Partida Rol por web

Escucháis que llaman a la puerta. Los golpes de nudillos son los de vuestro código secreto. Escucháis con atención a la secuencia final. Es la identificación de Luke. 

Antes de que me de tiempo de salir de la cocina, o Mark pudiera responderme unos nudillos golpean la puerta. Miro el reloj de la cocina. - Joder, ¿todo el mundo madruga hoy o qué? - Reconozco el toque de Luke y me giro hacia Mark. - Ya abro yo, ve a ducharte si quieres.

Sin embargo, antes de ir hacia la puerta paso por el salón, dejo el café de Ian sobre la mesa, lo cojo del hombro y lo sacudo con firmeza. - Eh, Clark. Ya es hora de levantarse. 

Me dirijo entonces sí hacia la puerta y abro con una sonrisa divertida. - ¿Qué pasa, Luke? ¿Tanto nos echas de menos?

La puerta se abre y Marion me recibe con su pelo alborotado de estar recién levantada. Miro hacia abajo sin bajar la cabeza y de forma veloz, como un analista. La informática del grupo va vestida con un camiseta que le deja un hombro al aire y unos pantalones deportivos ambos en tonos grises.

Hola, Marion. Digo pasando antes de que me invite a entrar. No es una entrada descortés, pero ya se sabe: donde hay confianza, da asco. No veo a Mark y no reconozco los pies que asoman desde mi posición.

Ninguna recriminación por no haber aparecido el día anterior. Me parece raro. Aún con todo, decido tomar la delantera y me disculpo: Siento no haber podido venir ayer. Digamos que algunos asuntos me retuvieron. Bueno, eso y el horrible atasco que me comí ayer... Por un segundo, la ira del día anterior aflora con mis palabras en mi interior, pero me sosiego igualmente rápido. ¿Hicistéis algo? ¿Debo saber algo? Las preguntas salen disparadas de mi boca como balas. Recién despierta, espero que Marion no pueda evitarlas y me conteste.

- Uff, un montón de cosas. Tenemos dos casos nuevos. - Respondo, cerrando la puerta detrás de él. - ¿Quieres un café? Está recién hecho. - Ofrezco mientras voy hacia el salón y me dejo caer en un sillón con la taza en la mano. Hasta hace unos días vivía en esta casa así que doy por hecho que si lo quiere lo cogerá el mismo de la cocina. - ¡Ah! Por cierto, Ian ha vuelto. Se va a quedar tu habitación. - Señalo al susodicho que se encuentra tirado en el sofá boca abajo, vestido con un traje sucio y arrugado y con una manta por encima. - Y quiere ser socio de la empresa. 

Miro durante un instante a Ian y levanto un poco la voz para despertarlo. - ¡Clark! ¡Arriba! - Me encojo de hombros y una media sonrisa se instala en mis labios. - No veas el pedal que se cogió anoche después de la cena con el tipo ese. ¿No prefieres esperar a que se levante Heinz y os lo contamos todo a los dos a la vez? Él tampoco pudo venir.

¿Dos casos? Eso es excelente. Digo con una ligera sonrisa en la cara. Pese a mi fama de serio, no soy de piedra, joder. Cuando me hablan de Ian hago memoria hasta que caígo en quién es. Maldito cabrón. Jajaja.

Me acerco al sofa y le doy un cariñoso puntapié a Ian mientras no puede defenderse, presa de la horrible resaca. Sé lo que se siente. No hace mucho estábamos así. Por suerte para Marion, ella estaba fuera de la ciudad y no asistió a tan bochornoso espectáculo.

Esta piltrafa - digo de forma cariñosa - puede quedarse con mi habitación si quiere. No la voy a necesitar. Respiro hondo antes de continuar, como pensando mi siguiente frase con detenimiento. Respecto a lo de ser socio. ¿Para qué quiere el gran triunfador gastar sus dólares en nosotros? ¿Ya no sabes en qué gastar el dinero, niño rico? Me burlo de él, pero con cariño. Hace años que no le veo, pero siempre me ha caído bien. Ian no es tan estirado barra cerebrito como los otros. No porque tengamos el cerebro vacío, ni mucho menos, pero nos gustaba usarlo en cosas más... creativas diría yo.

Esperemos a Heinz. Sentencio antes de quedarme disfrutando del dolor de Ian. Ver la desgracia en los demás siempre es divertido. Pienso no sin divertida maldad. El día ha amanecido soleado en sus vidas. Las cosas parecen ir bien. Esperemos que no se chafen.

Giro 90 grados la cabeza, como estaba mirando para dentro del sillón, ahora me quedo con la cabeza directamente contra el cojín que usaba de almohada. Por lo menos así huyo de la claridad. Me da la sensación que me he acostado hace cinco minutos.

-mmmommmm ddddjjjmmmm ddmmmmmrrr- Doy débiles puñetazos, al aire, intentando llegar hasta quien me está dando puntapies-.

Tengo la boca pastosa, llevo oyendo varias voces, la de mis compañeros, pero no tengo fuerzas para responder, es más cómodo quedarme donde estoy. Pero tras zarandeo, gritos y puntapies, me parece que se me ha acabado el tiempo de descanso.

Giro otros 90 grados la cabeza y ya por fin, poco a poco abro un ojo, y se me ve media sonrisa, la mitad de la boca sigue tapada. Al fin veo quien me está zurrando.

-Déjame dormir, antes que te golpee con mi cartera- le respondo a Luke con socarronería, me incorporo lentamente con las manos en la sien- ¿huelo café?- demando con los ojos entornados por la claridad.

Me miro como estoy vestido y estoy a punto de echarme a llorar. Mi traje. Mi único traje. Miro con odio, teatral, buscando a la culpable...

Subo las piernas al sillón para sentarme a lo indio mientras Luke le da puntapiés a Ian y no puedo evitar soltar una carcajada con lo que dice. - Bueno, ya te contará él los detalles. Pero está un poco en la ruina. - Explico antes de dar un trago largo de mi café. 

Cuando por fin Ian se incorpora le hago un gesto hacia la taza que hay sobre la mesa. - Café, sí. Ese es para ti. - Enarco una ceja al ver su mirada acusatoria tras mirarse el traje y me encojo de hombros cuando me mira. - No irás a culparme a mí de que te arrastraras por el suelo del garaje como una oruga, ¿no? - Vuelvo a reír al recordar la imagen de la noche anterior y durante un momento mi sonrisa se vuelve maliciosa. - Pero no te preocupes, Clark. Creo que Mark te dejará un chándal cuando salga de la ducha. 

Salgo de la ducha y no me sorprende encontrar mi casa llena de gente.

Una toalla me cubre de cintura para abajo y el cepillo de dientes sobresale de mi boca.

Wens días Luke -digo al pasar. Saludo con la cabeza a Marion y sonrío a Ian -bela dugmiente

Entro en mi habitación y tras un rato salgo con un pijama de franela viejo. Me encanta el tacto de la franela en mi piel limpita. Voy al baño y dejo la toalla y el cepillo de dientes.

Seguid seguid a vuestro royo. Yo salgo ahora -digo camino de la habitación.

Al poco salgo con una sonrisa triunfal en la cara. Mira Ian. ¿Te gusta?

Un traje nuevecito adorna mi cuerpo. Y sin ningún tipo de socarronería o recochineo le regalo a ian un baile. Creo que el rito de apareamiento de alguna tribu Massai.

Cojo la taza de café de la mesilla de noche. Tengo una punzada en el ojo izquierdo, nada que no se quite en un par de horas y unas aspirinas. Soplo un poco, porque todavía está caliente. cojonudo. Miro a Marion con dureza fingida.

-Tú tienes toda la culpa- se me ocurre una salida- si hubiera ido delante, no habría acabado en el fondo del coche- le guiño un ojo completamente de acuerdo conmigo mismo.

Me siento hacia detrás en el sillón y cruzo las piernas, buscando una posición cómoda.

- Y que conste que mi situación actual es transitoria, y de ninguna manera me voy a poner un chandal- levanto una ceja y le doy un sorbo al café. Coño el azucar. Disimulo- antes te veré a ti con traje, una diadema y una banda que ponga Miss Culo plano.

Cuando llega Mark con un traje muy resultón y se pone a bailar, está claro que no ha mejorado en ese aspecto, aunque un buen traje siempre queda mejor. Me levanto y doy un aplauso, mientras sonrío.

-!Si señor!, un poco de clase, míralo- Me quito la chaqueta y la corbata, y me empiezo a abrir el chaleco para unirme al baile con más facilidad de movimientos- La elegancia ha llegado a la oficina, oe, oe.

Sonrío más ufano que nunca. Estabamos la vieja guardia toda reunida. El sol brillaba en el cielo. Nada podía salir mal hoy.

Ni en adelante.

Abrazo a Ian, intentando asimilar que era cierto que estaba alli, con nosotros. Todavía me dolía lo de las acciones. Pero confiaba en él.

Baila *hermano* baila. ¡Tiembla Chicago! Los *amigos* estamos juntos de nuevo.

Cuando mis puntapiés surten efecto, la cara (o quizás debiera decir máscara del horror) de Ian se gira hacia mi y me amenaza con una socarrona frase. Sonrío divertido por el contraste entre su frase de niño rico y su estado actual. Me aparto del sofá y me dirijo hacia la cafetera donde me sirvo un café. Mientras, Marion me explica que el niño rico se ha quedado en la ruina, cosa que me sorprende, pero nada en mi cara lo hace notar. Los entrenamientos de un Boina Verde nos hace parecer estatuas para recibir cualquier notica.

El café despierta mis sentidos. Su intenso sabor, es algo que no consigues encontrar en el país. En la oficina se hace un café que aquí llamarían europeo. Como lo hemos tomado todos los que hemos vivido en Europa alguna vez. Un café fuerte, intenso, lleno de sabor y de aroma. Obviamente, el café nacional parece aguado tras acostumbrarse a esto. Pero lo consideramos nuestro pequeño regalo del día.

Mark sale del baño y me saludo. Le devuelvo el saludo con un gesto de la cabeza. Tras esto, desaparece para vestirse. Cuando sale no parece él. ¿Un traje? ¿Mark? Bueno, lo cierto es que no le queda mal. Un buen traje siempre queda bien y eso se nota.

Ian y el se funden en un extraño baile, más propio de una tribu de salvajes que de gente civilizada. Pero al menos la moral del equipo parece alta, que es lo importante. Me mantengo en silencio, esperando a que Heinz aparezca y me pongan al día. Estoy ansioso por volver al trabajo.

Estoy a punto de responder a Ian algo sobre su culo cuando Mark hace una entrada triunfal con un traje que le queda como un guante. - ¿Pero qué...? - Parpadeo asombrada y luego suelto una carcajada cuando empieza a bailar con Ian. 

Negando con la cabeza me termino el café y me levanto, todavía con la risa bailando en los labios. - Voy a ducharme y de camino miro a ver si Heinz está despierto.

Me dirijo al baño que Mark amablemente me cedió cuando llegué al piso, pero antes de llegar me detengo en la puerta de Heinz y llamo. - Heinz. Soy Marion. Están aquí todos y vamos a hablar de los casos. 

Cuando llamas escuchas ruido dentro y poco después se entreabre la puerta un poco y ves la cara de Heinz que se sube las ganas de la nariz con uno de sus aguileños dedos. - Está bien - dice y vuelve a cerrar la puerta.
Tras varios segundos de ruidos en su cuarto la puerta se abre de nuevo y sale Heinz a la pata coja mientras se ata un zapato. Cuando lo consigue cierra la puerta. Va vestido con unos pantalones marrones y una camisa verde. Se estira la camisa y se dirige a la cocina. Bebe café. Os mira.
- Buenos días - dice levantan una mano - ¿Alguien quiere tortitas? - pregunta y en su rostro se dibuja una sonrisa lobuna.

Esa sonrisa no me gustó nada en el rostro de Heinz, pero lo cierto es que varias veces por semana comía alimentos que sabía habían sido tratados por Heinz y nunca me había pasado nada.

¿Estas me van a hacer más rápido o más listo? -pregunto a Heinz mientras me acerco a la cocina. ¿No? ¿Al menos me quitarán el hambre? Por que me comía un ñu ahora mismo.

Ve haciendo hombre que ya las reparto yo -me agacho a coger el sirope de arce, abro la tapa y lo huelo. Olía a sirope lo que no quería decir que lo fuese ¿Vas a hacerlas con formas de animales? Lo cierto es que no sabía como lo hacía el condenado pero trabajaba la masa de tortias de forma envidiable.

Dos casos Luke, uno hay que concretarlo, el Señor Camus. Elbert Camus. Marion te pondrá al día. Ella es la que ha hablado con los clientes.

Vierto una gota de sirope en el dorso de mi mano y me la  llevo a la boca. Sabía a sirope, pero tampoco significaba que sólo fuese sirope.

Ayer nos reunimos con el otro cliente. El señor Vittio, directivo de la compañía Easywater, parece que una macrocorporacion llamada hydronet o algo así le ha arrebatado un jugoso contrato. Sospecha que tras un golpe de espionaje. Buscamos un topo dentro de la empresa o alguna forma por la cual los de hydronet se hicieron con la información.

Yo voy a seguir a los miembros de I+D de la compañia, hasta que aprenda todos sus movimientos y costumbres. Buscaré anomalías o lo que sea. Podrías echare una mano -sugiero -Repartirnos un poco la lista y acabamos antes.

Marion va a comprobar sus cuentas.

Me encojo de hombros. Poco más podía decir sin entrar en detalles farragosos.

Y bueno... cuentanos ¿Qué hiciste ayer? Te estuvimos esperando

Con Heinz en la sala ya estamos todos. Me da miedo ese hombre. Nunca sabes qué le pasa por la cabeza. Menos mal que he desayunado, porque después de la última experiencia con drogas del doctor, casi prefiero no acercarme a cualquier comida o bebida en la que haya estado involucrado mientras sea consciente de ello. Es buen tío, pero se le va demasiado la cabeza.

Mark es quien me pone al día. Dos contratos suena genial. Bueno, al menos uno está confirmado y es lo que interesa; si el otro se confirma, miel sobre hojuelas. Dinero fresco. Es lo que necesitamos para quitarnos las deudas y es lo que vamos a hacer.

Ya sabes, Mark, que lo que necesites. ¿Qué queréis que haga? Aquí cada uno aporta con lo que sabe, por lo que al final el reparto de las tareas es bastante adecuado para las habilidades de cada uno.

La pregunta inevitable llega cuando menos me lo espero. ¿Qué qué hice? Hincharme a follar, pero eso no te lo voy a decir, mamón.

Estuve haciendo varios encargos con los que me lió Katrina. En especial recogiendo a su hermana en el aeropuerto. La verdad es que con el tráfico que hubo ayer por el accidente no hubiese llegado a tiempo de todas formas. Siento no haber llamado. Me disculpo de forma sincera. Tampoco quiero hablar más de ello. La verdad es que no ha estado demasiado bien por mi parte, pero Katrina necesitaba de mi...

Después de la respuesta de Heinz continúo mi camino hacia el baño. Enciendo el agua caliente y voy a mi cuarto a por ropa. Normalmente no tengo problemas para salir envuelta en la toalla en el corto trayecto hasta mi cuarto, pero con Ian en casa prefiero salir ya vestida. Mi intención es ducharme rápidamente pues ahora que estamos todos lo más probable es que tengamos que poner bastantes cosas en común. Pero al final termino liándome y entreteniéndome lavándome el pelo. Unos veinte minutos después salgo vestida con unos vaqueros negros, una blusa blanca y botas negras con un poco de tacón. El pelo todavía sigue un poco húmedo y lo dejo suelto para que termine de secarse. 

Al llegar y ver que Heinz está haciendo tortitas me acerco a la cocina. - Yo me apunto a esas tortitas, voy a preparar más café. - Desde allí sigo escuchando la conversación entre los chicos mientras vuelvo a poner la cafetera en el fuego. - Alguno tendría que ir al banco a ingresar el dinero de la señora Halloway, puedo ir yo si vosotros no queréis. Y luego me gustaría trabajar un rato, quiero investigar un poco más a los clientes. También tendríamos que llamar a Vittio para pedirle la lista de integrantes de ese departamento, para que podamos ponernos en marcha de verdad. ¿Te encargas tú, Clark? Con el señor Camus hemos quedado el Domingo.

Tras estar un rato bailando con Mark y riéndonos todos, cojo mi chaqueta que estaba sobre el sofá, los zapatos con la otra mano y me voy a mi cuarto en lo que ponen al día a Luke. Al pasar por la cocina le choco la mano al loco de Heinz.

-Heinz- le digo un segundo antes de chocársela- guardame una- y unos pasos más allá- y deberías hacer algo con ese pelo, amigo.

Pongo los ojos en blanco y me meto en el baño para ducharme.

Al rato salgo con la toalla de manos envuelta a la cintura, me queda realmente pequeña. No quiero coger ninguna toalla de las grandes hasta saber si hay alguna de sobra.

- Chicos, que toalla puedo coger, hay de sobras pero no se de quien es cada una.-Esta vez no me equivoco de colonia, ya que me duche en la de los chicos esta vez.

Veo salir a Marión del baño con, como no, pantalón. Voy de camino a su baño.

-¿Tienes alguna crema hidratante?- me miro hacia abajo, más allá de la diminuta toalla- tengo las rodillas secas- le sonrío.

Al ver a Ian aparecer con esa minitoalla que apenas tapa lo que debe no puedo evitar que se me vayan los ojos y hacerle un repaso completo. - Joder... - Está tremendo, la verdad, eso es innegable. Y ni siquiera yo soy de piedra. Nate pasa por mi mente durante un instante, pero lo aparto rápidamente. Lo que menos me conviene es seguir pensando en él. Levanto rápidamente la mirada cuando Ian habla al darme cuenta de que se dirige a mí y asiento con la cabeza. - Sí, en el armario que hay al lado del espejo, en el estante de arriba. - Y ponte algo por todos los dioses. - No puedo evitar pensar, mientras enarco las cejas y me esfuerzo en dirigir mi atención a la cafetera de nuevo.

Me quito el traje y lo dejo sobre el lavabo, una vez cierro la tapa. No estoy tan alegre como esba fuera, aquí en la soledad puedo relajarme un poco más y quitarme la máscara de despreocupado.

Me quito el resto de la ropa, con fastidio, mi traje está arrugado y manchado en varios sitios. No mucho pero bajo mi mirada crítica, niego con la cabeza y los dejo bien doblados sobre la chaqueta. De donde sacaré el dinero para la lavandería. En mi cartera sigo con ese billete de 20 dólares, lo que me separaba de estar obligado a volver a casa de mi padre.

Mientras me quito la camisa pienso en mi plan de emergencia, si no me llega la ropa, voy a tener que rebajarme a ir a ver al Sr Clark. Pero no quiero, me va a mirar con esa cara de condescendencia.

Me meto en la ducha, el agua caliente recorre todo mi cuerpo y me relaja. No tengo nada que ponerme para cuando salga de la ducha. ¿que tengo? ¿hay alguien que echa de menos? he perdido, mi coche, mi moto, mi piso, ¿que tengo ahora? si no tengo nada ¿Quien soy?. Si no juego al tenis, no vivo en suittes de hoteles. ¿Quien soy? Si no bebo Macallan, si no visto bien. ¿Que me queda?. Miro hacia arriba para que el agua de directamente en mi cara. ¿Y si no hay nada más? ¿y si no soy nada más?. El agua me golpea con fuerza la cara y didimula mis lágrimas que corren por mis mejillas.

Me quedo un rato dentro de la ducha, con pequeños sollozos, cuando salga volveré a ponerme la máscara...

Al pasar al lado de ella le contesto.

-Gracias- le digo y le lanzo la toalla a la cara, antes de meterme, desnudo en su baño, devolviéndole las dos veces que me ha dejado mirándole el culo.

Al rato, cuando oigo mi nombre, saco la cabeza del baño con una toalla envuelta en el pelo y un cepillo de dientes morado en la boca.

-Shin probemash- pongo un pulgar el alto y sonrío babeando pasta- io iamo.

Pretendo quedarme todo el día en casa, o en el trabajo. Iré llamando a correos para ver si ha llegado mis paquetes.