Partida Rol por web

Jijijiji...-rió Jess, en parte por las cosquillas en el cuello y en parte porque también se había fijado en los dos lunares de Shanshar en el cuello-Está buenísimo... digooo... buenísimo de comerlo no. Shanshar no se come, ¿vale, Ely?

Y llegó al escollo final: sacar a Ely por la ventana sin que nadie la viese. Estaría bien si Ely fuese más colaboradora, pero no importaba mucho porque como había hecho una promesa al Guapo Shanshar, como si tenía que sacarla arrastro tirando de los pelos de su amiga. Porque no hay amistad que valga entre dos amigas si se mete un hombre por medio.

No, Ely, tranquila... A ver... No dejaré que la luz del sol mate a nadie...

Cuando menos, no otra vez. Porque parece que fue hace dos días cuando Jess empujó la jaula en la que estaba aquella novicia pelorita vampirizada para trepar y asomarse por un agujero por el que se filtraba la luz del sol. Pero no era una historia que Elyzabeth necesitase conocer en estos momentos.

La sombrilla te protegerá. Yo vi a Morrigan con la sombrilla bajo un solazo impresionante jugando con unos niños. Te aseguro que a Morrigan... Uh. Eso es. Primero vamos a enseñarte que la sombrilla funciona. Dale la sombrilla a Jagga para que me la traiga y tú observa desde esa esquina de la habitación, Ely. ¡Ya verás!

Jess dió indicaciones para que Jagga le sostuviese la sombrilla abierta, y después, metió la mano en el morral práctico de Heward y tiró de la muñeca de Morrigan para asomar el brazo de la vampira, bajo la sombra del parasol, para ver si se quemaba o no.

    Nerisnath permaneció en silencio, concentrada en los sutiles indicios que le permitían averiguar los conjuros que estaban activos en el salón de la posada. Su primera deducción fue que las auras de transmutación del canarconte pertenecían a los conjuros de Volar y Polimorfarse. Sabía que las aptitudes sortílegas de los babaus les permitían lanzar ambos y recordó haber visto al babau de piel más oscura flotar por el pasillo minutos atrás. Suspiró aliviada al saber que ya no se transformaría en una criohidra lernea de 7 cabezas pero entonces desentrelazó las hebras del tejido mágico que envolvía al falso celestial y descubrió que también había lanzado un conjuro de Ver lo invisible y otro de Profanación. Sin duda el tanar´ri había desplegado todo su poder, tal vez un indicio de lo apurado que se veía para logar su misión.

El cono de efecto de su conjuro reveló más auras. El inquisidor había utilizado una aptitud de inflamar a los fieles para proporcionar un escudo de fuego a sus subordinados, pero con una teatralidad en el efecto de las llamas que no había visto desde las guerras de Rashemen.

Mugarius aún tenía algunos secretos guardados, pero tendría que permanecer concentrada más tiempo si quería descubrirlos todos.

  ―Ved de qué modo la Oscuridad siembra discordia entre los hijos de la Luz. ¿Lucharán entre sí los siervos de Pelor el Radiente (…)?-

   La imponente voz del ilmaterino logró que alguno de los peloritas desviara la atención de Fornund, pero la mayoría seguían encolerizados hacia los forasteros, a los que veían como una amenaza.

- No te vash.

El monje tomó por sorpresa a su objetivo y retorció la muñeca del canarconte arrancándole un rugido más de rabia que de dolor. Su tacto era suave y musculoso en lugar del cuerpo cubierto de limo ácido de un babau, sin embargo, cuando Fornund lo arrolló empujándolo contra Dámasor, el celestial rebotó contra la esfera invisible que protegía al santo de las criaturas malignas. Esta vez los aullidos del supuesto canarconte pusieron los pelos de punta a todos los presentes.

- ¿Veis? ¿Se comportaría así un enviado de vuestro Dios con un Santo de Ilmater? ¿Realizaría esos gestos de dolor-asco? Despertad del engaño. –

El enano señaló el cuerpo del ajeno tendido en el suelo, que  sacudía la cabeza de dolor. El paladín esperaba que se transformase de algún modo revelando su verdadera forma, pero no fue así. La criatura mantuvo su aspecto perruno, volvió la cabeza hacia el paladín para maldecirlo, pero Naja, temiendo que pudiera intentar algo contra su compañero, volvió a cerrar su presa entorno a uno de sus brazos. El falso celestial se revolvió y gruñó. Al verse superado una vez más, lanzó sus últimas palabras envenenadas:

-¡Mortaless Impíoss!. ¡Oss juro que la ira de mi sseñor caerá ssobre vosotross!-

Tras jurar venganza, cruzó su brazo libre sobre el pecho y volvió a desvanecerse tal y como había aparecido.

Naja miró sus manos agarrando el aire, bufó con su lengua bífida y se levantó del suelo con un ágil movimiento.

  Los peloritas, en especial Mugarius, se quedaron mudos y petrificados, tratando de asimilar lo que habían visto. De repente uno de los peloritas sacó un hacha de mano y la alzó en el aire al grito de -¡Hereje!- Para cortar la mano del tatuado con aspecto de serpiente que había apresado al canarconte, pero Mugarius levantó su bastón y lo detuvo.

-¡Un momento…!- Susurró recuperando la sangre fría. -Todos hemos visto como rebotaba contra el aura del ilmaterino- Mugarius se llevó sus nudosos dedos a la papada y después señaló a Dámasor. -O bien esta aparición era otra treta demoníaca…O este santurrón no es quien dice ser-

Sus seguidores se quedaron pensativos, tratando de seguir las deducciones conspiranoicas de Volk cuando vieron aparecer a una joven pálida, con restos de sangre desde la boca hasta el ombligo.

Ely, que había salido corriendo en dirección contraria al oír la idea de Jess de salir bajo el sol, se detuvo boquiabierta al encontrarse a todos aquellos extraños en el gran salón mirándola de forma tan rara. Sus ojos amarillos se detuvieron en Isabella y sonrió aturdida: -Hola mamá. Hola hermanito-

Su madre contrajo el rostro y abrazó al pequeño Erik, tapándole los ojos para que no viera a su hermana así.

Un musculoso brazo de piel verduzca tiró de Elyzabeth hacia atrás y cerró la puerta del pasillo tras de si, dejando el salón sumido en un nuevo y mudo estupor.

Antes de que los peloritas reaccionasen, Jagga trajo de vuelta a Ely junto una de las ventanas traseras de la posada.

La sombrilla te protegerá.

Jess dio indicaciones para que Jagga le sostuviese la sombrilla abierta, y después, metió la mano en el morral práctico de Heward y tiró de la muñeca de Morrigan para asomar el brazo de la vampira, bajo la sombra del parasol, para ver si se quemaba o no.

   El artefacto funcionaba. El brazo de Morrigan no mostró reacción alguna bajo la sombrilla. Ely en cambio, sintió un magnetismo irracional al ver el brazo de Morrigan que la hizo olvidar su pánico al sol y ahora si, accedió a seguir a Jess por el exterior de la posada.

Jagga las siguió hasta el establo, donde las tres encontraron a Botones hecha una rosca bajo un montón de paja. El resto de monturas parecían haber aceptado de mejor o peor grado la presencia de la toporrata pero volvieron a ponerse nerviosas al oler a la orco o la vampira.

Nerisnath avanzó hacia Mugarius, manteniendo su escrutinio sobre el Inquisidor para discernir qué otros ases guardaba en la manga.

—Mi conjuro de detección de auras mágicas me reveló en el falso canarconte un aura de un sortilegio de polimorfarse, entre otros encantamientos —explicó la maga roja renegada—. Conjuro al que tienen acceso los babaus, como los que hemos enfrentado hace unos momentos. Pero ese conjuro no enmascara la maldad que mancha su alma, de modo que Formud ha podido detectarla. Creo que eso explica lo que acaba de pasar.

Fornund asintió ante las palabras de Nerisnath, colocándose a su vera dispuesto a defenderla de cualquier ataque. - Gracias. Bien hecho, Nerisnath. - miró a Mugarius y al pelorita que había alzado su arma con intención de golpearles. - Mi compañera tiene razón, y además, si os pararais a pensar un momento, os daríais cuenta de que ha huido como un vil cobarde...y ése comportamiento es impensable en un canarconte verdadero...y más con vuestra ayuda y presencia, ¿me equivoco? - el enano también sabía usar las palabras cuando quería. 

La aparición de Ely y las reacciones varias pusieron de nuevo en guardia a Fornund, si es que había dejado de estarlo en algún momento. Su mirada se cruzó con la de Mugarius y con un ligero movimiento de cabeza parecía decir - No es buena idea, vete ya, Pelorita. - 

Trató de ignorar la cara de Isabella, los problemas, de uno en uno. Hasta que no estuvieran solos no podrían hablar con ella con propiedad...y rezaba porque aquello pudiera resolverse. Notaba como su corazón se desangraba al ver como la comprensión y el amor que una madre debía tener por sus hijos no se reflejaba en el rostro de la mujer de Tergar. 

Notaba la boca seca. Tenía sed. 

Se le había escapado como agua entre las manos pero al menos la burda estratagema del babau al que habían dejado escapar se había descubierto. Seguro que ese señor de los demonios del que hablaba le iba a dar un buen castigo por fracasar en su misión tan estrepitosamente. Con esa idea se consolaba Naja Naja cuando su cuerpo se puso automáticamente en guardia al levantar contra él su hacha uno de los peloritas.

Tú y cuántos más...- Pensó desafiante dispuesto a defenderse. No iba a matarlo pero sí podía darle un golpe en un punto vital que lo dejara temblando como un flan de los que tan bien hacía Tergrar. Tan sólo levantaría unas horas después con un tremendo dolor de cabeza. Esta vez fue Mugarius quien puso algo de sensatez que calmara los ánimos, aunque dejaba la puerta abierta a que el bueno de Dámasor no fuera lo que aparentaba. ¡Qué tontería!

Al ver aparecer allí a Ely hasta el monje, impertérrito siempre, pareció sorprenderse. Ante la posibilidad de que alguien tratara de impedir la huida de la hija de Tergrar el monje se dispuso a volver a actuar.

Me produce una gran sorpresa el que Tormund lance contra mí al perro parlante. En un acto reflejo, trato de protegerme del impacto pero éste no llega a producirse dado que la criatura sale despedida hacia atrás al rebotar contra la luz radiante de Ilmáter.

El avergonzado chucho se desvanece en el aire tras proferir una última amenaza dejando tras de sí únicamente el desconcierto y la suspicacia de los presentes.

La repentina irrupción de Elyzabeth en escena no consigue sino acrecentar la turbación de los peloritas que han entrado aquí exigiendo explicaciones. Me acerco al malherido seguidor de Mugarius que recibió el hachazo del paladín enano y le ofrezco el alivio para sus dolores que Ilmáter me ha concedido.

Una vez lidiado con Ely y Jess el mago observó la situación tanto la de sus ojos como la de su conjuro durante unos largos segundos mientras meditaba. Podía escuchar los gritos arriba y al subir y ver al inquisidor y la turba empezó a dudar sobre la mejor forma de actuar.

Había comprobado que Yrlinand se encontraba a salvo, olvidado por toda la masa de gente que tenía cosas mejores a las que pensar.

-¡Un momento…!- Susurró recuperando la sangre fría. -Todos hemos visto como rebotaba contra el aura del ilmaterino- Mugarius se llevó sus nudosos dedos a la papada y después señaló a Dámasor. -O bien esta aparición era otra treta demoníaca…O este santurrón no es quien dice ser-

Ante estas palabras el mago avanzó unos pasos con una sonrisa cínica y dijo con una voz mucho mas fría y cargada de ironía de lo habitual -¿quien mejor que un siervo del dios sol para descubrir si un mártir lo es de verdad? ¿O si un hijo del forjador se trata de un paladín? Ninguna duda mortal debería nublar su juicio.

     Mugarius salió de su estupor al ver la fugaz aparición de Ely y chasqueó los dedos a sus seguidores:

-Traedme a esa joven. Sospecho que tiene algo que confesar-

De inmediato la pandilla de fanáticos abrieron la puerta del pasillo y se dispersaron por la trastienda en busca de Elyzabeth.

-Tú también- Dijo al pelorita que había recibido el martillazo de Fornund y miraba con rencor al enano. Solo la intimidante presencia del monje tatuado había impedido un contraataque. Dámasor usó su don para curar al seguidor, terminando de serenar sus ánimos y siguió a sus compañeros hacia la parte posterior de la posada.

—Mi conjuro de detección de auras mágicas me reveló en el falso canarconte un aura de un sortilegio de polimorfarse, entre otros encantamientos — Conjuro al que tienen acceso los babaus, como los que hemos enfrentado hace unos momentos. Pero ese conjuro no enmascara la maldad que mancha su alma, de modo que Formud ha podido detectarla. Creo que eso explica lo que acaba de pasar.-

Mugarius se mostró interesado por el análisis de la maga y preguntó al paladín: -¿Y no ha detectado más auras malvadas?-

Como si leyera la mente a Fornund, Volk caminó hacia el pasillo.

-¿Quién mejor que un siervo del dios sol para descubrir si un mártir lo es de verdad? ¿O si un hijo del forjador se trata de un paladín? Ninguna duda mortal debería nublar su juicio.

-Desde luego hijo- Dijo Mugaris de forma distraída, como si tuviera la mente en otra cosa.

El inquisidor miró a uno y otro lado escrutando las caras de los presentes. Ese grupo de forasteros se habían resistido a colaborar con sus planes de hacerse con el control del santuario de la montaña y no le cabía duda de que le ocultaban algo, pero por mucho que lo desease, no podía imputarles ninguna falta grave…Todavía.

Mugarius lanzó una mirada hacia la puerta por la que había aparecido Ely y dijo:

-En verdad os quedasteis cortos diciendo que “se encontraba mal”. Es un buen momento para abrir vuestros corazones a Pelor. Decirme hijos míos. ¿Cuál es la verdadera naturaleza de su mal?- Volk parecía saber ya la respuesta y sus palabras piadosas contrastaban con la desagradable forma en la que movía su hinchada lengua dentro de su boca.

Entonces se escuchó un alarido en la parte trasera de la posada, Volk tomó su bastón y enfiló el pasillo con paso airado.

-No os salgáis de la posada, aun tenéis que responder mis preguntas- Les advirtió antes de abandonar el salón.

El mago parecía ausente unos segundos, su mirada fija en Mugarius de pronto parecía ver más allá aunque no perdiese el foco, para después volver a ser dos punzones de hielo clavados en el inquisidor. No temía un ataque directo del inquisidor, no por el momento, lo que le permitía concentrarse en ambas situaciones dividiendo sus sentidos.

Bien Jess, ¡acaba con ella de una vez! ¡Date prisa!- el resto de revelaciones aunque sorprendieron al mago eran menos importantes que el presente. Volviendo a la posada y habiendo escuchado al inquisidor dijo dirigido principalmente a Naja Naja que era el más rápido y posiblemente el único que podía detener al inquisidor sin incurrir en violencia o hechizos que derrumbasen la posada sobre sus cabezas -La bailarina necesita tiempo, después todo habrá terminado- al mismo tiempo se sentía tremendamente frustrado por poder ver pero no comunicarse con Jess hasta que se le ocurrió la solución y eclamó dirigido al aire, ya que ni el inquisidor ni los pueblerinos sabían nada de él -¡Yrlinand! ¡Ve con ella!

Por lo demás el mago se abstuvo de ningún gesto hostil contra el inquisidor, no por falta de ganas sino porque cualquiera de sus hechizos remanentes incitaría una batalla que no necesitaban. Además al hablar de esa forma evidentemente misteriosa quizá atrayese la curiosidad del Inquisidor.

No le hizo falta más. Ante la orden del inquisidor sus esbirros se dirigieron a la trastienda. No iba a permitir que apresaran a la hija de Tergrar para llevarla ante el desquiciado de Mugarius. Pero entonces un alarido escalofriante se dejó oír desde la parte de trasera de la posada. La mirada fría del mago amigo de Tergrar se posó sobre él y Naja Naja no tardó en reaccionar. No aceptaba órdenes del inquisidor. Como un rayo se desplazó a la puerta de la posada.

- No shaldremosh. - Pero tú tampoco.-  Se interpuso en el marco de la puerta, aquella desde la que se habían enfrentado al cadáver gigante. El cuerpo del monje estaba tenso, alerta. Sus ojos clavados en la fofa figura del inquisidor, consciente de que su poder no estaba en su musculatura, sino en el vínculo con su dios y, quizá, en ese bastón.

-La bailarina necesita tiempo, después todo habrá terminado- 

 - ¡Yrlinand! ¡Ve con ella! -

Mugarius observó al pájaro salir volando fuera de la posada y tuvo la certeza que aquello que no querían que averiguase se encontraba fuera. Tomó su bastón con determinación y se dirigió afuera, pero se topó de bruces contra el monje:

- No shaldremosh. –

Naja bloqueó el paso al inquisidor, que no salía de su asombro por semejante afrenta.

Algo insano brilló en sus ojos y entonces Narisnath abrió los ojos de par en par como si acabase de descubrir algo terrible en el mezquino personaje.

Mugarius clavó su bastón en el suelo interpelando al monje a apartarse -No me retes serpiente…Nadie se apiadará de alguien que ha renunciado a su humanidad de forma tan abominable. Os he dado la oportunidad de formar parte de la gran obra de mi señor, ayudar a este pueblo y tomar el control del impío santuario de Corvinus, pero estoy harto de vuestros vaivenes. No os necesito. Voy a llevarme a esa muchacha y a cuantos fantasmas oculte este lugar y dar gracias si no os quemo vivos con vuestra madriguera de mentiras- Dijo lanzando una mirada a la maltrecha posada.

De haber tenido nariz, Naja Naja la habría arrugado por el hediondo aliento de Mugarius. El inquisidor sostuvo su mirada dejando claro que se apartase o se atuviese a las consecuencias.

    Tras la huida falso canarconte la maga roja pudo centrar su atención en el inquisidor: Las piedras Ioun absorbían buena parte de la energía que estaba proyectando la maga y aunque resultaba agotador, su color lavanda pálido le dieron la clave para precisar que su finalidad era precisamente absorber conjuros. Tomó aire y lanzó una nueva oleada de su poder para averiguar más. Las piedras lo absorbieron como esponjas y creyó que no lo lograría, pero una fracción alcanzó el resto de objetos que portaba Volk y brillaron con distintos colores. Su estola parecía otra protección de la escuela de transmutación. Probablemente de conjuro común, pero de cierto poder.

    Redobló sus esfuerzos y proyectó su magia hacia el bastón, que a buen seguro era algo más que un simple báculo para elevar sobre las masas el emblema del dios radiante. Al ver el color índigo reprimió un gemido de sorpresa, El bastón era como un remolino que atraía las auras malignas, pero no brillaba con la luz de la justicia sino de la codicia. Algo más oscurecía sus esfuerzos por averiguarlo y entonces sintió el vértigo de la oscuridad Vil. La sonrisa de Pelor le dedicó una mueca cruel y de los labios dorados del símbolo sagrado asomaron dos colmillos retorcidos imbuidos de un aura de abjuración similar a la que empleaban los arpistas en sus anillos para impedir que sondeasen sus verdaderas intenciones.

La maga roja abrió mucho los ojos, enviando las cejas al cielo de su frente. Por muy previsible que fuera la información que acababa de recabar con su conjuro de detección de auras mágicas, no era menos terrible. Cómo permitía Pélor que alguien depravado como Mugarius lo utilizara de fachada para sus propios y viles fines era algo que escapaba a su comprensión. Pero Nerisnath nunca había sido muy devota. Estaba firmemente convencida de que los problemas que causaban los mortales debían resolverlos los mortales, y no los dioses.

Nerisnath llamó la atención de Naja Naja con un gesto, teniendo cuidado de ponerse de espaldas a Mugarius.

«El bastón» movió los labios, mirando al báculo con el falso emblema de Pélor. Después hizo un gesto como si arrojara algo al suelo. Si Naja Naja hacía (y lograba) lo que le acababa de pedir, lanzaría su conjuro de detectar pensamientos para sondear al Inquisidor.

Qué complicado resulta en ocasiones convencer a los rectos de lo justo. Para aquellos de nosotros que hemos sido agraciados con el favor de los dioses, qué fácil es a veces olvidar que no somos más que instrumentos a través de los cuales se manifiesta el poder divino y no quienes lo detentamos realmente.

Me acerco al ensoberbecido Mugarius y le pongo una mano en el hombro, para tratar de tranquilizarlo.

—No en-encontrarás aquí enemigos del... Ra-Radiante —le aseguro con tono sereno y confiado—. No-no-nosotros nos o...cuparemos de la po-posada y del santuario de... Co-Co-Corvinus. Vuelve al... pueblo y cuida de sus gente mientras no-nosotros os... ayudamos aquí.

Fornund alzó mucho las cejas sorprendido porque no se esperaba aquella reacción de Mugarius. Pensaba que aquel clerigo servidor de Pelor saldría de allí con el rabo entre las piernas, pero allí parecía haber algo más de lo que se veía a simple vista. No pudo interponerse en el camino de los sirvientes de Mugarius, y sus piernas eran cortas como para salir corriendo detrás, además, no iba a darle esa satisfacción al clérigo, la de ver a un Paladín Enano corriendo. Así que decidió dejar que sus compañeros, más rápidos que él, se encargaran de bloquear el paso o de seguir a los seguidores, según gustaran hacer.

Mugarius se mostró interesado por el análisis de la maga y preguntó al paladín: -¿Y no ha detectado más auras malvadas?-

Las palabras de Mugarius le pusieron el alerta. Primero pensó que se refería a la muchacha, con un doble juego de palabras, pero algo en el tono, en la forma de decirlo, le dijo que había una interpretación dentro de la interpretación dentro de la interpretación, una triple finta verbal. Se quedó quieto, dudando unos instantes mientras Naja Naja se interponía ante el clérigo que les estaba hablando ya con un desprecio palpable en sus palabras, prohibiéndoles salir de la posada.

Si aquello no bastó para enfurecerlo y ponerse en guardia, las siguientes palabras del Inquisidor, amenazando con quemarles dentro de la posada, hicieron el resto. Los gestos de Nerisnath, detrás de él y tratando de que el monje cogiera el bastón y se lo quitara terminaron de convencerle que allí pasaba algo con aquel supuesto servidor de Pelor y que había que hacer algo.

- Disculpa. ¿Cuando dices eso de "humanidad", te refieres a "humano" como raza, excluyendo al resto de razas como inferiores, y por lo tanto, admitiendo abiertamente tu racismo, una conducta totalmente deplorable para un servidor de Pelor...y más si me lo dice a la cara, o lo dices de forma metafísica refiriéndote a su alma? - obviamente, el enano sólo quería confundirlo durante unos breves instantes con algo de cháchara....pero el tono amenazador y peligroso en la voz de Fornund era real...y muy próximo.

Se puso detrás de Mugarius, cortándole el paso y dejándolo entre él y Naja Naja, de tal forma que si quería moverse, tendría que pasar a través de uno o de otro.*

- Hemos ayudado a éste pueblo, quizá más de lo que tú nunca has hecho, vamos a seguir haciéndolo, nosotros no te necesitamos a tí para nada y no, no te vas a llevar a nadie, y sobretodo, no vas a quemar ésta posada. Si haces un sólo movimiento, te atacaré. Si permaneces quieto, podremos seguir hablando. -

Posada del Jabalí Verrugoso

Afueras de Tamar

Mediodía

     Mugarius se fijó en cómo le miraba Nerisnath. Desde el principio había sabido que esa muchacha le traería problemas. No logró leer sus labios pero supo que tramaba algo y comenzó a retroceder paso a paso.

No-no-nosotros nos o...cuparemos de la po-posada y del santuario de... Co-Co-Corvinus

Volk apartó la mano de su hombro con un áspero manotazo: -¡Yo no soy tu amigo, santurrón!- Repuso con desprecio. -…No habéis hecho otra cosa que confabularos a mis espaldas- Dijo mirando al resto. – Nadie me da órdenes ¡y ese santuario será mío! - Bramó con los ojos incendiados.

El Ilmaterino murmuró un inocuo pero potente conjuro capaz de aplacar a un berzerker borracho, pero Mugarius siguió ardiendo de rabia por dentro.

Fornund lo flanqueó hábilmente plantándose a su espalda. La cháchara del paladín contuvo al semielfo unos momentos, pero el inquisidor no tuvo dudas de que nada bueno vendría de alguien que se acercase por la espalda. Apretó los dientes sopesando la situación y se preparó para hacer frente a los aventureros.

-Si haces un sólo movimiento, te atacaré. Si permaneces quieto, podremos seguir hablando. –

-Hablemos entonces- Respondió con ironía. Levantó ambos brazos y comenzó a hablar con varias voces al mismo tiempo.

-Habla querido hermano, la inmensidad está en tus manos-

-Canta aguerrido enano, la moral es mi cayado-

-Ahora escucha mi voz hermano, la palabra es mi legado-

-Así como la red atrapa al lenguado, tu atención está en mi manos-

-…

 Resultaba difícil seguir sus discursos simultáneos, pero al mismo tiempo el coro de voces resultaba fascinante e hipnótico para los aventureros que se encontraban más cerca. Fornund bajó sus armas mientras que el monje se sentó con las piernas cruzadas para escuchar al inquisidor. El influjo sortílego también alcanzó a Dámasor, pero la mente del santo estaba más allá de la de los simples mortales y logró resistirse.

Mugarius aún sostenía su bastón y Nerisnath retuvo el conjuro que tenía preparado. Shanshar sin embargo se limitó a cambiar de blanco para el que tenía listo. El joven mago estaba harto de aquella situación y liberó su conjuro más poderoso para zanjar aquello de una vez por todas, pero al ver que el monje y el paladín estaban anulados, no vio otra que a lanzar su conjuro sobre el viejo tartamudo.

-¡Щorʄo Ԋȡrα!- Entonó en dracónico con voz autoritaria.  La espalda de santo se encorvó aún más hacia adelante y un gran bulto surgió de su cuello. El nuevo apéndice comenzó a tomar forma mientras la estatura de Dámasor se duplicaba en cuestión de segundos. Al anciano le brotó una segunda cabeza que miró extrañada a su gemela.

Mugarius trastabilló horrorizado mientras Fornund y Naja solo esperaban felices a que el inquisidor retomase su cautivadora oratoria.

Las dos cabezas de Dámasor se dividieron en otras dos y sus cuellos se alargaron como si fueran serpientes.

Isabella comenzó a chillar fuera de si, mientras su hijo apartaba las manos con las que su madre le tapaba los ojos.

El Ilmaterino acabó transformado en una terrible hidra de 7 cabezas que alcanzaban el techo del gran salón.

Mugarius balbuceó unas palabras incomprensibles y se giró hacia la puerta de la posada para escapar del terrible monstruo.

.

El monaguillo Volk parece muy alterado y me aparta sin contemplaciones y con muy malos modos. No se lo tomo a mal puesto que seguramente se encuentra sometido a mucha presión y estoy seguro de que no se trata de nada personal.

Me maravilla el truco de ventriloquía que realiza a continuación, manteniendo una conversación con Tormund con varias voces hablando de manera simultánea. Mi torpe intelecto apenas logra entresacar el contenido de las frases que se entrelazan entre sí pero creo entender que se está dirigiendo a mi compañero enano. O quizá a un lenguado, no lo tengo muy claro.

Tormund y el hombre-serpiente se sientas en el suelo a disfrutar del espectáculo como dos niños pequeños y eso me causa tanta sorpresa como desconcierto. Uno no esperaría que un encantador de serpientes se dejara engatusar tan fácilmente. No, no era un encantador de serpientes, era otra cosa... ¿Un joven monje con un extraño y escamoso fetiche?

Como quiera que sea, mis lentos y divagantes pensamientos se ven interrumpidos de pronto por la voz de un individuo bajito y moreno de ojos claros al que no recuerdo haber visto en toda mi vida. ¿O sí? Me sobreviene un repentino mareo y tengo la sensación de estar elevándome del suelo. Comienzo a ver doble y luego triple y luego... El mundo se convierte en un caleidoscopio de formas y colores confusos que son reemplazados por un doloroso color negro lleno de estrellitas rojas. Algo me ha golpeado la cabeza o yo me la he golpeado con algo sin darme cuenta. ¿El techo quizá? Eso no es posible, estoy casi seguro de que yo no puedo volar.

—Ah, no... no te vas a ir de rositas, Inquisidor....

Nerisnath alzó la mano en un gesto brusco, por encima de su cabeza. E, imitando a Sanshar, desgranó las palabras mágicas de su hechizo más poderoso. No era, en esta ocasión, un conjuro que transformara en una hidra de mandíbulas chanqueantes a ancianos tartamudos, sino otra cosa...

—Lengan hitim menimbul dari tanah...

Una maraña de tentáculos negros y relucientes surgieron de la nada, hambrientos, enrollándose alrededor de Mugarius.

—¡Detenedlo, es un impostor! ¡No sirve a Pelor sino a Lord Lustmord!

Quizá su advertencia llegara a tiempo para evitar que el Santo resistiera el hechizo de Sanshar...