Partida Rol por web

Hora y media después Michael deja el coche de cualquier manera sobre el camino polvoriento. No hay rastros de lucha en la bonita casa de campo de Lago Havasu lo que puede significar que tal vez haya llegado antes que Los Correctores. Se aproxima a la puerta y entonces duda de cuál debería ser su plan de acción. ¿Qué le va a explicar a esa chica que no sabe nada de esta guerra?... ¿Sería mejor convencerla o usar la fuerza para salvaguardar su seguridad?... 

Respiró profundamente. No estaba seguro de como debía de actuar ante Marcy, ni que palabras decir, solo tenía claro que debía actuar rápido. Su mirada tranquila parecía preocupada, y sus labios tiritaban nerviosos.

Volvió a respirar de forma profunda, para luego golpear la puerta principal de la casa para llamar a la mujer. Tenía que ser rápido o Los Correctores podrían darle alcance. Solo esperaba que la mujer no le diera muchos problemas.

Le dio tiempo a sacar su revolver del cajón y cargarlo cuando alguien empezó a dar golpes en la puerta principal, impaciente, sin hacer uso del timbre. 

Mi cabeza no para de dar vueltas, sintiendo casi sensación de náusea al pensar en todo lo que había sucedido en tan poco tiempo. Tyler engañándola, su pequeña desaparecida... y además, "aquello" está volviendo; puedo sentir de nuevo que prácticamente puedo atravesar el espejo pero aún es pronto, es una sensación muy tenue.

Mientras todo ello pasa por mi cabeza y termino de cargar mi revólver escucho como un tipo al que no conozco de nada está llamando a la puerta, sin utilizar el timbre. ¿Y si viene a por mí? Bueno, si es de la organización que ha secuestrado a mi hija tendrá información que necesito sobre su paradero. Jugándome la vida, sí, pero es mi pequeña. Tengo que encontrarla sea como sea.

Como el tipo está delante de la puerta principal, aparto con cuidado la cortina de mi habitación lo justo para ver la matrícula y modelo del vehículo que ha dejado aparcado el tipo frente a mi casa. Cogo mi teléfono móvil y llamo al departamento de tráfico, ya que conozco a comoañeros de cuando empecé a trabajar en el cuerpo poniendo multas. De mientras salgo de la habitación y me acerco a las escaleras, esperando a que contesten mi llamada. Me coloco el revólver entre la cinturilla del pantalón y mi espalda.

Lo que no entiendo es por qué llama a la puerta si viene a por mí. ¿ No tendría que ser más sutil? Si no responde nadie a mi llamada, abriré al tipo. Tengo que saber dónde está mi hija, y me lo va a decir por las buenas...o por las malas.

Nunca pongas entre la espada y la pared a una madre que no tiene nada que perder por hacer lo que sea y recuperar a su pequeña. Y esta gente van a recibir el mensaje pronto.

La matrícula es de Arizona. Está a nombre de un tal Michael Arrow y adquirió el vehículo y la licencia hace apenas una semana. Tu compañera de departamento te pregunta si es una pista sobre el caso de tu hija. Al parecer la noticia ha dado ya la vuelta al condado. Te insiste en si quieres que investiguen su ficha policial o llamar a alguien... 

Mientras tanto te has colocado la pistola... 

Han pasado tres minutos y nadie ha abierto la puerta aunque te ha parecido escuchar susurros como si alguien estuviera hablando dentro... 

Me sorprende gratamente obtener una respuesta tan escalerecedora sobre el tipo que está en mi puerta. Quizás me he ganado una ventaja que pueda ayudarme a confudirle o engañarle. Le pregunto a mi compañera si el tal Michael Arrows tiene antecedentes, que solo estoy comprobando una sospecha, nada sólido. Lo cierto es que me sorprende que todo el mundo esté al tanto de lo que le ha pasado a mi pequeña. Supongo que trabajar en el cuerpo de policía tiene sus ventajas.

Voy bajando lentamente las escaleras, hablando en voz baja y me agacho para ver la puerta principal; no tengo intención de bajar y que pueda ver mi sombra o pueda escucharme hablar por teléfono.

- No, no tiene ningún antecedente. Nada. Ni siquiera una multa de tráfico. Todo limpio, Marcy... ¿Quieres que llame a los chicos del Departamento y vayan para allá? ¿Dónde estás?

Cuidadosa, bajas hasta la puerta principal. Allí sigue paciente una persona al otro lado, llamando pacientemente cada cierto tiempo y sin moverse de momento. 

Sin antecedentes. No por ello tenía que significar que fuese un buen tipo. Más bien me daba muy mala pinta que ni siquiera tuviera una multa de tráfico.

- Eso es todo, gracias, no te preocupes -le digo antes de colgar sin más.

Llego a la puerta principal y abro la puerta de golpe pero sin abrirla por completo, con una mano tras la puerta en la que tengo el teléfono móvil mientras marco el número de emergencias. Si algo sale mal, solo tengo que pulsar "llamar" y podré tener una posibilidad de sobrevivir. Aunque no conteste la llamada, las centralitas de emergencias rastrean la llamada mediante una trigonomía vía satélite y envían una patrulla para comprobar si sucede algo.

- ¿Quién es y qué hace llamando a la puerta de mi casa de esta manera? -a pesar de mi estatura y mi complexión fina, me he enfrentado con tipos el triple de grandes que yo, así que no puedo evitar hablarle de manera algo brusca a medida que voy notando como la adrenalina y mi enfado van haciendo su aparición, notando un extraño hormigueo en mi cuerpo. O quizás sea mi don, que ha regresado. O incluso tal vez los años de policía dejan mella. Sea lo que sea, intentaré acabar con este asunto de manera rápida.

Tras unos minutos de espera se abre la puerta de golpe pero sin abrirse por completo.

- ¿Quién es y qué hace llamando a la puerta de mi casa de esta manera? 

Quien habla es una chica menuda y de complexión fina pero pone bastante autoridad en sus palabras. 

El tiempo pasaba y Michael miraba a todos lados, un tanto nervioso. Los correctores podían llegar en cualquier momento, pero no quiso entrar a la fuerza tras haber escuchado susurros en el interior. 

Pasado el tiempo, una chica abrió la puerta. Una sonrisa aliviada se apodera de Michael, más su expresión se torna seria prontamente.

- ¿Tu eres Marcy Wright?

Un hombre rubio, joven, con barba de algunos días y despeinado pero sin duda atractivo, se encuentra allí en el umbral y serio dice

- ¿Tu eres Marcy Wright?

Sin apartarme un ápice del umbral de la puerta, sigo manteniendo la puerta medio cerrada; tan sólo la he abierto lo necesario para ver quién es. El tipo no me suena de nada, quizás no es ni de la ciudad, pero aún así, sabe mi nombre. Quizás es que las noticias vuelan...

- Depende de quién pregunte. Por mi parte le vuelvo a preguntar de nuevo, ¿quién es y a qué ha venido a mi casa? -mis palabras son tajantes y quizás me estoy comportando de una manera un tanto brusca, pero no hay motivo para ser de otra manera. Al menos aún- Le recuerdo que las leyes de mi fantástico país me dan libertad para comportarme en mi casa como mejor considere con los desconocidos que se acercan a ella, así que le aconsejo que esclarezca quién es y qué hace en mi casa. Cuanto antes, mejor para ambos.

Tomo la contrapregunta como una confirmación de su identidad. La chica parecía tener un carácter fuerte y decidido, como si no dejara que nadie le pasara a llevar por encima. Aquello le recordó a una amiga, pero no tenia tiempo para memorias ahora.

- Mi nombre es Michael Arrow. Y según tengo entendido las leyes aplican a humanos. - Mencionó aquello con una sonrisa tranquila que contrastaba con el nerviosismo que sentía, como si su ultima frase fuese un chiste para distender el ambiente. Levanto la mano con la palma abierta a la chica para que la viera, y esta pareció transformarse en una especie de piedra, blanca y lisa, un mineral bello similar al cuarzo. Aquello duró solo un par de segundos, para volver su mirada a la chica.

- Marcy, soy como tu, y he venido ayudarte. No tengo mucho tiempo para explicar las cosas, pero es importante que nos alejemos en este preciso momento. - Su voz sonaba profunda y su mirada parecía evidenciar la honestidad de sus palabras, esperando a que la chica le creyese.

Observo cómo me muestra parte de su poder transformando la mano en algún tipo de mineral resistente. Está claro que en ello no puede engañarme, es uno de los míos, aunque yo ya hace tiempo que elegí mi camino.

- ¿Ayudarme? Mira, lo siento, no tengo tiempo para estos juegos. Yo ya decidí hace tiempo qué camino tomar y ahora mismo tengo cosas más importantes que... -me detengo unos instantes. Hace tiempo que tomé esa decisión y mira en qué situación me encuentro. Quién sabe, quizás pueda serme útil de alguna manera - ¿De qué lado estás? -le pregunto directamente. No tengo ganas de andarme por las ramas, pero de su respuesta depende lo que haga a continuación.

La chica era firme, tal cual la había visto, lo cual era algo admirable si la situación era la correcta, pero ahora mismo podía ser una gran dificultad.

- Soy miembro del Consejo. No sé si estés al tanto de la guerra que se esta librando, pero los chicos malos se dirigen hacia acá. Mi misión es sacarte de aquí y llevarte a algún lugar seguro. - Su mirada reflejaba honestidad en sus palabras, pero seguía dependiendo de ella creerle o no.

No quería revelar mucha información, podía no ser prudente, pero tenía que correr el riesgo.

- Sé que tu hija fue secuestrada hace dos días por ellos, y ahora vienen por ti. Vine a ayudarte, por favor confía en mi. - Su mirada parecía suplicante.

Mientras hablan oyen el ruido de un motor. Dos vehículos se aproximan por la carretera hacia la casa. 

Parece que se acercan unos coches y el tiempo se nos echa encima. Ya me ha dicho a qué ha venido, quién le envía y por qué. Quizás sea hora de marcharse.

- Espero que tu coche sea rápido o tendremos que tomar un atajo de los míos... - digo a mi nueva niñera mientras guardo mi teléfono en el bolsillo, dispuesta a salir corriendo a la de ya.

Michael sonrió contento, emocionado, y ligeramente nervioso. La chica había decidido seguirle, lo cual era bueno. 

La escolto hasta su coche, encendiendo el motor para luego arrancar, siguiendo el camino de la carretera. Decidió ir con las luces apagadas, esperando que no les vieran partir y eso les retrasase.

Apenas partieron, preguntó a Marcy interesado. - ¿Atajo?

Nos alejamos de mi casa, dejando atrás todo lo que tanto me ha costado construir. Me llevo una mano a la cabeza, dándome un suave masaje. ¿Qué cojones estoy haciendo? Ya es tarde para arrepentirse. Apenas salimos de mi zona me pregunta sobre el atajo que he mencionado.

- ¿Sabes mi nombre, mi situación y no sabes a qué atajo me refiero? Alguien no ha hecho bien los deberes antes de venir, me temo... -dibujo una media sonrisa, un tanto socarrona.

Aprovecho que el ambiente parece más relajado para mirar hacia atrás. Quiero asegurarme que no nos sigue nadie.