Partida Rol por web

Tespis Prime era un mundo-colmena del borde exterior de la Vía Lactea. Un lugar de progreso, donde la superficie planetaria era ocupada en su mayor parte por una gran ciudad, minas, fábricas y espaciopuertos. El típico lugar que figura en los mapas como "sitio civilizado", donde un gobierno no alineado y pseudodicatorial mantenía a la población vigilada y el comercio fluyendo.

Cientos de naves llegaban todos los días al planeta, y cientos de ellas salían cargadas de productos manufacturados para las cuatro esquinas de la Galaxia. Era un lugar vibrante, pero como en toda colmena humana, también peligroso. La ley y el orden aumentaban las posibilidades de terminar entre rejas para gente como ellos, mercenarios y cazarrecompensas que no solían ser muy bienvenidos en un planeta como aquel. La gente que te pagaban por capturar a menudo eran "VIP" en el mundo donde se habían asentado.

No era el caso de aquel malnacido, que formaba parte de los bajos fondos de la ciudad. La Mancomunidad de Calixis, una alianza de planetas generalmente pacíficos y ricos, les había pagado una parte en adelanto por capturar con vida a un infame sujeto que, vistiendo el uniforme de la Confederación, convirtió hacía una década una de sus lunas en un paraíso de la experimentación genética con seres vivos. Un paraíso para él, un infierno para los demás.

Christover Hosniak era un "honrado empresario" de la ciudad que comerciaba con cyborgs y armas químicas. Tenía su feudo en los bajos fondos, en el Barrio Perdición, y solía matar el tiempo en un garito controlado por matones a su cargo, llamado el "Paradise Inn". Uno de esos antros de perdición donde se consumían drogas prohibidas, se practicaban orgías con prostitutas y se coqueteaba con las perversiones más innombrables, incluidas las peleas a muerte y el tráfico de esclavos, que estaba teóricamente prohibido en aquel sector galático por mandato de la Federación.

Su compañero entró con ella. Se sentía incómodo con aquella ropa, por que él no solía vestirse de aquella manera. Pero había que aparentar, y sobre todo había que disimular. Hosniak apenas salía de aquel edificio, así que si querían echarle el guante debían hacerlo en su propia guarida.

Obviamente, no pudieron pasar el control de seguridad con ningún arma, pero la contingencia estaba prevista, pues sus compañeros quedaban cerca con su nave y las armas. Después de todo, tanto él como ella eran armas humanas, así que no precisaban de una pistola para sacar a aquel malnacido del local.

Dentro, aquello era un frenesí. Gente colocada follando por doquier, y otros al borde de coma etílico que flipaban con sus gafas de realidad virtual o les lanzaban billetes a las bailarinas de barra americana. Compartieron una mirada. Él estaba vigilando ya las salidas del lugar, y fichando a los guardias y matones del tipo, llevando de la cuenta de cuantos eran y que armas tenían.

-Se que ésto lo vas a disfrutar especialmente. No te despendoles... demasiado.

Había una misión, pero ella debía resultar convincente. Y por convincente ella sabía muy bien lo que esas palabras significaban. Caminaron hasta la barra y se pidieron algo, echando un ojo al local. Obviamente, Hosniak ocupaba un reservado en la parte alta. Había pocas opciones de llegar allí sin ser invitado, y una de ellas era... obvia.

Así que cuando uno de los hombres de su séquito bajó las escaleras, riéndose, a por una copa, ella sabía que no se había vestido como un putón para nada.

La verdad es que hubiera querido no sentirse tan atraída por todo lo que allí había, de no ser porque la seguridad de Ghabrac también dependía de la suya en gran medida, de habría dedicado un rato a divertirse que para eso era la vida pero estaban trabajando así que lo mejor era eso, trabajar.

-Exageras. ¡Cómo si no pudiera hacerlo!

Sonrió, ambos sabían que ella podía pero no era cosa fácil. Demasiado de todo a mano y ella, bueno tenía que controlarse y lo hacía aunque siempre había una posibilidad de diversión. Estaba vestida para matar y tenía el cabello negro como la noche, bueno, casi todo porque había unos mechones azules por toda la cabeza. Sin más se acercó a aquel hombre como si no lo hubiera visto y mientras se recargaba de la barra, lo tocaba a él como por descuido con el muslo.

-Amigo, dame algo bien fuerte.

Se refería al hombre de la barra pero estaba mirando al hombre de Hosniak a ver si le invitaba algo bien fuerte. No sonreía, sólo lo miraba descaradamente.

Se había pedido un combinado clásico con hidrowhisky y bebida carbonatada. No es que allí arriba no les sirvieran si lo pedían, pero es que él no era precisamente el jefe, y el jefe no tenía ganas de beber. Así que los guardaespaldas como él, si querían un capricho tenían que pedir permiso y bajar a tomarse un descanso.

Y allí estaba él, apoyado en la barra con ese gesto tan mundano, cuando sintió una mano y se giró a mirar, creyendo que sería una de las chicas del club. Pero no. Saltaba a la vista que no lo era. Se quedó mirando aquellos ojos con una sonrisa socarrona, mientras el androide le servía a ella.

-Pago yo, por supuesto.

Esa era toda la caballerosidad de la que era capaz un tipo como él, y había que apreciarla.

-No te he visto antes por aquí, encanto. Y es una lástima...

Dió un trago a su bebida y durante el mismo le miró descaradamente las tetas.

-Por que soy un tío importante aquí, te puedo enseñar un par de cosas chulas.

Chasqueó la lengua, por que la frase tenía una segunda intención que, tan evidente como era, resultaba un poco repulsiva.

-¿Has probado el slo-mo? Es una droga nueva, y es lo más.

Sacó de la chaqueta una especie de inhalador con un líquido de un color parecido al café.

-Una calada a ésto, encanto, y lo fliparás. El tiempo pasará la hostia de despacio en tu mente. Imagínate que lo sientes... toooodo, y te parece que pasa una eternidad.

Había conseguido lo que quería en primera instancia que era llamar la atención de aquel hombre. Finalmente le regaló una sonrisa aún cuando le dio un poco de repelús que le dijera aquello de esa manera.

-Será porque es mi primera vez por aquí...

Se dio cuenta cómo le mirabaas tetas y no disimuló en absoluto por lo que se inclinó un poco más mirando eso que le mostraba como una nueva droga. La verdad era que en otras circunstancias probaría aquello sin ningún reparo, aunque con otro hombre más agraciado y con suerte. Tocó el inhalador o lo que fuera con un dedo y lo enganchó acercándose a él.

-Interesante... Imagínate si lo usas mientras te hago la mejor comida de polla que te han hecho en la puta vida.

Se mordió el labio inferior sin dejar de sonreír y sin dejar de mirarlo, aunque aprovechaba para mirar un poco más allá hacia donde estaba su compañero.

-Si ya sin eso lo sentirías toooooodo...

Se pasó la lengua por los labios provocativamente al mismo tiempo que con la otra mano tocaba al hombre muy cerca de su entrepierna.

Su compañero asintió, distraído. La trampa se estaba cerrando, y la verdad es que no había que esforzarse mucho para convencer a aquel tipo. Estaba acostumbrado al sexo fácil de "aquí te pillo, aquí te mato" con las chicas del jefe. Una lástima que se las racionaran, por que él andaba bastante caliente casi todo el rato con tanto cuerpo femenino bien torneo por allí, y escuchando los gemidos de fondo y demás. Una lástima que casi siempre tuviera que estar trabajando.

No se la iba a llevar a su casa para un rato, y él no era quien para rechazar una buena mamada. Así que sonrió cuando le dijo aquello, como un niño que descubre donde mamá guarda el bote de las galletas.

-Pues me parece... jejejeje... una idea cojonuda.

Dicho ésto, la sobó un poco antes de besarla en el cuello. Había ahí buen material.

-Ven, te llevaré a un sitio donde estaremos más cómodos.

Dicho ésto, la acompañó escaleras arriba. Unas guardias le dejaron pasar, pero la retuvieron a ella, cuando llegaron a la planta de arriba.

-Tranquis, va conmigo al reservado. ¿Eh? No trabajéis demasiado.

Ella miró lascivamente a uno de esos tipos, que compartió una mirada con su compañero en plan "vaya pendón, fíjate". Olver la paseó por allí, en un pasillo largo que terminaba en una sala había más guardias y música. No pasaron por allí, pero si se metieron en una habitación cercana. Él entró primero, así que ella tuvo tiempo de asomarse un momento. Vió que allí había un salón donde estaban varias personas, unas chicas aburridas, limándose las uñas, y un tipo de pelo blanco usando su computador. El reconocimiento de sus ojos hizo el resto y transmitió los datos.

Escuchó su voz a través del implante coclear. Estaba en la nave, y consultaba la base de datos.

-Los tatuajes de la nuca concuerdan, es Hosniak.

Aquello era una de esas salas "privadas" que los chicos solían utilizar para aquellos menesteres. Así que el tipo se quitó la chaqueta y la cartuchera con la pistola, dejándola colgada cerca de él. Hecho ésto, se sentó en un sillón y con una sonrisa algo desagradable, la miró.

Tenía la dósis de droga en la mano, mientras ella seguía jugando, excitándole.

-A ver si vales tanto como dices...

Pensaba en robar la pistola, pero entonces él se la sacó. Bueno, había que admitir que estaba descompensado. Era algo feo, pero aquel pene era una delicia. Por un momento, se quedó pensando, mirándolo. No a él, claro, si no a... a eso. Estaba rojo como una grana, ahí latiendo, tan apetecible. ¿Por que le gustaban tanto aquellas cosas, demonios?

-Venga... seguro que te gusta.

Todavía no se había chutado, así que aunque no sería tan rápido como ella, se podría resistir lo suficiente para hacer ruido y atraer a otros guardias.

Ya sabía dónde estaba el blanco, ya sabía más o menos a ojo de buen cubero, dónde estaban los guardias o la mayoría de ellos. Si, miró el arma, bueno las dos pero estaba sopesando el asunto por unos instantes, no muchos, la verdad. De todas maneras era mejor si hacían menos ruido a la hora de llevarse a Hosniak, así que callar a ese, del que no sabía el nombre, era cuestión de unos minutos.

-Valgo más que eso, pronto verás.

La observó el tiempo suficiente para saber que por mas desagradable que fuera aquel imbécil, su sexo estaba justo en el punto en que ella no tenía ganas de decir que no. Se arrodilló ante él, ya no lo miraba, ¿para qué?, miraba solamente aquel pedazo de palpitante carne y mientras le hacía una seña para que se drogara, ella atrapaba entre sus carnosos labios aquel glande y comenzaba a succionar. Ya que estaba, iba a hacer las cosas bien, ni tardó en ir ganando terreno y llenársela de saliva caliente porque así estaba, reptando con la lengua. En el momento que llegó hasta el fondo, que esa parte casi rozaba su campanilla, lo miró con esos bicolores ojos y lo instó una vez más casi tocándosela con los dientes. Una amenaza sutil.

Ahora si que se había chutado, y flipaba. Ella pudo ver que las pupilas se agrandaban y como jadeaba como un bobo. Ella siguió un momento, pero no hizo falta mucho, por que para él habían pasado... no se, la hostia de tiempo. Estaba siendo, ciertamente, la mejor mamada de su vida, pero posiblemente también la última.

Cerró los ojos y ese fue su error. Por que ella no estaba allí para eso. Lo cierto es que era una lástima pero... hacerle eso a tipos como él tampoco entraba en su definición de sueño húmedo. Así que se levantó, fingiendo que le iba a besar, y con un rápido movimiento le rompió el cuello. El tipo abrió mucho los ojos, boqueó aire y tardó unos segundos en morir, sin poder coger su arma: ella ya lo había hecho.

Sonó al otro lado de la línea.

-Por un momento creí que se te iba a ir la pinza. Ponte las gafas, déjame ver.

Ella le hizo caso, mirando de reojo al cuerpo. El trabajo le debía un polvo, y ella se lo pensaba cobrar.

-Hay un cuchillo en la mesita de noche. En la sala veo... seis blancos en infrarrojo. Tres chicas, desarmadas, dos guardias y Hosniak. Creo que puedes atacarles si eres sigilosa... Espera a que te indique...

Tardó unos momentos, más bien minutos, se le hicieron eternos.

-Ahora. El más cercano está a la derecha del pasillo, sentado de espaldas a ti. 7 metros.

Reegan miró al tipo abiertamente, le daba bastante igual pero lo que no le daba igual era quedarse con la calentura. De todas maneras, ya tendría tiempo de tomar rrevancha. Escuchó con atención a Azerty y decidió que podía hacer aquello, tal vez con una pistola apuntando a la sien de Hosniak, no pondría tanta resistencia. -Bien, estoy moviéndome hacia ellos. La mujer era menuda y liviana, así que moverse en silencio era algo corriente para ella.

Todo sucedió muy rápido, casi demasiado. Clavó el cuchillo en la vena aorta del tipo que estaba sentado, de modo que comenzó a desangrarse profusamente, mientras luchaba por coger su arma. Su compañero se giró y trató de intervenir, pero el cuchillo voló y se clavó en su frente, justamente entre la unión de las placas del cráneo, matándolo instantaneamente.

El de los chorros de sangre se moría, pero no lo suficientemente rápido. Todavía pudo empuñar el arma, y ella le pegó una patada giratoria en la cabeza que lo tiró al suelo. Hosniak se levantó del ordenador, pero ya había tecleado algo y sonaba una alarma. Le apuntó con la pistola, y él se giró sonriendo mucho.

-Tetrarca cuatro... -dijo, con una voz que le sonaba demasiado familiar- ¿Te acuerdas de mí?

Había visto fotos de él, pero allí delante, escuchando su voz, unos recuerdos la asaltaron. Estando en la impresora genética, unos científicos confederados estaban atentos al desarrollo de su estructura muscular. Todavía no tenía piel, pero sus ojos funcionaban. Recordaba haberlo visto, día tras día, asomando al cristal. Su cara era algo diferente, pero su voz era la misma.

-La hija pródiga ha vuelto a mí. Es una lástima, como nos trató a ambos la Confederación. Nosotros, que dimos tanto por ella. El emperador está loco...

Se acercó a la pared, a pesar de que le apuntaba.

-Espero que no hayas perdido tu toque.

Dicho ésto, la pared se reveló una plataforma giratoria. Ésta se dió la vuelta rápidamente, dejándolo a él al otro lado y fuera de su alcance. En su lugar, apareció lo que había al otro lado de la pared: un droide de combate que se activó inmediatamente. Lanzó una ráfaga y ella se puso a cubierto, pero los disparos hicieron pedazos a las mujeres que se habían agazapado al principio del combate, asustadas por lo que ella había hecho.

Abajo, en el local, se escuchaban gritos y disparos. Ghabrac se estaba abriendo paso hacia las escaleras.

-Enemigo detectado, enemigo detectado.

El sofá no era una buena protección contra las balas. El escudo humano que suponían las chicas se desintegraba cada vez más en un haz de carne, huesos y sangre. El robot la veía con la visión térmica al otro lado, así que cambió la función del arma en el brazo izquierdo, a lanzallamas. Ella había cogido una segunda pistola de uno de los muertos, pero necesitaba más poder ofensivo.

El del cuchillo en la cabeza tenía un subfusil, pero estaba entre ella y el robot. Y ahora que las llamas salían de su brazo, lo mejor era ponerse a cubierto en un lugar mejor, o escapar de ellas.

Había empezado bien pero se jodió todo cuando el bastado de Hosniak que ahora creía conocer se había puesto a salvo pero volvió a mejorar porque eso de pelear con unos ineptos no era emocionante, un atacante así lo era más. Rápidamente supo lo que tenía que hacer y se movió con rapidez. Disfrutaba sentir la adrenalina recorriendo su cuerpo, era tan bueno como tener sexo o mejor, aún no lo había decidido.

Esperaba que Ghabrac llegara lo mas pronto posible porque aunque pudiera, lo iba a necesitar. Su cuerpo parecía una extensión de sus armas, bueno, estas nunca le faltaban y ella las trataba mejor que nadie. Tuvo que afianzarse en la pared para esquivar otra llamarada y de un mortal hacia atrás pudo disparar al robot mientras caía de pie y daba media vuelta sólo de la cintura para nuevamente ponerse a salvo.

No podía parar de disparar o moverse, parecía un rayo que se movía, incluso apoyándose en los muertos sin nada de remordimiento. Su emoción estaba a flor de piel y sonreia a pesar de estar en medio del fuego, para cualquiera habría sido algo raro, para Reegan era lo normal. De un salto se puso en alto sobre la mesa y se hincó para disparar nuevamente. Despeinarse así lo valia.

El robot intentó seguirla con la llama, pero se movía demasiado deprisa. Una pistola no era el mejor modo de terminar con el blindaje de un robot, pero aquella tormenta de disparos, bien dirigidos, hicieron su cometido. Con los dos últimos, rompió su sistema motor y lo convirtió en un blanco estático perfecto, con múltiples agujeros en la armadura y sistemas a punto de entrar en fallo total.

Su compañero llegó desde el pasillo, y disparó al robot con uno de sus rifles de pulso. Un arma que una persona normal sería incapaz de utilizar debido al fuerte retroceso, pero él a veces llevaba uno en cada mano. El disparo reventó el robot en un haz de metal y tornillos.

-Ha cogido un speeder, lo tengo rastreado e iniciamos la persecución -informó.

No sabían como abrir la puerta, pero ni falta que hacía. Disparó dos veces contra el muro y la mitad del mismo pasó a la historia. Al otro lado, había un hangar de reparación donde había algunos robots a medio montar, y la puerta abierta de un garaje que daba a una aeroavenida principal con mucho tráfico.

Hosniak se había llevado el mejor vehículo, pero había dejado atrás una speedbyke que normalmente usaba un solo pasajero.

-Espero que no te importe ir de paquete -le dijo, echándose el arma a la espalda.

Se subió en la moto y encendió el motor angravitatorio. Ella se acercó con una sonrisa, guardando las pistolas en la cartuchera y subiéndose detrás como si fuera una chica trofeo.

-¡Vamos!

Aceleró y salió al tráfico, decenas de speeders y aeronaves que circulaban por las aerocalles. Una inmensa caída que llevaba al nivel del suelo y la ciudad arriba, cubierta de anuncios holográficos, pantallas y neones. Se agarró fuerte mientras adelantaban, esquivando coches. Recortaban distancias, pero el tipo no se lo ponía fácil. Entró en un túnel y disparó a varios coches, creando un accidente múltiple que él se esforzó en esquivar.

Los coches, algunos de los cuales se habían estrellado y explotado dentro del túnel, atrajeron la atención de la policía. Una patrulla de dos coches comenzó a perseguirles. Al fin y al cabo, ellos eran mercenarios y estaban allí sin permiso.

Se giró a mirar un momento por el retrovisor. Estaban cerca, pero él tenía un as en la manga. Suministraba robots de policía para las fuerzas de defensa del planeta. Así que activó un programa en la pantalla de su speeder, tomando el control de los acompañantes robots de la policía, que echaron de la cabina o mataron a su humano acompañante.

-Adios, pequeña...

Activó el protocolo de nivel 5, en el que se permitía a los agentes matar a los sospechosos al ser calificados como terroristas. Los coches de policía activaron sus blasters de repetición y comenzaron a disparar sobre ellos, sin que importara demasiado darle a otro coche donde fueran inocentes dentro.

Esquivó los primeros disparos. Pero no podían seguir persiguiendo a Hosniak y al mismo tiempo los láseres de la policía. Había que ponerse a malas, aunque supusiera que posiblemente no les dejaran volver a ese planeta.

-¡Coge mi rifle y ya sabes lo que hacer!