Partida Rol por web

Garth alza una ceja.

- ¿Mi jodida alma? - resopla de nuevo, esta vez decepcionado - ¿no tienes un discurso más interesante? ¿Mi alma? - la mira fijamente, sin saber de donde saca las fuerzas - ¿Para que ibas a querer el alma de un depravado, de un enfermo como yo? ¿No podías quedarte la de la niña virginal e inocente? Nooo. Quieres las del escritor solitario, drogadicto, pornoadicto, que desenfunda la bragueta sin mirar siquiera con quien... Mi alma dice... ¡Mi alma! ¡Mi alma no vale una mierda!

Negó con la cabeza. Se dirigió hacia la cama y se sentó. No estaba cómodo desde luego, ni lo pretendía. Ni siquiera tenía fuerzas para sostener la mirada.

- Lo que prefiero es que dejes a Sally fuera de esto. - cogió aire - ¿A qué te referías con lo de "en su momento"? - no podía evitar mirarla de arriba a abajo. Aún sabiendo lo que había, su presencia era tan magnética, sensual y deseable, que en cualquier momento se vería superado por la locura de lanzarse hacia ella, o él, que más da y enredarse entre besos que desembocaran en un sexo tan duro que podría provocar la muerte. 

- ¿No hay otra cosa que pueda hacer que esté más en mi mano? - preguntó con sumisión.

Meredith aun sentada se gira hasta quedar de espaldas a ti. Puedes ver su espalda, una piel suave, blanca, salpicada de pecas.

- ¿Quieres desabrocharme el sujetador? Pero hazlo con cuidado, por favor. Sus manos descansan sobre su regazo, no se mueve ni se vuelve, solo espera a que cumplas su petición mientras sigue hablando El alma, un bien sobrevalorado. Cuantas lineas se han escrito sobre ese tema. El alma de una virgen, ¿acaso es realmente valiosa? No. Al menos no para mi. Pero el alma de un escritor, degenerado, imaginativo, capaz de fantasear con todo tipo de escenas que yo puedo hacer realidad. Eso si tiene valor. Hace una pausa, y aun si ver su rostro sabes que esta pasandose la lengua por los labios. Pero las prisas no son buenas mí amor. No lo son. Y no quiero que me entregues tu alma ahora, soy paciente. Se que al final la tendré. Lo que quiero de ti es que me hagas un favor. Un único favor. Sencillo. Cuando salgas de esta habitación quiero que bajes hasta el garaje, sin hablar con nadie. Si te cruzas con alguien lo esquivas y no le dirijes la palabra. Cuando llegues al garaje quiero que entres. Veras una botella de aceite de motor. Solo quiero que la vuelques, sin moverla del sitio. Un movimiento de tu mano, y Sally despertara, fresca como una rosa. ¿Lo has entendido?

Garth la escucha mientras posa sus manos delicadamente sobre sus hombros. En ese momento tiene su cuello a una distancia más que peligrosa. Pero por el momento sus manos son llevadas por alguna fuerza misteriosa hasta el broche del sujetador, del cual se deshace sin mayor problema, desabrochándolo y dejándolo caer. Se acerca un poco más, hasta que su boca queda a la altura de su oreja.

- No te eches tantas flores, yo mismo he podido ver como se convertían en realidad las cosas que yo he escrito y viceversa. Ambos creamos y destruimos a placer... deja de tratarme como si fuera idiota, no soy un neófito cualquiera. - ¿Era el mismo o era esa sensación de falso poder de estar tan cerca de firmar un trato con un demonio lo que le embriagaba?

Sonrió - tanto poder y no puedes volcar tú misma una botella de mierda. Dime... ¿Cuál es tu plan? ¿Para que quieres volcar el aceite? ¿Es que el coche necesita una revisión y así nos dejarás aquí contigo para siempre? - mientras dice esto sus manos siguen acariciando su espalda - Admítelo, es un plan que no te pega nada... a no ser que me estés engañando. Puedo ser un perfecto hijo de puta... pero no quieras saber como soy cuando me siento engañado... - levantó sus manos, siguiendo el sendero de su anatomía hasta posarlas en su cuello. Sus dedos se enrollaron en él, mas no apretó en absoluto. Siempre había sido una fantasía... provocar o sentir la asfixia justo antes de alcanzar el clímax. Decían que era tan delicioso como peligroso pero eso él nunca lo había probado... y sinceramente, éste no parecía ser un momento propicio para una primera vez.

- Dime... ¿para qué necesitas que haga eso? - acariciaba con sus manos su cuello, mordisqueándose el labio inferior. ¿Le estaba poseyendo? ¿por qué de pronto se encontraba tan cómodo haciendo esas cosas, cuando por dentro estaba totalmente muerto de miedo, con el corazón a punto de salírsele del pecho? - ¿Por qué no puedes hacer tú eso?

Lentamente se volvio hacia ti, mostrandote sus atributos. Sus pechos, sonrosados y moteados como su espalda eran una invitación en si mismos.

- Lo siento. La palabra te sorprendió, pero no tanto como su tono pues parecia sinceramente compungida No eres un ingenuo, es cierto. Si vuelcas esa botella no habrá aceite para el motor. Eso me dará un dia mas para disfrutar de tu compañía. Comenzo a acariciar tus manos que seguían en su cuello, despacio y suavemente Me has pedido que haga algo por ti. No es algo difícil, pero es un favor. Solo puedo hacerte un favor a cambio de otro. Yo podria tirar esa botella desde aqui, pero entonces... ¿que te pediría a ti a cambio de despertarla? sus manos se colocaron sobre las tuyas, y comenzaron a cerrarse. Al hacerlo la presión de sus manos obligaba a las tuyas a presionar su cuello. Su respiración se hizo mas lenta, fatigada y dejando entonces tus manos en su cuello, bajo las suyas hasta sus pechos y comenzó a acariciarlos con suavemente. Es un pequeño trato, pero es tambien una prueba. Una prueba de que siempre cumplo mis tratos. Sin embargo hay una regla. Si mencionas a alguien este acuerdo, esta conversacion, o aun mi propia existencia, el trato se romperá. Y Sally regresara al lugar donde se encuentra tan rapido como tus palabras lleguen a los oídos de cualquiera.

La observó acariciarse. Incluso a él le parecía demasiado depravado, aunque no podía dejar de sentir sus dedos alrededor de su cuello. Gruñó de forma inconsciente y frunció el ceño. Pronto dejó de apretar y su respiración se relajó. 

- ¡Basta! - volvió su mirada hacia un lado - Me estás corrompiendo y yo no hago más que ponértelo demasiado fácil. - la situación le excitaba de forma que se creía a punto de poseerla de forma animal y salvaje, pero no, luchaba con todas sus fuerzas por mantenerse lejos de esa idea tan blasfema como sensual.

Le quitó las manos de encima y se recogió el sudor de su frente. Se encontraba casi tan nervioso y exhausto como si le hubieran echado un polvo. 

- ¿Qué vas a hacer con nosotros? - la miró fijamente con toda la seriedad de la que era capaz. Ya no había lugar para bromas o sarcasmos, había mucho más en juego de lo que parecía - Creo que es justo que me lo digas... al fin y al cabo... de todos ellos, parece que yo soy lo más parecido a estar en tu bando. Y otra cosa... - la miraba con total desconfianza, y por primera vez en toda la noche, creía hacer algo de forma acertada - ¿Debo llamarte de alguna forma? Te recuerdo que no me gusta jugar en desventaja.

- Puedes llamarme Robert.

- O Sally

- O Rebeca... puedes llamarme como mas te guste Garth. Los nombres son para los mortales. Y lo unico que pretendo es pasarlo bien. En ese momento levanta la mano derecha que habia estado juguetando en sus senos y la deja en el aire como haciendo un juramento Y te prometo que no le hare daño real a nadie. Pruebas, juegos, y luego os dejare marchar. En cuanto a ti, una vez acabe este fin de semana tendras muchos años por delante antes de que volvamos a encontrarnos. Algun dia, en la cama de un hospital, cruzando la calle o en un oscuro callejo volveras a mi. Soy muy paciente.

La mano que habia mantenido en el aire ahora baja hasta tu pantalon, y comienza a buscar su camino hasta tu entrepierna.

- ¿Tenemos un acuerdo?

Agarra su mano antes de que llegue a su objetivo, temiendo que le guste más de lo estrictamente necesario, por aquello de evitar tentaciones de las que luego arrepentirse.

- Sólo pretendes pasarlo bien... a nuestra cosa... - aún con uno de sus puños cerrados expulsa el aire con cada palabra de forma violenta - No cuela... tantas molestias sólo por un poco de diversión... ni siquiera yo estoy tan jodido y enfermo. - advirtió con repugnancia.

Alzó una ceja haciéndose el interesante.

- ¿Muchos años? ¿Seguro? - se encoge de hombros - pensé que mi ritmo de vida me impulsaría a morir joven y dejar un bonito cadáver... aunque ahora que lo pienso, se lo van a acabar comiendo los gusanos igual... casi prefiero ahora no tener que volver a verte en mucho tiempo... - acercó su rostro al de aquella criatura que ahora tenía los atractivos y sensuales rasgos de Rebecca - ¿o quizá si? No creas que soy de los que te llaman para una segunda cita... y algunos incluso lo agradecen.

La mano con la que sujetaba la de aquella criatura se aferra con fuerza.

- Tenemos un trato. Pero no quiero ninguna jugada extraña, demonio... conozco a los seres como tú, los he creado mucho más temibles, mucho más horrendos y seguro que más inteligentes... juega conmigo y encontraré la forma de hacer que añores tu puto infierno. - tras esto sonrió y selló el acuerdo con un húmedo y rudo beso en su boca. Siempre sintió curiosidad por ver que se siente al besar a una criatura del averno. Se recreó en sus labios con toda la lascivia de la que era capaz, aunque se le notaba aún forzado y tembloroso.

Sin decir nada correspondio a tu beso, mordiendo con suavidad tu labio inferior para luego introducir su lengua humeda en tu boca donde jugueteo con la tuya. Fue un beso humedo, largo y excitante. Fue como una bocanada de aire para un ahogado. Cuando sus labios se separaron de los tuyos lo hicieron sujetando tu labio inferior durante un instante y entonces sus ojos se fijaron de nuevo en los tuyos.

- Entonces ve mi querido escritor. Ve y cuando subas del garaje Sally estara despierta de nuevo en el bar. Pero si rompes este trato de alguna manera recuerdalo. Volvere a por ella.

Se levanto y se quedo frente a ti, las ropas que habia dejado sobre la cama habian desaparecido, y mientras ella se difuminaba y desaparecia delante de tus atonitos ojos dijo algo mas, unas palabras que resonaron en tu cerebro.

- Deseame y volvere.

Estas solo en tu habitacion.

Garth se queda con esas últimas palabras. Se encuentra totalmente empapado en sudor. Se acerca hasta el aseo y se mira en el espejo. Sus ojos se encuentran algo saltones y sus pupilas dilatadas. El pelo está enmarañado. Se desabrocha la camisa y se mira el hombro donde ese ser clavó sus dedos, para comprobar que ha sido real. Una vez hecho esto, se asea un poco, lavándose la cara intentando quitarse su pútrido olor de encima.

Después sale de la habitación rápido como un relámpago y lo primero que va a hacer es dirigirse hacia el lugar donde se encontraba Sally, para comprobar su estado. Sabe que puede ser cierto, por lo que según avanza, va haciendo acopio de su propia voluntad para enfrentarse a la situación que le viene encima. Si es cierto que está inconsciente y no despierta, vendería el alma de todos los que se hospedan aquí por traerla de vuelta.

Garth se fue a toda prisa, dejando atrás a Sally con todo el pesar de su corazón. Está sometido a un estrés como nunca había visto, como si la vida de la mujer a la que más apreciaba en este mundo, aquella que tanto había dado por él se esfumara fugaz entre sus dedos sin poder evitarlo.

No pretende detenerse ante nadie y se dirige al lugar escogido por el demonio para volcar esa jodida lata de aceite. 

Tiene que parecer fortuito, o se te van a comer con patatas dentro de un rato... se repetía a sí mismo. Una vez que llegue al garaje busca la botella de aceite.

Al bajar las escaleras te cruzas con Chris y Raymond que suben, pero no les das tiempo a decir nada, y no intentan hablarte. Cuando llegas al garaje te encuentras que todas las puertas de acceso tienen llave, pero estan abiertas.

La botella esta en el estante, tal como te indico el ser.

Garth revuelve un poco las cosas, para aparentar que busca algo pero no lo encuentra. Finalmente, con un pañuelo en la mano, desenrosca el tapón de la botella (para que las manos no le huelan directamente a aceite) y da un golpe a la estantería hasta que la botella se vuelque. Todo para que parezca lo más fortuito posible y no dejar huella de que su intención era directamente tirar el contenido de esa botella.

Cierra los ojos y piensa en Sally, concentrándose todo lo que puede.

Más te vale cumplir tu palabra... o el infierno te parecerá un lugar muy agradable comparado con lo que voy a hacerte...

Mientras tanto, su inoportuna conciencia, hace que se odie a sí mismo. Algo le dice que no ha hecho lo correcto, y que se ha dejado seducir demasiado fácilmente, igual que un personaje fatal dibujado en la novela más mediocre de la historia. Se odia por ser fácil... se odia por ser débil... se odia por ser quien en realidad es.

Te sales con la tuya. Todo parece... accidental. Nadie te ha visto. Casi esperabas algun tipo de señal, pero no ocurre nada. Solo puedes confiar en que Sally realmente haya despertado.

Escuchas la voz de Karen gritando desde el piso de arriba.

GARTH VEN CORRE SALLY A ABIERTO LOS OJOS...

Garth suspira aunque no demasiado aliviado.

- Ya he hecho lo que querías... más te vale haber cumplido y que no haya ningún truco.

Subió hacia el lugar donde estaba Sally.