Partida Rol por web

Era un caluroso día de verano el previsto para la apertura anual del campamento aunque los monitores responsables llevaban ya varios días en el lugar preparando las actividades y la bienvenida a los nuevos. Era un campamento de renombre así que los mismos que les habían contratado (y que no pensaban asomar la cabeza por el lugar mientras hubiera críos) les habían insistido hasta el punto de la amenaza que todo tenía que ser perfecto. Summer Days Camp se beneficiaba del boca a boca y las listas de espera para entrar eran largas, igual que algunos sobornos eran suculentos. Si algo salía mal aquel idílico sueño de riqueza se terminaba y los monitores serían los que pagarían las consecuencias. O algo de eso imaginaban que aparecía en la letra pequeña de su contrato, aquella que ninguno de ellos había leído, por supuesto.

Por eso aquel preciso día estaban cuatro de ellos esperando cerca del edificio de recepción para mostrarles el lugar y asegurarse que ningún vestigio de tecnología más allá del reloj digital se colara en el campamento. Eso sí, con la más amplia sonrisa y la mayor seguridad de que, a pesar de las privaciones, se lo iban a pasar genial.

Al fin había llegado el esperado día. ¡Vacaciones de verano y encima en el Summer Days Camp! Todos los admitidos se levantaron temprano, cogieron lo que creyeron necesario y subieron al coche familiar unos, otros en autobús y un tercero en el bien cuidado coche de papá para dirigirse al campamento en plena sierra.

No era un viaje corto y con impaciencia aún se hizo más interminable que nunca. Dejaron la autopista y recorrieron varios kilómetro de carretera secundaria bajo un espléndido cielo azul. Finalmente se metieron, tal y como indicaba el mapa y el GPS, por un camino de montaña, estrecho y cada vez más peligroso. Ascendieron por una montaña entre curvas y más curvas, adentrándose en la fauna y la flora del lugar, hasta que lo encontraron. ¡Allí estaba! El campamento de sus sueños. Desde aquella vista se veía el gran lago al fondo, las diversas cabañas, la zona de actividades al aire libre y, por supuesto, el basto bosque rodeando.

A los pocos minutos de la llegada de los primeros residentes, fue llegando el resto. Gran cantidad de coches y familias se congregaron en la entrada, ayudando a sus hijos a descargar el equipaje. Todos desearon lo mismo a sus hijos: "¡Pásalo bien, cielo! Pórtate bien y échate crema" y se marcharon, algunos con los ojos llorosos, otros muy contentos de poder contar con unos días libres de vacaciones sin tener que estar pendientes de nada más que ellos.

Y los coches terminaron por perderse por el sinuoso camino de vuelta. Un total de doce adolescentes desconocidos se había congregado de pronto en la zona de entrada en el campamento, mientras esperaban la llegada de los monitores, quienes les explicarían cuáles serían sus bungalows y sus compañeros.

¿Sabía Jenny lo que le esperaba en el campamento? ¿Los sucesos que estaban a punto de ocurrir? Posiblemente no, de ser así no habría mantenido una actitud pasivo-agresiva con sus padres durante toda una semana. No habría ignorado los intentos de su hermanastro por hablar en la parte de atrás del coche, whasappeando rumores y comentarios con algunas compañeras de clase.

Le dio un beso a Kevin,…

No te fíes de estos mentirosos (en referencia a esos dos a los que ambos llamaban padres, aunque por sangre no fuera así en uno de los dos casos)

Pasarlo bien en california y hacer muchas fotos. Dijo a sus padres con un tono que pese a su sonrisa daba entender: así un tsunami se lleve por delante toda California y tu estés en primera fila, zorra,… y tú, tú, amado padre biológico saca fotos porque cuando estés viejo y preguntes porque vas al asilo en vez de a mi casa, podre sacar el álbum de fotos de “California 2014” y decirte si encuentras una foto que salga yo, puedes venirte a vivir conmigo.

¡¡¡ Bon Voyage… familia !!!

Era su puñalada trapera, la había preparado desde que le dijeron que París era sustituido por un estercolero en medio de ninguna parte. Fue lo último que les dijo antes de darse la vuelta y encaminarse a ese lugar…

Traía lo básico: Un maletón con ruedas y una bolsa de deporte de “hello kitty” repletos de artículos de primera necesidad como su secador de pelo, maquillaje, un pequeño fondo de armario, lo justo para cualquier ocasión, incluso había traído un par de chandals, su hermanastro había insistido en ello. Según el folleto no había gimnasio en el lugar, pero quizá organizaran alguna sesión de yogilates o aerobic. O quizá solo fuese una broma del muy cretino.

Soltó un gritito al ver un bicho en la tierra del camino y lo rodeo,… ¡Qué asco de sitio!

Bien… ¿Donde está la gente popular? pensó mirando a su alrededor, tenía que identificar los grupos de poder, los estereotipos, su cerebro reptiliano hiénido le incitaba a formar manada cuanto antes.  

Definitivamente si Jenny hubiese sabido lo que esperaba no habría sido cruel con su familia por traerla a este sitio,… los habría matado por apuntarla.

El viaje se había hecho más largo de lo deseado para Eva, cada vez sintiéndose más y más pequeña en el asiento de atrás mientras sus padres discutían sobre si llevarla al final al campamento, a pesar de haberlo pagado ya. Al principio la chiquilla había reprochado y había dado sus opiniones, pero después de un largo trayecto se había rendido y había optado por los cascos de música. 

Al fin llegó... y al pisar el suelo y estirarse solo olía una cosa: libertad. 

Su madre se asomó por la ventanilla del copiloto -Pero...¿estás segura de que quieres irte?, ¿no prefieres volver a casa e intentarlo el año que viene? Después de todo serás una de las pequeñas... a lo mejor no te tratan igual....

Había oído esa escusa miles de veces, lo por lo que lo único que hizo fue asentir con una falsa sonrisa -tooooodo estará bien, tranquila- se acercó al maletero a recoger su pequeña maleta azul y el macuto gris. 

Con un movimiento de mano se despidió de sus padres y puso rumbo hacia las cabañas, esperando a que sus padres se fuesen sin montar ningún numerito y simplemente le dejaran un poco a su aire. Conforme se acercaba vio a una chica rubia, la típica chica Barbie, y no pudo menos que esbozar una media sonrisa de incredulidad. Realmente no pegaba ni con cola una chica así en un campamento -esto... hola, me llamo Eva. ¿Tú eres una de las monitoras por casualidad?- si era así estaba perdida... Una vez más se fijó en las ropas de la chica y en las suyas propias, unos pantalones vaqueros, deportivas y una sudadera azul cielo.

Para Jane no había familia triste o contenta que la fuera a despedir a la entrada del campamento entre abrazos y besos, sólo un taxista hosco que apenas la ayudó a sacar la maleta del equipaje. Era un poco deprimente. Sus padres hubieran preferido que se quedara a ayudarles con el restaurante y a pesar de que habían terminado por acceder y apuntarla al campamento no habían podido cogerse el día de fiesta para llevarla. Debía reconocer que haber renunciado a pasar algo de tiempo con sus amigas a cambio de no pasar su verano en el restaurante había sido una buena idea, quizás no era lo que ella hubiera querido pero desde luego era mejor opción que lavar platos e impregnarse del olor de las comidas.

Respiró un par de veces profundamente mientras escuchaba la grava crujir bajo las ruedas del taxi al marcharse, esforzándose por no mirar atrás y sujetando con fuerza su maleta. Voy a hacer que sea un verano inolvidable, se dijo con convencimiento. Lo único que necesitaba era desearlo con fuerza y hacer lo posible para que se hiciera realidad.

Y para empezar a cumplirlo necesitaba integrarse. Sus ojos barrieron la zona sin despedirse en las emotivas o empalagosas despedidas hasta que vio a un par de chicas solas con las maletas. Por algún sitio tenía que empezar así que se acercó cargando con la suya y saludó con una media sonrisa.

- Hola - hizo un pequeño gesto de saludo con la mano, sintiéndose inmediatamente estúpida por ello pero sin que nada de eso se trasluciera a su rostro -. ¿Lleváis mucho rato aquí? ¿A qué se supone que estamos esperando?

Al contrario que Eva, ella no había confundido a Jenny con una monitora pero tampoco había alcanzado a oír las preguntas de la niña como para hacer ninguna aclaración.

Dylan llevaba como mínimo 3 horas en aquel autobús. Como siempre su padre había tenido demasiado trabajo como para llevarlo el mismo. No importaba, con los años uno se acostumbra a todo. A todo menos a los ronquidos que proferia alguien dentro del autobús a aquello era imposible aconstumbrarse. Gracias a eso ya tenia la batería del reproductor de música casi agotada. "Genial" Pensó sarcásticamente. "Espero que la vuelta sea igual de agradable". La verdad es que no esperaba nada de aquel lugar. Bueno estaba mintiendo, esperaba que no estuviera lleno de capullos.

Finalmente el bus paró. Dylan estiró sus adormecidas piernas, cogió su bolsa de corte militar y salió al exterior pegando una gran bocanada de aire fresco. Miró a su alrededor y ,pese al número de coches y la carretera que ahora mismo veía, podía afirmar una cosa, aquel lugar era precioso. Sonrió para sus adentros. "Al menos cumple lo que dicen."

Se encaminó hasta la sombra más cercana y dejó la su bolsa en el suelo. No parecía haber llegado aún ninguno de sus supuestos superiores tan solo veía un grupito de 3 chicas hablando. Las saludó con un movimiento de cabeza al pasar. No tenía demasiadas ganas de hablar despues de tal soberana paliza de viaje. Además tampoco es que se le diera bien hablar con las mujeres, nunca había tenido una figura maternal y aquello se notaba, encontrando a las mujeres como "raras". Nunca se había parado a pensar demasiado sobre ello, pero se sentía más cómodo en ambientes masculinos.

Se sentó encima de la bolsa apoyando la cabeza en una mano con una cara que no dejaba traslucir si estaba feliz de estar allí o si aquel viaje había minado todas sus ganas.Tan solo esperaba que empezara ya, la espera siempre era lo peor de cualquier situación. Y encima el único casco que llevaba empezaba a producir cada vez menos sonido debido a la falta de baterías.

Lenny no había dejado de mover la pierna izquierda en todo el trayecto, impaciente por llegar de una vez por todas al campamento. Había sido un año académico bastante movido. Le habían quedado dos, le habían expulsado una vez y castigado un número imposible de contabilizar. Sonrió para sus adentros recordando cómo había sido.

Genial.

Al fin y al cabo había pasado de curso habiendo estudiado nada y menos y ahora sus padres, a saberse por qué, habían accedido a que se tomara sus vacaciones en el campamento. Estaba deseando ponerse el bañador y lanzarse al lago. Después ya habría tiempo para investigar. Y finalmente el coche aparcó. Tardó menos de dos segundos en desabrocharse el cinturón y salir al aire libre. Ya había mucha gente despidiéndose de sus padres. Había gran variedad, tanto de chicas como de chicos, algo que le agradó. ¿Quién podría ser su leal amigo de líos?

Papá: - Bueno, ya lo tienes todo, hijo. Pórtate bien, ¿de acuerdo?

Mamá:- Y haz caso de los monitores.

Tras asentir a todo lo que dijeron, con una actitud de niño bueno comedida, les dio un beso a cada uno y observó cómo se marchaban de vuelta. En cuanto se perdieron de vista Lenny alzó los brazos al cielo en señal de victoria y gritó un:

- ¡Sí! ¡Vacaciones!

Sonrió ampliamente y se marcó un baile poco estiloso sin importarle quién pudiera estar viéndole. Una vez terminó su leve celebración, decidió acercarse al chico que se había quedado apartado, sentado y con cara inexpresiva. Por su físico seguro que corría bien, cosa esencial si en algún momento les pillaban. Le pareció un poco mayor que él, ¿pero qué más daba? Se acercó a él y cuando estuvo cerca dejó su equipaje y se sentó a la sombra, sonriéndole y extendiéndole la mano.

- Lenny. ¿Y tú?
 

Ronald, el chofer, estaba maravillado. Era la primera vez que podía conducir el Land Rover de la familia Castilla, ya que prácticamente nunca lo usaban.
Andrew sin embargo jugaba en su portatil sin prestar atención al entorno, hasta que notó como el coche se detuvo.

Sus padres no habían podido venir por motivos de trabajo, pero Andrew ya estaba acostumbrado, Ronald no era mal hombre y encima se dejaba sobornar muy a menudo, como por ejemplo esta vez.
Lisa, la hermana mayor de Andrew, había conseguido convencer a sus padres de que no le permitiesen llevarse "ningún aparatito dichoso de esos antisociales" al campamento, y que "fuera con las manos vacías porque volvería lleno de cosas inmateriales".

¿Pero que carajo le pasa a mi hermana? Le habrá entrado la famosa rebeldía hippy que tan de moda está hoy en día. Lo había leido en varios artículos. Gente que tiene un buen nivel de vida, y sin embargo renuncían a ello para hacer voluntariados en países que están llenos de infecciones y asesinos. En fín. Ya se le pasará.

Pero por suerte Ronald había accedido a ir al baño segundos antes de partir, momento el cual aprovecharía Andrew para meter en el asiento de atrás una mochila con "aparatitos dichosos".

Por fin llegaron al campamento, aunque antes de bajar observó a un chico haciendo un ridículo baile. Ya sabía a quien no saludaría primero.
Se bajó del vehículo, iba vestido para la ocasión. Había visto videoclips y películas de como la gente guay va vestida a los campamentos. Iba con sus gafas de sol radiantes y su ropa deportiva pero no poligonera de marca North Face impecable.
Aunque en su maleta llevaba también ropa deportiva de marca y pantalones y camisas elegantes por si fueran necesario.
Su mochila con su iPad y iPhone último modelo.

Se despidió de Ronald y observó aquello un tanto... desilusionado. Evidentemente si volvía el año que viene, le comentaría a su padre que deberían construir una recepción más interesante y no directamente caer al albero.

Dejó al par de chicos para más adelante, pero primero quería presentarse a las chicas, como bien le habían enseñado.
Mientras se acercaba, iba mirando las zapatillas de éstas. Había aprendido a fijarse en las manos de las personas mayores para saber su nivel adquisitivo, y sin embargo eran las zapatillas en los jóvenes lo que demostraban esto.
Indudablemente la rubia era el amor de su vida. Cuando llegó a la altura del grupo, se subió las gafas de sol para que recogieran parte de su melena (tal y como había visto a un actor en una escena de una película, y tanto había ensayado en el espejo), desgraciadamente notó como se le salió una patilla por una oreja y decidió quitarselas y colgarselas de la camiseta.

Hola chicas, me llamo Andrew. Encantado de conocerlas. Y extendió la mano primeramente hacia la chica rubia
 

esto... hola, me llamo Eva. ¿Tú eres una de las monitoras por casualidad?- si era así estaba perdida..

Aquello podría tomarse como una puñalada llamándole vieja, pero el tono de la chica era sincero, así que lo interpreto como se la veía como una figura de autoridad… y que estaba tan perdida como ella.

No, que va, soy una alumna más (el generador de falsa modestia se puso al rojo vivo al decir “una más”, pero había que empezar con humildad)… un placer conocerte Eva (Dándole dos besos)… Me llamo Jenny,…Vengo de New York ¿y tú?... (Apenas le responda) Me encanta la sudadera… eso es presumir de color de ojos con estilo, sí señor. Me gustaría tenerlos de tu color…

Básicamente el plan es envolverla en un abrazo social de confort protección y que guays somos las dos.

Una chica asiática se acerca y les saluda:

- Hola - hizo un pequeño gesto de saludo con la mano, sintiéndose inmediatamente estúpida por ello pero sin que nada de eso se trasluciera a su rostro -. ¿Lleváis mucho rato aquí? ¿A qué se supone que estamos esperando?

No, que va, acabamos de llegar. Ella es Eva y yo Jenny… Un placer. (Esperando que se presente) *

Mientras una parte de su cerebro conspira para crear un grupo de chicas unidas y que la adore, una subrutina se ejecuta en su mente: chicos. El primero es descartado como asocial, se margina él solo. Tiene aspecto de ser uno de esos chicos que si los presionas demasiado corres el riesgo de que se hagan con el rifle de caza de su abuelo Pit y el instituto salga en la tele. El segundo es guapete pero parece demasiado feliz, y el bailecito lo descarta de inmediato. No le gusta la gente expontanea ni sin vergüenza. La capacidad de avergonzarse cuando te sales del estándar es lo que mantiene la sociedad y evita la barbarie. Pero el tercero… a la tercera va la vencida. Ese chico va a sacarla del brazo cuando los coronen rey y reina del campamento. Lo tiene claro. ¡Y viene hacia ellas!

Abre dos subrutinas mentales más:

-Destruir a cualquier otra chica que se acerque a él más de lo debido.

-Ropa con la que este chico le ha visto vestida (para no repetir).

Hola chicas, me llamo Andrew. Encantado de conocerlas. Y extendió la mano primeramente hacia la chica rubia

Jenny se la estrecha o mejor dicho se deja estrechar su mano con suavidad. Un placer Andrew, ellas son Sara y Jane * Bonitas Gucci (O lo que sea, en referencia a las gafas de sol) No se le ha escapado que son de la última colección.

La naturaleza... qué gusto estar en un lugar ajeno a la sociedad. Como había llegado una hora antes de lo previsto y aún no habían llegado los demás, Hugo se colgó del cuello su cámara de fotos profesional y se fue a sacar las primeras instantáneas de aquel verano. Recorrió los alrededores, centrándose en el lago y metiéndose un poco en el bosque, encontrando las primeras señales de fauna. Fotografió a dos mapaches, alcanzó a darle click justo en un salto de una ardilla de un árbol a otro y por último se hizo una foto a sí mismo observando el paisaje antes de regresar a la zona de encuentro.

Cuando llegó, camisa negra arreglada y manos en los bolsillos, observó agradecido la llegada de muchos de los presentes. Tres chicas ya se habían juntado y un chico se les aproximó. Hugo les observó desde la distancia a través de sus lentes de pasta negra. La rubia y el chico parecía que iban a congeniar. No parecían estar acostumbrados a aquel mundillo, pero quién sabía. A lo mejor simplemente les apetecía broncearse. La asiática tenía pinta de vergonzosa y la otra, la más joven sin duda, era la que más le llamó la atención. Tenía una expresión corporal curiosa, como repleta de confianza. Eso le gustó.

En la zona de la sombra había dos chicos más. A uno le parecía gustar tanto como a él los momentos tranquilos de reflexión y él otro parecía estar más entusiasmado que nadie en esos momentos.

No está mal.

Colocó el ojo en el objetivo de su cámara y desde la distancia fotografió a ambos grupos dos veces antes de volver a bajar el objeto y saludar con un movimiento de mano a todos, pero sin acercarse, pensando que molestaría si lo hacía.

Por desgracia, Alex no había conseguido que la dejaran coger un taxi que la llevase al campamento. Llevaba cerca de cuatro horas metida en el XL7 de su padre, rodeada de cuatro hermanos sobreprotectores cuyos cuerpos de gimnasio ocupaban demasiado espacio en el coche. En otras palabras: Estaba agobiada.

Pese a todo, su rostro mostraba una enorme sonrisa dirigida por igual tanto a sus padres como a sus hermanos, tratando de convencerles por enésima vez de que unas semanas de campamento en la naturaleza eran una buena idea, incluso aunque ellos no estuvieran cerca. "Sobre todo si no estáis cerca, mamá" Pensaba la muchacha mientras elaboraba una sutil serie de argumentos que pronunciar en voz alta para tranquilizar a su progenitora.

Sólo cuando el monovolumen se detuvo por fin y pudieron salir al aire libre Alex respiró tranquila. Ya habían llegado, ya no había marcha atrás. La joven envolvió en un tierno abrazo a su madre, casi tan bajita como ella.

- Te quiero mamá. Estaré bien.- Susurró a su oído segundos antes de que unos abultados brazos la cogieran en volandas y la hicieran pasar uno por uno por sus expectantes hermanos.

- Y si no, ¡llama a tus hermanos!- Exclamó la mujer con el estridente tono de voz de quien trata de evitar las lágrimas.

- Mamá, no creo que nos dejen guardar el móvil.- Respondió Alex cuando consiguió que la dejaran en el suelo.- Y está bien, porque no me hará falta. Ahora marchaos, venga.

- Aún así tienes uno de repuesto metido en la maleta.- Insistió el mayor de sus hermanos mientras  se acercaba con una maleta color granate.- Tiene nuestros números guardados en Speed Dial. Por si acaso.

- Vale, lo prometo.- Concedió finalmente.- Y ahora si eso es todo...- Se giró para despedirse de su padre, que no había abierto la boca en todo el camino.

El hombre la miró con seriedad, poniendo la mano en su hombro. Luego echó un vistazo en la lejanía, tratando de averiguar el origen de cada una de aquellas minúsculas siluetas en la distancia. Y la volvió a mirar a ella.

- Ten cuidado con los chicos.- Fue su primera y última palabra antes de volver al coche y arrancar de vuelta a NYC.

Cuando el monovolumen azul marino se perdió en el camino de vuelta, Alex suspiró aliviada. Vestida con unos shorts vaqueros y una sudadera negra ajustada, la muchacha se encaminó hacia donde el resto parecía estar esperando.

Vio a dos chicos a la sombra de un árbol, y los saludó con la cabeza a pesar de que lo más probable es que no se diesen ni cuenta. Al fondo había otro chico, con una cámara de fotos colgando del cuello. Tal vez en otro momento.

En su lugar, se acercó al grupo de chicas que estaba hablando junto a la recepción. Oh, uno de ellos era un chico. Algo pijo y fuera de lugar, como la rubia a la que estaba hablando. "Harían buena pareja" pensó divertida. Las otras parecían más normales, gracias a dios.

- Buenos días.- Saludó con una sonrisa.- Alex 

Saluda a Jenny con dos besos, definitivamente parecía la típica rubia de toda película, y más cuando le dijo que no era monitora... ¿a quién sino se le ocurriría llegar así a un campamento? -yo vengo de California y...gracias- no esperaba que nada más conocer a alguien la piropearan por sus ojos, y menos una chica tan mona. Saluda con una tierna sonrisa a la asiática, podría resultar un verano interesante... 

Mira por un momento a un chico que se aparta del resto sin decir nada, aunque más tarde se le acerca un chico lleno de energía que se había pegado un baile nada más llegar al campamento y por lo que no pudo evitar reírse disimuladamente, raro quién no lo haya visto. 

No puede evitar mostrar asombro ante la llegada de ... de otro pijo, ¿se creían que era un concurso de belleza o de ver quién traía mejores marcas? Sin duda harían buena pareja... Lejos de tenderle la mano lo saluda con un gesto de cabeza, no fuese que le diese asco tocar a personas que considerase "inferiores". 

Un "click" suena en un momento en el que se habían quedado en silencio, haciendo que preste más atención a su alrededor hasta dar con un chico en el que no se había percatado algo y que portaba una cámara de fotos. Sonríe de medio lado curiosa, parece que ese era su saludo, hacer fotos a los demás. Más tarde le pediría una copia, nunca está de más tener una foto del primer día de libertad en mucho tiempo. 

Eva se gira de pronto, al oír otra voz -hola Alex- sonríe a la recién llegada -parece que por el momento no han llegado los monitores- mira de nuevo a su alrededor, por le momento solo parecían llegar adolescentes que, con suerte, habían optado al campamento. Aparta un poco de su lado la maleta y deja el macuto en el suelo, cogiendo solo una botella de agua -yo creo que por el momento voy a ver un poco los alrededores- todavía con su sonrisa mira al grupo que se había formado en un momento -no creo que tarde, por lo que dejo aquí mis cosas...- se despide con un movimiento de mano, de todas formas no tenía nada importante en la maleta si alguien tenía curiosidad por abrirla, aunque si se atrevían a abrirla tendrían que atenerse a las consecuencias... 

Con paso ligero, casi parecía que sus pies no pesaran nada, se acerca hasta el chico de lentes con una media sonrisa parecida a la que le había dedicado momentos antes -que sepas que voy a querer una copia de la foto- le tiende la mano -Eva- mostraba una confianza que no era propia de crías de su edad, aunque si era consciente de ello le daba igual -¿tú eres alguna especie de ninja? Cuando he venido antes no te había visto. 

Un placer Andrew, ellas son Sara y Jane * Bonitas Gucci

Tras esas palabras, Andrew coge sus gafas de la camiseta donde las había dejando colgadas, enseñandolas como quien enseña un diamante. Si Jenny, son Gucci, muy bien adivinado jejeje. Riendo un poco estúpido. Cuestan 230€ cada una. Y comienza a explicarlo como si fuera el propio vendedor y con una seguridad pasmosa. Pero tienen tanto protección solar como resistentes en el agua. No se empañan y mira las patas. Dice mientras tira de ellas y se doblan sin romperse. Son totalmente flexibles. Además de que están muy chulas.

Parece que pudiera estar horas hablando, sin embargo escucha el ruido de una cámara y observa instantaneamente.
Prácticamente no se fija en el chico, sino en la cámara. ¡Mierda, se me ha olvidado mi cámara! ¡Justo la que me compré para este campamento! Tendré que llamar a Ronald para que me la traiga mañana, eso me costará caro, por lo menos le tendré que regalar esas entradas para el partido de baloncesto que tanto quería y convencer a mis padres de que le den libre y me cuide mi hermana.

Vuelve la mirada al grupo y se da cuenta de que hay otras dos chicas que le presentaron. Ah hola. Dice sin mala educación pero como quien saluda al entrar a un ascensor.
Otra nueva chica irrumpe presentándose, ya empieza a ponerse nervioso.

Vuelve a mirar a Jenny y con cierto nerviosismo pero intentando aparentar seguridad comenta. Pues sí, son bonitas estas Gucci. Tengo otro par, si quieres te podría regalar unas si te gustan mucho. Y mientras le sonrie, se lleva la mano al pelo para peinarse de manera sexy, sin darse cuenta que se había colocado las gafas en la cabeza y cayendose éstas al suelo.
Rápidamente avergonzado las recoge del suelo y dice. Ves, quería comprobarlo. Mira, ningún rasguño. Bueno, solo aquí en el lateral, pero vaya, eso se quitará con algún producto. Y mantiene la cabeza agachado mientras se aparta ligeramente del grupo.
Tras varios segundos, se acerca a su maleta y como para que se olvide su patosidad, saca su iPad y comienza a hacer fotos del lugar, ignorando un poco al resto.

Exhibió una medio sonrisa, parecida a la de Eva cuando ésta le preguntó si era ninja y se liberó de una mano para estrecharle cordialmente la mano a la chica, de forma segura siempre sin dejar de observarla directamente.

- Ninja... ¿quién sabe?- respondió de primeras, amable y simpático entrecerrando ligeramente los ojos debido a la sonrisa.- Soy Hugo, encantado de conocerte.- acababa de llegar una nueva chica de pelo color fuego, pero Hugo estaba ocupado prestando atención a su interlocutora.- Sobre las fotos... te pasaré un copia si quieres pero con una condición.-  se acercó más a la chica, inclinándose ligeramente y susurró de manera que solo ella pudo oírlo.- No se la enseñes a la rubita. La verdad es que la he sacado sin querer en medio de una mueca... no quiero que se enfade tan pronto...

Un brillo de diversión bailaba en los ojos del chico aunque continuaba con la misma expresión calmada y amable. Era expresivo lo justo. Ni se pasaba, ni se quedaba tan corto como para que no pudiera adivinar que estaba de broma.

Dylan salió de si ensimismamiento cuando Lenny le tendió la mano. Parpadeó varias veces y miró primero a los ojos de aquel chico y posteriormente la mano que le tendía.Lo había visto bailar pero lo había asimilado como parte del paisaje. Una pequeña sonrisa surgió en su cara a la vez que esta se volvía menos sombría. Aquel chico le había caído bien. Directo y activo. Además había tenido las narices que haber ido a saludarle a el cuando muchos otros sencillamente lo habrían evitado en pos de gente más abierta.

Estrechó la mano que le tendía Lenny con fuerza y energía, intentando responder a toda la que emitía el. - Dylan. Dylan Farrow un placer. Dijo mientras se ponía de pie con sus 1,70m en todo su esplendor y se quitaba el casco restante de la oreja.

Miró a su alrededor, al parecer ya se había formado el típico grupito de populares. Solo esperaba que no molestaran demasiado. Ya le había roto la nariz a uno hace tiempo y lo habían tenido que cambiar de instituto. Solo pedía una relación de indiferencia. También vio a un chico haciendo fotos al cual otra chica saludó. Parecían más pasables que el otro grupo.

Se dirigió a Lenny. -Bonito baile. Dijo todo lo alegremente que podía. -Ojala eso hiciera que llegaran ya los monitores, ya estoy aburrido de esperar. Sacó un paquete de chicles de fresa del bolsillo y le tendió una Lenny. -¿Quieres?

El viaje hasta el campamento había transcurrido en un silencio tan sólo roto por sus tíos al intentar establecer una vía de comunicación con Penelope, que al sólo responder con monosílabos o frases cortas había acabado recayendo en revisar una y otra vez si había olvidado alguna cosa.

La muchacha no parecía ni entusiasmada ni decepcionada mientras se acercaban, sólo seria y reflexiva, observando el paisaje  por la ventanilla deslizarse en silencio a su lado, sumando kilómetros que la distanciaban tanto como los años de la vida que una vez tuvo. 

Por fin el coche se detuvo y ella descendió sin prisas, deslizando una somera mirada por los recién llegados y ahogando un suspiro a la par que se despedía de sus preocupados tíos, que la instaban a unirse a alguno de los grupos de inmediato.

- Estaré bien, gracias, no os preocupéis... - repitió un par de veces, con la bolsa a sus pies, mientras se despedían, incluso ya en el coche a través de la ventanilla.

Observó en silencio cómo se marchaban y volvió a recorrer el lugar con la mirada, tan sólo deteniéndose un segundo de más en Hugo y Eva, que parecían inmersos en una conversación agradable y amistosa. Sin embargo no hizo ademán de acercarse; se quedó allí, de pie, visiblemente incómoda.

No había funcionado, joder, no había funcionado. Aquella mañana Jhon se había levantado muy muy pronto y había bajado al garaje. No, no quería comprobar que las maletas estuviesen bien cerradas y metidas en el maletero. Tampoco es que la mecánica le interesase demasiado, aunque esta noche se sentía cómodo con su rol de mecánico improvisado. Tardó casi 20 minutos en descubrir como abrir el capo del monovolumen familiar y levantarlo sin hacer ruido. Tardó menos de dos minutos en cortar los bornes de la batería justo en el lugar en el que su sabotaje no sería visible. ¡Adiós campamento, hola verano!

Pero no había funcionado. Otra vez su padre y sus malditas ocurrencias. -Adivina que Jhony- le había dicho esa mañana ilusionado durante el desayuno. -Tu tío Peter nos deja el Hummer. Vas a dejarlos a todos alucinados, ya verás. Dios, eso sí que es llegar al campamento de montaña como un auténtico marine...- Jhon no pudo oír el resto del discursillo mañanero de su padre. Otro maldito plan que fallaba debido al "Factor Humano".

El camino fue largo y tedioso. La anticipación del bochornoso momento que pasaría al llegar al campamento no le dejaba a penas respirar. En serio tenían que ir el y su padre vestidos con ropa militar. -Me van a matar nada más llegar- musitó Jhon. SU voz quedó tapada por el Boooorn in the USA que Bruce cantaba por octava vez en el equipo de música. Al menos su madre no había venido. Aunque le daba pena, hubiese sido peor despedirse de ella delante de todos los chicos. Podía imaginarse a su madre vestida de marine (como no, cediendo a los caprichos de su padre) llenándole de ruidosos besos y diciéndole a voz en grito mientras se despedía "TE QUIERO MUCHO HIJO""PÓRTATE BIEN CON LAS CHICAS..."

Cuando por fin llegaron a la entrada del campamento un nutrido grupo de niños y adolescentes estaba reunido. Genial, primera vista de sus compañeros, primera idea de quienes le iban a causar problemas. Jhon los catalogó según dos divisiones básicas: pijos que le marginarían o le putearían según el día y niñatos deportistas que serían quienes le joderían la existencia día tras día. Cojonudo.

El padre de Jhon le tiró el petate (dios, de verdad era necesario un petate del ejército) casi derribándolo por la inercia del peso y le hizo un saludo militar excesivamente ceremonioso antes de montarse de nuevo en el Hummer. -Bueno, puede que los chavales no se hayan fijado...- el pensamiento de Jhon se fue al traste cuando su padre tocó el claxon tres veces consecutivas mientras se despedía por la ventanilla con un - ADIÓS SARGENTO-

Arrastrando el petate y su dignidad, Jhon fue acercándose a los chicos... El infierno comenzaba. Otra vez.

- Os lo dije. Os dije que llegábamos tarde. Mirad, ya casi todos están ahí en grupos. Siempre hacéis lo mismo.

Lizzy se bajó del coche con cara de pocos amigos. El viaje había sido un infierno escuchando los continuos reproches de sus padres, como si les importara lo que le pudiera pasa a ella, sólo se preocupan por ellos mismos, siempre habían sido así y eso no cambiaría. Recogió la maleta que su padre acababa de sacar del maletero del coche y, colgándose la mochila al hombro, se despidió de sus padres sin mucha efusividad por ambas partes.

- Nos vemos a la vuelta. Espero que no os olvidéis del día de mi regreso.

Ni siquiera supo si la habían oído. Su padre ya había arrancado el coche y se alejaban dejándola a ella en medio de la nada. Con un suspiro de resignación Lizzy dio media vuelta fijándose en los distintos grupos que ya se habían formado, intentando descubrir en cuál encajaría mejor, aunque visto lo visto no lo tenía muy claro.

Encogiéndose de hombros y poniendo la mejor de sus sonrisas, comenzó a caminar arrastrando su maleta de ruedas hacia el grupo más cercano, formado por un par de chicos a los que se acercó.

- Hola... Soy Lizzy ¿vuestra primera vez en el campamento?

Está con los monitores en el exterior del edificio de recepción, pero parece que ninguno de los chicos se acerca allí para recibir la bienvenida del campamento así que decide acercarse más a ellos.

-Iré a buscarlos - dice con una sonrisa.

Se aleja unos metros para situarse en el centro del lugar. Es fácil distinguir que es una monitora porque lleva el uniforme del campamento: una camiseta blanca con el logo de éste y unos pantalones cortos. Pequeña, mucho más que la mayoría de los que hay ahí, luce un par de colas bajas que caen por encima de sus hombros.

-¡Buenos días chicos! ¡Acercaos! - grita haciendo un gesto con las manos para que vean los más alejados que les está llamando.

Es su primer año de campamento así que lo tiene que hacer lo mejor posible para demostrar que sabe hacer bien su trabajo, además... en ese campamento pagan bien y si consigue que todo salga perfecto, seguramente la contraten el próximo verano.

Alex tuvo que evitar exhalar un suspiro de hastío al ver la reacción de las otras chicas. De los niños pijos se lo esperaba, y aunque el pobre intento del muchacho casi le había hecho sonreir, tampoco desperdició un segundo intento por saludarlos.

La pequeñaja era otra cosa. La había contestado con una sonrisa espléndida para acto seguido largarse a hablar con el modernillo de la cámara de fotos. Maleducada. Les escuchó saludarse desde donde estaba, captando poco más que sus nombres.

Y finalmente estaba la chiquilla asiática. Parecía tímida, lo que al menos la permitió forjarse una mejor opinión de ella. Aunque teniendo en cuenta con quien se había juntado, tampoco era de extrañar.

Empezaba a pensar que tenía que haberse ido con los dos muchachos a la sombra del árbol, cuando una mujer se plantó en medio de la campa haciéndoles señales para que se acercaran. Casi aliviada por poder alejarse un poco sin parecer demasiado brusca o grosera, Alex agarró su maleta con fuerza y la arrastró hasta el punto donde se encontraba la que, supuso, sería su monitora.

Por el camino vio un par de caras en las que no había reparado antes, lo más seguro recién llegados. Saludó con una sonrisa alegre a una chica pelirroja parada a varios metros de cualquier grupo definido, y a un chaval que parecía salido de una película militar de poco presupuesto.