Partida Rol por web

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Vestíbulo.
 

Cuando llegué a los interiores la escena que se desarrollaba ante mis ojos, cortó mi respiración. Conocía ese tipo de magia, tan sólo me llevó unos segundos reconocer el hechizo.
Miré a Seretide con mis ojos cargados de pena, no había nada que se pudiera hacer.
- Desintegrar... conozco ese hechizo-

Volví mi mirada hacia el mago, no acababa de comprender cómo había gente que con tanto poder decidiera usarlo para hacer el mal, cuando se podrían hacer tantas cosas buenas. 

Miré a mi alrededor y vi en la mirada de todos mis compañeros de batalla que deseaban su muerte, algo totalmente comprensible, pero yo sabía que nos podría ser más útil vivo que muerto. Intentaría hechizarlo y quizás nos contara algo más de todo lo que estaba ocurriendo. Si fallaba, podrían hacer lo necesario.
La suerte que corriera después de aquello... ya no estaba en mi mano.

Miré ansioso a mi alrededor, gritando:
-¡Esperad! Puede sernos más útil vivo que muerto. ¡Puedo intentarlo!-

Miré suplicante a Seretide, murmurando
-... Puede funcionar, en serio-
No esperé respuesta, no estaba seguro de si me harían caso y quería intentarlo a toda costa, me acerqué unos pasos hacia el argoniano, intentando no pensar en lo que él podría hacerme a mí, murmurando las palabras, confiando en que mi hechizo funcionara y que lo hiciera antes de que alguno lo matara.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Vestíbulo.

Llego al vestíbulo del monasterio a tiempo para ver como uno de sus inesperados aliados era fulminado por un rayo lanzado por el argoniano. Aquella muestra de poder la dejo completamente aturdida y sin saber qué hacer. Tragó con dificultad, y una sensación de desasosiego se apodero de ella.

Solo se le ocurría una cosa y no estaba muy segura de poder conseguir nada con ello. Fueron las palabras de Trik las que la desconcertaron más todavía

A ver... ando muy perdida con esto de estar retrasada y no saber cuando actuo. En caso de actuar antes de que Trik hablase lanzaria la daga que le queda. Si actuase despues, esperaria a ver si su hechizo tiene efecto alguno, en caso de no tenerlo lanzaria la daga.

Te dejo las tiradas

El nórdico no da contemplaciones y sin esperar que el lagarto obre una vez mas con sus siniestros artefactos, le dispara de nuevo.

La flecha sale abrazada por su mano del carcaj sin ninguna dificultad, el proyectil se posiciona sobre el cuerpo del arco y la tensión del arco la hace vibrar con fuerza el tronco de la flecha al tiempo que la cuerda propulsa con velocidad hacia el siniestro mago.

La flecha surca distancia para acelerar la llegada de la muerte al maldito Argoniano.

Garrosh, ¿donde estas? hablaba con voz nerviosa la notar el vació en la recamara, un guardia roja se había adentrado junto a el y para sorpresa de los dos Tee-Lei aparece frente a ellos, viggo duda al disparar y esta acción se ve reflejada en la en el actuar del argoniano.

La expresión de asombro del cazador estaba llena de impotencia, el rayo desintegrador borro el cuerpo de su improvisado aliado fue una reveladora profecía de lo que había ocurrido con el orco, los otros aventureros comenzaron a ingresas mientras que Tee-Lei intimidante anunciaba sus perversas intenciones, cargado de ira y sentimiento Viggo grita: GARROOOOOOSH.

En La mente del nórdico todas las maneras al mago se dibujaron y implacable dispara al lagarto, mientras afirma: prueba con migo rastrero hijo de rana.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Vestíbulo.

Se unió al grupo en el vestíbulo viendo el hacha de Garrosh en el suelo, junto a una densa ceniza a su alrededor, que iba aposentándose y pegándose a sus pieles. No alcanzo a ver lo que sucedía al otro lado donde se encontraban los demás, pero si el fulgor verdoso que centelleo antes de oír la lejana voz de Tee-Lei. No había que ser un lince para averiguar que lo sucedido, alguien había caído ante el mago y este se disponía a atacar a sus amigos y compañeros. Se abrió paso hasta contemplar amplio vestíbulo de Alto Hrothgar y al malherido mago, que parecía haberse vuelto más fiero en su desesperación.

Era palpable el odió que todos los aventureros sentía hacía al argoniano pero las palabras de Trik no estaban exentas de verdad, saber a que se iban a enfrentar era algo a tener en cuenta. Claro que el tiempo se les escapaba, el eclipse casi se había completado si no actuaban con presteza.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Vestíbulo.

Aquello era horrible.

Ver como se desintegraba aquel hombre era aterrador, porque una muerte asi no tenia nada de humanidad, era una aberracion y sin sentido. Estaba asustada porque sabia lo que era una pelea pero nunca habia visto tanta maldad sin control. 

Asegurandome de tener cobertura me arrodille y cerrando los ojos comence a rezar una plegaria a mi Señora. Mi manos se calentaron y sabia que debian brillar un poco pero no abri los ojos para concentrarme en lo que estaba haciendo, era la primera vez que usaba ese hechizo en una hora de verdadera necesidad. Tenia que funcionar.

En mi boca salieron las palabras para el conjuro e identificar aquellos a los cuales otorgaba mi bendicion. 

Bjorn, el cazador de cabellos oscuros (Viggo de Cauce) y el joven de cabellos lisos (Trithik "Trik") era los que pensaba que enfrentarian al mago lagarto y por ello enfoque en ellos mis plegarias.

- No nos desampares mi Señora! He hice una reverencia al terminar el conjuro.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Vestíbulo.

Al entrar en Alto Hrothgar veo una escena que no es lo que estaba esperando. La muerte de uno de los hombres a los que ayudamos y aquella ceniza, que nos dice claramente cual fue el destino que corrió el orsimer amigo de Viggo. Mi expresión se tuerce pues aquello es una muy mala forma de morir y no es un destino que nadie de los presentes merezca.

Pero no es momento de detenernos, mucho menos si solo es por miedo de terminar así pues yo no tengo miedo.

Corro hacia el enemigo, preparado para acabar con él, esperando que no aparezca el dragón que temo que esté por aquí y que el enemigo sea detenido por mi filo o el de cualquier otro.

Noveno turno. Final del combate

La siniestra presencia de Tee-Lei tras haber matado a dos de vuestros compañeros, a pesar de su cuerpo malherido, no se amedrentó ante vuestra presencia. Sostenía el nuevo pergamino en la mano, dispuesto a usarlo, y todo se resolvió en cuestión de segundos. Mientras Sienna invocaba el favor de Dibella para fortalecer a sus aliados, Eldrid se adelantó desde su posición atrasada y lanzó una de sus dagas que clavó en el hombro del argoniano, este se tambaleó pero no lo derribó. Este colocaba el pergamino en posición de lectura, dispuesto a invocar lo que fuera aquel hechizo, pero Seretide se adelantó.

Una potente descarga mágica de la dunmer acertó de lleno en el vientre de Tee-Lei que superó su resistencia, el argoniano cayó de rodillas derrotado soltando el pergamino hecho una masa de sangre y escamas. Casi en el acto la flecha de Viggo surcaba el aire, instantes después del rayo de Seretide y se clavaba en el pecho del argoniano que humeaba por la magia de la elfa oscura.

—No.. no habéis cambiado nada.. lo inevitable.. lo inev.. —con estas palabras caía el perverso mago y, lo más siniestro, lo hacia con una sonrisa en los labios.

El aviso de Trik había llegado muy tarde, los que queríais matar la amenaza del hombre-bestia actuasteis antes. Mientras os asegurabais que no quedaban amenazas en el vestíbulo de Alto Hrothgar, Malpas, el familiar cuervo de Seretide, voló hacia el cadáver de Tee-Lei y tomó el pergamino que había caído al suelo para regresar junto a su dueña. Una revisión rápida del cuerpo del argoniano reveló que tenía consigo una bolsa con múltiples gemas, otro pergamino y un anillo que desprendía un brillo inusual.

Quedaba claro que no quedaban enemigos en el interior del edificio, solo os quedaba atravesarlo para llegar al patio donde estaba teniendo lugar aquel ritual siniestro. La noche durante el día estaba en su cúspide, y raudos avanzasteis hasta alcanzar vuestro objetivo

Patio de Alto Hrothgar, mes de Helada

Vuestra carrera contrarreloj acabó en la salida trasera del monasterio, el patio de Alto Hrothgar se revelaba ante vosotros como un escenario dantesco y macabro. La nieve estaba teñida de rojo por la sangre de los múltiples sacrificios que sembraban el antaño hogar de los Barbas Grises, ¿cuántos cuerpos? ¿una docena? ¿dos? Y ante un altar alzado en su centro, con una piedra cristalina de color negro que latía con energía dentro, se encontraba una solitaria figura negra y firme como una de las torres del monasterio. Con la penumbra anegando todo, Phyleas Volkar avanzó poco a poco en medio de aquel cementerio de sangre y muerte.

—Magnificado y santificado sea tu sagrado nombre.. —su voz era torva, lo que quedaba de humano en aquel sacerdote había desaparecido —...denigrado y crucificado en cuerpo.. —otro paso, la gruesa capa negra que lo protegía del frío cayó al suelo revelando una figura fornida, sin ninguna armadura, ante vosotros —... un millón de velas ardiendo por una ayuda que nunca llegó..

Un rugido de dragón tronó a lo lejos en medio de la tormenta, Phyleas alzó la mirada al cielo, como si esperara aquello.

—¿Lo deseabas más oscuro? —habló directamente al eclipse, luego volvió su mirada maligna hacia vosotros, desenfundó una daga que relucía de un metal amarillento —. Yo mataré la llama.

El altar zumbaba de poder maligno, el eclipse estaba a punto de llegar a su cénit, la negra formación cristalina latía con las almas que había congregado y al mirarla sentíais los alaridos de horror de los que en ella estaban atrapados. Contemplar la gema de alma negra os causaba repulsión, rechazo, no podíais mirarla fíjamente por un miedo primitivo e instintivo. Alrededor del altar se apreciaba un movimiento extraño, como si la imagen temblara en una especie de espejismo.

—Aquí estoy, aquí estoy, estoy listo, mi señor.

Justo antes de lanzarte contra la gema, defines aquello que rodea la misma, te cuesta, pero el viento y la nieve perfilan la silueta de una especie de barrera invisible que rodea el altar.

Patio de Alto Hrothgar, mes de Helada

El Argoniano fue eliminado por la acción conjunta de todos los presentes antes de que alcanzase a rebanar su pescuezo. Le miro con desprecio, pensando en que desearía haberle sacado información acerca de lo sucedido con Titus mas queda todavía el sacerdote al que podremos interrogar.

"No descansaré hasta que escupa la verdad, aun tenga que arrancársela junto con su lengua."

Avanzamos hacia el patio y entonces vemos el dantesco espectáculo, el ojo de la tormenta, la energía maligna, aquella gema negra y el miedo de un dragón volando en las alturas. Trago saliva pero no me dejo derrotar por el miedo. No es el momento de dudar. Noto aquella cosa que rodea y digo al resto:

 - "Una suerte de barrera mágica rodea aquel lugar."

Miro la cara de mis compañeros. No es necesario decirles que deberían eliminarla quienes puedan antes de que llegue a ella pues todos han demostrado ser hábiles y sensatos. Afirmo con fuerza mi hacha y miro la gema antes de asentir, indicándoles que ella será mi objetivo. Nada digo, nada más demuestro, solo mis pasos corriendo hacia mi objetivo demuestra que estoy decidido y enfocado en algo que quizás me mate, pero que es mi deber.

Patio de Alto Hrothgar, mes de Helada

Bjorn ni se había parado a examinar el cuerpo de Tee-Lei. Había iniciado su carga contra el argoniano cuando la magia de sus aliados había acabado el trabajo, así que el nórdico continuó hacia el patio interior sin detenerse.

Tras llegar allí el espectáculo le sobrecogió. Volkar había avanzado con los sacrificios. El eclipse dotaba al lugar de una especie de aura siniestra y de fatalidad… No hacía falta que nadie dijera nada… Bjorn presentía, como el resto, que algo oscuro y terrible iba a ser despertado.

Se les agotaba el tiempo. Escuchó la advertencia del guerrero que había dado a Jokull el golpe de gracia… y asintió.

Luego centró su atención en Volkar y encaminó sus pasos hacia el sacerdote traidor, procurando llamar su atención.

- ¡Volkar! – Bramó a los cuatro vientos mientras andaba hacia él de forma lateral, intentando que el ángulo de visión del sacerdote se centrara en él y perdiera de vista al resto de aliados que estaban llegando. – Lo tenías todo… - Le espetó. – Los patriarcas te auguraban un futuro prometedor… ¿Y así se lo pagas? – Sus palabras rezumaban ira… pero pese a ello Bjorn controlaba sus impulsos.