Partida Rol por web

RESOLUCION TURNO 1200

Estaban en algo llamado flat, era el nombre que los elfos le daban a aquellas plataformas que descansaban sobre los árboles. En ellas había un pequeño cofre, donde se guardaban varias cuerdas, comida conservada, mantas, agua y un pequeño kit de curación con vendas, agujas, hilo y alguna cataplasma. Los elfos no las frecuentaban habitualmente, pero sí que las mantenían en buen estado y siempre listas para ser usadas. Firadel les informo que pasarían un tiempo allí, lo justo para que los orcos se retirasen y fuese seguro volver a bajar. Aquello no ocurriría inminentemente, por lo que les sugirió que se tumbasen y recuperasen el aliento. Agotados como estaban, comieron algo, un poco de pan élfico y carne en salazón, antes de recostarse en el suelo. Acurrucados en las mantas, no tardaron en quedarse dormidos, aquel lugar desprendía calma y quietud.

Durmieron hasta el dia siguiente, unas cuantas horas que sirvieron para recuperar el sueño perdido y aliviar en parte sus heridas. Cuando despertaron, vieron al elfo al borde de la plataforma, mirando hacia abajo con cierta cara de preocupación.

Turno 1201

Adronath subió por la cuerda a la plataforma. Al llegar se quedó sorprendido de que éstas existieran, sobre todo estando tan cerca de la guarida del mago. Además se las veía sólidas y cuidadas, con abundante material en ellas. Sin duda alguna era un sitio ideal para emboscar o por lo menos vigilar al enemigo.

Pero el problema lo seguían teniendo. Si bien se habían librado de los orcos ahí abajo, ahora tenían que salir de allí. Lo malo es que tanto él como Elorham seguían heridos y si no se curaban poco podrían hacer si se encontraban con la horda.

Pero el guerrero tenía en mente a sus compañeros que no habían visto desde que se quedaron rezagados intentando cubrir la retirada de sus amigos, dándoles tiempo para que se pudieran a salvo.

-Mis compañeros y la princesa ¿qué han sido de ellos? -pregunto susurrando Adronath a los elfos en sindarín para todos se sintieran más cómodos.

Turno 1201

- Están a salvo, no muy lejos de aquí - contestó a Adronath - Ya os dije que están bien, los podréis ver cuando las cosas se calmen - dijo con la mirada perdida, como si pudiese verlos en la lejanía.

- No se cuanto estaremos aquí, quizás todo el dia - aseguró - Pero con la nueva luz, y sin su amo, correrán a esconderse - su voz sonaba realmente esperanzadora - Estaremos pronto lejos de estos seres.

Turno 1201

Adronath asintió a las palabras del elfo. Sabía que podía confiar en él y que si todo iba bien se reuniría con ellos pronto... bueno, con los que quedasen. El pensamiento de sus amigos muertos hizo emlla en la maltrecha mente del guerrero, que ya a salvo, estaba más despejada y se podía centrar en otras cosas y no solo en salvar a su compañero y sobrevivir. Así que el recuerdo de ellos hizo que unas lágrimas cayeran por sus mejillas. Luego vio a Elorham quien descansaba a su lado* en la plataforma. Lo miró y verlo vivo le alivió. Por lo menos estaban ellos dos vivos.

Y seguiremos estándolo -se apremió el guerrero con fuerza, mientras miraba al animista. Luego se quitó las lágrimas y miró hacia abajo como lo hacía el elfo, pero con mucho más cuidado.

-¿Hay muchos orcos ahí abajo? -preguntó sin mirar al elfo-. ¿Cuál es el plan cuando podamos bajar? -siguió preguntando. Si bien estaban en una situación complicada, era posible salir de ahí y si podía ayudar en algo el guerrero lo haría.

-Por cierto -dijo girándose hacia el elfo y esta vez mirándole-, no tendrás un arma que me puedas prestar. Para defenderme cuado estemos ahí abajo.

Turno 1201

Estaban en un flat de los elfos del bosque. Una maravilla que recordaba las épocas pasadas, cuando aquel inmenso bosque no era oscuro ni tenebroso, sino verde y luminoso. Tal vez algunos de los Primeros Nacidos lo recordaran, desde luego entre los hombres nadie quedaba. Los elfos eran el recuerdo de la Naturaleza, y se aferraban a lo eterno para resistir los cambios del mundo.

-Aquí estaremos seguros, asintió Elorham. Era una certeza que sintió con fuerza, sin saber por qué. -El Animista ha sido derrotado, y los orcos están perdidos sin su amo.

Mientra hablaba, masticaba el pan élfico. Ahora tenía que acostumbrarse a usar una sola mano, y aunque recordaba la otra, su mente comprendía que se trataba de una ilusión. Nunca más iba a poder vendar a un herido, ni acariciar la cara de una mujer entre sus manos, ni luchar con una lanza...

Con esos pensamiento en la cabeza, el rohir se tumbó en aquella plataforma y se quedó mirando el cielo. No tardó en quedarse dormido.

Turno 1201

- Cientos se aproximan, pero no nos encontraran aquí arriba - dijo muy seguro, contestando a Adronath - Me temo que no llevo mas armas que la mía y no hallaras aquí ninguna otra - No guardaban armas en los flats, y tampoco viajaban con armas de repuesto. - Cuando se cansen de buscar y el sol queme sus sucias pieles, se marcharán. Entonces bajaremos e iremos un lugar protegido, no tenéis que temer - dijo con voz calma.

- Ahora guardemos silencio, descansad, yo os despertare cuando podamos bajar - sugirió.

RESOLUCION TURNO 1202
 

No había demasiado que hacer en el flat, salvo esperar. El elfo no quitaba ojo de lo que abajo sucedía, mientras los dos hombres comían y trataban de descansar. Pese a estar en lo alto de un árbol, algunas ramas aun ofrecían un poco de sombra frente a los rayos de sol que comenzaban a aparecer por el horizonte. No era un lugar cómodo, pero por alguna extraña razón sí que uno podía sentirse a salvo. Ambos edain se echaron para dormir, y no pudieron evitar hacerlo casi de inmediato. La noche había sido una amalgama de situaciones tensas, perdidas y dolor.

Dormidos no podían evitar despertar sobresaltados cada poco tiempo, cuando los gruñidos, los gritos y el repicar de las armaduras se elevaban sobre la foresta. Pero poco a poco se fueron acostumbrando a esos ruidos, hasta el punto de ser capaces de volver a dormir casi de inmediato.

La mañana pasó y como el elfo había previsto, los orcos se fueron retirando hasta que no quedo ninguno merodeando abajo. El éldar despertó con suavidad a Adronath y a Elorham, que se levantaron algo turbados e incluso sintiéndose mal por haber sido capaces de dormir en aquella situación. Recogieron y se dispusieron a bajar. Firadel espero hasta que algunos de sus hombres hubiesen descendido, y solo entonces ayudo a bajar al dunadan y al rohir.

Ya en el suelo se unieron al grupo y comenzaron a caminar hacia el noreste, con cierto cuidado y en una formación abierta. Otros grupos se fueron uniendo, hasta ser casi una treintena. Se alejaban de los territorios orcos, y poco a poco el nivel de tensión fue disminuyendo. Pararon a comer, algo rápido, agua, pan y carne en salazón. Fue en ese momento en que un último grupo llegó. En él estaban Namiré, Eruannë y Zigûr, estaban sanos y salvo…

Turno 1203

Elorham se emocionó al ver de nuevo a Eruannë, a Zigûr y a Namiré. No le salían las palabras, pero abrazó uno a uno a los supervivientes del grupo que había viajado a través de la Oscuridad para poder salvar a la princesa. En silencio recordaba también a los que se habían quedado por el camino. Su recuerdo no se iba a borrar nunca, y el espíritu de aquellos valientes le iba a acompañar el resto de sus días.

Pronto iban a continuar caminando, cada vez más lejos de los orcos. Aquella pesadilla quedaba poco a poco atrás, pero no iba a resultar fácil retomar la vida normal después de los eventos de las últimas semanas. Elorham comprendía que la aventura les había cambiado a todos. Aún era pronto para poder expresarlo con palabras, así que se limitó a disfrutar de la compañía de sus amigos.

Turno 1203

Adronath se despertó sobresaltado cuando el elfo les despertó. Se echó la mano a su flanco para desenvainar su daga pero al momento se dio cuenta de donde estaba y tambioén que ya no tenía ningún arma que coger. Desperezándose poco a poco, miró en su derredor y observó que todo estaba en calma. Había logrado dormir por la noche pese a los ruidos y pese a la amenza que suponían los orcos. Pero el cansancio le venció y el sueño reparador pudo con él.

Tras bajar del árbol y andar bastante rato, se reunió con otros elfos que estaban dispersos por aquel bosque. Pero lo que le emocionó fue ver a sus compañeros Eruannë y Zigûr. Seguían vivos. Al verles, el dunadan se levantó y fue a abrazarles. Con lágrimas en los ojos abrazó uno a uno con cariño. No quizo hacerlo muy fuerte, pues sabía que todos estaban en un estado bastante delicado de salud.

Luego, mirandoles preguntó por los demás.

-¿Sabéis qué ha sido de Drustan, y si ha sobrevivido algún otro? -preguntó el guerrero mirando tanto a sus compañeros como a los elfos.

Turno 1203

- Estamos bien - Dijo Zigûr al ver a sus compañeros - ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde están Elenmenel?¿Y Aranel? - pregunto al no verlos allí, y temiendo la respuesta. Su rostro se entristeció pese a la alegría de ver a sus compañeros.

Turno 1203

- ¿Y vosotros, como estáis? - quiso saber Eruannë - Solo quedamos nosotros... - dijo la elfa triste - Iremos a un lugar seguro, tiempo habrá de recordar a los caídos - terminó por decir.

RESOLUCION TURNO 1203
 

El reencuentro con sus amigos tenía un agrio sabor. Habían perdido a varios compañeros, y aunque se habían reunido a salvo con otros, en su recuerdo siempre quedarían aquellos que se jugaron la vida por la princesa. ¿Merecía la pena? Era algo que cada uno tenía que valorar, pero lo que sí que estaba claro, era que todos se embarcaron en aquella misión por voluntad propia, sabiendo el riesgo intrínseco que conllevaba.

Drustan, Ástomer, y Lafinwë, no lo habían conseguido. Su vida había salvado la de Namiré. Tal vez si las cosas se hubieran desarrollado de otra manera, nada hubiera ocurrido. Uno de los grandes fallos, ahora que pudieron pensar en ello, fue atacar a los vigilantes. De no haberlos matado, quizás no hubiera saltado la alarma, y sencillamente hubieran entrado y salido sin ser detectados. Si al menos hubieran escondido los cadáveres, habrían retrasado lo inevitable, otorgándoles el tiempo justo para huir. Era tarde para pensar en lo que hubiera podido pasar de haber actuado de otra manera, era una tortura pensarlo, tenían que superarlo.

Tras la fugaz comida todos, ya juntos, se pusieron en marcha. Caminaron durante el resto del dia, deteniéndose lo justo para que los invitados del bosque descansasen. Los elfos, Eruannë incluida, se mostraban cómodos, incombustibles, y seguramente hubieran podido hacer el trayecto casi sin parar. Llego la noche, se habían alejado bastante, pero aun temían que los orcos pudieran seguirlos. Esta vez no había flats cerca donde subir a descansar. En lugar de ello, se estableció un perímetro de seguridad, vigilado por arqueros bien entrenados y que nadie sería capaz de atravesar sin ser detectado. Si algo se acercase, tendrían el tiempo suficiente para marcharse.

Cenaron, de nuevo algo de pan élfico y carne seca, no era tiempo de grandes banquetes. Después se dispusieron a dormir, al raso, sin mantas.

Turno 1203

- Drustan no ha muerto aun - dijo el guardián, para asombro de todos, Eruannë y Zigûr incluidos. - Por el momento, me temo que no podemos cargar con el, se ha quedado en uno de los flats - informo - Ya hemos enviado a alguien en busca de ayuda, espero que lleguen a tiempo - termino por decir

Turno 1104

La noticia de la muerte de Drustan de la boca de Eruannë sentó como una puñalada en el estómago del guerrero. Lo había dado todo por que su amigo pudiera tener una segunda oportunidad. Y no solo él, también Eruannë y Elolorham que casi pierden la vida, y los dos elfos Elenmenel y Aranel que habían muerto para ayudarles. Pero lo peor es que su compañero ya no estaba con ellos.

-Que Eru lo tenga en su gloria -dijo en un susurro el guerrero mirando al suelo angustiado.

Pero al momento otro de los elfos que allí se encontraban se acercó y les habló contándoles la buena noticia de que su compañero beórnida seguía con vida.

El sentimiento de angustia se torno por el de felicidad en una décima de segundo y lágrimas no tardaron en derramarse por las mejillas del guerrero. Su amigo, con el que había luchado codo a codo durante todo este periplo seguía con vida. Lo habían rescatado los elfos y los habían subido a uno de esos flats como lo hicieran con ellos.

Adronath se levantó y abrazó al elfo de alegría. No pudo hablar, pues su garganta estaba aprisionada por la emoción. Se alegraba de que uno más de sus amigos siguiera con vida. Y más con lo que habían hecho para que siguiera en este mundo. 

Sí, parecía que por fin la vida les sonreía...por unos instantes.

Turno 1104

Drustan seguía con vida...

Elorham suspiró de alivio, pero pronto su gesto cambió. -Necesita cuidados. Le di un tiempo a su espíritu, pero si no se le atienden las heridas, su alma partirá de forma irremediable y morirá.

Aunque era posible que los Primeros Nacidos ya le habían curado. Pero el rohir necesitaba estar seguro. Dio un paso hacia el elfo que les había dado la buena nueva. -Tengo que verle, señor elfo. Cuanto antes. Cuando le dejé estaba muy débil. Sin cuidados, su cuerpo no aguantará. ¿Nos puede llevar hasta Drustan?

Turno 1104

- Me temo que no es posible, por el momento - dijo el elfo sin cambiar el semblante de su rostro. - Lo hemos dejado atrás - añadió - Pero no has de preocuparte, no esta solo, permanecerá allí hasta que pueda ser movido, debe descansar - informó - Han ido en busca de nuestro galeno, llegará a tiempo y aunque necesitara mucho tiempo para recuperarse, lo hará - sentencio finalmente.

RESOLUCION TURNO 1204
 

Sabían que Drustan estaba vivo, y eso los había dejado tranquilos y esperanzados a partes iguales. Si aquello había salido bien, aun había esperanza. La princesa había sido rescatada, estaba allí mismo, no muy lejos, junto a otro grupo de elfos. Con una mirada tierna, Namiré agradeció ser salvada, antes de tumbarse a descansar. No había estado muy habladora, el hecho de encontrarse con los suyos, y tal vez no haber asimilado aun el trance que había pasado, la había convertido en un ser tímido y callado. Se le pasaría cuando la felicidad que irradiaba, lograse superar a su pesar.

Todos se dispusieron a dormir, no hubo demasiada charla. Los dias anteriores habían sido bastante intensos y tanto Elorham como Adronath sucumbieron al cansancio rápidamente. Los elfos hacían guardia, aunque desde donde estaban nadie podía verlos. Velarían por ellos durante la noche. Estaban bastante lejos, y lo orcos quizás habían perdido las ganas de perseguir a los éldar en su terreno. Aunque lo más seguro es que la rabia guiara a aquellos seres, y en cualquier momento se les echasen encima.

La noche paso en calma. Con los primeros rayos del sol, los pocos que podían atravesar la espesura del bosque, los dos hombres se despertaron. Los elfos lo habían hecho hacia un buen rato ya, y estaban preparados para marcharse. Al verlos, el rohir y el dunadan se apresuraron a recoger, ni siquiera desayunaron, y pronto se pusieron en marcha. Al cabo de unas horas, a media mañana, volvieron a detenerse.

Turno 1205

​- Pararemos unos minutos, necesitáis descansar - les dijo el elfo - Tomad, comer un poco, no os dimos tiempo esta mañana y estaréis hambrientos - les tendió un poco de pan y un pedazo de carne ahumada que había sacado de su bolsa.

- No estamos lejos - dijo cuando terminaron.

- Necesito pediros algo - su voz se torno seria - Tenéis que poneros esto - de su mano colgaba una capucha de tela - No podréis acompañarnos si no lo hacéis, espero que lo entendáis - dijo condescendiente, pero autoritario - Es por la seguridad de nuestro reino...

Turno 1205

Pese a que no habían desayunado, el guerrero no estaba hambriento. La verdad es que se sentía más cansado y dolorido que otra cosa. Pero no rechazó un bocado cuando la comitiva se paro a descanaar y a tomar algo. Adronath miró a sus compañeros y escrutó entre los elfos por si podía intuir la figura de Drustan. No lo consiguió,  pero sabía que si alguien podíallevar al bernida eran los elfos.

Cuando le pidieron que se pusiera una capucha de tela para no ver el recorrido hasta llegar a la ciudad elfica no se preocupó, él ya había pasado por eso cuando les llevó aquello a lo que la misión les había llevado yademás les había advertido de la situación de la princesa. Era algo lógico para aquella sociedad tan metida en su civilización. 

Así Adronath se dejó hacer y no puso impedimento en que le llevaran al  reino del bosque con los ojos tapados,

Turno 1205

Elorham se encontraba más descansado de cuerpo, pero no de mente. Estaba preocupado por Drustan, y echaba en falta a aquellos otros que habían caído. Aún así, agradeció la hospitalidad y la ayuda de los elfos, y aunque le entristeció tener que taparse los ojos después de haber rescatado a la princesa Namiré.

-Acataremos vuestras normas, dijo aunque en realidad no tenían otra opción. -Será un privilegio visitar vuestros Salones.

A diferencia de algunos de sus compañeros, Elorham no había estado en aquel lugar encantado al que se dirigían.