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17 de Helada, Cráter de Cuesta del Antiguo

—¡Espera! —gritó Haming, luego te miró a ti inquieto antes de volver al dragón —. Los Barbas Grises son un símbolo para los nórdicos, si están en peligro.. debemos ayudar. 

Tragó saliva, no las tenía todas consigo, te miró buscando apoyo en su alocado plan.

—Llévanos contigo, podemos ayudar.

17 de Helada, Cráter de Cuesta del Antiguo

-¡Paarthurnax!- exclamé tras las palabras de Haming -Tu hermano dijo que todo Nirn estaba amenazado, lo cual nos incumbe- crucé la mirada con Haming y asentí -. Puede que sólo seamos un par de nórdicos, pero sabes que nuestros corazones son ardientes, que nunca nos rendimos. 

Di un paso hacia el dragón.

-Déjanos acompañarte, pues no sólo los Barbas Grises corren peligro- había súplica en mi mirada, pero también determinación - y no me quedaré de brazos cruzados.

Miré a Botitas, quizá la sierpe no podía llevarlo. Sabrá volver a casa, me dije, aunque con cierta punzada en mi vientre ante la posible separación.

17 de Helada, Cráter de Cuesta del Antiguo

La vieja sierpe se detuvo, os miró altenativamente y luego hacia la Garganta del Mundo.

—Esa strun está ensosin, embrujada, no es natural. Podríais  —advirtió con genuina preocupación por vosotros, pero al contemplar vuestra determinación movió el cuello y se agachó —. Subid. Agarraos, jóvenes joor.

Haming empezó a encaramarse al lomo de Paarthurnax según hablaba.

—Presiento algo viir, que se muere.. que vuestras haal se agarren bien —al sentiros sobre él, notasteis la sacudida de las alas acompañado de un gruñido.

—¡Al Monhaven! —y con ese rugido puso rumbo hacia la Garganta del Mundo, hacia la mismísima tormenta.

17 de Helada, Cráter de Cuesta del Antiguo

Con el gesto fruncido, miré hacia la tormenta -Botitas- llamé al can para que se acercara y me acuclillé junto a él -. Vuelve a Helgen, protege a Kaeso- le ordené. El animal ladeó la cabeza y emitió un ligero gemido -. Puedes hacerlo- acaricié su cabeza, rascando tras la oreja mientras le dediqué una sonrisa tierna. Sentía un gran afecto por aquel cánido y perdería la cordura si le pasara algo, pero ahora debíamos separarnos.

-Ve. Ahora- ordené firme, levantándome antes de girarme hacia la sierpe. Asentí con la cabeza, mis ojos humedecidos, pues el vínculo que me unía a Botitas era más fuerte de lo que imaginaba.

Haming empezó a subir al lomo del dragón y yo hice lo imité, agarrándome con firmeza y echando mi cuerpo sobre sus escamas cuando movió las alas. La fuerza de aquella bestia, la respiración bajo nosotros... era magnífica.

Cielos de Skyrim

La sacudida inicial del despegue de Paarthurnax casi os echa de su lomo, pero el dragón fue lo suficientemente cuidadoso como para que no os vierais en excesivos apuros. Mientras la oscuridad iba devorando todo rastro de luz, os dirigíais directos a la tormenta, debajo vuestro todo se volvía pequeño, hasta un temeroso Botitas que aceptaba a regañadientes tus instrucciones.

—¡Agarraós, joor! ¡No será un wundum tranquilo! —anunció Paarthurnax, pudiste ver como Haming se aferraba a las escamas del viejo dragón, así como tu también lo hacías.

Las turbulencias prometidas por vuestra montura fueron violentas, al cabo de varios minutos os encontrabais enzarzados en una vorágine de viento y rayos que os impedía ver más allá del cuello de Paarthurnax. El dragón peleaba por mantenerse en el aire a pesar de los golpes de viento a la par que os intentaba proteger de la peor parte de la tormenta, os sentisteis ascender en una interminable ascensión hasta que Paarthurnax rompió la barrera de nubes que envolvía la Garganta del Mundo. Ese gesto lo acompañó con un vibrante rugido, pero lo que contemplasteis al otro lado fue aterrador.

—Esto.. esto es imposible...

Desde el patio del monasterio de Alto Hrothgar ascendía una columna de energía oscura hasta los cielos, esta unía la tierra con la mismísima luna Masser que ahora se sobreponía al sol. Abajo pudiste ver hasta once figuras rodeadas de decenas de cadáveres, una de ellas era atravesada por una acorazada mientras que otra lanzaba un rayo contra la base de la columna de energía mágica. Otra la viste corriendo con una gran hacha contra lo que empezaste a definir como un altar, la figura de la hacha había golpeado ahí, pues de repente se desencadenó una potente explosión que desestabilizó todo el flujo mágico, derribó a la gente del patio e hizo tambalear a Paarthurnax en el aire.

—¡Por Akatosh! ¡Agarraos!