Partida Rol por web

Draenei y elfo entraron a la alborotada taberna. Al parecer no eran los únicos soldados de la Alianza a los que se les había ocurrido que era una buena idea ir a comer luego de matar algunos demonios. La taberna estaba bastante llena pero lograron conseguir una mesa en la que sentare.

Lo primero que se dieron cuenta era que las sillas fueron construidas en la época en la que la raza más alta que conformaba la Alianza eran los humanos. Esto hacía que la silla fuera particularmente incomoda para Nerghan quien tenía que acomodar su cola para un costado. Por el otro lado, la silla era bastante pequeña para la altura y las piernas de Aldarion.

Como si la situación de un draenei y un elfo sentados en una mesa que claramente no estaba pensada para sus proporciones no fuera lo suficientemente bizzarra, el hombre que los miraba estaba apunto de hacer el día aún más extraño.

Buenas tardes caballeros ¿en que puedo servirles? No tenemos las clásicas comidas de Azeroth pero si tenemos la carne de los mejores jabalíes de toda península del fuego infernal.

El humano que les estaba hablando tenía el pelo recogído en dos largas trenzas adornadas con broches de acero. Esto le daba un aspecto de los mas raro. Antes de que ustedes pudieran reaccionar o hacer algún tipo de comentario sobre su aspecto, el hombre mira a Aldarion preocupado.

Perdone señor elfo, no me di cuenta que estaba frente a un druida. En estas tierras no podemos cultivar nada vegetariano, pero tenemos algunas de las mejores frutas y vegetales que llegan desde Nagrand.

Apenado mira a los ojos del druida.

Es lo único que puedo ofrecerle señor.

Las tropas de la Alianza y de la Horda habían logrado penetrar en las defensas de la Legión Ardiente. La Horda decidió refugiarse en la fortaleza de Thrallmar, una antigua fortaleza de la vieja Horda que estaba siendo reutilizada. Si bien la construcción de las barricadas y del fuerte en sí no eran un logro de la ingeniería orca era lo suficientemente fuerte como para ser una base provisoria.

Al moverse por la ciudad empezaron a ver a los diferentes ciudadanos de la fortaleza moverse de un lado al otro. Algunos se preparaban para atacar a la Legión mientras que otros parecían haber llegado de un combate y estaban más concentrados en recuperar energías.

Dentro de esta ciudad pueden ir a los siguientes lugares.

Taberna.
Torre de magos (allí hay magos, alquimistas, botánicos, etc).
Ir a la forja.
Un pequeño campamento goblin.
Salir de la fortaleza y explorar el exterior sin hablar con nadie.

-Finalmente estoy aqui, mi reina- dijo Cinthia para si - Es tal como lo dijo, el aire huele a guerra, a muerte, a magia vil! HahahaHAhaha - Ríe alocadamente mientras se retuerce -Qué refrescante es pisar el suelo de los restos de un planeta muerto! -Cinthia reía con una mirada perdida, imaginando todas las posibilidades que un lugar así traería para ella, mientras, los orcos (en su mayoría) y algunos tauren la veían con recelo, y, a pesar de ello, seguían con su trabajo, cuando vio a un pequeño troll (es relativo) con una máscara de madera, al cual se dirigío mientras hacía una pequeña danza errática y a la vez tarareaba una canción calladamente - la la la, ¿Qué tenemos aquí? -Lo mira de arriba abajo escrupulosamente- Dime, pequeño troll... -mientras se acerca de una manera peligrosa a su cara- ¿Qué es lo que hace sentirse así a mi corazón herido? - Le dice con el corazón en la mano, literalmente. La expresión en la cara del cadaver andante es de dolor, pero su voz suena más a que se está divirtiendo - Dime, ¿qué llevas ahí?, eres como yo? Ansías  la muerte más que nadaDIGO, eres un alquimista? - Dice mientras intenta tocar los bolsillos del troll, que naturalmente esquiva- Me dirijo a la torre de Magos, ahí podrás hacer mucho yu-yu si quieres - Le dice cerrándole un ojo coquetamente, aunque el párpado se le atora y se le queda muy abierto, al parecer no se da cuenta.

Caminé dentro de la pequeña ciudadela, poco más que un campamento de avanzada, y me arrodillé a tocar el suelo ardiente por un instante. El lugar emanaba corrupción de los demonios, los espíritus que vagaban eran espíritus de los muertos, o esa era la sensación que me transmitían mis entrañas. Una mujer, diría que una renegada por el característico tono de la no-muerte, parecía ya haber perdido el juicio. Bueno, nadie dijo que atravesar el portal estuviese exento de riesgos.

Pensé en dirigirme hacia la torre donde al parecer se reunían los herboristas, magos y similar, pero al parecer atraje la atención de la mujer esa. Ma'dita mi sue`'te. Pensé cuando se me echó encima. Y sí, pensamos igual que hablamos. En cualquier caso, se puso a mostrar que esa falta de cordura era más real de lo que me imaginé. En cualquier caso, sabía ya de antemano que había venido a colaborar con otros miembros de la Horda, así que tampoco me pasaba un rato por cuidar de la loca del campamento un rato.

- P'obablemente saca'lo del pecho en este sitio. E' mala idea, po' mue'to que e'té uno. -repliqué, moviendo un par de veces el bastón, haciendo que los adornos de hueso y los saquitos tintineasen chocando uno contra otro... Justo antes de realizar otro movimiento con él, más rápido, de tal manera que golpearía la mano de la muerta si no la retiraba de su camino hacia mis bolsas, a modo de correctivo- Tú no hace' lo que yo... Lo' alquimi'ta' como o' llamái' sólo entendéi' lo que la' planta' mue'ta' hacen. Hacéi' pocione' mue'ta'. Yo hago pocione' viva'. -respondí mirándola a los ojos, permitiéndole apreciar en mis ojos, a través de la máscara, lo que cualquiera llamaría un deje de locura... Aunque sólo los que entendían la realidad como los trolls hacíamos sabían que era más bien un deje de entendimiento.

La mujer parecía dirijirse al mismo sitio que yo, así que simplemente me encogí de hombros y asentí. Quién sabía, igual hasta había notado algo interesante en el sitio. Los locos a veces se fijaban en cosas que los cuerdos no.

Con el mazo de Guerra enfundado en la espalda y con Aldarion a mi lado entramos en la taberna, una taberna muy abarrotada, parecía que todos habíamos pensado en lo mismo. Conseguimos sentarnos en una mesa y yo tengo serios problemas para conseguirlo, dada mi fisionomia y mi cola. Tanto Aldarion como yo nos quedamos algo preocupados por la altura de la mesa. 

Al cabo de unos momentos viene el tabernero y nos ofrece una de las mejores carnes de jabalí de la zona pero cayó en su error cuando se dio cuenta de que Aldarion era druida, a lo que respondí con una risa silenciosa. En un intento por solventar aquella situación ofreció las mejores frutas de Nagrand. Aquello avivó mis recuerdos de antaño cuando los antiguos draenei vivían en Shattrath y Auchidoun era su última morada:-Yo acepto de buen grado esa carne de jabalí y una jarra de cerveza.-le digo al tabernero dándole unas monedas de plata y añado:-Y para mi amigo lo que pida.- dije con otro par de monedas de plata.

-Bueno amigo Greenclaw, cuentame un poco sobre los druidas, de donde yo vengo no existen.- le pregunto a Aldarion mientras esperamos a que vuelva el tabernero. 

El nomuerto los mira con satisfacción y dice.

Una chuleta para el elfo y un estofado para el orco... no se por que pero esperaba que los pedidos sean alrevez.

El renegado le da la mano a Argul y el orco se sorprende al sentir la falta de carne en sus huesos.

Encantado de conocerlo señor picacerdos. Mi nombre es Pinkus... Pinkus Floyd. No es mi nombre de nacimiento pero lo bueno de la nomuerte es que podemos elegir un nombre más divertido.

Tras tomar sus ordenes se va y los deja solos. Entre las personas de que están comiendo en la taberna escuchan un extraño rumor, algo estuvo asesinando a los orcos viles de la zona. Algunos hablan de unos extraños orcos marrones pero el resto se les rie en la cara.

Al entrar en la torre ven a un renegado que está ocupado mezclando un liquido rojo en unos víales. Al verlos entrar el renegado levanta la vista y la sangre empieza a escurrirse del vial apagando los mecheros y ensuciando toda la mesa.

Mierda, mierda, mierda... así no!!

Ven como rápidamente apaga el fuego y deja que la sangre se escurra por la mesa. Se acomoda un monóculo y los mira.

No se preocupen, luego limpiaré. Mi nombre es Antonivich y soy un enviado de la Real Sociedad de Boticarios ¿que los trae a esta torre?

Mientras espera su respuesta ven como ajusta y desajusta el lente, parece que esté apuntando mejor hacia ustedes.

El elfo ha quedado tan extrañado por la actitud del "huesito" autónomo, que le ha sido hasta gracioso. Queda a la espera que su compañero, el de la comanda invertida, diga algo, ya que ha sido el más afectado por el ... momento.

-Encantador sujeto, muchos esperarían que los renegados se comportaran como las abejas de una colmena, como si solo fueran un ladrillo más en la pared, pero no Argul Picacerdos- dijo señalándose el pecho con el pulgar -eso sería discriminador y maleducado-.

Se frotó los brazos esperando la comida -al menos aquí dentro se está caliente uno, lo rojizo del horizonte me hacía sospechar un calor terrible; no solo se me congela el trasero sino que los tonos de colorado y naranja me están volviendo loco- suspiró -y ahora no solamente estamos en riesgo de morir sino que además tenemos que decirle adiós a nuestro cielo azul-.

Escuchando los rumores en las demás mesas miró a su compañero y espetó -parece que hay bastante trabajo, quizás deberíamos seguir alguna de esas pistas luego de comer, esa enfermedad vuelve a los que toca lobos de guerra y personas de odio-.

Cada vez se sorprendía más: - ¿Un orco que pugna por no ser mal educando? Eso si tiene gracia.

Sonrió con el comentario.

- No preocupes por los modales. Comentó mirando en derredor, como si buscase intimidad. - Preocúpate de que la comida no afecte a nuestra salud. Era lo que le había incitado a él a pedir la comida asada, y nada más. Sin hervidos raros o salsas. Solo sal y su propia grasa. Y aún así, no estaba totalmente tranquilo.

- Y por el trabajo no preocupes. En una zona de guerra siempre hay sitios donde pelear y "cosillas" que solucionar. Estaba satisfecho de haber encontrado un compañero así. Seguro que podrían salir de muchas "historietas" hombro con hombro. - Seguro que nos sobra.

Al entrar en la sala, otro de la casta de la mujer que me había encontrado al llegar estaba haciendo alguna clase de pócima con sangre a saber de qué. Al vernos se distrae de su experimentación y causa un pequeño caos en el laboratorio.

- De'pacio colega. -le digo, haciéndole un gesto con las manos, con el consiguiente movimiento y tintineo del bastón, haciéndole una señal de que se relaje- Lo' e'piritu' de mucho' ingrediente' y del fuego son demandante'... Si te di'trae' se enfadan. -le digo con tranquilidad, aunque probablemente fuese bastante veterano si le habían mandado hasta aquí.

En cualquier caso, el mal ya estaba hecho en esa poción, y si no le preocupaba en exceso, suponía que no había mucho por lo que preocuparse. Si fuese algo volátil, ya estaría corriendo el tipo ese.

- 'oy un médico, colega. Engo a ve' en qué puedo ayuda' a la Ho'da. -explico.

Tengo entendido que soy un boticario de la real sociedad no? si no es así para  modificar mi post.

La "locura" de Cinthia fue mermando poco a poco, de tal forma que parecía una persona diferente al llegar a la torre, ahí dentro se encontraba otro de su clase. -Tan descuidado como dicen, Antonivich - Dijo mientras le enseñaba el emblema que tenía en el brazo. En ese momento le llegó un olor característico - es eso... sangre de orco? - dijo levantando levemente una ceja, era difícil saberlo debajo de la oscuridad de su capucha - En fin, yo también vengo para ayudar a la horda, - guiñó un ojo, aunque lo hacía tan seguido que no se podría saber si era intencional o no - y de paso, quizá me podrías enseñar alguna que otra cosa- le sugirió mientras se paseaba sobre la mesa y estudiaba el proceso en que estaba trabajando. -Ciertamente, trabajas en cosas interesantes-

-luego susurra, aunque es totalmente audible para todos- Oh, el Troll en la puerta, dice que hacemos pociones muertas, hahaha, no te parece bastante acertado? Creo que estoy enamorada - una sonrisa que a todas luces tiene origen en la locura se asuma a través de la oscuridad de su cara.

El renegado volvió con sus platos y pudieron comer tranquilos por unos minutos. Cuando terminaron la taberna ya estaba mucho más tranquila y ya no se escuchaban las charlas entre los comensales. Si miraban a su alrededor podían ver que solo un par de mesas seguían ocupadas dejándolos a ustedes como unos de los pocos clientes que quedaban.

Al salir de la taberna notaron que Thrallmar estaba mucho más vacía, al parecer había muchas cosas para hacer en ese mundo nuevo y la mayoría de los soldados de la Horda no quiso esperar mucho antes de salir a explorarlo.

Antonovich miró a la renegada con una rápida sonrisa y luego miró a Gul.

Me encantaría mostrarte en lo que estoy trabajando, pero lamentablemente acabo de volcar la sangre que me quedaba.

Hace una pequeña pausa y mira a Cinthia bastante emocionado.

Parece sangre de orco pero no lo es, es sangre de orco mezclada con sangre de demonio. Los orcos de la Ciudadela de Fuego Infernal parecen haber tomado la sangre de algún demonio poderoso y eso es lo que los está cambiando.

Mueve con su mano lo que queda arriba de la mesa.

El problema es que sigo sin poder identificar la especie, si queremos derrotar a los demonios tendremos que primero estudiar a un espécimen vivo.

Después de prestarle solo atención a la nomuerta se gira y mira a Gul.

Creo que tu amigo podría ayudarnos en eso, los renegados tenemos nuestras habilidades pero los orcos siguen siendo más fuertes que nosotros. Con la ayuda de un trol del bosque las cosas irían diferente. ¿Crees que puedes traerme uno de esos orcos a la torre para analizarlo? Podríamos aprender muchas cosas de esa criatura para nuestra causa.

Aquella taberna estaba muy concurrida, con mucha más gente de lo que yo estoy acostumbrado a estar rodeado. Pero la verdad es que, dejando de lado la adaptación inicial, sienta bien que hayan tantos miembros de la Alianza en tierras como éstas, tan peligrosas y, sin exagerar, infernales.

Me siento en la silla, sin preocuparme demasiado por el tamaño de esta, aunque a la cola de Nerghan le va peor que a mis piernas.

Cuando llega el tabernero, se disculpa por ofrecerme carne, a lo que resto importancia mientras le respondo:

 - "Con frutas estará bien para mí. Muchas gracias."

Cuando el hombre se va, el Draenei me pregunta acerca de los druidas. Me reclino un poco en la silla, lo que me permite la pequeña silla, antes de contestarle:

 - "Los druidas somos una orden que existe para preservar el orden y el equilibrio en la naturaleza. Intentamos mantener su pureza y protegerla de los peligros. Nuestra lucha es contra todo lo innatural, como demonios y no-muertos. Protegemos lo más importante pues ningún reino prosperaría sin un mundo sano sobre el que medrar."

Pienso en el sueño esmeralda y otros secretos de los druidas y esas cosas no pueden ser mencionadas, mucho menos a alguien a quien se conoce hace poco. Pero entonces pienso en los draenei y pregunto yo:

 - "Cuéntame algo de los tuyos, pues son gente muy interesante y de corazón puro."

No menciono el hecho de que son iguales que los demonios Eredar contra los que luchamos hace miles de años, iguales a Archimonde y Kil'Jaeden, pues probablemente no es esa una pregunta que desee responder, mucho menos a alguiente a quien se conoce hace poco.

Mientras ustedes conversaban el humano se alejó y fue a buscar sus pedidos. Al volver notaban como su cara se veía un poco apenada al ofrecerse las frutas a Aldarion. Si bien el humano nunca perdió el profesionalismo podían ver como no estaba del todo contento con la poca oferta gastronomica que había para un druida.

Aquí tienen sus pedidos señores, que los disfruten.

Tras hacer una leve reverencia se retiró y volvió a atender otras mesas. Si bien los dos estaban concentrados en su charla, notaron que varias de las mesas que había a su alrededor hablaban de lo mismo. Al parecer varios exploradores habían encontrado cadáveres de orcos viles. Lo extraño de la situación era que estos orcos habían muerto por armas que claramente no eran de miembros de la Alianza. Pero lo que hacía aún más extraño era que tampoco parecían armas de miembros de la Horda.

mientras terminaban de comer preguntó: - ¿Qué te parecería ir a ver esas herramientas? A mi me gustaría aprender más de herrería, y cuando más sepa, más podremos hacer luego.

-Por las herramientas vamos entonces, aunque he de decirte que aquel herrero me pareció un estúpido- comentó entre bromista y ofendido -quizás debamos enfrentarnos a algunos feos, así que ¿Cuál es el plan?-.

Preguntó tras pagar (y dejar propina) su cuenta de la taberna, incorporarse y dirigirse a la salida.

Afuera seguía haciendo frío y el viento no amainaba pero con la panza llena se sentía mucho menos, pensó en comprarse ropa más acorde. Los cerdos de allí tenían pieles gruesas, como las de un jabalí.

Se recostó hacia atrás. Se acariciaba el mentó con dos dedos, y con aire pensativo miraba a los platos vacíos muy concentrado.

- Primero reconocer la zona, para ver sus áreas de patrulla. Ikegar pertenecía a una orden militar, y como soldado estaba acostumbrado a estratégias, tácticas y órdenes. - Luego, antes de entrar a saco, ver cual es la ruta que menos problemas nos puede traer para llegar al objetivo, y antes de entrar, y ponernos a repartir tortas, localizar a algún vigilante aislado, o incluso atraerlo furea del apoyo de sus compañeros, para darle una tana, y ver como se las gastan. Miró a los ojos al orco, con tono inocente. Quiero saber que trucos de combate tienen, antes de enfrentarme a ellos y ver lo duros que son.

Además, regresó la mirada a los platos, quiero una ruta de escape, que puede valer la misma de entrada por si las cosas se ponen feas y tenemos que salir de allí con los pies en polvorosa. Por eso quiero primero mirar sus zonas de influencia y las rutas de patrulla.