabajo, mi casa, a Nate... Pero la frustración se había ido convirtiendo en resignación y al final hasta había empezado a disfrutar mi nueva vida. Todo era más desenfadado y natural. Menos artificial. Y haber recuperado el ordenador que había tenido que empeñar era la última prueba de que todo iba mejorando día tras día. Mi sonrisa se amplió al pensar en ello.

Miro un poco hacia los lados antes de hablar, que no haya nadie escuchando, se de buena tinta que los camareros oyen más de lo que parece. Además así le doy un aura de misterio al tardar en responder, aunque temo que mis respuesta sólo trae más preguntas.

-Es más sencillo de lo que parece, yo se los pedí, necesitaba ese dinero-me encojo de hombros- después me tuve que marchar apresuradamente a la otra punta del mundo, cuando volví, ya se les había acabado la paciencia, así que me fui de New York con lo puesto- me estiro y pongo mi mano sobre la de ella- vine a Chicago... buscándote a ti.- tras un segundo serio, sonrío ampliamente confirmando que lo último era una broma para quitarle hierro a mi triste historia.

-¿En que líos te has metido tú?- le pregunto torciendo la cabeza, parece que todos tenemos cierta complicidad. ¿Y si todo pasa por algo en esta vida? quien sabe...