Partida Rol por web

No se porqué lo hice, quizás mi vena rebelde, hace tiempo dormida, se despertó de golpe. Pero quería saber que pasaba ahí dentro, puede que sea alguna clase de trama del gobierno o hayan detectado algo que no quieren decir, así que cogí los cafés de encima de la barra con la mano libre.

-Yo se los llevo, si después me invitas a uno a mí- le ofrezco mientas con la otra apuro lo poco que me quedaba de café en mi taza y coloco el periódico debajo de del brazo.

Pase mucho tiempo en esta ciudad y solía jugar en ese centro comercial, creo que lo recordaba bastante bien.

El hombre sonríe y asiente ante tu ofrecimiento.

- Dalo por hecho - te dice y te entrega los cafés para luego girarse a atender a otros clientes.

Te acercas a los policías. Hay varios coches y varios policías. Rápidamente escuchas que te llaman.

- El del traje! - dice uno de los policías. Le miras, parece el superior de todos los que están ahí por su uniforme. Ves como te indica que te acerques. 

Os dirigís hacia la destartalada furgoneta para pedir un café. Un hombre con traje se cruza con vosotros aunque no parece miraros. Lleva varios cafés y va directo hacia los policías. Parpadeas varias veces, su cara te recuerda a alguien que conociste hace mucho tiempo. Pero no puede ser él. No. Él era un hombre de éxito que viajaba por todo el mundo. Él no pisaría Chicago de nuevo. El hombre al que te recuerda es Ian, Ian Clark, un compañero de clase vuestro... al que no volvisteis a ver.

Tampoco parece importarle en exceso el caso. 

No pasa mucho tiempo hasta que Katrina se levanta y aparta la comida de la mesa. Se acerca a ti y pasa la mano por tu hombro. 

- Vamos Soldado.. - dice con un tono intrigante que tu ya conoces de sobra. Se sienta encima de ti y te besa con pasión. Como todo lo que hace ella. O al menos todo lo que conoces de ella. 

Sonriente como siempre con mi caja de cafés llevándola como si fuera un camarero me acerco al policía que me llama, evidentemente el del traje, soy yo, espero sonsacarle alguna información más al respecto de lo que ha pasado.

Su cara me resulta bastante familiar, son de esas caras que no cambian con los años y mira que han pasado. Sin embargo es muy difícil que él me reconozca, no me acuerdo de su nombre, espero que al llegar más cerca tenga una placa o algo. Lo tengo en la punta de la lengua.

-Cafés calentitoooooss- me anuncio al llegar y tiendo la bandeja para que cojan, me fijo en todo, desde el nombre para ver si es quien yo creo, a si hay papeles o algo en los asientos, detenidos, o cualquier cosa que me llame la atención.

Con poco cuidado sobrepasas el cordón policial y eso provoca que enseguida tengas a varios policías cerca de ti. El Jefe se acerca a ti y sus rasgos los recuerdas. Es el jefe Hopkin de policía, un hombre que lleva toda la vida siendo policía... y tu no recuerdas haberle visto sin el uniforme. 

- Eh eh trajeado - dice levantando las manos - Al otro lado - te señala donde tienes que ir - No queremos desgracias prematuras - dice y carraspea mientras coge un café. Los policías parecen alejarse un poco y el jefe te mira - Gracias - dice escuetamente.

No hay ningún detenido y en general los policías parecen cabreados.

Ves que el trajeado con torpeza sobrepasa el cordón policial y enseguida tiene a varios policías rodeándole. Tras varios segundos de incertidumbre, vuelve al otro lado del cordón y los policías se dispersan un poco. Parece hablar con el Jefe Hopkin.

Cuando lo tengo más cerca es cuando caigo quién es. Es Jefe Hopkin, yo jugaba con su hijo cuando íbamos al colegio, me quedé muchas veces en su casa a dormir, siempre me dio un poco de miedo, lo recordaba más alto. Después pasó todo el tema de la sobredosis, el funeral. Muy mal rollo.

- ¿Jefe Hopkin? ¿Es usted?- le tiendo la mano libre- Ian, Ian Clark, era amigo de Mike- carraspeo un poco- está usted tal cual le recordaba.

Espero a que me reconozca para poder entablar una conversación un poco más larga.

Te mira y cuando hablas se lleva la mano a la frente. Le cuesta un poco pero al final te ubica. Puede que hayan sido demasiados años lejos de casa.

- Ian! - dice a medias entre la sorpresa y la alegría - ¿Qué haces por aquí? - dice y te echa un vistazo de arriba abajo. - Siempre trajeado... donde quedó aquel chaval de chandal arrugado? - pregunta con media sonrisa y te da una palmada en el hombro.

Me alegro que se acuerde de mí. Ante la pregunta me encojo de hombros y tengo la decencia de sonrojarme.

- Mi padre nunca fue bueno haciendo de madre- le respondo con una sonrisa, mientras me abro el traje- las cosas me han ido bien... por un tiempo. Ahora he regresado a Chicago a buscar trabajo- mi sonrisa se convierte un poco en mueca- de hecho venía justo aquí a ver si veía algo- señalo al centro comercial- menudo jaleo Sr. Hopkin.

Te mira. No parece encajarle que estés tu precisamente buscando trabajo en un centro comercial. Pero no dice nada. 

- Hasta mañana no creo que puedas pasarte por aquí, chico - te dice utilizando el mismo tono en la palabra "chico" que utilizara hace años. Resopla un poco, no sabiendo muy bien qué decir - Buscando trabajo.. - hace una mueca - Pensaba que tenías grandes viajes.. y esas cosas.. - te da una palmada en el hombro y se ríe un poco cuando mencionas el jaleo - Sí, y que lo digas. Es el cuarto aviso de bomba esta semana. Estamos esperando a los federales - te dice y mira el reloj - Vienen, comprueban que no hay nada y se marchan - te dice - Nuevos protocolos o yo que sé - resopla - Igual es que me hago mayor. Pero menudos gastos.. - dice y se encoge de hombros. Parece algo enfadado con la situación.

Asiento yo también al estar de acuerdo en los gastos excesivos en las fuerzas del orden, pero no se puede culpar a nadie por ser tan precavido después de lo que pasó en Nueva York.

- Estuve un tiempo viajando, pero al final he decidido regresar, es una larga historia- me acomodo el traje, una manía que tengo- Ojalá hubiera estado aquí- carraspeo incómodo- bueno... antes...

Me fuerzo a mirarlo a lo ojos para transmitirle mi pena sin tener que decirlo con palabras.

Los restos de comida terminan en el suelo antes de que me de cuenta. Sólo tengo tiempo de mirar hacia arriba mientras veo como Katrina se avalanza sobre mi como una leona sobre su presa tras una paciente espera. Los palillos caen de mis manos. Katrina está a horcajadas sobre mi y su lengua comienza una lucha desenfrenada contra la mía.

Su boca sabe a pura felicidad. Devoro cada beso como si fuese el último. Mis manos se reparten: la izquierda agarra su cintura mientras la derecha se posa delicadamente en su cuello, justo por debajo de su mandíbula. Comienzo a besarla el cuello. Un pequeño gemido sale de su boca. Comienza a quitarme la camiseta. Mi musculoso torso queda ante ella. La muchacha se para para recorrer las cicatrices que lo cubren con sus dedos, para volver a la carga con otra nueva ráfaga de besos.

Nos desnudamos con rapidez, borrachos de lujuria. La elevo con suavidad del suelo, manteniéndola en el aire con mis brazos y la atraigo contra mi. Pronto somos uno. Los gritos de placer son perfectamente audibles en todo el piso, pero nos da igual.

Cuando terminamos ambos estamos cubiertos de una película mezcla de sudor y saliva. El sabor de su piel se ha vuelto ligeramente salado. Miro el reloj. Son las 15:30. Tengo que irme. Me voy directo a la ducha, pero Katrina se niega a dejarme sólo aunque sea por un momento. Me sigue hasta dentro. Argumenta que se tiene que duchar también. Acepto. Aunque mi cara muestra que es regañadientes, la sonrisa tras ésta descubre lo falsa que es.

Comienzo a enjabonarme. Katrina me pide que haga lo propio con ella. Nos besamos. Nuestras manos comienzan a recorrernos de nuevo. Voy a llegar tarde, Katrina... Digo con voz débil. Realmente no me importa. A ella menos. Nuestros cuerpos vuelven a ser uno pronto. Beso su espalda y cuello mientras estamos unidos. El agua besa mi espalda mientras tanto. La ducha de Katrina no es muy grande, pero entramos bien.

Las 15:50. Voy a llegar tarde. Salgo de la ducha, me seco y me visto lo más rápido que puedo: 15:56. Katrina aún está desnuda, secándose el pelo. Me mira con ojos de chica inocente. Ambos sabemos que no lo es, pero me gusta esa imagen que intenta proyectar. Especialmente después de haber sido "mala". Cojo mis cosas, y doy un último trago a la cerveza. Adios, preciosa. Digo despidiéndome de Katrina y llamo al ascensor, cerrando la puerta de su apartamente tras de mi.

Estoy en la calle. Abro la puerta de mi Mustang y me monto. Arranco el motor. El ruído del mismo se acompasa con mi corazón que aún late con fuerza. Me viene un flash sobre lo que acaba de pasar en la ducha. Sonrío. Cojo un chicle y salgo picando rueda. Restos de mi neumático quedan como silenciosos testigos de mi presencia.

No te preocupes chico - te dice y apoya la mano en tu hombro - Todos hemos sufrido un revés.. o dos en la vida, ya te recuperarás - sonríe de una forma algo tierna.

Se cruza de brazos y carraspea.

Es curioso.. parece que hay algo en Chicago - sonríe - Que os atrae... hace poco me encontré de nuevo con la panda del moco - y se ríe - Bueno... con Mark, Luke... la chica.. no recuerdo su nombre.. andabas con ellos antes, no? - dice - Después de años sin verlos.. aparecieron en Chicago.. la vida tampoco les había tradado bien - te mira.

Con el cuerpo todavía en una nube te diriges hacia Diversey Parkway plenamente consciente de que llegarás tarde. Echas la mano a los chicles y te das cuenta de que es el último que te queda. El tráfico es un caos, notas que no avanzas casi nada en los 15 minutos que llevas parado en el atasco. Escuchas  sirenas de ambulancia y de policía, parecen sonar algo más por delante de ti.

Estás a medio camino de vuestro local.

Mientras pido café en la furgoneta y nos encaminamos hacia el centro comercial me parece ver la cara de un viejo conocido. Le pido a Heinz que espere en la camioneta, prefiero no dar explicaciones. 

Me acerco hacia los coches donde le he visto hablando con el jefe Hopkin y doy una vuelta alrededor para asegurarme de que es quien creo que es. 

- Jefe Hopkin - saludo al jefe con la cabeza. - Veo que no han solucionado lo suyo todavía.

- ¿Ian? - digo con sorpresa - ¿Ian Clark? -  reconocería esa sonrisa en cualquier lado - Soy Mark, del instituto, no se si me recuerdas ¡Cuanto tiempo! ¿Qué tal tu vida? - pregunto. Seguro que está casado con una millonaria... este tío se las llevaba a todas de calle.. y con esa percha no me extraña.

Le voy a responder al jefe Hopkin cuando veo quien se acerca, menuda coincidencia.

-¿Mark? hablando del rey de roma... jajajaj- voy hacia el y le doy un abrazo- como no te voy a recordar, ¿tampoco ha pasado tanto tiempo? ¿o si?- después del abrazo me arreglo la ropa- hablaba de eso precisamente con el Sr. Hopkin, dice que la pandilla está reunida o algo así.

- No.. no lo hemos solucionado todavía - dice en voz alta y mira el reloj para después resoplar.

Sonríe ante vuestra conversación y pone la mano en el hombro de Ian.

- Sí.. le he dicho que hace no mucho andáis rondando por ahí - sonríe y mira a Mark - Ya.. os pondréis al día supongo.

Veis como se acercan varias furgonetas negras. El jefe Hopkin se yergue y da unos pasos hacia delante.

- Debo dejaros, chicos - dice - Supongo que volveremos a vernos.

Mal asunto si vienen los federales. Quizás sea momento de ahuecar el ala.

Sí la pandilla -digo rascandome la cabeza y sonriendo distraido mientras observo el despliegue policial -ven con nosotros. Heinz espera en el auto y Luke y Marion... Bueno... trabajamos juntos. Hemos montado una pequeña agencia de detectives. Ya sabes pequeños casos que nos ayudan a llegar a fin de mes. Infidelidades... estafas... fraudes... el día a día de una ciudad que se endeuda con cada nuevo amanecer.

Nos vendría muy bien un tipo como tú. Estoy seguro de que podrías negociar mejores contratos que cualquiera de nosotros.

Le invito a subir al coche, un Chevrolet Impala del 67, negro. Es uno de los autos más tuneados de la historia. El mio es funcional y tiene cinco puertas. No es el modelo deportivo de tres -explico.

Ese que se esconde tras la toalla que cuelga de la ventanilla de atrás es Heinz. Puede que lo recuerdes como el "Cerebrito loco" Observo como mira a través de la cortina improvisada. Con los años se ha vuelto más listo, pero también mucho más excéntrico y por que no decirlo -susurro -...loco.

Al abrir las puertas se pueden escuchar los gimoteos lastimeros del Doctor -Cierra esa puerta Mark, vamos cabrón hispano, cierra la jodida puerta antes de que se contamine el aire

Se me olvidaba. Entre otras cosas reune un largo historial de paranoia, delirios y agorafobia. Sin contar sus muchas adiciones a sustancias -balanceo la mano y tuerzo el gesto -de dudosa legalidad.

Vamos, te llevaré a las oficinas.

Heinz -alzo la voz mirandolo por el espejo del techo -¿Te acuerdas de Ian? ¿No? -digo sorprendido -Pues es un viejo amigo. Del instituto -remarco -portate bien.

Siempre me toca a mi hacer de niñera...

Me dejo llevar fuera con Mark, mientras me despido del Jefe de policía con la mano.

-Hasta otra Sr. Hopkin, encantado de haberle visto- me doy la vuelta y sigo a mi viejo amigo.

Salto el cordón de seguridad, mientras me va contando lo de su agencia de detectives, vaya, nunca me había planteado eso, estoy tan sorprendido que no se que decir.

-Detectives privados- cuanto más lo pienso mejor idea me parece- ¿Luke y Marion también?- señalo al coche- ¿incluso Heinz?- levanto las cejas y pienso a toda velocidad, todas los pros y los contras- pues claro que me necesitan Mark, y yo necesito un trabajo, acabo de llegar a la ciudad, ya sabes, hasta que encuentre algo más de lo mío- me acomodo el traje, tirando de las solapas hacia abajo.-¿Marion sigue estando buena?, perdón, perdón, ya me conoces jajaja.

Sonrío mientras veo a Heinz, siempre fue un poco raro, pero creo que ahora mismo ha llegado al limite de rareza, está a un nivel justo por debajo de convertirse en Spock. Le saludo con la mano ligeramente. Luego rechazo la invitación de ir en el coche, tengo mi propio vehículo. Le pido la dirección y nos vemos allí.