Partida Rol por web

Bien...¿Qué es lo que tenemos aquí? 20 personas ¿eh? Bueno, vamos a empezar a hacer lo propio.

¡Preparad los tiburones de arena!

Anda mira, si hasta hay una madre con su niñita.

¡Procurad matar a la niña a la primera!¡Al público le gustará su sufrimiento maternal!

Las previsiones de audiencia son espectaculares, esperemos no decepcionar a nadie.

Un grupo grande de personas tiradas en una playa...Hay gente de todo tipo y procedencia, ricos y pobres, jóvenes y viejos y nadie sabe cómo ha llegado allí ni por qué motivo.

De pronto notáis un temblor bajo vuestros pies, se comienzan a formar remolinos de arena y os parece vislumbrar formas similares a tiburones que entran y salen de la tierra, uno de ellos aparece muy cerca del grupo, comenzáis a escuchar gritos...

Nota todo aquel rollo que se había formado en tan solo un instante, aun mareado por el repentino despertar, lo primero que hace es buscar un lugar alto para poder vislumbrar mejor sus posibilidades.

John se pone de pie a gran velocidad tras ver las extrañas formas que se mueven alrededor del grupo.

- ¡Eh! - Grita en dirección al grupo - Será mejor que os pongáis de pie, no creo que este sitio sea muy seguro. - Hace una pequeña pausa mientras mira a su alrededor - ¿Alguien sabe dónde estamos?

El despertar es brusco, y el comité de bienvenida no tardó en recibirnos. Me pongo en guardia nada más levantarme, me guío por la arena para intentar averiguar por donde van a salir aquellas criaturas de dientes afilados y así poder alejarme de su zona de ataque. 

- Es más que evidente que eso tiene que esperar, ahora mismo tenemos otras preocupaciones por si no te has dado cuenta - Dije visiblemente molesto pero tranquilo pese a que el resto de los "invitados" estén más que nerviosos por razones obvias.

No era el momento para ese tipo de preguntas, si no de actuar, si no nos movemos nos convertiríamos en aperitivos y desde luego a ninguno le haría gracia.

Apenas tengo tiempo de levantar la cabeza cuando veo una especie de aleta moviendose a pocos metros de mi.

¡Ostia puta!

En apenas un segundo me pongo de pie e instintivamente busco mi arma reglamentaria. Al comprobar que no la tengo empiezo a tomar consciencia de la situación. Me acerco al resto gente, que aun esta desorientada, para buscar la protección que aporta el grupo mientras busco un lugar seguro.

Estamos en una especie de playa, miro hacia el agua, no esta muy lejos, pero puesto que nos estamos enfrentando a una especie de “tiburones”, no seria nada prudente meterse en el mar. La única solución que se me ocurre es salir de la playa.

¡tenemos que irnos de aquí!

Me despierto de un sobresalto, motivo de los gritos que están dando. A mi alrededor observo como criaturas semejantes a unos tiburones surgen de la arena. - Pero .. ¿qué es ésto? 

Ojeo a mi alrededor, rápido, en busca de alguna roca o sitio lo suficientemente alto para poder ponerme a salvo y me dirijo hacia allí.

Cuando os dirigís hacia las rocas que visteis para poder situaros mejor un enorme tiburón surge tras vuestro, evitando que el resto os siga y impidiéndoos dar marcha atrás. Sin embargo el enorme escualo no os presta atención, así que conseguís llegar a las rocas y trepar por ellas para tener una mejor posición.

En lo alto veis como unos tres tiburones van entrando y saliendo de la arena rodeando al grupo, parece que están tanteando en busca del mejor momento para atacar.

Justo cuando uno de los hombres decide salir corriendo en dirección a la jungla los tres tiburones atacan, cazando al menos a una persona cada uno.

Veis como dos de vuestros acompañantes salen del grupo en pos de unas rocas en la que tener mejor visión de la playa cuando de pronto surge un tiburón entre ellos y vosotros. Son tres los escualos que os están rodeando, de momento no parecen querer atacar pero sin duda están esperando el mejor momento. ¡El chino tiene razón! Grita alguien. ¡Corramos fuera de la playa! En el momento que los tiburones os dejan vía libre hacia la jungla un hombre sale corriendo para llegar ella en el momento en el que de pronto los tres se abalanzan sobre vosotros.

Me abalanzo hacia un lado rodando, aún confusa por la situación. ¿Dónde estoy? Rápido, analiza el peligro:
-Gente desconocida.
-Tiburones de arena.
-Lugar desconocido.
-...

¿Tiburones de arena? No hay tiempo para pensar corro hacia las rocas más cercanas para buscar un punto libre de peligro por el que poder entrar en la jungla.
 

Mientras Alexandra y Von observaban la situación, Victoria consigue encuentra su oportunidad para llegar a la altura de las rocas.

Parece que ahí arriba, por el momento, no corréis peligro, pero tendréis que moveros si no queréis que el grupo os deje atrás a merced de los tiburones.

La indecision en el grupo es palpable. Noto que tengo la frente empapada de sudor. Esas cosas estan a unos pocos metros, pero parece que son solo 3.

he estado en muchas situaciones difíciles y se que la mejor manera de resolverlas es manteniendo la calma y pensar friamente en la solucion más favorable. trato de concentrarme. Entonces recuerdo mis peripecias durante la guerra, de como los generales enviaban a la muerte a miles de soldados sin que eso les quitase el sueño. Siempre me ha parecio cruel, pero la situacion ahora es desesperada, y tenemos que buscar el bien de la mayoria a pesar de que eso nos cueste unas pocas bajas.

Hago un rapido cálculo, somos aproximadamente entre 15 y 20 personas, son 3 "tiburones", y la jungla esta lo suficientemente cerca para poder llegar hasta alli antes de que a cada escualo le de tiempo a atacar a otra víctima.

Trago saliva. Nunca he sido un buen orador, ni mucho menos un lider, pero intento explicar a gritos el plan.

¡escuchadme!, ¡no podemos estar mas tiempo aqui, tenemos que llegar a la jungla! Dividamonos en 2 grupos e intentemos rodear a esos bichos por los flancos para poder alcanzar el otro lado!

Por supuesto omito la parte del plan donde mueren 3 personas.

Miro a mi alrededor rezandole mentalmente a todos los dioses para que me hagan caso.

Nadie se lo piensa un segundo, sin la más mínima organización todos se lanzan corriendo lejos de las criaturas. Mientras os apresuráis por llegar a la junta oís el grito de una mujer. ¡No!¡Mi hija! Uno de los tiburones han atrapado a una pequeña niña que grita desesperadamente mientras es arrastrada bajo la arena. Un hombre agarra a la madre y la obliga a continuar, aún os siguen dos tiburones pero ya os queda poco para salir de la playa.

El grupo sale corriendo hacia la jungla, véis cómo uno de los tiburones atrapa a una niña y la arrastra bajo la arena, una mujer que trata de llegar a su altura pero es agarrada por un hombre que la obliga a continuar.

Están casi fuera de la playa pero tienen a las otras dos criaturas casi encima.

Ni miro atrás, ya era tarde para hacer algo, demasiado tarde. Algunos decidieron buscar alturas para defenderse de aquellas criaturas, los más valientes en cambio, preferimos huir de ellos hacia la jungla. Ambas opciones conllevaban sus riesgos, nada garantizaba que los escualos se marcharían, ni tampoco que en el interior de esa loca isla no existan más peligros tan bizarros como nuestros ojos estaban comprobando.

Era arriesgado, pero tomé la decisión de adentrarme en aquel paraíso perdido, para mí era la opción más sensata. A pesar de todo no tenía miedo por mí, yo era capaz de sobrevivir a esto y más, pero había gente que no estaba tan capacitada, aparentemente eran civiles sin entrenamiento. La tensión del momento, palpable en el ambiente, gritos de pánico que escapan de algunas gargantas, aunque también podía escuchar órdenes, el caso era evidente, ahora mismo solo podía preocuparme por mí mismo, el resto no era mi prioridad, así que sin pensármelo dos veces corro para adentrarme en aquella isla que sin duda era una trampa...mortal.

Caos, ruido, desorden. Nada de todo aquello me gusta. ¿Miedo? No, más bien adrenalina por la emoción de un nuevo desafío.

Sin perder ni un instante, decido dirigirme hacia la espesura del bosque, pues seguramente los "seres" que nos seguían no irían hasta allí. El grito desgarrador de una mujer me hace girarme por un instante para ver el panorama. Una niña es atrapada, varias personas se posicionan sobre las rocas mientras otros, se dirigen al bosque. - Si queréis sobrevivir, venid con nosotros al bosque. No podréis vivir siempre sobre una piedra, ¿verdad? - Grito dirigiéndome al grupo de las rocas. - ¡Corred ahora que tenéis una oportunidad! - Tras esto y, sin volver a mirar atrás, me dirijo hacia el bosque.

- Ojalá me hagan caso, tendrán más posibilidades si lo hacen.

-Preparáos, no voy a repetir las instrucciones más de una vez, asi que atentos. Tú, chaval prepárate para correr, átate fuerte la chaqueta a la cintura, tienes buen físico podrás alcanzar la jungla rápido. No mires atrás, bajo ningún concepto. - Me dirijo ahora a la otra chica intentando que lo entienda y ponga en orden su cabeza. No importa lo que esté pasando, importa salvar el pellejo -Pelirroja, quiero que me sigas todo lo rápido que puedas. intentaré cubrirte todo lo que pueda, pero estás sola. Todos lo estamos, no me voy a sacrificar por ti espero que lo entiendas. Preparáos, tirad al suelo las chorradas que llevéis encima. Intentad poneos cómodos para correr... tenemos unos segundos de reacción- me arremango, me ato rápidamente una coleta, me quito la chaqueta y la ato muy fuerte a la cintura.- A mi señal, 3-respiro hondo-2-les miro. no les conozco pero...-1- no quiero que se queden atrás. Me recuerdan a mis hijos.-¡¡YA!!

Echo a correr poniendo delante al chaval del flequillo delante y cogiendo de la mano a la pelirroja. Intento sortear todos los obstáculos y predecir el camino más seguro para los tres. Mi mente trabaja frenéticamente.

La primera lección es sobrevivir. Para poder preservar la vida hay que sobrevivir, nada de heroísmos inutiles.

Recordando ello, corro hacía la selva sorteando los tiburones. La madre llora desesperada, pero la niña esta más allá de toda salvación.

-Apuremonos-

Los gritos me recuerdan a tantos otros gritos, la vida se extingue y mi deber es salvarla. Preservarla. Pero, para poder salvar a alguien, debo sobrevivir.

El chico comienza a correr lo mas rápido que sus propias piernas le permitían sobre ese terreno tan complicado que era la tierra talquesina.

Nota que todos se dirigían hacia una selva, su sentido común le indicaba que si en un ecosistema tan rudo como lo era la tierra, se podía albergar escualos, un terreno repleto de vida no era buena idea y aunque seguía al grupo, observaba otros posibles puntos que le permitieran salir del alcance de esas criaturas, pero que a la vez lo alejaran de los posibles peligros que podría albergar aquella selva.