Partida Rol por web

Tharnefuin - A través de la Oscuridad

Capítulo IX: El Rescate de una Princesa (II)

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26/11/2015, 00:10
Director

Descubres lo siguiente

La torre, enhiesta en medio del lago sólo puede ser alcanzada por el aire o cruzando por unas grandes piedras colocadas a modo de puente, estrechas. En la piedra del oeste, la más cercana a vosotros, ves un arbol de grandes dimensiones.

A la derecha del camino, la agrupación de tiendas que se ven en el mapa, son un gran campamento donde parece haber un asentamiento de orcos. Hay humo que se vierte al cielo, debe haber máquinas trabajando, probablemente forjas.

El agua del lago es prístina y limpia pero cuando pasa a ambos lados de la torre, cayendo en cascada, se vuelve oscura.

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26/11/2015, 02:49
Eruannë

Turno 909

- Tiradas (2)

Motivo: Desde el abismo...

Tirada: 1d4

Resultado: 2

Motivo: Percepción -20 de penalizador.

Tirada: 1d100

Dificultad: 100+

Resultado: 74(+51)=125 (Exito)

Notas de juego

En unas horas posteo.

1. Magia 2. Olvar 3. Kelvar 4. Otras criaturas.

Tiro percepción, no implica desgaste físico, ¿o si? xP 125 Por darle sentido al posteo que voy a escribir, toda la percepción de la elfa estádirigida hacia los olvar que observe.

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26/11/2015, 09:47
Director

Descubres lo siguiente

La torre, enhiesta en medio del lago sólo puede ser alcanzada por el aire o cruzando por unas grandes piedras colocadas a modo de puente, estrechas. En la piedra del oeste, la más cercana a vosotros, ves un árbol de grandes dimensiones, de madera negra y sin hojas.

El agua del lago es prístina y limpia pero cuando pasa a ambos lados de la torre, cayendo en cascada, se vuelve oscura.

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26/11/2015, 15:06
Eruannë

Tuno 908

—Os escucho —repitió el eco del agua. Sin embargo, los círculos se cerraron y el silencio se cernió sobre aquel claro en el bosque.

Eruannë alzó la mirada y contempló las prístinas estrellas, repentinamente lejanas e inaccesibles, que resplandecían más allá de la gran bóveda celeste. ¿Qué las habría alejado del Bosque dorado? Poco antes parecían tan íntimas tan cercanas a los elfos de Lothlórien que podían escuchar los susurros. Ahora callaban, lejanas.

Habían transcurrido incontables eras, como incontables eran las estrellas que Varda había colocado en el firmamento. Se decía que la valië había recogido el argentino rocío de Telperion y que con aquella sustancia había formado nuevas estrellas, más brillantes y hermosas. Carnil y Luinil, Nénar y Lumbar, Alcarinquë, Elemmirë y, alta en el norte, una corona de siete estrellas, Valacirca. El martillo de los valar, eterna advertencia a las huestes del Oscuro de que los valar jamás abandonarían a los hijos de Ilúvatar. Y fue así, sin dudas, en Cuiviénen, donde brillaron a los ojos de los Primeros Despertados. Los quendi, como se llamaron a sí mismos cuando las palabras aún poseían el sabor de lo recién hecho; cuando los ojos, las manos y los oídos descubrían una maravilla tras otra; cuando la lengua balbuceaba imitando el síncope de lo aún no nombrado. Fue así entonces, pero fue distinto también.

La elfa sonrió mientras escuchaba el relato de su padre.

—Unas eran argénteas, otras áureas, unas azules, y algunas como destellos de fuego. Las estrellas iluminaban la noche y la oscuridad no fue temible, sino amiga. Las miradas de mis hermanos preguntaban y yo hallaba las respuestas en el cielo que se extendía sobre nosotros, envolviéndonos en un abrazo. Éramos bienvenidos, éramos esperados, éramos amados. Lo decían las estrellas y lo decía el dulce arrullo de las aguas al caer sobre la piedra. Mis oídos se deleitaron escuchando aquellas voces, así como mis ojos se regocijaban en los resplandecientes signos sembrados en el cielo. Qué era aquel arrullo, qué eran aquellos parpadeos de luz, qué era aquella mano que se tendía hacia mí, qué eran aquellos dos pequeños trozos de cielo que me contemplaban, qué era yo. Aún no eran preguntas, sino percepciones, impresiones, mero discurrir como el agua de un arroyo. Arda era muy nueva aún y continuaba construyéndose.

Erunor recordaba aquel primer instante tal y como si ocurriera ahí y ahora, entre los silenciosos y majestuosos mellyrn de Lórien.

En el corazón de un vasto bosque de mellyrn, meditaba Eruannë sobre estas y otras cuestiones mientras aguardaba el regreso de su padre. Volteó la mirada hacia el firmamento y contempló el prieto grupo de estrellas que se alzaban sobre ella, repentinamente lejanas y casi extrañas, y sus ojos trazaron un arco en el cielo hasta que se posaron en una lejana y solitaria estrella roja. Un levísimo giro, una señal que muy pocos eldar hubieran percibido pero que no escapó al agudo escrutinio de Eruannë. Las estrellas derramaban sus lágrimas sobre los mellyrn, los más bellos olvar que jamás se vieran en Endorë. Una estrella de rusientes destellos lo anunciaba, un terrible augurio había caído sobre ellos.

—Sobre los olvar… —susurró.

Eruannë volvió a inclinarse sobre el espejo de agua y rozó el agua con la punta de sus dedos, en un intento de descubrir quién había invocado a la valië, quién había susurrado su nombre.

—"Ceven dhaer, anno vellas lín enin raw hen."

Entonces ocurrió aquello.

Más allá del ahora lejano cielo un ominoso suspiro cobró vida, se alzó sobre las doradas coronas de los árboles y los amortajó de nieblas. Y entre las lóbregas y engañosas sombras, lo cierto se hizo incierto y lo verdadero, dudoso. La elfa escuchó un quejido ahogado más allá del sendero. Entonces llamó suavemente —¿Atto…?—  pero no obtuvo otra respuesta que el mismo susurro alejándose y creyó reconocer el eco de algunas lastimeras palabras. Sin dudarlo, avanzó por el sendero persiguiendo aquel susurro hasta que el denso follaje de los mellyrn ocultó la última estrella. La oscuridad se hizo densa, viscosa, abrumadora, y Eruannë se encontró perdida en aquel lúgubre sitio. Un escalofrío estremeció su piel cuando la rozó el gélido aliento de una espectral presencia a sus espaldas, a su diestra, a su siniestra. O tal vez a sus pies, o… Como si fuera parte del mismo aire, pensó.

—Mostraros —exigió con voz firme.

Pero la única respuesta fue el impenetrable murmullo del polvo y la hojarasca arremolinándose en torno a ella, los lamentos alejándose más y más y el frío horadando sus huesos. Oscuridad, soledad, frío, miedo y un largo y execrable silencio. De pronto, las sombras se espesaron, la noche creció y el viento aulló con agudo clamor. Y algo inasible tomó la forma de una atroz pesadilla de garras, de púas y colmillos que clavaron su furia en la trémula carne de la elda. Un oscuro y monstruoso mallorn  la atacaba. Eruannë apretó los dientes y cerró los puños con fuerza. Entonces rechinaron sus dientes y sangraron las palmas de sus manos y la tierra crujió a sus pies y bajo la densa niebla que envenenaba el aire circundante.

Al fin, aferró entre sus dedos el arpa y ejecutó una dulce melodía que avanzó y retrocedió, que flaqueó y trastabilló, que se levantó sobre sus propias cenizas y se erigió infranqueable, acorde tras acorde, como una torre de piedra. La silvana resistió el maligno embate y puso en su canto todo el poder y la magia que extrajo de sí y de todo lo que conocía y amaba. Cerró los ojos para no confundir su canción con la tristeza del mundo. Y cantó a los pájaros y sus gorjeos se hicieron eco en su voz; cantó al lejano y bravío mar y al suspiro de la brisa; cantó a las refulgentes miradas de las estrellas y a las nieves que teñían de plata las altas cumbres; y cantó a las criaturas que se vestían con hojas y echaban raíces, a las flores que se abrían al rocío y al silencioso musgo que envolvía las piedras. Pero, ante todo, cantó por el Bosque Dorado cuyos hijos habían palidecido y se retorcían negros y lúgubres, ajenos a su áurea esencia.

Pero la sombra contraatacó y se hizo más espesa aún, la noche más profunda y la sangre negra, los lobos aullaron y los grajos alzaron vuelo, los perdidos arrojaron cenizas de olvido sobre el recuerdo y retumbó el trueno en el cielo y los fuegos ardieron muy lejos. Eruannë cayó en un profundo, oscuro y silente pozo de negro olvido. Un abismo de horror se abrió en el corazón de la elfa y quizá ese hubiera sido su final si un milagro no hubiera obrado en ella.

***

—"Eruannë, lasto beth nîn..."

Eruannë entreabrió los ojos y un trozo de cielo asomó en su mirada, pero fue por un breve instante. Aunque suficiente para que murmurara unas palabras a oídos de Elorham.

—Os escucho. El ruiseñor vive aún —dijo, e intento sonreír. —La valië os escuchó y... —susurró en sindarin y añadió, justo antes de regresar al abismo: —Me mostró lo que el mago está haciendo. Los olvar... Los está usando contra nosotros...

Otra vez las sombras se hicieron más espesas, la noche más profunda y la sangre negra. Y como antes, los lobos aullaron, los grajos alzaron vuelo y retumbó el trueno. Muy lejos, observó cómo Elorham y Laufinwë se defendían de los ataques de atroces y oscuros olvar. Muy lejos, en un atormentado bosque donde una negra torre se erigía, como la impía obra del Oscuro. 

Y una vez más cayó en un profundo y oscuro pozo de negro olvido.

***

Turno 909

Eruannë abrió los ojos y perladas gotas de sudor humedecieron su frente. El avar la contemplaba en silencio y ella tardó bastante en reconocerlo. Era una silueta neblinosa en rastro lenticulado de la pesadilla, una mano redentora que se extendía hacia la elfa.

—No sé si podré… —susurró Eruannë.

—No temas —susurró su padre. —Enfréntalo. Siempre podrás regresar de allí.

—No temeré —respondió Eruannë y una pálida sonrisa asomó en su rostro. Luego recitó unas palabras que no eran suyas: —“Porque mis ojos están sobre todos los caminos de Eru, los cuales no se me ocultaron. Ni la maldad se esconde de la presencia de mis ojos. ¿Por qué he de temer en los días de adversidad cuando la iniquidad de mis enemigos me rodee?  Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo.”

Erunor esbozó una ligera sonrisa, pero no dijo nada. Entonces Eruannë preguntó:

—¿De quién son esas palabras?

—De alguien cuyos ojos ven más allá que los de todos Hijos de Ilúvatar. Descansa ahora —susurró.

—¿Lo conozco?

El avar se inclinó sobre su hija y rozó su frente con los dedos.

—Descansa —susurró.

Entonces Eruannë cerró los ojos a la pesadilla.

***

...Y los abrió a la cruel realidad que la rodeaba.

Primero vio a Elorham que curaba las heridas del montaraz. Luego sus ojos se posaron en Laufinwë, estaba herido pero entero. Buscó con la mirada a Aegnor, pero no lo encontró. En cambio escuchó las voz del mago, junto a ella. ¿Qué hacían allí? ¿Acaso habían abandonado la misión? Pero fueron las mismas palabras de Zigûr las que la arrancaron de su letargo.

—"Debemos marcharnos o morirá. Tumbémosla en la camilla, y huyamos."

—¡No...! —Intentó gritar Eruannë, pero fue apenas un quejido inaudible. —Los olvar...

***

—¿Dónde estamos, atto? —inquirió. —No es el Bosque Dorado, es algo atroz —añadió mientras sus ojos contemplaban la terrible pesadilla que se extendía ante sus ojos.

El avar hizo un largo silencio; luego respondió:

—En un Ojo del Agua. Un espejo que todo lo ve, pero transfigurado. Ilusiones que pueden ser verdaderas.

Eruannë giró sobre sí misma y contempló el reflejo atroz de lo que antes fuera su bosque amado.

—¿Es una señal?

—Tal vez.

—Pero... Los mellyrn. Uno de ellos me atacó. No puede ser cierto...

Una triste mirada ensombreció los ojos de Erunor.

—Solo si regresas lo sabrás.

—Regresaré —respondió, con voz firme. —Necesito saberlo. —Luego echó una límpida mirada sobre su padre y preguntó: —¿Estarás conmigo?

—Siempre. Tu corazón late en Lothlórien, regresarás por él —afirmó el avar y sonrió. —Por siempre.

—Por siempre —repitió Eruannë.

Y sonrió.

***

 —“Una vez se ha perdido la sangre del elfo este día y gracias a estos valientes vuelves a respirar...”

La silvana entreabrió los ojos y contempló extrañada al elfo que le hablaba. Era un sindar, como Aegnor. ¿Dónde se encontraba él? Fue entonces cuando observó un montículo de piedras   apartado del camino; y recordó.

—Aegnor…

Antes se había enfrentado a él debido a su temple irreflexivo y en ocasiones iracundo, pero debía admitir que era leal y valiente. Una punzada atenazó su pecho. Ahora el elfo descansaba en las Estancias de Mandos, junto a los antiguos eldar.  Descansad ahora, Aegnor, la paz de las Tierras Bendecidas cobijaran vuestra almapensó.

El elfo de oscura cabellera seguía hablando, pero Eruannë solo percibía retazos de aquellas palabras. Luego escuchó a Elorham, algo más lejos, también a retazos, y lo buscó con la mirada.

—“En cuanto a Eruannë, está muy débil como para afrontar otro combate. Su corazón y… Pero su espíritu hace unos instantes estaba más allá de este mundo, y aunque ha regresado para seguir aquí, debe descansar.”

Eruannë intentó incorporarse, pero apenas logró acodarse en la parihuela sobre la que la habían colocado. Jadeando, murmuró palabras que solo ella escuchó.

—Los olvar…

***

La elda posó la yema de su dedo sobre el espejo de agua y observó con atención. El silencio del bosque la envolvió, pero los círculos de agua hablaron con imágenes. Atroces postales de lo que, tal vez, fuera el devenir... Un yermo siniestro y los tullidos tocones de los que fueran árboles, centenares de ellos, mutilados. La silvana gimió, horrorizada. Un negro y solitario árbol se alzaba en el yermo y sus ramas como esqueléticas falanges señalaban una negra y fría torre. Eruannë camino hacia la torre, pero pútridas raíces asomaban de la tierra y se enredaban en sus pies impidiéndole el paso. Aún así alcanzó la torre y de las puertas entreabiertas emanó una gélido hálito de horror y de muerte. Arpa en mano y con el corazón prieto en un puño, empujo las puertas y traspasó el umbral. Adentro, la postal del horror se completó con las siluetas de Elorham y de Laufinwë cubiertos de heridas, los ojos vacíos, los miembros apresados por una red de hiedras venenosas. Y más atrás, en el fondo de la enorme y siniestra sala, el mago la esperaba.

Con profundo estupor e inenarrable horror, Eruannë contempló al retorcido y negro mallorn que había intentado asesinarla poco antes. 

***

Al final, Eruannë emergió del gélido abrazo de la pesadilla cuyas garras aún se aferraban al sutil entramado del ensueño. Había proferido un grito (aún resonaba en sus oídos) tan fuerte y profundo que había retumbado en aquel recinto de ensueño y en los pétreos muros de la mansión. Un grito había escapado de su corazón y había sobrevolado el nocturno paisaje de su alma y, como un incendio voraz, había irrumpido en la vigilia resonando mucho más allá del lago y se había internado en el bosque… Y fue como si el mismo bosque hubiera gritado. Fue aquel grito lo que la había despertado, pero incomprensiblemente aquel grito se había sumido en el mundo de los sueños sin atreverse a hollar la vigilia, convulsionándola con su clamor. 

Cuando volvió a despertar no habló: estaba aterrada.

Se incorporó ligeramente y escrutó en derredor, aún aturdida. Ante sus ojos se emplazaban varias colinas casi sin vegetación como si una siniestra mano hubiera talado todos los árboles. De hecho, contempló algunos tocones, muñones de los que fueran las amadas criaturas de Yavanna. Más allá, la torre se alzaba enhiesta en medio de un lago y que solo podía ser alcanzada por el aire, como las aves, o cruzando por unas grandes piedras colocadas a modo de puente, estrechas. En la piedra del oeste, la más cercana a donde se encontraban ellos, observó un árbol de grandes dimensiones, de madera negra y sin hojas. Un árbol que le recordó al de su pesadilla, con las negras ramas señalando la torre. El agua del lago era limpia pero cuando pasaba a ambos lados de la torre, cayendo en una risueña cascada, se volvía oscura y silenciosa. Como la misma muerte.

Agotada, Eruannë se dejó caer sobre la parihuela, respiró profundamente y sacó fuerzas para describir aquello que sus ojos habían contemplado con horror y que quizá sus compañeros ya habían visto, pero necesitaba descargar el peso de tanta congoja en palabras, y así lo hizo. Hecho esto, añadió:

—Los olvar, cuidaros de los olvar. El los transformó, los hizo malignos…

Sin dudas, eran meras pesadillas de una elda que había rozado el umbral de las Estancias de Mandos, pero ella no lo creía así. La valië había hablado cuando Elorham invocó los poderes de la tierra, o eso creía Eruannë. Luego tomó entre sus dedos el collar que le había dado su padre la última noche que sus inmortales huesos descansaran en el Bosque Dorado. Era una bella pero muy sencilla pieza confeccionada con corteza de mallorn y piedras del Bosque Dorado. Finalmente se volvió hacia  Elorham y dijo:

—Os debo la vida. Tal vez no pueda seguiros, pero quiero que toméis esto. Es un regalo de mi padre, el avar Erunor. Él dijo que me protegería, quiera la Valië que os proteja a vos.

Notas de juego

Perdón por el augurio de Eruannë, pero necesitaba una pesadilla y los dados dijeron: olvar. 

Y perdón por el ladrillazo. xD

Obsequio para Elorham: un collar que suma un sortilegio. Lo necesitará. =P

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26/11/2015, 19:29
Adronath

Torno 909

Adronath se acercó con la camilla y ayudo a poner en ella a Eruannë. Si bien habían podido abatir al troll y a sus compinches orcos, aun estaban lejos de haber conseguido a lo que habían venido hasta ahí: rescatar a la princesa elfa Namiré. Y lo peor de todo, el precio que habían pagado había sido enorme, pues había caído uno de ellos, Aegnor; y otra, Eruannë, estaba muy mal herida, lo que conllevaría que alguno debía llevarla a lugar seguro. La cosa cada vez pintaba peor, pero el guerrero dunadan no cejaría en su empeño de ayudar a alguien de los pueblos libres en su lucha contra la oscuridad allí donde lo necesitara.

Tras dejar la camilla se acercó a los elfos y ayudó a colocar sobre Aegnor piedras a modo de tumba. No era lo mejor, pero dadas las circunstancias era lo que podían hacer. Luego se levantó, miró a los elfos y les contestó:

- Tenéis razón, continuaré hasta que la rescatemos o muera en el intento- sentenció el guerrero.

- Tiradas (1)

Motivo: percepción

Tirada: 1d100

Dificultad: 100+

Resultado: 64(+25)=89 (Fracaso)

Notas de juego

Jue, si yo creía que habías rescatado ya a Namiré... mae mía... por eso creía que ya no faltaba casi nada de aventura. POr mí mucho mejor pues me está encantando ;)

Editado por el jugador: se me había olvidado hacer la tirada de percepción

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26/11/2015, 22:18
Zigûr Zabathân

Turno 908

 

- Os entiendo - dijo a todos - Ayudare en lo posible, pero no se si seré un estorbo en esta empresa. - su voz sonaba débil - Este encuentro desafortunado, me ha dejado exhausto, no me veo con fuerzas de volver a invocar la fuerza vital - había gastado mucha energía intentando acabar con aquellos viles seres -  necesito descansar, meditar y centrarme en recuperar la energía esencial

El mago estaba realmente cansado, aunque era un cansancio mas mental que físico. Quedo a la espera, quizás fuese el mismo el que debería de llevar a la elfa hasta un lugar seguro, se sentía poco útil en ese momento.

- Al menos tengo el arco, sabre usarlo con algo de tino, pero no esperéis demasiado - su arco estaba junto a el, aun no había tenido oportunidad de usarlo.

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27/11/2015, 16:54
Drustan

Turno 909.

El beórnida se mantenía callado. Sabía que sus palabras podían hacer más mal que bien y por eso se abstuvo sabiamente de demostrar una vez más su falta de empatía.

Se alegraba de que el gran jinete con la ayuda del erudito hubiera sido capaz de salvar a la valerosa elfa. Pero por otra parte maldecía egoístamente a la elfa por esa misma valentía y su arrojo al ponerse delante de los embates del troll. Aquel era su destino y sentía que la elfa de alguna forma se lo había robado.

Habían terminado de construir la improvisada camilla y mirando al resto del grupo el futuro no era nada esperanzador. Habían salido victoriosos, pero estaban agotados. Si seguían adelante estarían en grande peligro.

- Debemos hacer una pausa para recuperar nuestras fuerzas. - Dijo al fin el beórnida. - Podemos aprovechar dicho tiempo para explorar a lo que nos vamos a enfrentar. De nada serviremos a la princesa muertos...- Dice quedamente. -Puedo acompañaros . - Asiente a los elfos.- Mi fiel amigo Jok puede decirnos que secretos se ven desde las alturas.- Añade silbando llamando a su amigo alado. - Con la información que obtengamos podremos decidir mejor.- Finaliza convencido.

Tras una pequeña pausa el halcón se posó en el antebrazo del beórnida, el cual, tras unos halagos y caricias por su parte, le pidió que mirase el terreno que tenían que cubrir desde el cielo.

- Tiradas (2)

Motivo: per

Tirada: 1d100

Dificultad: 40+

Resultado: 13 (Fracaso)

Motivo: trato animales

Tirada: 1d100

Resultado: 12(+65)=77

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01/12/2015, 21:27
Director

Resolución Turno 909

Hok, aunque reticente, alzó el vuelo tras las órdenes de su amo. Se encontraban en un terreno de colinas. Había restos de antiguos árboles que habían sido talados y los tocones semejaban cadáveres marchitos.

La torre, enhiesta en medio del lago sólo podía ser alcanzada por el aire o cruzando por unas grandes piedras colocadas a modo de puente, estrechas. En una de ellas, la más cercana a ellos, se puede ver un árbol de grandes dimensiones, de negra corteza y sin hojas.

A la derecha del camino, una gran agrupación de tiendas parece un gran campamento, un asentamiento de orcos. Nubes de humo se esparcen sobre el cielo y poco a poco son dispersadas por la brisa pero provienen de forjas o fuegos probablemente. Parece que los orcos sólo sepan hacer arder o quemar la tierra y las plantas.

El agua del lago es prístina y limpia pero cuando pasa a ambos lados de la torre, cayendo en cascada, se vuelve oscura. Algo terrible se siente allí y tal vez es esto lo más perturbador. La torre se muestra hipnótica, atrayente y repulsiva al mismo tiempo.

Cuando Hok comienza a alejarse Aranel corre hasta el beórnida, tratando de detener el inicio del vuelo pero llegando demasiado tarde.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Tirada aleatoria

Tirada: 1d100

Resultado: 11

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01/12/2015, 21:37
Aranel

¡Insensato!

Le dice el elfo al beórnida.

¿No crees que los orcos verán al águila? ¿No piensas que tal vez haya crebain guardando los cielos?

¿Es eso cierto? De repente la duda surge en el beórnida. Escruta el cielo buscando enemigos.

¡Traele de vuelta antes de que sea demasiado tarde!

Hok parece estar ya demasiado lejos.

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01/12/2015, 21:40
Elenmenel

Es una maniobra arriesgada

Coincide el otro.

Si no le llamas de vuelta puede que el campamento sea alertado pero si vuelve sin daños y sin alertar a nadie la información puede ser muy valiosa. ¿Jugarás nuestro destino a la suerte, beornida?

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01/12/2015, 21:59
Drustan

Turno 910

El beórnida mira sorprendido a los elfos. Nunca antes había tenido problemas con su amigo alado. De echo siempre le había pedido que se mantuviese lejos de los combates. Jok sabía cuidarse de los arqueros orcos pero era verdad que no había pensado en otras criaturas del oscuro.

Alarmado, llamó nervioso a su amigo, esperando que no fuese demasiado tarde. - Yo... Lo siento.- Admite descorazonado.- Nunca antes me había adentrado tanto en los dominios de la oscuridad, vosotros los elfos sábeis más que yo acerca de las criaturas de nuestros enemigos.- Finaliza, rogando por que no fueran descubiertos ni que su amigo sufriese ningún daño.

- Tiradas (1)

Motivo: trato animales

Tirada: 1d100

Resultado: 91

Notas de juego

se me olvido sumar el bono +65 creo que era. no tengo mi pc todavía
por si vale de algo es un halcón... más pequeño que un águila :S
parece que la elfa todavía puede tener su final épico con la ayuda del beórnida

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02/12/2015, 04:39
Eruannë

Turno 910

Eruannë tomó el collar entre sus dedos y se lo ofreció al animista, pero no fue más que un gesto trunco. La náusea la obligó a cerrar los párpados con fuerza. En derredor, el aire se volvió denso y se hizo irrespirable. Olió el peligro, y su cuerpo se tensó. Por un instante retornó aquella pesadilla y entre los jirones de un tiempo que aún no era vislumbró dos ojos que ardían en la negrura y una silente sombra cargada de odio; la tierra estremecida y herida, los lamentos del bosque. Y soñó que las criaturas del bosque se apretaban a su alrededor para escuchar su canto. Criaturas grandes y pequeñas, criaturas silenciosas y sufrientes, criaturas vestidas con hojas. Olvar… Soñó también que los innúmeros ojos del firmamento custodiaban su sueño y que desde las entrañas de la tierra le hablaba una voz grave y profunda y que desde el aire los vientos la protegían con poderosos escudos de remolinos. Y más allá, en lo alto de una oscura torre, los aguardaba algo inminente y oscuro. Pero cuando despertó supo que aquello era mucho más que un sueño…

Lachglin es el nombre del mago —susurró, más para sí misma que para los otros, recordando las palabras del orco que habían hecho prisionero en el camino.

Los elfos hablaban  —¿con quién?— con el beórnida, pero ella apenas fue consciente de ello hasta que, al abrir los párpados, sus ojos contemplaron el bello y raudo vuelo de un halcón —¿Hok?— ¿Qué hacía allí? ¿Hacia dónde se dirigía? Entonces comprendió, y el miedo se instaló en su carne. A trompicones, intentó incorporarse, buscó apoyo, mordió sus labios para aguantar el quejido que escapaba de su boca. La pierna le dolía horrores, la náusea iba y venía en oleadas y el sabor acre en su boca le recordaba la sangre derramada en aquel sitio.

—Por la valië…

Hok volaba muy lejos ya y, sin duda, un ave de tal envergadura y condición despertaría sospechas entre los orcos reunidos muy próximos a la torre y, más aún, entre los que custodiaban la misma torre. Recordó cuando el animista había invocado el favor de las criaturas del cielo y un viejo y descolorido zorzal había acudido a su llamado, una criatura noble y vivaz cuya ayuda había sido invaluable a la hora de distraer a los guardias. No había halcones allí, menos aún criaturas sanas y fuertes. Todo lo que habitaba el Bosque Negro era contaminado por el tósigo que las huestes del Oscuro sembraban a su paso. Hok se alejaba más y más, y la única esperanza era que los orcos no lo notaran, pero eso era algo que sabía imposible a los ojos de Eruannë.

Lentamente se incorporó dejando atrás la parihuela, avanzó dos torpes pasos y se dirigió a sus compañeros recién llegados.

—Idos ya. Los orcos verán al halcón y sospecharán, ya que no existen tales criaturas por estos territorios. Lo hecho, hecho está. Aún podéis sorprenderlos en la torre y rescatar a Namiré, pero no perdáis un instante más o todo habrá sido en vano. La muerte de Aegnor, la sangre vertida… Os aguardaré aquí y distraeré a los orcos si fuera necesario.

Comprendió que no podía avanzar junto a ellos y que sus caminos se separaban otra vez. Pero quizá pudiera serles útil distrayendo a los orcos que se allegaran al lugar. Sonrió, o quizá solo intentó hacerlo. Buscó con la mirada el arpa que había dejado caer en medio del combate, ojalá no se hubiera dañado en la caída. Tenía el arpa, tenía el arco y las flechas. Aún malherida no sería presa fácil para aquellas bestias y, en todo caso, moriría rápido. Tenía miedo, pero su voz sonó firme. ¿Acaso no había partido sin vacilar junto al rohir en lo que sabía era una misión suicida? No dudaría ahora, tan cerca estaban de conseguir el rescate… O de morir en el intento.

Suspiró ligeramente y añadió:

—Por lo que nos relató el orco que hiciéramos prisionero, el secuestro de Namiré es un plan para distraer la atención de Thranduil.  —Y su mirada se volcó ligeramente hacia los elfos. —Ignoramos con qué intención, pero lo cierto es que allá… —dijo, y señaló hacia la torre con un ligero ademán —En lo alto de aquella oscura torre os están aguardando. El mago sabe que intentarán rescatar a la princesa, y os aguarda. Sin duda la torre es una trampa: cuidad vuestras espaldas. —Ahora sus palabras fueron para el montaraz. —Ástomer, más que nunca necesitamos de vuestro talento. Caminos, emboscadas, trampas y enemigos no son secreto para vos. Pero la torre no es el final del camino, sino apenas el principio. Marchad ya.

Su mirada se volvió ligeramente hacia Elorham y Laufinwë, sus compañeros en tan largo viaje, y sonrió.

—Os aguardaré por aquí —afirmó. —Espero que no me hagáis esperar más de la cuenta o estaréis en problemas —bromeó. Sus labios sonreían, pero no así sus ojos. Finalmente añadió, en un susurro quedo y con el dolor anclado en la mirada: —Cuidaros de los olvar. Estoy cierta de que el mago los usará en contra vuestra. Lo sé...

Notas de juego

Creo que Ástomer posee un sortilegio que le permite descubrir emboscadas y el emplazamiento del enemigo en torno a 1,5 km, o algo así. Si ese sortilegio le sirve en la torre también, están hechos. =P

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02/12/2015, 19:39
Adronath

Turno 910

- ¡Espera!- intervino raudamente Adronath cuando escuchó a Drustan-. Quizás no sea tan mala idea que vean volar a Hok. Si lo vieran, podrían saber que hay alguien o no. Eso les alertaría y saldrían dejando el campamento más libre...aunque más peligroso por estar alerta. pero si siguen a tu halcón y éste vuela en dirección contraria a la que nosotros estamos o marchemos, nos quitaremos de encima varios de los orcos o esbirros de la oscuridad.

- Manda a Hok en dirección contraria a donde estamos... si es que puedes.

La cabeza del guerrero comenzaba a ser la que era tras autoderrocarse como líder del grupo. Pensaba como lo haría un dirigente: aprovechando los contratiempos en beneficio propio.

- De todas formas tenemos que partir ya. No hay tiempo que perder. Llevaos a Eruannë a la fortaleza de Thranduil y que curen sus heridas- dijo mirando a los elfos que les habían acompañado desde la misma fortaleza-. Nosotros seguiremos y rescataremos a la princesa.

Dicho esto Adronath recogió lo que había sacado de su mochila y sacó su arco, recién regalado por los elfos y caló una flecha en él para usarla de inmediato si llegaba el caso.

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02/12/2015, 19:56
Eruannë

Turno 910 bis

Eruannë suspiró.

-Adronath, el halcón ya partió y no regresará hasta cumplir lo que le encomendó Drustan... Esperemos que sin arrastrar al enemigo tras él. Ya no hay vuelta atrás.

Luego encaró al guerrero y exclamó, firme:

-Regresaré con vosotros o no regresaré.

Notas de juego

xD

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02/12/2015, 20:18
Adronath

Turno 910 - bis

- Es una pena, nos podría haber ayudado en tal caso- comentó Adronath torciendo la cabeza al escuchar las palabras de la elfa.

- Y espero que vuelvas, pues tu ayuda ha sido valiosa para el grupo- dijo el guerrero haciendo una leve reverencia con la cabeza.

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04/12/2015, 17:30
Zigûr Zabathân

Turno 909

 

El mago estaba cansado, el combate que habían tenido lo había dejado exhausto. Sus compaleros querían seguir adelante con el plan de salvar a la princesa elfa, y no sabia como podía ayudarlos. No quería abandonarlos a su suerte, pero el no era un guerrero, ni siquiera alguien capaz caminar con sigilo...

Tomo el arco que le regalaran, y se dispuso a ayudar.

- Bien, vosotros diréis, no sabría ni por donde empezar... - dijo decidido, esperando saber el siguiente paso. - Tengo este arco, y algunas flechas... - cogio el arma con una mano y tenso débilmente la cuerda con la otra. - Quizas no acierte, pero al menos volaran las flechas y tendrán algo de que preocuparse... un rato, hasta que vean mi habilidad - bromeo

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04/12/2015, 22:51
Elorham

Turno 910

“—Os debo la vida. Tal vez no pueda seguiros, pero quiero que toméis esto. Es un regalo de mi padre, el avar Erunor. Él dijo que me protegería, quiera la Valië que os proteja a vos.”

Elorham tomó el collar con las dos manos, y sujetó con fuerza las de la elfa. –Nihtegale, te lo devolveré… Te lo prometo. Las lágrimas plateadas bañaban las mejillas del rohir al verla con vida. Entonces se acordó de algo. –Toma, tu arpa. Se te había caído en la batalla…

Y ya no pudo decir nada más durante un tiempo.

A todos nos llegará el día, hijo. Cuando llegue el día de hacer frente a la muerte, cuando tengas que afrontar el juicio de tus antepasados, nuestros ancestros… En su poderosa compañía, ¿qué sentirás? ¿Podrás aguantar su feroz mirada? Ante la muerte, ese viaje del que nadie escapa, nadie será más sabio que aquél que, mientras aún respire, pueda ponderar si en esta vida trajo a los demás felicidad, o si fue portador de sufrimiento. Ya su espíritu seguirá aportando dicha u oscuridad tras la muerte.

El cansancio había hecho sin duda mella en el ánimo de Elorham. ¿Cuánto sufrimiento, cuánta muerte, para rescatar a una sola persona que tal vez ya haya partido de este mundo? Pero habían llegado hasta aquí…

Se incorporó, y se dirigió a todos: -Nuevamente estamos juntos, como aliados y amigos. Y nos espera un desafío difícil al que tenemos hacer frente. La torre está en medio del lago, protegida. Además, ese hechicero Lachglin está usando a las plantas para el Mal según nos ha desvelado Eruannë…

Aún no comprendía cómo era posible. Las plantas eran la expresión de la belleza de la Naturaleza. Nacían, crecían, florecían, se marchitaban. Ajenos a la pugna entre la Luz y la Oscuridad. No elegían el bien o el mal. Tal vez por eso, lo que hacía este hechicero con las plantas era aún más ruin y malvado. –Desconozco hasta dónde alcanza su poder, pero podría intentar averiguar alguna cosa. Necesito descansar, necesito tiempo… Pero tal vez podrían contarme algo las plantas, a su modo.

Suspiró. Las plantas tenían su lenguaje. Muy limitado, pero se podía comunicar con ellos. Lo había hecho en alguna ocasión. Pero ahora estaba exhausto, incapaz de invocar la magia. Entonces miró nuevamente el collar que le había entregado Eruannë. Y sintió la fuerza del padre de ella, la de su pueblo, su conexión permanente con la Naturaleza.

-Puedo hacerlo, pero me vaciaría. Mi espíritu ya necesitaría descansar, incapaz de curar, de salvar a nadie. Tampoco sé qué nos pueden contar las plantas, qué horrores habrán visto… Entonces se acordó de algo. –He visto un árbol, de gran tamaño, en la piedra junto a la torre. En medio del agua. Si os parece, puedo usar el poder que me ha concedido Eruannë para hablar con el árbol.

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05/12/2015, 21:03
Laufinwë

Turno 910

No había tenido tiempo ni de hablar ni nada. Mi vista estaba fija en Eruanne cuando el revuelo a nuestro alrededor se disparo de golpe. Una sola palabra de todo lo que se dijo en esa corta discusión me quedo gravada en mi mente.

"Insensato..."

Una sonrisa cargada de ironía y cansancio se formo en mis labios. Habíamos peleado por sobrevivir y solo lo habíamos hecho gracias a los refuerzos... contra los guardianes de un portón. Si apenas una sombra nos había dejado al borde de perder amigos y engullirnos en la desesperación, ¿qué podíamos esperar de la oscuridad que nos esperaba en la torre? No había palabra en este mundo que describiera mejor nuestras vanas esperanzas.

"Lachglin es el nombre del mago."

Las palabras de Eruanne me sacaron del estupor y de mis oscuros pensamientos. De todas formas ya sabía la probabilidades de vencer antes de decidir venir en este rescate y aún si fallábamos, si lográbamos poner una flecha en el ojo del hechicero el sacrificio sería más que provechoso para los pueblos del Oeste. Otra sonrisa se formo en mis labios, pero esta solo tenía cansancio y resolución en ella.

-Debemos avanzar, raudos. Como dice Eruanne, en la torre la sorpresa sera de poca ayuda- Mantuve esa última sonrisa en mis labios mientras hablaba. -Vamos hacia una trampa y la única forma de lograr nuestro objetivo es caer en ella. Me temo que no hay tiempo para descansar ni recuperar energías pues los orcos que recorren los perímetros pronto nos pisaran los talones al volver para cruzar estas mismas puertas rumbo a su campamento asi que debemos movernos raudos y sin temer a la oscuridad.-

Luego di un paso hasta la cantora, cuya voz jamás temblaría mientras las estrellas de Varda la Iluminadora brillaran, pero cuyos pies tenían problemas en soportar su propio peso a causa de las numerosas heridas. Por fin la sonrisa desapareció y una mueca de dolor, la inevitable empatía surco mi rostro, aprete los puños por la furia. Mire al suelo...

-Me temo que tienes razón amiga, compañera. Necesitamos cada brazo que tengamos para lograrlo. O disipamos la noche que se cierne sobre este lugar o somos engullidos por ella y nos perdemos para siempre, pero lo haremos ahora y lo haremos todos juntos.- Como hubiera querido llevar su voz a un lugar seguro, lejos del dolor que se cernía sobre nosotros, pero no se podía, la batalla ya estaba sobre nosotros.

 

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07/12/2015, 12:39
Director
Sólo para el director
- Tiradas (3)

Motivo: Suerte para que no detecten a hok

Tirada: 1d100

Dificultad: 75+

Resultado: 20 (Fracaso)

Motivo: Reacción de Hok

Tirada: 1d100

Resultado: 18

Motivo: ¿Cuantos crebain vienen?

Tirada: 1d10

Resultado: 4(+5)=9

Notas de juego

Hok es detectado.

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07/12/2015, 12:47
Director

Resolución Turno 910

El halcón estaba demasiado lejos para que hiciese caso a las órdenes de su amigo pero algo debió entender el animal que debió decidir conducirse con cuidado y elevó bastante la altura de su vuelo. El lugar a explorar no era cercano y pasaron unos lentos minutos en los que la figura del halcón se hacía cada vez más pequeña a sus ojos.

El ave con buen criterio evitó acercarse al campamento y sobrevoló el lago y poco a poco se fue acercando a la torre. Algo sucedió, sus movimientos se volvieron frenéticos. Volvía hacia ellos como a gran velocidad. Algo le seguía, no se veía qué era pero no podía ser nada bueno.

Disponían tal vez de un minuto antes de que Hok llegase hasta ellos.

Notas de juego

Haced una tirada de percepción, elfos con +10, semielfos con +5