Partida Rol por web

Con la ronda de celebración, llega a la mesa una cosa más. Una bolsa de oro con 89 nueve monedas relucientes. El premio de Wu es realmente una pequeña fortuna.

La mujer que acompaña a Lili no le compra más comida, pero si pide otro plato, donde sirve la mitad de lo que hay en el suyo, y lo mismo hace con las jarras. Charlan un rato más, la mujer parece relajada y mira a Lili con ternura pero la entrada de un nuevo grupo de clientes que hablan particularmente fuerte les impide escuchar qué dicen. Lo único destacable que llegan a notar es que en un momento dado, de manera sutil como queriendo ocultarlo, la mujer le señala a Lili la mesa de ustedes con la mano y rostro preocupado.

Antes de que la capitán lograra rodear la barra para hablar con Tom, Wu encomendado a los espíritus de antiguos cocineros había llegado a la barra, moneda en mano, para dar la talla en la apuesta de la casa.

Los aplausos fueron una buena distracción para que el dueño del lugar, Tom, se fuera de la vista junto a la capitán a hablar en privado. Wu respondió al vitoreo inclinando su cabeza una y otra vez a medida que se hacia paso de vuelta a la mesa.

Sonrío en respuesta a Mekkor y asiento cuatro veces con la cabeza. -Una ronda de cerveza para todos, señorita, por favor.- Llamando a la camarera al pasar.

Buscando acomodar las rodillas comodamente en el suelo, junto a la mesa, cruzo los ojos con un atisbo de mirada a Giacomo y Ashara. -¿Conocen a la nueva amiga de Lili?-

Asintió a Wu -Es la pirata que vimos en el barco del capitán, la que se llevo algo del barco de ese capitán en un carro tirado por caballos.... no parece peligrosa en principio, pero habrá que vigilarla, después de todo Lili puede se muy molesta si se lo propone y no se si tendrá mucha paciencia- desde luego si la abordase así a Ashara  y le diese la comida, ya la habría matado, la paciencia no era su punto fuerte.

El "truco" de la chiquilla desvalida estaba funcionando. Era algo que me hacía sentir ligeramente mal, culpable, porque me había servido innumerables veces para aprovecharme de gente de buen corazón. Una cosa era robar a quien tenía oro de más, o timar a quien trataba de aprovecharse de otros, pero engañar a alguien que trataba de hacer algo bueno por otros siempre me dejaba un regusto amargo. Y lo había hecho muchas veces, porque... la necesidad tenía esas cosas. Los principios salían por la ventana cuando el hambre entraba por la puerta.

En aquella ocasión, la mujer no pidió comida para mí, pero compartió la suya. Incluso lo hizo ofreciéndome la excusa de probar el sabor de aquel puré. No tenía mucha hambre, porque en realidad acababa de comer, pero aún así el puré parecía delicioso, y siempre había sitio para un poco más, así que acepté de buen grado el ofrecimiento y comí con Sandra, como se presentó, aprovechando los momentos en que era ella quien ofrecía información.

No era pirata, ni marinera, pero pasaba mucho tiempo en barcos. ¿Comerciante? Seguramente. Decía evitar a la gente, pero no parecía arisca y antisocial, yo había conocido a unos cuantos así. ¿Evitaba a alguien en particular? ¿A una persona, o a un tipo de personas? Pensativa, me dije que debía releer aquella carta...

No me pasó desapercibido cómo su mirada se desviaba, y temí que fuera por el modo en que mis compañeros habían llamado la atención. ¿De verdad les había parecido buena idea participar en aquel juego del posadero? ¿En aquellos momentos? Yo sería una niña, pero a veces parecía que tenía más dedos de frente que algunos viejos. Al menos, para ciertas tareas. Quizás por eso la capitana decía que yo tenía ciertas cosas que ofrecer que los demás no tenían.

Inteligente no se, más bien suelen llamarme "listilla". -Repliqué a Sandra, con una sonrisa llena de picardía, antes de llevarme otra cucharada de puré de patatas a la boca.

Sin embargo, empecé a preocuparme cuando Sandra llamó mi atención ante la tripulación. Esperaba que se hubiera fijado en ellos solamente después de que yo dejase la mesa, pero por instantes temí que no fuera eso, y que ya me hubiera relacionado con ellos al verme cuando había entrado. Eso significaría que estaba jugando conmigo, y no lo parecía, pero era mejor asegurar. Aquellas palabras podían ocultar algún tipo de prueba.

¿E-esos? ¿Piratas? -Me mostré consternada, abriendo los ojos como platos mientras bajaba la voz aparentando disimulo- ¿Estás segura, Sandra? No parecen mala gente... Les conozco, en realidad. Bueno, no mucho, pero les he hecho de recadera alguna vez. De hecho, me han invitado antes, el queso era suyo. -¡Ja! ¡Supera eso, maestro! Si me hubiera visto con ellos al entrar, ya tenía una excusa perfecta para cubrirme las espaldas- ¿Son peligrosos? Siempre pagan los encargos, y nunca han intentado propasarse conmigo, aunque eso podría ser porque su capitana es una mujer... -Me mostré pensativa, como si aquello fuera una conclusión lógica a la que acabase de llegar.

 -Hombre tanto como conocerla... Lo que dice mi cuchi-cuchi, la hemos visto hablar con el capitán y llevarse el draco. Y nada más, por lo que sabemos puede ser su amiga, su amante, su hermana, su rival, su cliente o todo a la vez. Lo cual sería siniestro en cierto modo.

Una ronda de cerveza sonaba estupendo mientras esperaban a que Lili triunfara o fracasara estrepitósamente. Lo bueno era que parecía haber caído en gracia a aquella mujer. Y además en caso de que algo saliera mal, allí estaban ellos para ofrecer apoyo a la ratoncilla en caso de que lo necesitara. Por esa razón el bufón no quitaba ojo de encima a Lili y a la otra mujer. En cuanto viera algo que indicara que las cosas empezaban a torcerse...

—¿Los conoces?— preguntó abriendo los ojos— Si, son peligrosos. Hace poco han asaltado a un amigo, y mataron a un par de sus compañeros— hizo silencio, mientras veia a la moza ir a buscar la nueva ronda que había pedido Wu— Igual, no te juzgo. En la calle muchas veces no queda de otra que trabajar con gente así— se giró hacia ti de forma que no se la viera desde la mesa, se inclinó y bajó la voz— Se que es mucho pedir, pero ¿Te animasss a meter esto en alguno de sus bolsillos? O en sus botas, lo mismo da. Sssi vienes aquí en un par de díasss, es posible que te pueda recompensar muy bien— te preguntó con algo similar a la verguenza. De un bolsillo sacó un guijarro de apariencia totalmente normal, no mas grande que una uña. Está algo tensa, y te da la impresión que un leve acento orlessiano se filtra en unas pocas palabras.

La mujer se gira hacia Lili, de forma tal que queda dándoles la espalda a ustedes. Se inclina hacia adelante y le susurra algo al oido. Otra ronda de Cerveza llega a la mesa, un surtido de líquidos dorados, negros y rojos, a gusto de cada uno.

La información que me dio Tom no fue mucha, aunque sí mencionó varias cosas que podían tener su importancia, o no. Eso sería algo que tendríamos que descubrir.

El que la tal Sandra fuera un Viento de Alquiler no era poca cosa, pues si no tenía nada que ver con Thorne, probablemente este habría alquilado sus servicios. Las preguntas entonces eran, ¿rumbo a dónde? ¿Y para qué? Aunque cabía la posibilidad de que no se tratara de un simple negocio, después de todo, ambos eran orlessianos. ¿Se conocerían?

Cuando el tabernero preguntó por nuestros nombres alcé una ceja, sonriendo de medio lado.

- Soy la Capitana Harmony, y eso es todo cuanto necesitas saber. Además, ya conoces a Mekkor, ¿no? - comenté de manera desenfadada, antes de coger una de aquellas cajas tal y como había sugerido Tom. - Hay algo más que me gustaría saber antes de subir. ¿Sabes de alguien que pueda saber algo más de ese capitán o de la viento de alquiler? ¿La has visto relacionarse con alguien en particular cuando pasa por aquí?

Con aquella jugada me había adelantado a un posible riesgo, asumiendo uno mucho menor. Por suerte, parecía que mis temores eran infundados, ya que Sandra se mostró muy sorprendida al saber que conocía a la tripulación. Sin embargo, no me lo tuvo en cuenta, asumiendo las necesidades de mi estilo de vida. Al menos, con ello saqué algo en claro. El capitán era amigo suyo, o así lo había definido. Tal vez eso significase que ella no era una "clienta" de éste, sino una colaboradora que se había encargado de trasladar la carga.

¿A-asaltado? Vaya, pues sí que son peligrosos... -Me mostré ligeramente amedrantada ante aquella idea- Supongo que a mí me dejan tranquila porque saben que no tengo donde caerme m... que no tengo nada de valor, vamos.

En aquel momento, Sandra comenzó a hablar mucho más bajo, y la escuché con el ceño fruncido prestándole toda mi atención. Bajé la mirada a aquel guijarro y lo inspeccioné un instante, antes de mirar en dirección a la mesa. ¿Qué pretendía aquella mujer?

¿Colarles esa piedrita? Hmmm... Es pequeña, no debería costarme. ¿Qué hace? ¿Es mágica? No explotará, ¿no? ¿O es para saber por dónde se mueven? -Quise indagar, sonriendo con picardía- ¿A quién de ellos quieres que se la endose? ¿Y cómo de generosa será esa recompensa?

Tom se encogió de hombros ante tus preguntas. 
—No tengo idea, aquí solo viene a comer, casi siempre sola. Y si trae compañía, nunca son los mismos marineros. Pero supongo que trata con cualquiera que viaje regularmente a Gobernanta ¿No? Después de todo, vive ahí.

El tabernero estaba por subir las escaleras, pero se frenó. Volvió a bajar, cargó otro cajón más encima del que ya llevaba y de nuevo se dispuso a subir.
—Ya hemos hablado suficiente, subamos antes de que empecemos a levantar cejas. Si me prometes venir por la noche con algo de oro, puedo intentar averiguar algo más.

—¿Explotar? No, no. Esssto es para rastrearlosss—miró por sobre el hombro a la mesa de nuevo— La capitana no está, asique al ashere*, parece el más ebrio de todos. Y por la recompensa... si logro capturarlos te podría dar 2000 monedas de oro. Si se me essscapan, pediré un préssstamo y te daré 200 ¿Te parece? Aquí, en tres días, cualquiera que sea la situación, te llevasss tu premio.

2000 piezas de oro bien administradas y asumiendo que no ocurran catastrofes, representan cerca de tres años de vivir comodamente. Por supuesto que siendo piratas ni están bien administradas, ni las catastrofes son algo totalmente raro. Igualmente, 200 piezas para una huefana representan una fortuna. Has visto niños molerse a golpes por una bolsa con 10 de esas monedas.

Saber que aquello no tenía aplicaciones peligrosas me tranquilizaba, siendo aquella piedrita más o menos lo que había supuesto en un principio. Sandra quería poder rastrear a la tripulación, lo que no era en exceso peligroso y... podía ser beneficioso para nosotros si jugábamos bien esa carta.

Jo, que guay poder usar cosas de éstas. -Afirmé cogiendo la piedra con disimulo y haciéndola desaparecer en mi bolsillo. Miré por encima de mi hombro con disimulo, descubriendo que la capitana no estaba con los demás. ¿A dónde había ido? Bah, tampoco importaba demasiado, además de que Sandra ya me había marcado otro objetivo, y resultaba incluso más interesante. De hecho, jugaba a nuestro favor- Vale, pues al ashere. -Confirmé, sonriendo. Fue entonces cuando dijo exactamente lo que pensaba pagarme, y mis ojos se abrieron como platos. Sinceramente, la mujer no debía esperar menos, porque aquella paga era muy alta para alguien que, como yo había hecho en el pasado, vivía en la calle. Lo seguía siendo en ese momento, en cualquier caso, aunque no fuera a cobrarlo- ¿¡Dos m...!? Perdón, ¿dos mil piezas? ¡Sí que es importante para ti cogerlos! ¿Es para vengarte? ¿Los vas a matar? Suena emocionante...

De la escalera al sótano sale Tom cargando dos cajones de madera de aspecto pesado. Harmony lo acompaña detrás, llevando también una caja. Atraviesan el lugar con rapidez, esquivando a la pequeña multitud amontonada en el centro y van hasta detrás de la barra, donde dejan las cajas apiladas fuera del paso. Tom le agradece su ayuda y de una de las cajas saca unas zanahorias que empieza a cubetear con rapidez y precisión.

La conversación de Lili es inaudible, pero la niña actua demostrando clara sorpresa. Puesto que está dada vuelta, el rostro de la mujer no es visible, pero parece ponerse un poco más rígida cuando Harmony se ve obligada a pasar cerca de ella para seguir al dueño del local.

—No es venganza, por lo menos para mi, es trabajo. Han hecho enfadar a alguien poderossso y tienen un precio grande encima.—Sandra ignora sin sutileza tu pregunta sobre si piensa matarlos o no. Estaba por abrir la boca para decir algo más, pero en ese momento Harmony sale desde el sótano y la atención de Sandra cae sobre ella. La mira de reojo, lo más sutilmente posible, pero se le nota nerviosa—Elige a quien quieras, pero no podemossss hablar mucho más ahora, ¡Ve!— te insta a moverte, aunque antes te da una moneda de plata, como para que tengas una charada creible.

Sandra no dijo nada sobre matarlos, pero sí dejó claro que no era un asunto personal, sino profesional. Alguien importante había puesto precio a sus... a nuestras cabezas, y ella quería cobrar la recompensa. Seguramente el destino dependería del pagador. ¿Quién seria? No tenía tiempo para averiguar más, lamentablemente, puesto que Sandra daba por finalizada nuestra conversación apurándome a irme ya. Sonreí mostrándole decisión y le guiñé un ojo, tomando en mi mano aquella moneda que me ofreció como adelanto del pago.

A sus órdenes, patrona. -Le dije, antes de alejarme de ella.

Sin embargo, mi sonrisa se desvaneció en cuanto le di la espalda a la mujer, plenamente consciente de lo que nos estábamos jugando. Habíamos airado a alguien muy importante, teníamos un alto precio por nuestras cabezas, y ni siquiera sabíamos con quién nos enfrentábamos. Y yo tendría que seguir jugando a dos bandas un tiempo más, por el bien de todos.

Me despedí de la mujer con una pícara sonrisa en mis labios, que se desvaneció en cuanto le di la espalda, caminando con cuidado de vuelta a la mesa donde estaban mis compañeros. Mi gesto se volvió serio y preocupado, y con disimulo alcé mi mano como si fuera a colocarme bien el flequillo para poner un dedo en mis labios y pedirles silencio, no fueran a desmontar mi coartada. Me acerqué a la mesa y saludé ostensiblemente con la mano.

¡A quién tenemos aquí! ¡Mis clientes favoritos! -Exclamé con teatralidad, tomando asiendo precipitadamente, en la bancada en que le ofrecía mi espalda a Sandra- ¿A que invitáis a vuestra huerfanita favorita a un vaso de leche? Seguro que hay algún trabajito que pueda hacer para vosotros a cambio de algunas monedas, ¿a que sí? -Pregunté acercándome todo lo posible a Wu, a quien terminé por sujetar del brazo, abrazándome a él- ¿A que sí? ¿A qué sí? -Continué, antes de bajar la voz y susurrar con disimulo- ¿Sigue la mujer en la barra? Tenemos que salir de aquí cuanto antes, estamos en un lío. Echadme y nos vemos a dos manzanas calle arriba, tenemos que hablar...

Wu se encontraba felizmente, de rodillas y con el culo sobre los talones, con la alegría de haber ganado la apuesta de la casa.

Primero no entendió el por qué de tanto contacto de la pequeña Lili para con él. Pero cuando si... -¿Nǐ shìtú tōu wǒ de jīnbì ma?- Exclamo fuertemente mientras la alegre cara del cocinero se transformaba en una de susto con la que aporto empujando fuertemente a Lili. 

-Xiǎo jìnǚ.- Continuo con una cara seria y concluyo con una de enojo -¡Yǒu liǎng tiáo tuǐ de lǎoshǔ!- Y lanzo sobre la pequeña el resto de cerveza que tenia en la jarra empapandola.

Mientras me abrazaba al brazo del viejo Wu, aproveché para sacar la piedrecita de mi bolsillo y colarla en uno de los bolsillos de su curiosa vestimenta. No me importaba en exceso que se diera cuenta, mientras me siguiera el rollo. Lo importante era que Sandra creyera que estaba cumpliendo con el encargo.

Algo no iba nada bien, eso estaba claro. ¿Qué le habría dicho la tipa aquella a la Ratoncilla para que les pidiera esa actuación? Giacomo frunció el ceño y se levantó de la silla. Sonrió maliciosamente y arrojó un mendrugo de pan a la cabeza de Lili.

 -Ya has oído al amigo. Lárgate de aquí mocosa, antes de que te calentemos el culo con una buena azotaina.

Dicho esto, el bufón volvió a sentarse para terminarse lo que le quedaba de vino en la jarra, esperando que la triquiñuela hubiera colado. Igual Ashara y él tendrían que salir detrás de ella para seguirla disimuladamente y asegurarse de que todo iba sin problemas. Y es que la Ratoncilla estaba metiéndose en una camisa de once varas. Ojalá tuviera cuidado de no cagarla estrepitósamente.