Partida Rol por web

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

Seretide observó la batalla con preocupación y dejó que sus compañeros, más duchos en la confrontación cuerpo a cuerpo, tomasen la delantera, siguiéndolos a cierta distancia y musitando unas palabras ante las cuales la rosa de rubí de su báculo emitió un fulgor rojizo apagado, tras el cual su presencia quedó envuelta en una fina capa de escarcha adherida a su cuerpo y a su ropa, que parecía provenir de un aura espectral que erizaba el vello de quien pudiese acercarse lo suficiente.  

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

Sé que con los hechizos que conozco no soy excesivamente útil en combate y no estoy seguro de acertar de nuevo con tanta gente de por medio con el hechizo de dormir, pero puedo intentar ayudar a mi manera.

Creo que Arngeir es de todos nosotros el más vulnerable, así que rebusco en mi bolsa rápidamente para encontrar un trocito de cuero que aferro en mi mano izquierda, miro al anciano y le hablo con media sonrisa.
-Con tu permiso- 
Con la mano derecha toco al barba gris recitando mi hechizo. Espero poder protegerle al menos a él.

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

Mi cabeza aun estaba algo saturada por todo lo ocurrido tras el combate, y la desagradable ejecución de Einar... al igual que el anciano, no era algo con lo que estuviera de acuerdo, pero me abstuve de hacer ningún comentario, de hecho, había permanecido inusualmente callado todo el trayecto, la realidad me había golpeado fuerte y mi ánimo se veía afectado. Una cosa eran las leves escaramuzas en las que alguna vez había participado con mi maestro, y otra muy distinta, esto...

Ahora por fin habíamos llegado a nuestro destino, y de nuevo más muerte y sangre. Cerré los ojos fuertemente intentando apartar de mi mente los pensamientos negativos, ¡yo no soy así!, debía afrontar de una vez que ya no estaba bajo las alas de Onmund y que el mundo real era así, cruel y mortal, y que yo había sido elegido para protegerlo.

Respiré fuertemente y me preparé para combatir si era necesario, aunque sabía que mis compañeros serían mucho más eficientes que yo.

Observé como Agneir avanzaba a duras penas hacia la batalla, y me acerqué rápidamente a él, rebusqué entre mi bolsa para preparar un conjuro y le susurré unas palabras mientras posaba mi mano en su pecho. 
 

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

Cuando soy consciente de los focos de combate que hay en frente de mí, ya estoy corriendo hacia el grupo más cercano en el que distingo que hay tres aventureros de aspecto bien variado luchando duramente contra tres de los atacantes serpentinos, con quienes parecen tener un combate en el que han sabido defenderse.

Empuño mi hacha con fuerza y no dudo en lanzar un corte descendente contra el más cercano de los enemigos pues, aunque estén ganando los aventureros, debemos derrotarlos a todos rápidamente para detener aquello que ha ennegrecido el cielo de forma tan poco auspiciosa.