Partida Rol por web

La pequeña punzada de curiosidad que había aparecido al leer el e-mail no hizo más que aumentar cuando al bajar de la moto vi a la periodista a través de la ventana del Starbucks. - Vaya, parece que ha llegado pronto... Y está nerviosa. - Observé para mí misma mientras me quitaba el casco y lo colgaba de mi brazo. Me agaché un segundo para comprobar mi pelo en el espejo retrovisor de la moto y me incorporé con una sonrisa, satisfecha del resultado. 

Al entrar en el local no me dirigí directamente hacia la mesa. Pasé por la barra y dediqué una sonrisa radiante a la camarera. - Buenos días, un café solo por favor. Y un donut. - Esperé a tener lo que había pedido, pagué y me acerqué entonces sí a Anna Mcliher. 

Mi buen humor era tan palpable como mi curiosidad. Me dejé caer en la silla con un gesto natural y descuidado y puse el casco sobre el asiento de al lado. Dediqué una sonrisa igual de amplia a la periodista. - Buenos días, Mcliher. ¿Cómo va eso? - Saludé, antes de dar un sorbo tentativo a mi café, tratando de averiguar si quemaría demasiado.

El café quema, como siempre. Y no es que el café del Starbucks sea el mejor. Pero al menos en ese establecimiento si pagas te dejan conectarte a internet con el ordenador y un cable.

La periodista te saluda cuando te sientas y sonríe. No tendrá más de 25 años. Es una joven tal vez idealista sobre el periodismo. Se lanza a las noticias y trata siempre de conocer la verdad. No hay muchos periodistas como ella, o al menos, no los has conocido.
- Hart - te saluda con media sonrisa y se acomoda en la silla apartando un poco su ordenador - Qué puntual - dice con cierta gracia y acomoda los papeles que tiene encima de la mesa. - Siento no haber sido más específica en el email, pero tenía algo de prisa - baja la tapa del portátil y te mira. - No gustó el reportaje que hice sobre las estafas en los barrios marginales.. han presionado a mi jefe - te dice y en su voz atisbas un tono de nerviosismo - Al parecer detrás de las estafas había un banco con muchos accionistas... - se encoge de hombros - Ahora.. me han encargado un tema que nadie quiere. Las bandas.

Tras la primera prueba dejé el café sobre la mesa y me humedecí el labio en la zona donde el líquido caliente había me había tocado. Me eché hacia atrás para escuchar a la periodista y fruncí el ceño con sus palabras. Me daba la impresión de que la chica estaba viendo su trabajo peligrar por su idealismo. - Puta mierda de sistema. Siempre se tienen que cargar a cualquiera que no baile a su son. - Pensé, molesta porque alguien con ilusión por descubrir la verdad se viera en esas.

Aunque en realidad el asunto me tocaba más porque la chica me caía bien que por altruismo o porque me preocupase ese concepto abstracto de Verdad. Al fin y al cabo no era que yo hubiese sido muy legal en mi vida. Una sonrisa de medio lado se esbozó en mis labios con la idea. La Puta Verdad me había jodido bien hacía años. Había sido mi enemiga mucho tiempo, incluso me ganó algunas batallas. Pero ahora me ganaba la vida con ella y parecía que me iba bastante bien. Quizá fuese yo la que ganase finalmente la guerra. 

El buen humor con que había salido de casa todavía seguía y mi sonrisa volvió mientras hacía un pequeño gesto con la barbilla hacia la periodista. - Eh, las bandas tampoco están tan mal. - Respondí, con un tono de ánimo. - Si consigues algo verdaderamente bueno tendrán que mirarte de otra forma digan lo que digan los banqueros y los accionistas. - Añadí, estirando la mano para hacer otra prueba con el café. - Y las dos sabemos que puedes hacerlo, Mcliher. ¿Quieres que te echemos una mano con eso? - Pregunté finalmente, dando un pequeño sorbo. 

Una vez vestido y acicalado vuelvo a donde está Mark, que me esperaba haciendo sus cosas (¿viendo la tele?), me he puesto colonia que pensaba que era de hombre y creo que era la de Marion. Huelo a una mezcla de Jazmín y cesped recién cortado. No esperaba que estuviera viviendo aquí ella, de hecho pensaba que estaría trabajando para la nasa. Pensé que sería un pisito de solteros, pero esto puede ser divertido también, espero que no haya normas de traer chicas. Confirmo que estoy peinado y perfecto. Tengo un poco de hambre ya que son casi las cuatro y media y no he comido nada con fundamento..

- No digas nada, me he equivocado de perfume- me quejo, cojo la nota que ha dejado- ¿Quién es Anna Mcliher y la señora Halloway? ¿Son casos? Menudo trabajo tenéis por aquí- me estoy empezando a entusiasmar.

El café ya está menos ardiente y la tienda comienza a llenarse poco a poco de gente.
Cuando dices lo de las bandas sonríe con cierta timidez.
- Las bandas... - repite - Sí.. es interesante, pero es algo.. peligroso y complicado, hay muchas bandas.. muchos temas.. drogas.. prostitución.. armas - te ennumera mientras mira los papeles de reojo - Si hago una buena crónica.. - dice y revuelve un poco los papeles.
Cuando mencionas la posibilidad de ayudarla alza la mirada y se coloca de nuevo las gafas.
- Pues.. pues gracias - te dice con sinceridad - Era lo que te iba a pedir.. la ciudad parece enloquecer día a día, si os enteráis de algo.. algo por donde empezar - ríe un poco nerviosa - Ni siquiera tengo un contacto por el que empezar.. siempre me he mantenido alejada de las bandas..

El sabor amargo del café fue revitalizante y tras beber un par de sorbos di un mordisco al donut mientras escuchaba a la periodista. Sus pequeñas reticencias me resultaron casi tiernas y reí con ella mientras asentía con la cabeza cuando terminó. - Y has hecho bien, si vas a meterte en eso tendrás que ser muy cuidadosa. Creo que podremos ayudarte. - Respondí, antes de beber un nuevo trago de café. - Tengo que hablar con los chicos, pero sé que Rodrick conoció a algunas personas que quizá te puedan servir. - No quise dar muchos detalles hasta consultarlo también con ellos, pero si lo que necesitaba era contactos con el narcotráfico o la prostitución teníamos al menos dos teléfonos que podríamos proporcionarle. Claro, que otra cosa sería que Rodrick o Larisa estuvieran dispuestos a hablar con ella. - Luego te mando un e-mail y te digo algo, ¿vale? - Le dediqué otra sonrisa y volví a darle un bocado al donut. 

- Estaré en deuda con vosotros si me ayudáis en esto - te dice y jurarías que suspira aliviada- Por lo demás.. ¿Cómo os va la empresa? ¿Habéis tenido algún caso interesante últimamente? - pregunta como siempre hace ella, casi sin espacio entre ambas preguntas - Si os hacéis famosos tendréis que dejarme que sea yo la escriba sobre vosotros - dice con una sonrisa medio en broma medio en verdad.

Los ojos me brillaron al escuchar sus preguntas, pero conociéndola esperé pacientemente a que terminase de hacerlas antes de responder. - Nos va jodidamente bien. - Dije entonces, con una sonrisa radiante. - Hemos resuelto hace poco un caso de infidelidad, lo típico de siempre -aclaré con un gesto vago de la mano-, pero conseguí unas pruebas muy contundentes y la clienta nos va a pagar un buen pellizco. - En realidad lo habíamos conseguido entre todos, pero no sentí ningún remordimiento al hablar en singular. Probablemente mis amigos se olvidasen de mencionarme a la señora Halloway, así que una cosa por la otra. - Y por supuesto que tendrás la exclusiva. - Añadí, riendo divertida. Lo cierto era que imaginar nuestros nombres en los tabloides hacía cosquillear mi estómago. - Algún día. - Incluso te dejaremos hacernos una entrevista. - Terminé, volviendo a reír. 

Bien bien - dice contenta y ligeramente entusiasmada - Gracias Hart.

Parece que va a decir algo más pero suena su móvil y lo atiende. Al otro lado del teléfono se puede escuchar la voz de un hombre que no habla precisamente bajo.
- Si.. he tenido que salir.. sí.. juraría que he dejado una nota - dice y su voz cobra un tono ligeramente nerviosa - Lo siento.. si.. si estaré para comer, tranquilo - añade y cuelga el teléfono. Resopla. Pero no da tiempo a decir mucho ya que retoma lo que iba a decir.

- Infidelidades... no vais a tener poco trabajo no.. - su tono vuelve a sonar como cuando hablaba antes contigo. Tranquila - Seguro.. que sí, os irá mejor con el tiempo - se coloca las gafas de nuevo y sonríe - Si puedo ayudaros en lo que sea no dudes en decírmelo, estaré pendiente de tu email - dice y comienza a recoger las cosas de encima de la mesa.

Parece que ha terminado y se lleva la mano a la cabeza.
- Perdón, se me olvidaba - saca una tarjeta - Es un viejo conocido de mi familia.. tiene un pequeño problema con su colección de arte y buscaba ayuda, cuando le oí no dudé en decirle que conocía al equipo adecuado para ayudarle.te tiende la tarjeta.

Fruncí el ceño al escuchar el sonido de la voz del hombre al otro lado del teléfono. Empezaba a pensar que realmente no había ningún motivo especial para que la periodista me hubiera citado en persona. Tal vez la pobre sólo quería escaparse un rato del trabajo. Y no me extrañaba lo más mínimo teniendo en cuenta las circunstancias, aunque algo en sus palabras había llamado mi atención. ¿La obligaban a comer en la redacción? Quizá no fuera su jefe y no fuese en la redacción donde la estaban esperando. Y esa idea me provocaba un escalofrío aún mayor. 

Sin embargo, le sonreí cuando colgó y cogí la tarjeta con curiosidad, echándole un breve vistazo. - Perfecto. Le llamaré ahora. - Di un nuevo sorbo a mi café mientras pensaba en lo que haría a continuación. Quizá llegaría a tiempo para pillar a los chicos cuando saliesen de casa de la señora Halloway. Tenía varias cosas que contarles.

Miré a la chica, sintiéndome intranquila. No me había gustado en absoluto escuchar esos gritos y ver el cambio en su actitud, pero tampoco quería meterme en su vida. - Si necesitas ayuda con algo... - Empecé, encogiéndome al final de hombros. - Bueno, ya sabes dónde estoy, Mcliher. - Terminé sonriéndole mientras sacaba el móvil del bolsillo.

La periodista asiente con media sonrisa.

- Gracias, estaremos en contacto -te dice y termina de guardas sus cosas para finalmente coger el bolso y levanta para marcharse del Starbucks, antes de salir por la puerta se gira para despedirse con la mano. El establecimiento se ha llenado bastante en comparación a cómo estaba cuando has llegado. Son las 12.25.

Me despedí de la muchacha con un gesto de la mano cuando se dio la vuelta en la puerta y me quedé pensativa durante un par de segundos, siguiéndola con la mirada a través del ventanal. 

Cuando la perdí de vista bajé la mirada a la tarjeta que me había dejado y marqué el número que salía en ella en el teléfono. - Bueno... Vamos a ver qué pasa con esa colección de arte...

Olfateo el aire y busco instintivamente a Marion.

No está. Olisqueo su nota. No... definitivamente es Ian el que huele a ella. Su explicación es muy reveladora.

Anna es un contacto -explico distraido mientras recojo un poco y murmuro sobre las manías de Heinz -Una jovencita reportera, free lance, del  Chicago Tribune. Nos ayuda en casos. Ella tiene acceso a información que a nosotros nos costaría conseguir. A veces, sus reportajes están entrelazados con algún caso nuestro. Llegamos a un acuerdo con un caso de fraude sobre aseguradoras. Ella tenía la noticia pero le era imposible conseguir las pruebas. Yo conseguí sus pruebas tras que ella me pasara los datos de la investigación. Nosotros solucionamos el caso y ella tuvo su exclusiva. Te caerá bien.

Por un momento sopeso cuánto va a tardar Ian en echarle los trastos. Si no ha cambiado... poco. Y viendolo... bueno... espero no la haga daño. Es una jovencita encantadora.

La *Señora* Halloway es una clienta. Nuestro último caso. Ya hablamos con ella esta mañana y le entregamos las pruebas. Un caso fácil de infidelidad -me encojo de hombros -su marido no era el mejor cubriendo sus rastro. Ni siquiera lo intentaba. Un tipo rico... pero no muy listo.

Heinz *maldita sea* ¿qué te he dicho sobre salir desnudo a las áreas comunes? le arrojo una de las multiples toallas desperdigadas por la casa. Heinz la agarra al vuelo sin soltar el vaso humeante que sostiene con la otra mano. Ni nos mira... simplemente nos ignora. Si la presencia de Ian le sorprende no hace alarde de ello.

Espero no te moleste -le digo a Ian -Cuesta mucho que se comporte como un ser humano

El teléfono da dos tonos y finalmente lo descuelgan al otro lado. Es la voz de un hombre. De mediana edad y algo ronco. 

- Sí? - escuchas al otro lado de la línea.

Abro la nevera mientras me sigue poniendo al día. Tiene bastantes cosas y algunas bajas en calorías, está Marion ¿tan flaca como en el instituto? y ¿si le han crecido los pechos? Sin querer, he elegido dos naranjas que me pongo en el pecho, todo a espaldas de Mark, mientras me las aprieto y pongo morritos.

Cuando me doy la vuelta, estoy de lo más normal con un par de pieza de frutas y las pongo sobre la mesa, para comérmelas rápido. Porque el tiempo vuela.

-Ya veo, ya veo, ¿Tenemos internet Mark? sería bueno saber quien es el tío ese, el tal César Vittio- muerdo una manzana- incluso sería bueno saber si tiene antecedentes.- apunto señalándole con la mazana mordida y un dedo estirado.

Em... sí claro. Tenemos internet sí -comento distraido mientras coloco el salón.

Esto... ten cuidado con la fruta. A veces Heinz les inyecta cosas. No me preguntes el qué. Sólo se que cuando cree que no le miro... lo hace y se sonríe.

Miro la manzana con los ojos entrecerrados, pero tras unos segundos pienso que si voy a vivir aquí tendré que acostumbrarme a algunas cosas. Encojo los hombros y sigo comiendo.

Pues por mí, me pongo a ello mientras Mark, que lleva más tiempo en la ciudad, puede llamar al bueno del Jefe Hopkins para que le sople en un momento si tiene antecedentes o lo conoce. Es mejor andar con pies de plomo.

Me cuesta bastante buscar información de este tío en la red, ojalá tuviéramos otros buscadores más eficientes, necesitamos invertir en estas cosas. Seguro que es aquí donde se encuentra la mayor parte de la información, aunque en persona siempre ha sido mi especialidad.