Partida Rol por web

Cuando Vilkas y Elynea salieron de la casa vieron cómo Suro y Uthgerd volvían... y eran interceptados por tres individuos que la dunmer reconoció de inmediato. Uno de ellos era Carcette, el segundo K'dan, y el tercero Osbjorn. Mundus era en ocasiones un pañuelo.

—Eso creo —dijo Orgnar con la mirada fija en el vaso vacío, y haciéndose eco de lo que pensabas añadió:—. Si hubieran querido matarme ya lo habrían hecho. Como al pobre Faendal.

Suspiró.

—¿Queréis pasar la noche en El Gigante Dormido? Puedes coger cualquier cosa que necesites.

Puedes aprovisionarte gratis de cualquier objeto mundano que cueste 1 po o menos. En el escondite secreto de Delphine hay algún arma, munición y armadura mundana y corriente si es que necesitas algo así, pero los thalmor se han llevado todo lo demás.
 

Karin fulminó a Thyra con la mirada. En aquel momento no era capaz de entender cómo había una parte de ella que sólo quería abrazarla.

- Es mi forma de ser - respondió con igual dureza -, antes te gustaba

"Supongo que ahora te gustarán callados y educados como Vilkas", quería añadir, pero se calló. Sabía que estaban evaluándose, como duelistas, y que la franqueza de Thya no era simpleza. No era ninguna idiota y no iba a conseguir ponerla a la defensiva fácilmente

El khajita saludó a las dos personas que se encontraban frente a él, haciendo un gesto con la cabeza.

—Buena noche—dijo con voz ronca y cansada.

Justo tras saludar, K’Dan se fijó en dos personas que salían de una casa. Algo dentro de él se removió al comprobar que una de esas personas era Elynea, sacerdotisa de Azura. Tras la revelación de Carcette de que había Thanes en Cauce Boscoso, el khajita daba por hecho que podía encontrársela, así que no era ese el motivo por el que K’Dan había tenido esa sensación. No, era otra cosa lo que se removía dentro de K’Dan. Eran ya muchas las semanas de dudas y preguntas. Azura y Azurah.

—Buena noche también a vosotros—añadí a los recién llegados—. Aunque parecer ser que no es una buena noche para encontrarse en este lugar.

—Si me dices que soy la roca sobre la que asientas tu vida te mato —espetó Thyra—. Nos estábamos usando la una a la otra, encanto. Sentía curiosidad por ti, y ahora mi curiosidad... ya está saciada.

Curiosidad...habría jurado que había mucho más que curiosidad entre Thyra y ella en aquel tiempo extraño y feliz, lleno de luchas y aventuras. No quería creer a la guerrera, pero por otra parte...¿Quién le decía que fuera falso? Thyra era feroz, caprichosa, a veces muy egoísta...depredadora, sería quizá la palabra. Y aún así, escapando a su comprensión, se negaba a creer que sólo hubiera sido "curiosidad".

Karin abrió los brazos, mostrándose a sí misma indefensa. 

- Mátame si te atreves - dijo con furia -, ¿No sientes curiosidad por ver cómo agonizo?

- Me temo que no, tu presencia ayudaría, pero Elynea nos ayuda mucho más, complementa al grupo y ayuda a unirlo, no lo divide. Y eso es importante. Ahora mismo hemos encontrado a un vecino de este pueblo gravemente herido, y de hecho voy a buscar a la sacerdotisa. 

Suro saludó también al desconocido.

- Mi nombre es suro, explorador y arquero, y Thane de Carrera Blanca por algo sucedido hace mucho tiempo.

—No volverán. Me refiero a que a veces uno prefiere no estar solo —trató de explicar—. El aguamiel ayuda, pero no es una jodida poción de curación para el alma.

Además, es mejor beber en compañía. Incluso para un hombre taciturno como era el camarero habitualmente, antes de haber pasado por largas horas de tortura física y emocional, y posiblemente haber bebido más de la cuenta.

Cuando Orgnar mencionó la posibilidad de pernoctar en la posada, Khaled lanzó una mirada hacia la puerta. No era probable. Mientras tuvieran a Aerin a su cargo, viajar durante el día era imposible, y no podían permitirse perder más tiempo. Si era necesario, volverían a pasar las horas de luz solar en una mina o alguna cueva.

—No creo —respondió—. Tengo que hablar con los demás antes. No estamos de turismo; misión oficial, y ya hemos perdido medio día. Por suerte, parece que todo confluye hacia la misma zona.

Dudo que sea coincidencia. No todos los días se captura a la cabeza visible de una rebelión del tamaño y repercusiones de las lideradas por ese necio.

Creo que no necesito nada.

—Oh... —gruñó Elynea entre dientes como a quien acaban de ponerle delante el plato que más odia—. Maravilloso.

La había oído Vilkas porque estaba cerca pero tampoco había que pensar mucho para deducir que era Carcette la que faltaba para el septim. No obstante, mientras se acercaban se empezó a dar cuenta de varias cosas; la primera que alguien había descolgado ya a Faendal. La segunda...

—¿K'Dan?... —titubeó arqueando una ceja.

No era una experta en khajiitas pero tampoco conocía tantos como para no distinguirlos entre si. ¿De dónde había salido? No fue la última sorpresa sin embargo, la última sorpresa estaba justo al lado y en lugar de provocar un gesto extrañado provocó uno de sorpresa mayúscula.

—¡Por la dama de la rosa!—la clériga abrió muchísimo los ojos en primer lugar pero luego su cara adoptó un gesto muy poco habitual en ella cuando levantó los dos brazos: la sombra de una sonrisa—. ¡Osbjorn! ¡Grandísima oda con barba al arte Skaal! ¿Qué haces aquí?

Suro no tenía ganas de una escena festiva.

- Elynea, hay alguien malherido en la taberna, he curado lo básico pero necesita más ayuda. ¿Khaled está allá, podéis venir... todos? A quien buscábamos no está allí y quizás haya que tomar... decisiones.

Nunca había sido bueno para trasmitir mensajes discretos.

Al khajita le sorprendió que Osbjorn y Elynea se conocieran.

—¿Os conocéis?

No era algo tan extraño. Elynea era thane de Carrera Blanca y la provincia estaba ubicada en el centro de Skyrim. Probablemente fuera la región más transitada. Sin embargo Osbjorn era tan extraño que le costaba imaginárselo paseando por una ciudad. Hasta le resultaba extraño verlo allí en Cauce Boscoso.

Fruncí el ceño al escuchar hablar de ir a la taberna.

—No creo que nadie le haga gracia ver a un khajita dentro de una taberna. Además, he dejado atrás a Fon’eticus y tengo que ir a por él. Os esperaré en el establo.

Osbjorn soltó una carcajada cuando lo llamaron grandísima oda con barba. Era una risa ruidosa, agradable, más adecuada al jolgorio de una taberna que al silencio de un pueblo aseustado. Pero que, de alguna manera, alegraba los corazones. Salvo el de Suro, que parecía tener una expresión sombría.

—¡Cuervecillo! —dijo, palmeándole el respaldar de la armadura a una efusividad nivel nórdica—. ¡Pues claro que la conozco, K'dan!

La pasó un brazo y la estrechó paternalmente contra su costado.

—Elynea pasó con los skaal una buena temporada. Y después me ayudó a no volverme loco con Neloth. ¿Cómo te va? ¿En qué líos te has metido?

Thyra parpadeó en un gesto de genuina sorpresa y perplejidad. Pero duró poco, en seguida frunció el ceño.

—Espera... no habrás mezclado el amor en todo esto ¿no? —te preguntó, con un deje de reproche.

Orgnar guardó silencio unos instantes.

—Gerdur y los demás me ayudarán —dijo al fin—. Ahora que los thalmor se han ido y habéis descolgado al pobre Faendal, habrá más gente que se acerque a echar una mano. Los cauceños cuidamos de los nuestros.

Observó el fondo de su vaso unos segundos más.

—Hazla pagar por lo que me ha hecho. Por la memoria de Faendal —dijo al fin, en un tono de súplica, y levantó la mirada hasta trabarse con la tuya—. Prométeme que harás sufrir a esa hija de puta.

Las lágrimas acudieron a sus ojos mientras tensaba la mandíbula en un gesto de rabia impotente.

Cuando una aldea o un vecindario se veían asolados por acontecimientos difíciles, los vecinos se embriagaban de un espíritu de cooperación. De repente, era como si lo que los unía, el arraigo a ese lugar que no era más que pedazo de tierra, fuera más fuerte que cualquier rencilla y disputa que los hubiera tenido en conflicto antes. A menudo. Estaba por ver que lo que los thalmor habían hecho en cauce Boscoso fuera suficiente.

Más vale que lo sea, porque no puedo quedarme a comprobarlo.

Khaled vio las lágrimas abrirse camino a los ojos inflamados de Orgnar. El pobre hombre apenas había recogido sus piedras desperdigadas y ya estaba a punto de derrumbarse de nuevo. Era aún demasiado pronto.

—La encontraré y la mataré —prometió Khaled de nuevo. Aunque fuera solo por un instante, el último de su vida, esa mujer miraría a la muerte a los ojos y conocería la desesperación y el terror.

Muerte y dolor. Arrugó el gesto, aunque en esa ocasión la razón no era el sufrimiento del camarero. Poco más puedo ofrecer, a pesar de todo.

—Voy a traer a Elynea —anunció, poniéndose en pie—. Es sanadora. Se asegurará de que tus heridas cierren bien.

Orgnar te miró a los ojos.

—La gente como Delphine, como tú. Veis cosas extraordinarias en vuestros viajes —dijo, tentativamente—. ¿Has... conocido a alguien que...?

No terminó la frase. Los dedos cercenados de su mano hablaban con suficiente elocuencia.

Elynea suspiró.

—En qué líos no me he metid...

Cortó la frase al trastabillar para no irse de bruces al suelo cuando el amistoso manotazo en la espalda del gigante la dejó unos segundos sin aire, cosa que quedó un tanto cómica junto al molino que hizo cuando la estrujó contra él.

—Vivir dentro de la versión gigante de algo que supuestamente se come también tuvo su parte de culpa. No le des todo el mérito a Neloth... —masculló con una sonrisa de circusntancia y la voz estrangulada por el apretón que le había constreñido los brazos al cuerpo.En comparación a los de Osbjorn parecían ramitas... De hecho, uno solo de los brazos del gigante era casi tan ancho como ella—.

Relajar los músculos de la cara por una vez en todo aquel maldito viaje se le antojó la mejor sensación del mundo. ¿Cuanto tiempo hacía que no la llamaban por aquel mote? Mucho. Demasiado.

No obstante, tanto el inusual comentario jocoso como la inusual expresión le duraron poco en cuanto Suro le dijo aquello. Elynea perdió la luminosidad en la cara y se quedó callada con gesto grave. ¿Por qué tenía la sensación de que iba a encontrarse a alguien troceado por todo el local cuando Suro decía "alguien malherido"? No entendía por qué se habían demorado tanto en llamarla.

—"Decisiones"—respondió sin dejar claro a lo que se refería. Luego suspiró con una mezcla de desengaño y resignación y palmeó el brazo de Osbjorn para que la soltase—. Perdona, enseguida vuelvo, me necesitan ahí dentro. Me... alegro de verte.

Tenía tantas cosas que preguntarle que de no ser porque el motivo de que tuviera que entrar allí era que alguien estaba herido habría mandado al diablo el puebl entero.

—No te preocupes, K'Dan. La posada fue clausurada por los Thalmor. Ahora mismo eres la menor preocupación de los dueños.

—No —respondió Khaled sin vacilar—. Si es posible, Delphine lo sabrá.

Khaled se quedó plantado junto a la barra, masticando lo que quería decir.

—Pero he luchado contra un bandido con un solo brazo, que mató a dos de mis compañeros y estuvo a punto de acabar conmigo. He escuchado a una trovadora errante tañer el arpa con los dedos de los pies porque había nacido sin brazos. He visto a un justiciar thalmor temblar al mencionar a Abar Mhalid, el pirata más temido del Abeceo desde Velehk Sain, que capitanea su barco sobre su pierna de madera.

Todo era verdad. Si estuviera en su pellejo, estaría tirado en cualquier parte, macerado en alcohol. O llorando en un rincón con la mano destrozada por golpear los muros. Sus palabras no servían de consuelo a nadie. Pero si algo sabía todo el mundo era que Khaled no mentía. Y la verdad tenía su propio poder.

—No eres menos hombre, menos nórdico ni menos capaz, Orgnar.

La bardo apretó tanto los dientes y asió tan fuerte el puño de la espada que se hizo daño. Aquellas palabras de Thyra no estaban en la conversación que había imaginado tantas veces. Nunca había considerado que ella pudiera no sentir nada. La egocéntrica Karin se enfrentaba a una indiferencia a la que no estaba acostumbrada. No supo como salir de aquello, salvo huyendo.

- ¿Y eso qué te importa? Tú no lo has hecho

"Estúpida cínica amante de los lobos", se contuvo de añadir mientras giraba sobre sus talones y se dirigía al umbral. Le importaba bien poco Aerin, los thalmor y lo que Thyra decidiera hacer con un vampiro insulso. Sólo quería salir de allí.

Le escocían los ojos. Sintió un rubor y un río frío por sus mejillas. Sus compañeros sabrían que había llorado cuando los encontrara. Qué indignidad para una nórdica...

"Ojalá estuviera aquí K´Dan" se lamentó mentalmente mientras andaba hacia las calles en busca de los demás Thanes

Karin salió al exterior de la casa de Thyra, con los ojos enrojecidos. Se encontró a sus compañeros Elynea, Suro y Uthgerd hablando con Carcette y con otras dos figuras. Los Divinos parecían tener un curioso sentido del humor pues, reflejando sus pensamientos, ahí estaba K'dan. La otra figura era un nórdico corpulento, que llevaba el torso tatuado y desnudo pese a sus buenos cuarenta otoños.

Meto a Karin en escena y luego os muevo a todos a la taberna para no tener que dividiros de nuevo.