Partida Rol por web

Tras meses de huídas, un largo periplo agotador, un grupo de fugitivos ha tenido noticias de otros en su misma situación. La estación Sel Zonn sobre el planeta Brentaal es un lugar idóneo para cruzar vuestros caminos.

Esta estación es lugar de paso habitual de viajeros. En ella, como en el resto de la galaxia, se produce un sentimiento anti alien que la ha dividido en zonas, pero en esencia la mayoría de sus ocupantes sigue yendo a lo práctico.

Posee un pilón central y tres plataformas de aterrizaje equidistantes entre sí. Una plataforma adicional de forma octagonal está reservada para los visitantes más acaudalados.

La base se encuentra bajo control imperial indirecto pues orbita sobre un planeta del núcleo y está bien mantenida. Algunas áreas se ven renovadas y otras en reparación. Sin embargo eso sucede sólo en las zonas más visibles. En el interior, existe una separación entre los ocupantes humanos de mayor estatus y el resto de habitantes.

El lugar tiene un área comercial bien surtida que llaman "El Paseo". Casi todos los negocios están allí aunque otros se mantienen apartados, entre ellos la cantina de Gundark, el casino "Credit Chip", un suministrador de equipo médico "Suministros médicos Delgas" y también "Aliados mecánicos", una tienda de reparación y venta de droides dirigida por un Twi-Lek.

Prácticamente todos los establecimientos menos uno son llevados por humanos. Por el lugar se mueven algunos soldados imperiales pero su presencia es menor a la de la seguridad planetaria de Brentaal.

La cantina de Gundark era un lugar abarrotado en el que todos eran bien recibidos. Mucha gente venía aquí a beber y relajarse. El lugar contaba con sus propias habitaciones privadas pero por el momento os encontrábais en una esquina apartada, cerca de una pareja de humanos que se acurrucaban acaramelados.

Acabábais de ocupar la mesa. Tanto Errol como Opal venían con dos jarras y siete vasos. No os había dado tiempo aún a presentados adecuadamente. Vuestros nombres eran desconocidos salvo para vuestros amigos más cercanos.

Desde hacia un año se había visto obligado a ocultarse. Le recordaba a su infancia, algo ya vivido, y aquella experiencia le había ayudado y enseñado para esta. Como cuando tu maestro te ponía en las manos una espada láser de entrenamiento para no cortarle nada a nadie por error. Desde el auge del nuevo orden galáctico, Sajuuk se había dejado el pelo largo y barba. Había cambiado sus ropas y había adoptado otro nombre para que fuera mucho más dificil reconocerle.

También le había agenciado un viejo collar de esclavo a Liakbev, uno de esos explosivos. Por supuesto, estaba desactivado, y les ayudaba a hacerla pasar por esclava en lugares públicos como aquel, bajo el control del Imperio. El encuentro con otros Jedi era esperanzador. Su búsqueda había dado frutos, y aquella reunión era el final de un camino, y el inicio de otro.

Al poco de ocupar la mesa acordada, llegaron los cinco restantes. No negaría que durante unos días para atrás, llegó a plantearse que aquella fuera una trampa muy bien elaborada del nuevo orden galáctico para acabar con ellos. Pero tras el santo y seña, percibir la fuerza en algunos de ellos y lo que era más importante, reconocer sus caras de tiempos mejores en el templo jedi, le ayudó a relajarse.

- Somos Liakbev y Sajuuk, me alegro de volveros a ver, y de conoceros. - Comentó en primer lugar para los Jedi, y después añadió a sus acompañantes. - Han sido meses dificiles... ¿Cómo...? - señaló a los presentes. La pregunta era fácil de comprender, aunque no estaba terminada. ¿Cómo habían sobrevivido hasta el momento, como habían sobrevivido al primer ataque?

Al fin, tras un año muy tenso, la posibilidad de que todo mejore parece más cercana. Si bien me gusta la adrenalina y quiero vivir cosas... de todo... lo que antes no me estaba permitido vivir, todo tiene un límite. Demasiado tiempo durmiendo con un ojo abierto, esperando a medias que los soldados imperiales echasen mi puerta abajo buscando a mi pequeña hermana. Diga lo que diga, ahora es para mi como una hermanita. Eneera Neeku. Aunque probablemente el sentimiento no sea mutuo, por todo ese rollo del código Jedi y las ataduras y bla bla bla. No es algo que conozca más que de oídas. Igual que escuché eso de que se perciben entre sí.

Con la pericia de quien ha trabajado largo tiempo con bandejas y jarras llego a la mesa acompañada del tal Errol, apenas si nos hemos presentado. Demasiado sedientos. Y sin perder tiempo sirvo los seis vasos de vino chimbak y los lanzo a sus nuevos dueños, quedando enfrente de cada uno sin derramarse. El séptimo, me pienso si servirlo o no.

-Se supone que eres muy joven aún, Eneera...- aunque por una vez no debería importar. Y es una celebración después de todo. También se lo sirvo y se lo doy.

Tras escuchar al que se presenta, el segundo Jedi que conozco en toda mi vida, Es la hora de hacer lo mismo.

-Encantada Sajuuk, Liakbev. Conmigo vienen Eneera Neeklu y Artix Zoro.- los señalo respectivamente. -Y supongo que tu pregunta va dirigida a los que también son... sabios.

Pese a la presencia de Opal y de Artix, desde que habían salido de Tatooine Eneera había estado intranquila. Recordaba demasiado bien su huida de los planetas del núcleo como para poder calmarse tan cerca de la sede del poder imperial. La joven acudía frecuentemente a su entrenamiento para mantenerse serena pero, aún aplicando las enseñanzas de su maestro, el nerviosismo siempre volvía. 

-"Menuda jedi estás echa, si el maestro te viera te reprendería duramente. Así nunca llegarás a ser caballero jedi"- se fustigaba una y otra vez- "Bueno ahora ya lo tienes bastante fastidiado, ¿no? Por aquello de que el templo fue destruido y los maestros están muertos"-argumentaba otra voz discordante- "¡Basta! vamos a conocer a otros jedi, igual alguno es un maestro que pueda ordenarme"-Sentenció una tercera voz que reconducía a la sensatez...si se consideraba sensato discutir a tres bandas dentro de un mismo pensamiento. 

Tras un suspiro para calmar su fuero interno, la atractiva joven se sentó en la mesa y con una sonrojada negativa rechazó la bebida que le ofrecía Opal. Aún era muy joven para beber y su maestro siempre la había advertido fuertemente contra ello. No era propio de una orden como la de los caballeros jedi denigrarse con sustancias que afectasen el buen juicio y la sintonía con la fuerza. La joven jedi se limitó a asentir ante la presentación que había hecho su amiga y salvadora antes de que la pregunta de Sajuuk evocara algunos de los peores recuerdos de su vida.

-Bueno...-comenzó con voz queda- Yo estaba con mi maestro, Shan Bas o'Nur, defendiendo los astilleros de Kuat contra un ataque relámpago de los separatistas cuando, sin venir a cuento, los soldados subordinados de mi maestro comenzaron a atacarnos.-relató intentando contener, no sin mucho esfuerzo, cualquier emoción delante de sus compañeros jed. No era cuestión de que se dieran cuenta de que aun era una padawan- Yo conseguí escapar en un pequeño caza pero me derribaron y caí sobre el planeta. En el ultimo momento el droide R4 de la nave consiguió abrir los aerofrenos de emergencia y me dio tiempo a eyectarme. Una vez en tierra me curé de mis heridas y conseguí evadir las patrullas. Creí que me habían dado por muerta, pero estaba claro que no porque cuando conseguí llegar a un núcleo urbano todas las holovallas tenían una imagen mía.- Continuó para sus compañeros- Escondiéndome de las patrullas, disimulando mi aspecto y apelando a la buena gente de la galaxia conseguí un pasaje para el anillo exterior donde conocía a Opal y a Artix...y aquí estamos.- Finalizó su relato. No sabía si había hablado de más, pero sentía que la Fuerza era intensa en dos de ellos así que no podían ser mala gente.

Voltor había llegado a la estación acompañado de Errol. No sabía cómo había acabado de compañero de un noble, o por lo menos eso parecia por sus ropajes y modales, un Jedi perseguiro por el imperio y algún que otro cazarecompensas. Pero lo cierto es que no habría poddio llegar hasta allí sin su ayuda. Por lo que le estaba muy agradecido.
Le había dicho que aquello podía ser una trampa para capturarle, que lo mejor sería que se quedara al margen, pero no había querido. Lo cual decía mucho de su compromiso.

La verdad es que eran tiempos adversos para la gente de bien. Pues cada vez era más evidente que el imperio estaba generando una política de miedo y aversión. De momento eran las razas no humanas, pero seguro que en breve serán todos aquellos que no estén de acuerdo con sus ideas. Al menos el senado exite, y parece que le está parando un poco los pues. Bien por ellos.

Al entrar en la cantina Voltor trató de observar algo sospechoso, algo que le dijera que era una trampa. Se descubrió casi deseandolo. Devolver algo de dolor al Imperio no le parecia mal. Pero en cuanto pudo sentir a los sensibles a la Fuerza, su alma se tranquilizó e incluso se alegró. Eso confirmaba lo que su corazón le decia. Habían más Jedis que escaparon de la purga. Era algo bueno.

Se sentó con los demás y en cuanto tuvo ocasión se presentó, pues no les conocia. Antiguamente, no hace tanto de hecho, eran muchos Jedis y habían mucas especialidades, como para conocerse todos. Además, era Caballero desde hacia muy poco.

Hola a todos. Me alegra de ver caras amigas. Mi nombre es Grend, Voltor Grend.

Tomó el vaso que le ofrecieron, pero no lo bebió. No porque desconfiase de la chica. Si no porque no quería embotar sus sentidos.

¡Por las barbas de mi madre!, que no conocí, pero siendo Bothan, las tendría... Esta reunion de larguiruchos me amedrenta un poco, pero bueno, pareceis buena gente, sobre todo eso tan peludo! - Mas que yo, dios que calor deberá pasar ese bicho - Al menos, aqui no hace el calor infernal del desierto y mas aún con la copa Chimbak tan fresquita...
Antes de presentarse, Artix, sentado entre sus dos compañeras Opal y Eneera, husmeo literalmente al resto del grupo formado en la mesa de manera sutil, pues su olfato estaba bastante mas desarrollado que el resto de los de su raza, pero nada parecia fuera de lo normal, mas bien parecia una reunion de un grupo consolidado y listos para trabajar juntos.
Basta de chismorreos, mi nombre es Artix Zoro, vengo de un pequeño poblado de mi planeta Bothawui, bastante rural, en donde vivia con un amigo de la familia, pues nunca conocí a mis padres. Por nuestros "amigos" blanquitos, mi poblado sufrio un ataque donde acabe como esclavo en un almacen donde abusaban de mis dotes como "gran conocedor de los droides" - Habia que venderse bien, nunca sabes cuando alguien puede necesitar mis servicios - hasta que se me erizaron los bigotes y me escapé, pues sacar informacion de los droides rebeldes capturados, no me resultaba de mi agrado, no sin antes almacenar en pequeños dispositivos de memoria información imperial para obtener una ligera ventaja inicial.
Una vez terminado su sermón, Artix dio un sorbo al Chimbak para aclarar su garganta y esperar a que el resto contará su historia, lo unico que de momento le preocupaba, es que su copa estuviera siempre medio llena...
 

Resultaba irónico llevar toda la vida sin un rumbo fijo, una oveja negra para la familia, nunca sentando la cabeza hasta que encontró a su mujer... y que entonces se la arrebataran y le dieran un rumbo fijo e inalterable. Nunca jamás había tenido Errol algo tan claro en la vida: quería trabajar por la caída del Imperio, de su xenofobia semi-oficial y la única manera que se le ocurría era colaborar con la Rebelión. Así que ahí estaba, sentado en un rincón oscuro en una oscura cantina, todo lo lejos de los oídos imperiales que se podía dadas las circunstancias, aun conservando algo de la movilidad deseable para poder huir en caso de necesidad.

-Ah, chimbak, llevaba un tiempo sin probar uno de estos -dijo el hombre vestido a manera de noble para acto seguido tomárselo como si fuera un chupito- aaaah, sigue siendo tan malo como siempre... -y acto seguido se hizo con la bebida de Voltor, ya que no se la iba a tomar, aunque esta la acunó y se la iría tomando con mucha mayor calma- Soy Errol Flynt-Guybrush, sí, esos Flynt-Guybrush, los de Alderaan, los del imperio comercial, pero no os emocionéis, corté lazos con mi familia hace una eternidad. La cuestión, estaba casado y mi mujer hubiera impedido que me uniera a esta causa, pero ya no está aquí. La mataron por ser twi'lek y estar casada con un humano. Nada de lo que hagamos me la devolverá, pero jamás podré perdonar a los causantes, así que aquí estoy. Este –dijo señalando con el pulgar a Voltor- me lo encontré por el camino y decidí rescatarle de una muerte segura… -comentó jocoso, guiñándole el ojo a su “protegido”.

Esa historia ya se la había confesado a Voltor cuando se conocieron. En aquel momento estaba hecho un giñapo, sumido en una eterna borrachera, muy lejos del aspecto que presentaba ahora. Fue Voltor el que le "rescató", la primera persona lo suficientemente humana para ver un alma destruida y apiadarse de ella. Cuando consiguió que volviera a estar sobrio Errol pudo sonsacarle que Voltor estaba en problemas y la mente ágil y toda una vida de trucos y recursos le hicieron un protector ideal para su nuevo amigo. Errol era de una importante familia, sí, pero de eso hacía mucho tiempo, llevaba muchos años haciendo de tahur, ganándose la vida con el juego, una vida siempre en el filo que había puesto en sus manos miles y miles de créditos, de la misma manera que también le había llevado a perder gigantescas cantidades en un instante. Ahora mismo estaba en un momento intermedio, pero con gran claridad. Si podía luego iría a Credit Chip, que parecía uno de esos lugares dignos de recibir una visita, aunque fuera para decir que había estado allí.

Por supuesto, se había tomado la licencia de decir que era él el rescatador, aunque ésto fuera sólo verdad a medias, pero Errol no esta nada orgulloso de que le encontrara en semejante estado y lo cierto era que tras ese encuentro la ayuda y labia del tahur le habían servido para eludir hábilmente a los imperiales. Nada definitivo, claro, pero cuando se enteraron de esta reunión tuvieron que venir, no podían dejar pasar la oportunidad de unirse a gente contraria al Imperio.

Llevaba un buen rato refunfuñando, toqueteando sin parar aquel falso collar de explosivos al que, a pesar de llevar en ocasiones oportunas desde hace meses, no me terminaba de acostumbrar, por muy de pega que fuera. Y es que, aunque debia reconocer que los adornos eran mi debilidad -era una wookie muy femenina, despues de todo- aquel simbolo de opresion y esclavitud de los mios, que solo nos dejaba al nivel de las bestias, era, cuanto menos irritante.

Asi se lo hice saber a Sajuuk, dejando escapar un nuevo gruñido disconforme, de esos que quiere decir "¿Hasta cuando voy a tener que estar poniendome esta mierda?", aunque, por supuesto, ya conociera aquella respuesta.

Los ultimos meses no habian sido fáciles. La llegada de Sajuuk, habia coincidido con la esclavización de todo mi pueblo, de todos aquellos a los que amaba y respetaba. Y, aunque aquel humano, a quien ahora consideraba mi amigo y compañero mas allá de toda discusión, me hubiera rescatado de aquel infierno y me hubiera restituido la libertad que casi me arrebatan, mi vida seguia teniendo un unico sentido, uno mucho mas elevado y complejo de lo que quizas muchos esperaban de un wookie. Pero claro, yo no solo era una wookie de pura cepa. También era lista, mucho, más de lo que nadie podía imaginar. Y ademas... bueno, era hembra despues de todo, ¿no? Y ya se sabe lo que se dice de las hembras y de su capacidad de sentir 20 emociones diferentes al mismo tiempo, como poco. Asi es que, bueno... se podría decir que mi vida era bastante compleja, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias en las que estabamos.

El caso es que habiamos conseguido sobrevivir hasta entonces, y habia llegado el momento de encontrarnos con otros. Otros que, segun palabras de Sajuuk, estaban en nuestra misma situacion, que compartian un mismo enemigo con nosotros. Pero claro, no habia ni que decir que a mi todo aquello no me gustaba nada. Pero nada de nada. Solía desconfiar del resto, sobre todo cuando hablabamos de extraños. Y, aunque no era una wookie al uso, desde siempre me habian enseñado que siempre era mejor arrancar primero brazos y luego preguntar, que tener que lamentar.

En fin, la cuestión era que, si estaba alli, era porque sí que confiaba en Sajuuk. Y, si para el era bueno, para mi tambien lo sería.  Y bueno, a decir verdad, en un principio, todo parecia ir mas o menos bien. De hecho, salude a los presentes con un educado "GRRROOOOOAAAARWW" de buenas tardes, y me dedique a dejar que se presentaran, mientras los observaba, intentando imaginar como habian llegado hasta alli.

Y, como he dicho, todo iba bien... Hablaban poco. Y bien... Y hasta me permiti un nuevo "GRRAAUUWWHHHH" de encantada, cuando Opal, Eneera y Voltor se presentaron...  Hasta que le toco a aquel Bothan que parecía no coger aire ni para seguir respirando.

Ladee la cabeza, en un gesto mezcla de curiosidad y desconcierto, intentando no perderme en medio de todo aquel palabrerio. Hasta que llegó a aquella parte que me atañia directamente.

Cosa.

¿Me habia llamado cosa?

Volvi a girar la cabeza, mirando de reojo a Sajuuk, con una expresion de "Si le arranco los brazos ahora mismo no puedes echarme la bronca", para luego mirar directamente a aquella bola de pelo mal peinado.

-uughguughhhghghghhhgh uugggh uughguughhhghghghhhgh huuguughghg huuguughghg huurh hnnnhrrhhh uughguughhhghghghhhgh huurh wuuh - dije, mirandolo con cara de pocos amigos mientras hacia algun que otro aspaviento, alzando un puño en alto como señal de descontento.

Estaba claro que si no me habia levantado ya, era porque aun no sabia si Sajuuk se mosquearia despues conmigo.

Aunque bueno, todo el mundo conocia el dicho, ¿no?

Nunca soliviantes a un wookie....

Menos si es una hembra.

-¿Cosa? ¡Soy una señorita, bola de pelo esmirriada!

- ¿Cosa? ¡Soy una señorita, bola de pelo esmirriada!

- Entonces tu debes ser Opal. - Añadió, cuando presentó a sus dos compañeros mientras ofrecía las bebidas. Él, a diferencia de sus compañeros si tomó el vaso que le ofrecía y lo dejó delante de él. - Es un auténtico placer encontraros. - comentó, ahora ligeramente más relajado, tomándose la libertad de respirar tranquilo durante unos instantes, para después volver a peinar a su alrededor con cierto disimulo, pasando la vista por su marco visual y ayudándose de cualquier superficie reflectante para ver que había detrás de él.

- Sabios somos todos en mayor o menor medida, pero no todos destacan en el mismo campo. Por eso funciona el universo. - asintió, con tranquilidad el enorme hombre cuyo lenguaje corporal mostraba tranquilidad, educación y bondad. - Por favor. - añadió, cabeceando hacia Opal, dándole a entender que si deseaba contar su historia, él estaría allí para escucharla. Y tras aquel gesto, Eneera se pronunció, lo que hizo que desviara su atención hacia ella.

- Lamento la noticia del Señor O'Nur, lo conocí años atrás cuando todavía era... joven. -  Evitó toda palabra que pudiera relacionarlo con la Orden Jedi. Uno jamás sabía donde podían haber oidos y ojos. La precaución lo había mantenido vivo durante todo aquel año. - Me alegro de que estes aquí, sana y salva. Y de que pudieras encontrarte con ellos, quienes tienen mi agradecimiento. - Saludó a ambos con un gesto de cabeza y una media sonrisa.

Escuchar la historia del Bothan le hizo sentirse agraciado y relajado. Era dificil saber en quien confiar, y menos aun hablar tan libremente de algo tan peligroso como el Imperio. Tanta pasión le recordaba las mismas llamas que ardían en su alma, y que con tanto entrenamiento y esfuerzo contenía bajo el manto del Código. - Le debo agradecimiento por su ayuda prestada a Eneera, y tengo por seguro que pronto podremos devolver el golpe al Imperio. -

Escuchó las palabras del acompañante del otro Jedi, Errol, y lamentó su historia. Puede que el amor estuviera vetado a los Jedi, pero no conocer el poder del mismo. De lo que había escuchado, quizás, la herida de aquel humano de noble cuna fuera la más profunda. - Lamento tu historia, Señor Flynt-Guybrush. Tengo por seguro que ahora, juntos, podremos avanzar en pro de un futuro mejor para esta Galaxia. Nuestro voto por proteger y velar por la paz de esta galaxia sigue vigente, y ahora vosotros por diferentes motivos, también habeis adquirido este deber. - Hizo una pausa, y se llevó el vaso a los labios dando un rápido trago. Cuando dejó el vaso sobre la mesa, tapaba el vaso con los dedos.

- Allá donde vayas, haz lo que veas. Evitarás miradas indiscretas. - Comentó para Eneera, levantando uno de los dedos del vaso, mostrándole que no había bebido, pero lo había hecho parecer. Claro, Liakbev no iba a quedarse de brazos cruzados mientras el Bothan le llamaba cosa. Llevó la mano al hombro de la peluda hembra y le dio un par de palmadas.

- Te ha hecho un piropo. Ha dicho que la que parece más buena gente eres tu. No te pongas así. - le comentó, señalando a su alrededor con el dedo. - Lamento el presentarnos así. - él parecía más un esclavista, y ella directamente llevaba un collar de esclavo.

- Viajaba en una de las fragatas de la República cuando se alzaron en armas. Escapé en una de las cápsulas de emergencia que cayeron sobre el planeta que orbitabamos, Kashyyyk. Allí me refugie durante una temporada, hasta que comenzaron a esclavizar a su pueblo. La liberé de un esclavista que responde por Ignis Khar, desactivó su collar y nos hacemos pasar por un esclavista y su esclavo para viajar con libertad por el núcleo. Así que llevarás ese collar en público hasta que se te ocurra una historia mejor o caiga el Imperio. - comentó, mirándola de reojo antes de que se quejara.

- Disculpad, se pone muy irascible cuando lleva el collar. - se disculpó, sosegado. - Escapamos del planeta y viajamos buscando hacer el máximo daño posible mientras buscamos a más como nosotros. Vosotros. - Señaló entonces a los reunidos en la mesa.

Siendo treinta centímetros más alta que Atrix, no me es difícil darle una palmada en la cabeza. Y tras la primera, varias más. No van con fuerza, ni con mala intención, sino para distraerlo y zarandearlo un poco y cierre esa bocaza suya.

-Querido Atrix... la señorita Liakbev, a quien has llamado "eso peludo", es una Wookie. Y parece encantadora. ¿Sabes un par de cosas de los wookies? Bueno una es que por la forma de su boca y laringe no les es posible hablar básico. al menos a la mayoría. La otra es que cuando se enfadan son muy capaces de arrancarle los brazos a un bothan con la lengua larga. Yo me disculparía.

Sonrío a la wookie, no parece muy enfadada. Solo molesta, algo normal. Al observarla frunzo algo el ceño. Y me señalo al cuello, mirándola. No me gusta nada ese collar. En absoluto. Aunque sea una ayuda, no me gusta. Entiendo perfectamente el Shyriiwook, pero no puedo hablarlo bien. De hecho decir más de algunas palabras hace que me pique la gargante de manera desagradable. Y seguro que aún así, sueno extraña. Pero de todos modos lo intento, indicando su collar de esclaba.

-RRRrrruurgh! Arrggg! ​

Me aclaro la garganta tras hacerlo.

-¿Queréis cenar algo?

Todos estos meses habían sido duros. Las esperanzas de la república literalmente arrasadas por el yugo imperial. Los planetas del núcleo de la galaxia ya podian considerarse dominados directa o indirectamente, pues algunos se sometieron por voluntad propia al nuevo orden. 

En ese momento la orquesta de la cantina comenzaba una nueva rítmica canción. Una muchacha zabrak hacía gala de una hermosa voz. Varias personas entraban en el local buscando una asiento pero una de ellas, un hombre joven con capa iba paseando ojeando inquisitivamente. Artix y Eneera no habían notado la inquietante presencia. Ese desconocido había dado una vuelta rápida y después se dirigió hacia la salida.

Errol, Sajuuk y Voltor se habían fijado en que ocultaba un brazo bajo la capa y por la forma que ésta tomaba delante les daba la impresión de que sujetaba un rifle escondido bajo la tela. Siendo alto y con el pelo bien cortado, tenía un aspecto bastante marcial. Aún con todas, ni parecía haberse fijado en vosotros y tras su rápido vistazo se dirigió hacia la salida.  

Artix, con las orejas agachadas miro a Opal, y posteriormente se dirigió a la wookie.
Perdone señorita, jmmjmmjmm,un gemido a tono comico surgió del hocico de Artix, no era mi intencion ser grosero, conozco poco vuestra raza pues no soy muy dado a tratar con personas, menos con seres que apenas hablen con vocales, pero bueno, guiñandole un ojo a la wookie, a partir de ahora trataré de ser mas caballero.
La musica habia empezado, y Artix ya iba por su tercera copa de vino.
Señores, damas, brindemos!

-No es por ser alarmista, pero acabo de ver a un hombre joven con capa ojeando inquisitivamente -comenzó Errol con una sonrisa de aspecto bastante natural pero muy ensayada y que debía servir para parecer que seguía conversando de alguna trivialidad- por un momento pensé que nos delataría o algo así, pero nos ha pasado de largo. Al menos en apariencia. Juraría que llevaba un rifle bláster bajo la capa. Tenía cierto aspecto marcial un tanto inquietante. Dado que no llevaba traje de tropa imperial, supondremos que no lo era, pero ese rifle... creo que quiere acabar con alguien y no lo ha encontrado aquí. Si ese tipo mata a alguien va a ser muy difícil esconderse en esta estación, así que mejor le paramos ya mismo... Aquí los usuarios de la "sabiduría", si pueden hacer lo que se decía que podían hacer, podrían hacer un papelazo. Ala, campeones, ya tenéis trabajo. ¿Alguien tiene medio de transporte propio? Si no es así podemos tener muchos problemas. ¿Retirada? -Errol, que había dicho todo eso sin parar de sonreir, como si fuera un chiste, finalizó con una gran risotada, llevó la copa de vino a lo alto para hacer un brindis y se la acabó de un trago.

A pesar de que aún apenas estaban presentándose, el comentario entre la wookie y el bothan le hizo sonreír y sentir cierta familiaridad. Su vida no había tenido muchas sonrisas últimamente y la verdad es que se agradecía haber encontrado más gente que no quisiera matarla. Además habían allí dos compañeros jedi, lo cual le infundía una cierta seguridad. No es por que no confiara en las capacidades de Artix o de Opal, pero ninguno de ellos tres era un luchador excepcional. Aquellos miembros de la Orden parecían gente curtida durante las guerras clon. Ella había visto a otros jedi combatir durante la guerra y muy mal tendrían que ir las cosas para que dos caballeros no fueran capaces de solventarlo. 

Sin embargo la alegría les duró poco ya que, según lo que comentaba el hombre que se acababa de presentar como Errol,  parecía que había entrado un individuo que tenía ganas de problemas. Como él decía, lo mejor era atajar el problema de manera diplomática y pacífica antes de que comenzara si quiera. Sin tiempo que perder, la joven se levantó y sin muchas ceremonias ni sutilezas siguió al hombre que le habían indicado sus compañeros. 

-Ahora vuelvo, voy a ver si puedo dialogar con él- susurró a los presentes de la mesa antes de comenzar a andar con paso vigoroso.

"Sabiduria" y "sabios". Otra vez esas palabras. Parece que se quieren refenir a nosotros. Pero no entiendo por qué, somos Jedis.

Voltor miró a la wooki y luego a Sajuuk y sacudió la cabeza visiblemente molesto. No le gustaba ni pizca que fuese como una esclava, ni siquiera para pasar camuflados, y mucho menos que un jedi se prestase a ese engaño. Había muchas más posiblidades.
Se lo iba a comentar cuando Errol dijo lo del tipo que había entrado. Él también lo había visto. Pero le pareció que no se habían percatado de ellos.

No sé. Creo que llevaba algún tipo de arma debajo de la capa, muy mal disimulado la verdad. Pero creo que no nos ha visto, aunque sí que es verdad que puede que nos busque.

Cuando vio que Eneera se levantaba para ir tras él, Voltor hizo lo mismo.

La recriminación tendrá que esperar. Tal vez sea mejor así, tampoco conviene empezar con el pie izquierdo. Pero más adelante hablaré con ellos sobre el tema.

Espera Eneera, voy contigo.

¿Dialogar con él? ¿Una Jedi buscada con un imperial que busca a alguien, aunque quizá no a nosotros? Cierto que no había pruebas de que fuese imperial pero si no lo es sería como ver un hutt delgado. Sorprendente. Antes de que se vayan, me pongo en pie y detengo a la muchacha.

-Esperad esperad... si va a haber problemas por culpa de ese tipo lo sensato es que desaparezcamos. No que dos personas buscadas lo sigan. Es verdad que ha pasado tiempo pero con las molestias que se tomaron para acabar con los j... ehm, sabios... no creo que sea sensato. Así que vámonos todos a algún lugar seguro. O al menos dejad que sea yo quien lo siga y vea que pasa.

Con suerte, no tendrá que ver con nosotros. Con más suerte aún, ni siquiera será nada serio con nadie.

Con la quinta copa de vino en mano, Artix, habiendo escuchado a los presentes en la mesa, no habia percatado tal sujeto, y no tenia esa tensión que los demas sentían por algo tan nimio, ¿acaso hoy en dia no podemos llevar armas bajo la ropa o que?, pero viendo el percal que comenzaba a alborotar la mesa...
Señores, no soy de mucho dialogar, y menos de enzarzarme a mordiscos con nadie, pero estoy con la señorita Opal, vayamonos a un lugar seguro, o al menos salgamos de aqui, que estamos en un sitio cerrado, perfecto para cualquier emboscada, si él, era alguien, ya sabe que estamos aqui, asi que debemos NO estar aqui.
Cuando terminó de hablar, de un trago terminó su copa y espero a que sus compañeros decidieran por él. Creo que bebi demasiado... HIP, HIP