Partida Rol por web

Mark te entrega la dirección y se mete en el coche para pisar el acelerador. Tanto Mark como Heiz parecían contentos de haberos encontrado.

No has dejado tu bici muy lejos.

Le das la dirección del local y te metes en el coche con Heinz. Está raro, parece más paranoico que ayer.... y mucho menos que antes de ayer. 

- Mark... pasemos por casa, hay unas cosas de las que tengo que asegurarme... 

Asiento a sus palabras y conduzco con cuidado camino de casa. Una vez que lo dejo y me aseguro que estará bien parto en dirección a la oficina.

Me monto en mi bicicleta que tengo apoyada en una farola cercana. Increíble todavía se puede aparcar en esta ciudad cinco minutos si que te la roben. Me monto en ella y después de unas pocos metros, con disimulo me paro en una parada de autobuses y confirmo donde está la dirección, hace mucho que no vengo y no me acuerdo muy bien.

Una vez sigo con el dedo la ruta, doy la vuelta, iba en dirección contrario y pedaleo hacia mi destino. Un agencia de detectives con mis viejos amigos del instituto. Es imposible que no sonría, la idea si no fuera real, me parecería que me están contando un chiste. ¿Como será mi función en esa agencia? me gustaría hacerme cargo de las entrevistas, por supuesto de las ruedas de prensa una vez tengamos casos importantes. ¿Me pagarán un sueldo o me harán socio? casi seguro que aceptaría un sueldo de 1200 al mes y seguro dental.

Meneo la cabeza con frustración, pero si con eso no me llega para nada, necesito ser socio y poder pagar lo que debo, la mafia no me dejará en paz. Una estruendosa bocina me saca de mis pensamientos.

-¡Mira por donde vas tú, que la calle no es tuya!- le respondo y cojo un rato por la acera que hay pocos transeuntes por esta zona.

Hago un repaso mental de lo que llevo encima, un par de paquetes de chicles, nunca se sabe cuando vas a besar a alguien, una cartera con mi carnet de conducir, una foto de mi hija, 25 dólares, el ticket para sacar mi moto del depósito y algo de dinero suelto. Y con eso, tengo los santos cojones de decir que con ese sueldo no me da para nada.

¿Sabes que maldito estúpido? puede que la suerte por fin te sonría y estés tan poco acostumbrado que no te estas dando ni cuenta. Que le debo dinero a la усская мафия, (Russkaya mafiya), pues ya se lo daré que se jodan, ese dinero lo necesitaba y lo volvería a usar. Mi mano va instintivamente a mi cartera. A una foto arrugada y vieja, de una niña sonriendo en una silla de ruedas...

Sonrío un poco y me pongo a silbar, cojo una flor de una floristería y la chica a punto de gritarme, le mando un guiño como pago. Ella parece satisfecha y yo también.

Tu vida ha cambiado en los últimos meses. Tras unos años de caída casi en picado parecía que la cosa iba remontando. Habéis resuelto casos en la ciudad, ganándoos cierta reputación. Incluso Luke pudo pagar las deudas de su apartamento y recuperarlo. Desde hace un mes que se fue de nuevo a vivir a su apartamento... antes estaba embargado. Eso ha hecho que el pago del alquiler entre Mark y Heinz haya subido un poco. Mark ha podido re-comprar su coche embargado , Heinz.. bueno, ha adquirido nuevos instrumentos para su laboratorio pequeño y tu has podido recuperar parte de los aparatos electrónicos que tenías antes de tener que empeñarlos para que os dieran el crédito del local.

El sol entra por la ventana y te golpea la cara. Las botellas y los diversos restos de comida por el salón-cocina son las pruebas de la noche que habéis dejado atrás. Las conversaciones se mezclan en tu cabeza y los hechos se distorsionan. 

No recuerdas bien cómo os habéis llegado a quedar dormidos en el sofá.. en el suelo.. y te duele la cabeza considerablemente. Llevas la misma ropa que tenías por la tarde del día anterior.

Te vas desperezando poco a poco mientras la cabeza te da vueltas.. la luz del sol incomoda, pero no parece que sea muy entrada la mañana. La noche anterior, tras hablar con la señora Halloway y corroborar que os iban a pagar vuestra primera suma de 5 cifras os fuisteis a celebrarlo y acabasteis bebiendo en casa hasta no sabes que hora. 

Teníais un compromiso con la señora Halloway a las 12.30 , llevarle todas las evidencias de las infidelidades de su marido a su casa y cobrar por el trabajo realizado.

Es pronto todavía, los dos hombres con los que vives están acurrucados en el sofá, apestando a alcohol, en un profundo sueño. Luke, que ayer se quedó con vosotros duerme en el suelo agarrado a un cojín. También parece estar en un sueño de lo más profundo. 

Te levantas y miras en tu ordenador recién recuperado. Tienes un email. Es de la periodista Anna Mcliher. Investigando un tema de fraude de seguros os la cruzasteis en el camino. Ella había oído rumores de estafa y se había lanzado libreta en mano a investigar. Os dio los datos que necesitabais para aclarar el asunto y llegar al estafador. A cambio ella consiguió un exclusiva muy jugosa. Desde entonces estáis en contacto. 

El mensaje es muy escueto. Te cita a las 12 de la mañana en una de las cafeterías Starbucks de la zona sur, algo lejos de donde estáis ahora. Miras la caja de pruebas para entregar a la Señora Halloway... seguro que pueden hacerlo solos. Son las 10 de la mañana.

Llegáis a la vez al local, Mark aparca su coche y se baja de él  mientras que Ian apoya su bici en una farola. El tráfico era abundante y habéis tardado un poco más de lo esperado. No hay rastro de Heinz. 

Mark abre la puerta de la oficina con la llave.

El local está vacío. Mark se da cuenta rápidamente de que hay un mensaje en el contestador. La luz roja parpadea.

Adelante *amigo* -digo mientras me dirijo a la caja de fusibles y enciendo las luces.

Este es el local -digo ignorando el piloto del telefono que indica que hay mensaje. Le muestro el lugar. Las mesas de trabajo y las plazas de aparcamiento y las salas que usamos para almacenar pruebas y material vario.

Hay cuatro escritorios, aunque el único que está ocupado casi siempre es el del ordenador. Ese es el lugar de trabajo de Marion. Los clientes que visitan nuestra oficina la confunden por la secretaria. No les sacamos de su error. Es mejor que no sepan lo lista que es. *Da miedo* -sonrío.

La agencia no es que de mucho dinero, pero nos mantiene a flote. Bien podría ser tu fuente de ingresos siempre que consigas nuevos clientes. Esto debería hablarlo con el resto del equipo... pero creo que encajarás bien. Le tiendo la mano ¿Socios? amigo...

Luego escucho el mensaje del contestador.

Estoy atando la bici, cuando veo que tienen un garaje con dos plazas, así que meto mi bici dentro. Mejor todavía. Subo las escaleras sin muchas espectativas, mientras estoy pensando en la zona y como está comunicada.

Al entrar en la oficina no me desagrada en absoluto. Tiene mucho potencial, falta la cafetera, inadmisible. Me meto las manos en los bolsillos mientras doy un corto paseo hasta la mesa que me indica Mark. Sonrío mientras me cuenta como van las cosas por ahí, paso un dedo por el respaldo de la silla y asiento conforme con mi viejo amigo.

Vuelvo hacia él saco una mano del bolsillo y se la estrecho.

- Socios, si el resto también está de acuerdo- esperaré un poco para decirle que no tengo ni donde dormir. También me intereso por el contestador para ver si que nos cuenta- ¿Donde tienes la cafetera? AL final que quedé sin mi segundo café...

Me alegra escuchar la respuesta de Ian.

No tenemos cafetera. Pero es que apenas hacemos trabajo de oficina. Y justo en frente. A veinte metros, todas las mañanas, hasta las 12:00 aparca esto.

Hace el mejor expreso de la ciudad... Y conozco sus horarios y los lugares donde aparca -le guiño complice. Soy un gran fan del café.

Tu... vehiculo, puedes guardarlo en el interior de la oficina. En una de las salas de almacenaje.

¿Dónde estás alojado?

Animaté hombre -golpeo su hombro con camaradería -¡Como en los viejos tiempos!

El mensaje que Mark ha activado comienza a sonar. La voz suena ligeramente artificial aunque se puede deducir que es de un hombre y parece ligeramente apurada. 

Una lástima que no hayáis estado cuando he llamado. Pero no puedo esperar. Restaurante Riccardo Trattoria. A las 20h. César Vittio.

Me estiro el traje para que se me pegue bien en el cuerpo en una acción refleja que tengo, cuando estoy incómodo.

-Estoy, err... batajando opciones - carraspeo- pero todavía no tengo donde quedarme, me jodería bastante ir a casa de mi padre, hace años que no hablamos, ya lo conoces.

Le doy una palmada en el hombro. 

Sonrío y le digo.

- Creo que nos da tiempo a tomar  un café antes de ir a ese restaurante. Envío un sms a Luke y a Marion "tenemos trabajo. César Vittio. Restaurante Riccardo Trattoria. A las 19.30"

Y por el sitio no te preocupes, en casa hay sitio para uno más... y nos vendrán bien ayuda con la hipoteca

Le vuelvo el golpe en el hombro, amistosamente.

-Parece que he llagado en buen momento- refiriéndome a la cita- me gustaría darme una ducha antes. La bici es todo mi equipaje. El resto me lo envié por Fedex, a un apartado de correos- miro mi reloj pensando si me da tiempo de esa ducha-espero que me llegue mañana como tarde.

-Gracias por el ofrecimiento, lo acepto encantado- Sonrío con mi perfecta dentadura.

Vivimos arriba. Por si quieres echar un ojo a la habitación y pegarte una ducha. Hay toallas de sobra. Heinz tiene... manías.

Fue una punzada de dolor en la cabeza lo que me despertó aquella mañana. Con una mueca de dolor me llevé una mano a la cabeza, todavía con los ojos cerrados, mientras poco a poco iba recuperando la consciencia. El salón apestaba a alcohol y a sudor y notaba la garganta reseca y la lengua pastosa. Lo que viene llamándose una buena resaca, sí señor. Carraspeé y de nuevo mis labios se crisparon. ¿Había estado fumando? La verdad era que no lo recordaba, pero las molestias que sentía en la garganta parecían indicar que sí, que había vuelto a caer en la tentación una vez más. 

Me moví y me di cuenta de que me dolía todo el cuerpo. No era de extrañar teniendo en cuenta que me había quedado dormida en el suelo, medio apoyada sobre el sofá en una postura tan extraña como incómoda. Con un gemido sordo abrí los ojos y los paseé por el salón. - Joder. Está todo hecho una mierda. - Pensé mientras estiraba los brazos para desperezarme y escuchaba mi espalda crujir. 

Me puse en pie lentamente y ver a Mark, Heinz y Luke dormidos de cualquier forma por el salón me sacó una sonrisilla divertida al recordar los brindis de la noche anterior. - Por los buenos tiempos. ¿Cuánto hacía que no nos corríamos una juerga así, joder? ¿Seis años? ¿Diez? - Mi sonrisa se vio interrumpida por una nueva punzada en la cabeza. - Vale, primero un analgésico y luego una ducha. 

Fui a la cocina y saqué un blíster de aspirinas de la nevera. Me metí dos en la boca y me serví un vaso de zumo de naranja que me bebí de un trago. Mi garganta dolorida y mi estómago protestaron por ello pero con una nueva mueca los ignoré. Tenía intención de ir directamente al baño, pero al volver a pasar por el salón vi mi ordenador personal y una sonrisa apareció en mis labios. Lo había echado realmente de menos, vaya que sí. Durante el tiempo que había estado empeñado en un prestamista me había sentido como si me faltase algo, una parte de mí. - Pero ya estamos otra vez juntos, pequeño. - Susurré en su dirección, tratando de no despertar a mis amigos. Tenía la costumbre de hablar con mi ordenador cuando trabajaba con él. Nate siempre se había reído de mí por ello, me llamaba su pequeña geek y me acariciaba el pelo. Mi ceño se frunció al recordar a mi ex-novio, del que no había vuelto a saber nada desde hacía más de un año y resoplé mientras metía la clave de mi sesión de usuario en el ordenador. Como si necesitase para algo a un niñato que sólo sabía vivir del cuento de su cara bonita. Si quería echar un polvo podía conseguirlo fácilmente. Y para lo demás tenía a mis amigos, y en realidad no necesitaba a nadie más que a mí misma. 

Esperé pacientemente a que el módem dejase de emitir sonidos extraños y se conectase a la red y con la misma paciencia esperé a que cargase el navegador. Era un equipo potente, pero la señal no era tan buena como la que tenían en IBM, eso seguro. Leí el e-mail y un brillo de curiosidad apareció en mis ojos que se desviaron por un instante al reloj de la esquina inferior del monitor y después a la caja con pruebas que había sobre la mesa. Lo cierto era que yo quería asistir a la reunión con la señora Halloway. Aunque sólo fuese porque mis amigos probablemente pasarían por alto mi parte del trabajo en el caso a la hora de contarle cómo había ido. Me gustaba asegurarme de que los clientes sabían que yo era necesaria para algo más que para poner una cara bonita a la empresa. En ocasiones me tomaban por la secretaria del equipo y había pocas cosas que me jodieran más. Pero por otra parte, asistir a la reunión con Anna Mcliher llamaba poderosamente mi atención. Y además así luego tendría algo que contarle a los chicos. 

Mis labios se estiraron en una sonrisa divertida mientras terminaba de decidirme. Aunque si quería llegar a tiempo tendría que darme prisa. Aún yendo en moto el Starbucks de la cita estaba lejos. Apagué el ordenador y me dirigí al baño a toda velocidad con la intención de darme una ducha rápida. Aunque a pesar de esa idea terminé entreteniéndome lavándome el pelo, unos quince minutos después salí del baño sintiéndome como una rosa. Los analgésicos habían hecho su trabajo y la ducha me había despejado. El buen humor de la noche anterior había vuelto y me sentía eufórica al ver que las cosas empezaban a ir bien una vez más. 

Llevaba los cabellos recogidos cuidadosamente para que no se despeinaran demasiado con el casco y una blusa de color verde oscuro que sentaba bastante bien con mis ojos, maquillados de forma muy leve. Vaqueros negros y zapatos con un poco de tacón. 

Antes de salir garabateé una nota para los chicos:

He quedado con Anna Mcliher. Encargaos de la señora Halloway vosotros. Os llamo después. xoxo.

Y una vez hecho esto salí del piso con la esperanza de que se despertasen a tiempo. Tenía la intención de montar en la moto y dirigirme al lugar de la cita. - Por los buenos tiempos. - Me repetí a mí misma mientras cerraba la puerta tratando de no hacer ruido. Todo parecía encarrilarse y comenzar a funcionar.

Dejas atrás el apartamento y cuando sales a la calle una bocanada de aire fresco choca contra tu rostro. El ambiente que había en la casa definitivamente ha quedado atrás.

Montas en la moto y pones rumbo al Starbucks en el que te ha citado la periodista. 

El tráfico es abundante... como todos los días. Pero la moto ayuda mucho en ese caso y tu sabes conducir considerablemente bien. No como Mark, que parece encomendarse a cualquier dios cada vez que se monta en el coche. Ves que por la calle hay bastante más policía que antes. La violencia ha escalado considerablemente y eso se nota. En parte es buena noticia, tendréis más trabajo. En parte es mala noticia, vuestra vieja ciudad parece no sanar sus heridas. 

Llegas al Starbucks 5 minutos antes de que de la hora citada. Por el cristal ves que la periodista ya está allí, con un cuaderno y un ordenador mientras en su mano tiene un café. Es raro que te haya citado, bueno, a ti o a cualquiera de vosotros. Normalmente os manda la información por correo y os llega a la oficina. Luego decidís si ayudarla o no. Otras veces vosotros le mandáis un email porque necesitáis completar cierta información y os la manda de nuevo por correo.  Ves que golpea repetidas veces con el pie en el suelo y se acomoda las gafas varias veces en un minuto.

Cuando subís al piso os dais cuenta de lo realmente desordenado que está. Heinz está hablando sólo en su cuarto. Hay ropa tirada y huele a tortitas. Parece que allí hubo una guerra o algo. Mark rápidamente se pone a ventilar. Os fijáis en una nota que hay en la mesa, antes ninguno de los 3 la había visto.

He quedado con Anna Mcliher. Encargaos de la señora Halloway vosotros. Os llamo después. xoxo.

Es de Marion. Cuando os despertasteis ella ya no estaba en casa. Hay toallas de sobra en el baño, muchas. 

Asiento satisfecho por lo que veo. Me empiezo a desvestir y dejar mi ropa en mi cuarto. Es pequeño y correcto, le falta un poco de mi toque para dejarlo perfecto, pero esa cama y el armario es todo lo que necesito. Me siento seguro, y eso no podía decirlo desde hace mucho. Una duda me asalta tras ver la nota. Pensé que vivían aquí Mark y Heinz.

-¿Quien vive aquí?-pregunto antes de ponerme a sacar conjeturas, me quito lo último que me queda de ropa y me meto en la ducha, paso revista a los geles, algunos no tienen ni nombre y un color sospechoso- ¿Ha estado Heinz inventado champús?- vuelvo a preguntar desde debajo de la ducha, mientras divertido me pongo en la mano gel rosa florescente.

Cuando termino me enrrollo una toalla y salgo del cuarto de baño.

Al principio vivía yo, *amigo*  digo mientras me pongo a recoger un poco la casa Luego supe que Marion había vuelto a casa de sus padres y le ofrecí compartir piso. Luego Heinz explotó su casa.. a saber cómo, ni pregunté y vino también. Luego Luke se quedó sin casa y vino. Él usaba tu cuarto, pero recuperó su pequeño apartamento y se marchó. 

Cuando pregunta lo de los geles me río.

Ten cuidado, inventa y lo deja todo por ahí tirado. No bebas nada que no hayas llenado tu. Digo recordando los experimentos de Heinz. 

Según entras en casa entras en el salón-cocina (separados por barra americana). Luego hay un pasillo en el que están las habitaciones y al fondo está el baño y un cuarto de despensa. Es amplio el piso, sobretodo el salón y la cocina. Aunque la única habitación grande es la mía.