Partida Rol por web

Te encierras rápidamente en el baño de los negros. Escuchas las voces como murmullos mientras cruzan el pasillo, ruidos de pasos y una voz grave que sobresale de las demás. La puerta del baño de caballeros se abre y se cierra un par de veces pero por fortuna no te has escondido allí.

Finalmente el ruido cesa, no se oye nada afuera aunque te preguntas que habrá pasado con el muchacho que traslado los cuerpos hasta la sala de exposición. ¿Habrán cerrado la puerta para dar la clase?

Por todos los santos no me puedo creer mi negra suerte... Y me río para mis adentros por mi fino humor ruso.

Salgo y pruebo de abrir la puerta. No me apetece quedarme más de un segundo de lo necesario en un baño de negros.

Espero no tener que forzarla con mi bisturí... No creo que aguante contra el marco de la puerta. Quizás abro la puerta pero adiós bisturí... Aunque seguro que aquí encuentro un repuesto... Y vuelvo a reír mi propia agudeza.

Miro de salir, con discreción pero aparente normalidad, para mirar de unirme al grupo, o bien husmear por la morgue si no veo a nadie a la vista y sí que veo bultos tapados sospechosos.

Te acercas a la puerta con miedo, temeoroso de que la puerta este cerrada pero por fortuna para ti la puerta sigue abierta. Nadie la ha cerrado, y puedes salir al pasillo.

El pasillo esta vacío, se oye un murmullo de voces desde la sala de exposición donde predomina por encima de todas ellas la voz grave ya que es la que más habla. La puerta que comunica con la recepción queda a tu derecha, la sala de exposición a tu izquierda. En el pasillo están las salas que viste antes, algunas puertas cerradas con llave, y al fondo la escalera con el montacargas.

Sospechas que la zona de trabajo no es precisamente esta, al menos dicha zona no debería estar tan vacía y con tan poco movimiento. ¿Tal vez lo que buscas esté en el sotano?

Me siento muy perdido. Demasiado espacio para almacenar muertos. Acostumbrado a mi estudio de disección todo me parece enorme. Una muestra de la prepotencia victoriana inglesa.

Murmurando maldiciones eslavas bajo al sótano (preferiblemente por una escalera para no llaamr la atención con el montacargas).

Espero que haya alguna antesala donde los empleados se pongan una bata o algo así... Como ahora me pillen va a resultar más complicado explicar qué hago aquí...

Estoy tenso, alerta y algo confuso. La falta de sueño y mi temor a confirmar mi pesadilla hace que no esté en mi mejor momento.

Bajas las escaleras con cuidado cuando escuchas el sonido de una puerta abrirse y te quedas quieto pegado a las escaleras. No estas seguro de si alguien te ha visto o no pero tras un rato sin escuchar ruidos bajas los escalones.

El fuerte olor a formol y otros productos químicos despierta tu olfato, esto ya te resulta más familiar. Las escaleras lucen un aspecto peor aquí abajo. Esta claro que la parte superior es la que se han preocupado de mantener limpia y pulcar, pero aquí abajo no hay tiempo para cambiar baldosines rotos o pasar la escoba. El lugar muestra un estado de falta de atención preocupante.

Ves una puerta a tu derecha en la que pone VESTUARIO, pero para tu desgracia esta cerrada. Una puerta doble va a parar a lo que es un largo pasillo que se pierde en el interior del sótano más allá de lo que alarga la vista. Hay una puerta a la izquierda con ventana, lo que te permite observar su interior y descubrir lo que parece ser un despacho que no han cerrado con llave. Y también esta aquí la salida del montacargas, de hecho la puerta esta abierta y puedes ver que se trata de un espacio alargado de unos tres metros de largo por dos metros de ancho. El interior huele demasiado a podredumbre y olores fecales como para examinarlo más de cerca.

Miro a mi alrededor. No me apetece forzar puertas.

¿Qué pensarán de alguien que revienta puertas de una morgue? Profanador de tumbas? Nigromante? jajaja!! No, gracias. No quiero añadir más razones para visitar al comecocos.

Asomo la nariz por el despacho en busca de algo que me pueda servir para camuflarme con el ambiente. Ya sea una bata, una carpeta cualquiera con un sello que la identifique como de este sitio...

Vengavengavenga...

Mientras observas la sala oyes sonidos de pasos desde la escalera. Parece ser que viene alguien hacía aquí.

Entras en el despacho y cierras la puertas, compruebas que tiene un cerrojo interior que podrías usar. En el perchero hay un abrigo con un sombrero, y también hay una bata de médico. El resto de la sala lo cubre una gran mesa de escritorio, detrás de la cual hay unos archivadores. La ventana da directamente hacía la mesa, y ahora mismo tiene las persanillas levantadas por lo que se puede ver la sala que acabas de abandonar.
El sitio no es muy grande, en la sala no hay mucho más. Una papelera en el suelo, varios diplomas y cuadros decorando las paredes, una alfombra algo desgastada en la entrada, algunas cosas que se ven sobre la mesa como papeles, carpetas, etc...

Cojo la bata y me pongo detrás de la puerta, sin correr el cerrojo. No quiero despertar sospechas... jojojo!

Me quedo allí quieto como un cervatillo, escuchando como los pasos se alejan*. Una vez que crea que todo está en calma me pongo la bata y salgo del despacho, adoptando un aire profesional, serio, como si tuviera todo el derecho a estar aquí.

Me dirijo hacia la puerta doble, dispuesto a dejarme engullir por el eterno pasillo que debe de llevar a la antesala del Purgatorio.

Con algo de mejor cuerpo por la sopa y tras revisar el periódico de arriba a abajo, Gregory siguió limpiando libros viejos sin fijarse especialmente en ellos. En el diario no había ninguna sola noticia de la muerte de Jack Turner, como no la había habido de otros asesinatos con los que había soñado. Pero las pesadillas parecían tan reales... ¿Estaría loco de verdad? Tal vez hubiera sido mejor quedarse en el sanatorio, al cuidado del doctor Millner; el viejo se prometió no se tan desconfiado y centrarse en la terapia al 100% a partir de entonces.

En ese momento su mirada aún perdida se centró en el libro que acababa de limpiar: parecía realmente antiguo y la portada era casi ilegible. Gregory abrió el ejemplar y pudo comprobar que era una edición muy antigua de "Tirante El Blanco", el libro que casualmente Jack Turner comentó que había leído.

Intentando apartar al marinero de su mente, cogió el libro y se lo llevó a su cuñado con emoción. Obras tan antiguas tenían un gran valor y Yeats esperaba que aquello mejorase el día tan desastroso que había tenido con su familia.

Los pasos se paran delante de la entrada de la habitación, los nudillos chocan contra la puerta, y luego la puerta se abre durante unos segundos. Finalmente los pasos se escuchan por la sala exterior antes de que el visitante vuelva a subir las escaleras.

Tras esperar unos minutos a salvo en el despacho sales confiando en que estes solo de nuevo. Al abrir las puertas dobles te llegas el intenso olor a productos químicos de la morgue, un olor que te resulta muy cercano. Hay un carro de limpieza a la entrada del pasillo, y tiene pinta de que alguien lo ha estado usando no hace mucho.
En el pasillo hay varias camillas vacías y puedes ver varias puertas que parecen ser almacenes, y también hay un cuarto de baño. Al fondo del pasillo se oyen voces, parece ser una discusión sobre temas laborales con abundantes cruces de acusaciones.

Rebuscando en el almacen encuentras varios libros de autores que han estado solicitados recientemente. Tal vez el comprador quiera llevarse otro libro del mismo autor así que haces un hatillo con varios de ellos, incluyendo la gema de "Tirante el blanco".

Tu cuñado se alegra al comprobar que eres útil, al menos te da una palmada en la espalda antes de colocar los libros por la tienda reservando un lugar especial para la joya española que localizaste.

- Bien hecho, hay que revisar más a menudo el almacén.

Suspiro al darme cuenta que a medida que pasan los minutos estoy pasando de ser un hombre preocupado en busca de un "amigo" muerto a ser un allanador y un ladrón (aunque sólo se trate de una bata).

Cojo el carro de la limpieza y lo empiezo a arrastrar, con parsimonia, por el pasillo, con la idea de saber qué se esconde tras esas puertas.

Si no hay muertos aquí dentro con la bata y el carro puedo subir al piso de arriba. Allí sí que había cadáveres... Aunque no tengo ni idea cual es su rutina. ¿Dónde irán los nuevos fiambres? Ojalá pudiera ver un registro... Aunque tampoco se si sabría interpretar donde meten a los muertos que entran.

Voy avanazando lentamente, llenándose en pasillo con el sonido d emis pasos y el lúgubre chirrido de las ruedas del carro de la limpieza.

Avanzas por el pasillo observando las puertas, todas ellas están numeradas con la misma tipografia. A 3/4 de altura esta situado un cartel de madera numerandolas. También hay ventanas a las habitaciones pero al estar apagada la luz interior no ves nada, y por eso no las vistes antes.

En la habitaciones del fondo hay más movimiento. Puedes ver la luz encendida en una de ellas donde hay una persona trabajando con un cuerpo. Parece estar haciéndole la autopsia, o tal vez embalsamandolo, pero desde tu posición no puedes ver los detalles ya que esta de espaldas a ti bloqueandote la visión.

Te acabas de dar cuenta de una cosa, ya no se oyen las voces que estaban discutiendo, y de eso hace un rato ya que no te habías percatado del silencio al estar observando al trabajador.
 

Si están haciendo una autopsia o lo embalsaman se estarán un rato... Pienso, por lo que decido mirar las otras habitaciones que pueda antes, no sea que me vean y me tiren a la calle de una patada... En el mejor de los casos.

Entro en la puerta más cercana que está a oscuras. Cierro la puerta a mis espaldas y enciendo la luz, por si hay bultos tapados. He de identificar al muerto, saber si realmente ha muerto.... Y si es así saber la forma en que murió. ¿De miedo?algo le atacaría? Nuestros sueños son una especie de profecía loca?

Si no veo a Humphrey en una de las habitaciones apagadas deberé arriesgarme y asomar el morro en la habitación de la autopsia. Al menos tengo el carro de la limpieza...

Dejas el carro en el pasillo y entras en la habitación que esta a oscuras. Al encender las luces estas tardan un rato en iluminar la sala, te centras en observar el lugar. Ves en una pared lo que parece ser una nevera gigante con muchas grandes puertas, supones que será donde guardan los cuerpos. Aún así la sala esta fría, tu respiración sale expulsada de tu boca con forma de vaho.

Hay varias camillas en la sala, y junto a ellas sabanas sucias con manchas antiguas de sangre y otras cosas. Desde la ventana observas como dos personas se dirigen hacía el carro de limpieza y oyes sus voces.

- Te digo que deje el carro a la entrada del pasillo, ¡No sé como ha llegado aquí!
- Eh, esta la luz encendida en esa habitación.

Tras el nuevo sueño, Iván se despierta exhaltado,  a la vez que sus gemidos alertan a algunos de los otros niños, que ya empiezan a acostumbrarse a estos episodios. - Cállate y duermete Iván... - Le comentan algunos medio dormidos. Tras el sueño, el chico parece algo sudoroso y no consigo sino descansar con los ojos entreabiertos y mirando hacía el techo.

Tras varias horas, llega la hora de despertarse. Todos los niños van a reunirse con la Abuela Agatha, buscando algo de desayuno que llevarse al estómago. Tras esto, Iván sale para seguir con su rutina diaria, esperando que llegue la hora de partir hacía su cita con el doctor.

En su mente, varios pensamientos enfrentados. Por un lado, no tiene especial interés en volver al sanatorio, pues el último ataque que recibió de "ojos azules" fué un episodio que no le gustaría volver a experimentar. Esperaba no tener que volver a encontrarse con otro perturbado como él. Por otro lado, sentía la necesidad de poner en alerta a la persona que había sido más amable con él en el sanatorio, la señorita MacGuffin. No deseaba que le ocurriese nada a esa señorita, pero no sabía que podía hacer al respecto, más que explicar sus visiones oníricas.

Ya es casualidad que el loco hablará de las campanas cuando es el único elemento repetitivo que se aparece en tus sueños.

Iván no puede quitarse de la cabeza al enfermo de "ojos azules" que conoció en el sanatorio. Ese tipo que le atacó, le daba verdadero pánico y no tenía ni pizca de ganas de acudir a su sesión de esta tarde, solo por ahorrarse el tener que encontrarse con ese sujeto. Pensando en lo sucedido, su pequeña cabeza se dió cuenta de algo: El enfermo de ojos azules decía la verdad. Él también tuvo que tener aquellos sueños. - ¿Cómo si no iba a saber lo de las campanas? - Se preguntaba interiormente mientras dilucidaba sus pesquisas.

Rápidamente, Iván recordó que tenía que hacer algo para intentar que no se cumpliera el sueño que tuvo anoche. No podía dejar que la señorita Lucrecia pasase por "ese mal trago", mucho menos después de mostrar tanta amabilidad hacía el muchacho. Se le ocurrió que aquellas campanas podían ser la clave pero... - ¿Qué serán esas campanas? - Se repetía una y otra vez interiormente. Entonces, le vino la inspiración y asoció las campanas al campanario de una iglesia. Tenía que dirigirse hacía allí. Hacía tiempo que no pasaba cerca de la zona de la iglesia porque no había mucho "trabajo" que hacer allí. Ya había demasiados mendigos en los alrededores. Así, se acercó a un grupo de vagabundos que conocía de la ciudad para que le indicasen la mejor forma de llegar a la iglesia. Como eran conocidos, aprovecharía para preguntarles si habían oído sobre algún "acontecimiento" (asesinato) en los alrededores. Así me presento delante de los vagabundos con un simple - Buenos días señores.