Partida Rol por web

Las dos estáis muy melosas. Sea por el alcohol, de las ganas mutuas, del efecto de lo que sentís y compartís juntas. Es agradable, es... sensorial... sensibilidad a flor de piel. Hay sentimientos y emociones diferentes a los que vives con Frisbee.

Tu brújula, tu balanza, tu equilibrio, necesitan de todos ellos.

Michelle acaricia tus cabellos sedosos con una mano, la copa en la otra. Bebe y apura una vez más su vino, rellena por cuarta, quinta vez, las dos copas. Te invade la sublime excitación al sentir su fragancia nacida de la pasión que crece en ella a causa de tus caricias.

Tu amante te abre el camino desabrochándose el pantalón, oyes su respiración agitada, el ligero temblor en su vientre, en sus piernas. 

De nuevo sus dedos entre sus cabellos, aguardándote, esperándote, ansiosa, amante, su deseo penetrando con fuerza hasta tu cerebro igual que una raya de coca con Frisbee.

Alice pone sus dedos en la cintura del pantalón...sintiendo el deseo de Michelle, anunciado por todo su cuerpo, su mirada, sus gestos...su respiración. Alice no la hace sufrir, no se hace de rogar...baja el pantalón de la rubia, sin demorarse pero tampoco con ansia violenta, delicada y sensual, sigue besando la piel de los muslos y, finalmente, cuando descubre su monte de venus al bajar sus braguitas, lo besa también despacio, con las manos plantadas en la caderas de la rubia. Aspira su aroma, besa la dulce piel. Disfruta el momento antes de empezar a degustar su manjar, que lo encuentra listo para recibirla, húmedo y cálido, tan deseoso como su propietaria.

Alice paladea gustosa el fruto de Michelle, usando sólo su boca, su lengua y sus labios se abren paso y dan el placer que tanto querían dar por el placer de oír gemir y jadear a la rubia.

Tu íntima amiga se abre para ti, ella y su flor, tú libando de su húmeda rosa tatuada, entre sus muslos dulces y maduros. Ella bebe de su copa, tú tomas sorbo a sorbo de su fuente. Delicada, Alice amantísima, saboreando a tu amiga, dedicándote a ella. 

Michelle tiene que apoyar sus manos en el borde del mueble de la cocina. Jadea, tú sonríes; gime, acelerados sus latidos, y tú disfrutas de cada gemido y suspiro que escapa de su boca. 

A veces te acaricia la negra cabellera. Sus dedos pasean y peinan los largos mechones, jugando con el pelo. Solo se escucha su respiración entrecortada, tu nombre susurrado en su aliento de vino y deseo: Alice… Alice… 

La empuja un poco para que se afiance sobre el mueble y ahí, cuando la nota bien anclada, es cuando empieza a devorarla, abre un poco más sus piernas, e incluso le indica con una mano para que doble una rodilla hacia arriba y apoye una pierna en el hombro de Alice. Como ella está de rodillas en el suelo no nota el peso pero la nueva posición le permite llegar más y más dentro de Michelle, con su aventurera lengua recorriendo los entresijos que bien conocía, forzando sin compasión sus sensaciones.

Sus manos permanecen entre las nalgas y las caderas de su amante, disfrutando de sus suave calidez, y tambien de sus espasmos musculares, sabiéndose provocadora de todo esto...le gustaba, sin duda, le gustaba más allá de dominar o de ser dominada...con ella era deseo...ardor y pasión. En estado puro, como lava volcánica.

No tardas en sentir en tu boca la lava lúbrica fluyendo del volcán de Michelle, sus muslos, sus piernas, su cuerpo, un seísmo entre tus manos. Sus habituales quedos gemidos y, si alzas la vista, su cara extasiada y sus lágrimas en las mejillas. Su mirada turbia se cruza con la tuya, y no te cuesta deducir que quiere más tras el primero.

Embriaga de vino blanco de calidad, embriagada por tu lengua atrevida, ahora sus caderas se amoldan a tu ritmo, abandonando su pasividad y buscando con avidez estallar de nuevo para ti. 

Y lo hace, extasiada, entregada totalmente, gritando de placer, ahora sí en la amplia cocina. 

-Gracias -suspira apenas un poco después, recuperándose, roja, quemando su piel. Tira de ti para besar tu boca, para fundirse con la suya. -Me toca. Te deseo mucho- Un deje de ebriedad en su voz. 

Es ella la que se arrodilla, la que te desnuda con cierta torpeza, de cintura hacia abajo. Es ella la que besa tu pubis, la que besa suave tu botoncito, la que combina besitos en la zona interna de tus muslos, con otros besos muy lentos, jugosos y húmedos en tus labios abiertos y anhelantes.

La morena busca ahora el apoyo de un mueble o de una pared porque Michelle va tan lanzada que siente que no van a llegar al dormitorio. Tanto mejor, aquí mismo, no vaya a ser que se enfríen. Ayuda a su amante con la ropa desabrochando los pantalones para dejarlos caer al suelo junto con sus bragas. Arquea su cuerpo un poco apoyando las manos en la encimera y su rostros de eleva al techo, jadeando y soltando débiles gemiditos cuando ella empieza con sus atenciones.

Separa las piernas y suspira.

-Michelle...

Michelle se dedica a besarte y a lamerte con su característica calma. Con esa aparente lentitud premeditada, que te crispa los nervios sintiendo la ola que viene y no llega. Besos largos que alcanzan ascendiendo hasta tu cuello. Sus ojos brillantes casi te ciegan, su deseo combinado con el alcohol en su sangre se refleja en su mirada hambrienta de ti. Agota su copa, tú la tuya, la compartís en vuestras bocas y luego Michelle desciende entre tus piernas. Pero te gira la cintura y detrás de ti su boca se llena una vez más de tu sexo.

Tú también estás tocada por la bebida.

Sus manos en tus nalgas, ahora sus besos descarados llueven en el centro de tu culo –Quiero probarlo todo de ti- Sus besitos delicados dan paso a las caricias de su lengua –Está rico, pero prefiero tu coñito dulce- suena muy bebida. Su boca regresa a las humedades de tus labios, combinando besos de todo tipo con largas lamidas, penetra su lengua, o chupa deleitándose en la miel de tu fruta empapada, henchida y caliente.

-Voy a beber de ti hasta apurar la última gota de tu vino exquisito- Su boca abarca todo tu sexo, su lengua danzando dentro de ti, sus labios sorben y maman en un movimiento continuo. Nunca te lo han hecho así. Te está volviendo desesperadamente loca.

Las sensaciones amenazan con arrastrarla al suelo pero en su nueva posición puede agarrarse mejor a la mesa, con los codos apoyados en ella, como un náufrago que se aferra a la tabla de salvación para evitar ser engullido por el oleaje...aunque sentía que la iba a tragar igual. Y deseaba que eso ocurriera.

--Ah...Michelle... cómo te gusta hacerme sufrir...- protesta sin enfado, el corazón se le iba a salir del pecho, el sudor perlaba toda su piel...deseaba que el clímax llegase ya y al mismo tiempo, que tal cosa no ocurriera nunca.

Las manos de Michelle acarician la tersa y perfecta redondez de tu glúteos. Te oye o no lo hace, ella sigue devorando tu coño, mamando de él, apenas sin aliento, acompañando los movimientos con suaves arañazos de sus uñas, que sabe te gusta. Sus dedos afilados rozan tu piel, la de tu culo, la de tus caderas, la de tu espalda, la de tu vientre.

Su boca no se detiene. Michelle no puede hacerlo. Está tan ida y excitada que le es imposible detenerse. Para goce y placer tuyo.

Alice no desea que Michelle se detenga, sólo desea que le dé todo... Su cadera se mueve al ritmo que marca la rubia pero también empieza a impeler algo de si misma, su propio movimiento, sin brusquedad pero tal vez más exigente. Sus entrañas se retuercen anunciando la ebullición de su interior. Y las rodillas empiezan a temblarle.

-Ah...no ...no pares... más...por favor...más...

Tú quieres más...y Michelle quiere darte más. La rubia desea en estos momentos poseer una lengua más larga, quizá una boca enorme, quizás tragarte entera, quizás fundir sus labios, su boca, con la caldera de la que succiona tan arrebatadoramente. Y aunque tú imprimes ritmo más veloz, ella se mantiene en el suyo.

Vais a la par, tu cadera, su boca, tu cadera, su lengua...Sus manos formando círculos acariciando tus suaves nalgas...Tu culo cimbrea impulsado por la anticipación... Y llega un instante cuando su lengua roza y medio presiona la zona interior del clítoris y su dedo la exterior...que...estallas...tus rodillas casi ceden...un cortocircuito en tu cabeza...

Alice llega al climax más dulce que ha tenido en...mucho tiempo, un frenesí placentero pleno que dibuja una gran sonrisa en su rostro, hace tambalearse su cordura...y de paso su verticalidad, pero logra mantenerse lo suficientemente alerta como para caer despacio al suelo pero, cuando ya llega de rodillas a éste, se deja ir de lado suavemente y termina tumbada contra su amante, disfrutando del frío piso en contacto con su piel ardiente y sudorosa, entre jadeos y apagados gemiditos.

-Uf...creo que voy a tener que arrastrarme hasta la ducha...o pasar de ducharnos...se está tan bien aquí abajo...Michelle...cuanto te eché de menos por...por Dios...- suspira con sinceridad, acariciando el rostro de la rubia mientras aún lucía esa sempiterna sonrisa tonta.

Michelle apoya la espalda en el mueble y te recoge en sus brazos, tú acaricias y ella te besa en la mejilla.

-Quién quiere una ducha. Prefiero tu sabor natural - unas pequeñas lamidas en tu cuello atestiguan su deseo. 

-Mucho tiempo separadas… -igualmente suspira. Te besa, sabe a tu sexo, a vino blanco y a lujuria. Te besa, apasionada y ávida de tu boca. Sus manos alcanzan y acarician tus pechos excitados. 

-Fóllame, Alice. Fóllame, aquí o en la cama, lo necesito, te necesito…-suena desesperada, ansiosa, lúbrica, bebida...

Saborea sus besos gustosa y extasiada, plena y satisfecha...pero Michelle... Michelle quiere más y esas peticiones, súplicas, exigencias...lo que fueran...sacan a Alice de su estupor y parece volver a cobrar vida y su plenitud se va volando como una pluma mecida por el vendaval.

-Oh...no me perdonaría dejarte tan necesitada...tienes que llamarme más a menudo.- le dice tomando sus manos para levantarse ella y luego ayudarla a levantarse- Vamos a la cama...o acabaremos haciéndonos daño en el suelo...-la atrae hacia sí con besos y caricias hasta que la tiene de pie contra sí y luego, sin soltarle la mano, la conduce hacia la habitación, aunque era raro porque no era su casa ¿No? Que más daba...tal vez fuera por haber tenido buen sexo últimamente pero sentía que la situación le estaba afectando menos a ella. Tampoco eso importaba, Michelle quería disfrutar...y eso harían.

La rubia madura te sigue, se deja llevar de tu mano, sin parar de besarte, os detenéis en esa pared, en la otra,  a la entrada de su dormitorio. Quizá ayuda el alcohol al grado de excitación en su cuerpo, quizás es la ausencia de la semana completa -A lo mejor pongo en tu contrato que hemos de tener sexo cada día, jajaja. -no deja atrás la botella ni las copas.

No tarda en deshacerse de su blusa y sujetador, y ella misma te desnuda con dedos un tanto torpes, para acabar enterrando su cabeza entre tus pechos y entretenerse unos instantes con los pezones.- Tus tetas son preciosas, perfectas, firmes, me ponen mucho…-La verdad es que termina por “comérselas” muy golosa, hasta que cae de rodillas para amar a besos de nuevo tu sexo.

-Te lo estaría besando y lamiendo todo el día…- Luego bebe una vez más de su copa, te pasa la tuya. Y se tumba boca arriba en la cama, “abriéndose” para ti y alargando sus brazos suplicantes pidiéndote que vengas a ella.

-Alice…fóllame…mucho…

Toma la copa y la apura de un trago sin vacilar, el líquido fresco cae por su garganta y se siente frío en comparación con sus entrañas, ardientes y deseosas. Mira con lujuria a su amante abierta para ella, tan suplicante que resultaba chocante...¿qué había hecho ella para conquistar a tan increíble mujer? No estaba segura, pero estaba encantada, hechizada, embelesada por la pasión que se escondía bajo la piel de la rubia, era como si exudara alguna sustancia afrodisiaca que entrase por los poros de la piel de la morena, como un veneno en la piel...un veneno increíble y adictivo.

Se dispuso, pues, a tomar más de aquel veneno, va hacia la cama y comienza a gatear hacia arriba por el cuerpo de la madura y hermosa mujer, besando y lamiendo aquí y allá, acariciando, apretando donde le apetecía, sus muslos, sus nalgas...que delicia.

Esta vez pasa de largo sobre su pubis y devuelve las atenciones sobre sus pechos, adorándolos como se merecían mamando de ellos, enterrándose, ahogándose...y vuelta a empezar...y...mientras tanto...su mano derecha se abría paso en su intimidad, abriendo sus piernas, acariciando la cara interna de los muslos...parándose ante la cálida entrada para sentir su deseo. Y comienza su aventura, su expedición, su singladura...en el mar que era la cueva de las maravillas de Michelle.

La cama podía prender fuego en cualquier instante con los dos cuerpos femeninos amándose y ardiendo sobre ella. Michelle recibe tus caricias con gemidos de deleite incontenible, con jadeos ansiosos, con suspiros de un deseo irrefrenable. Sus manos se perdían en tu cuerpo, tu singladura le corta la respiración, arranca gritos apagados y un nuevo orgasmo entre lágrimas que arrasan sus mejillas. 

La rubia quiere más, insaciable, sus muslos se  abren por completo, eleva sus caderas, busca que te acoples a ella, los dos sexos en contacto, sus manos aprietan con fuerza las montañas de tu culo hasta que el roce feroz de ambas provoca que se corra otra vez, no te deja escapar, sacudiéndose igual que una fiera debajo de ti. 

-Alice...Alice…-gime tu nombre y derrama micro orgasmos uno tras otro en tu boca, en las mordidas en tu hombro, en la presa de sus dedos en tu carne, en los temblores sudorosos que la agitan por entero...

Las amantes van girándose y retorciéndose en la cama, la morena no abandona su empeño de darle a la rubia cuánto pide por lo que no deja de follarla, su coño, sus tetas, hasta su boca con la suya, entre grandes bocados y risas, sus pieles se iban perlando con el sudor.

Alice aún tenía cuerda para rato, se mostraba tan insaciable como Michelle, incansable, poseída por algún espíritu pecaminoso que la tenía fuera de si.. entregada a su pasión por Michelle. Es un polvo vainilla, es dulce, es intenso...y es tremendamente placentero, divertido, único por las ganas que ambas le ponen, porque apenas respiran, porque sus cuerpos frotándose parecen la yesca contra el perdernal. Se iban a incendiar y no importaba.

Es simplemente maravilloso. Michelle sigue poseída por el deseo de amarte sin un final. Tú arremetes y ella te sigue, y solo salen entrecortadas palabras de su boca mezcladas con sus besos de fuego. Palabras que se repiten casi constantemente, una oración lúbrica,  “Alice, más, no te detengas, así, dame más, fóllame más, más…” Delirios de la rubia ebria de tu sexo y de vino.

Llega un momento en el que parece alcanzar el éxtasis total, la cúspide de su placer, el agotamiento de su cuerpo y de su mente. Y con todo, se sienta sobre ti, sobre tu vientre, una imagen única de Michelle acalorada, sudorosa, despeinada por completo y una expresión de felicidad, de alegría y satisfacción que van más allá de este mundo.

Te sonríe, y te besa de nuevo los pezones, y la garganta, hasta tu boca, donde sus labios quieren quedarse pegados a los tuyos. Besos que derivan a suaves roces, a besitos delicados. Michelle acaba por morir en tu boca, cayendo suavemente en ti y hacia un lado, besándote…y así, cierra los ojos y se duerme en tu boca. Extasiada y con cara de ángel. Plácida. Serena.

¿Y tú, Alice?

Alice toca el cielo con la punta de sus de dedos, los orgasmos compartidos son el aderezo perfecto para el éxtasis que supone ver a Michelle sublimarse. A la morena le importa muy poco correrse menos veces que la rubia, ya le va bien dada la semana que ha tenido, la verdad, ya se sentía plena y ahora se siente increíblemente feliz con lo que sus atenciones han causado en su amante. 

Verla así de satisfecha y suave le encanta, acurrucada en sus brazos ella misma la cubre luego de besos tiernos para llevarla al placido sueño. Puede que Alice no supiera hacer masajes mágicos para dormirla pero podía dejarla agotada a base de horas y horas de sexo desenfrenado. Aquello era plenitud...pero compartida. Le recoloca los cabellos y la tapa suavemente con la sábana para que no coja frío. 

Alice no tiene mucho sueño, pero se acurruca junto a ella y disfruta de la compañía, de la suave respiración.