Partida Rol por web

Se le acelero el corazón al ver los restos de sangre y más aún cuando encontró el pedazo de tela. El rastro iba directo a la cueva y por lo que pudo apreciar no había sido de manera voluntaria. Se acercó a la entrada, desenvainando una de las espadas, y deteniéndose al recordar las palabras del orsimer.  Pero no podía ignorarlo, si estaba en problemas iba a necesitar ayuda. "¿Por qué no gritaste?" Pensó de manera errática. 

Pero no se iba a meter allí dentro sin al menos llamar la atención de su guardián, a la porra lo que le había pedido, no iba a dejar al joven a su suerte si podía evitarlo. Tomando el cuerno se lo llevo a los labios y soplo con fuerzas. Antes de adentrarse en la oquedad rezando a todos los dioses porque no fuera demasiado tarde.

La cueva se abría a través de la roca con una alfombra de musgo húmedo que rodeaba el pequeño riachuelo. A los pocos metros empezó a velarse la negrura, la luz matutina se iba tornando macilenta por cada paso que dabas.

Trataste de seguir adelante, pero la oscuridad total que se cernía sobre ti hizo imposible seguir adelante. En un punto casi tropezaste, y tus botas fueron a chapotear en el agua. Luego el silencio absoluto, tan inquietante que te pareció que era incluso más intenso que el precedente.

No lo viste, pero tropezaste a su vez con un bulto que había en medio del piso de la caverna. Un bulto alargado, blando, que no sabías distinguir que era en la oscuridad..

Vale, habia sido muy impulsiva, ahora se estaba dando cuenta, pero los nervios y el temor de algo horrible no le permitieron pensar con claridad.
Casi cae al suelo en medio de aquella oscuridad, por fortuna no lo hizo aun cuando tropezo con aquel bulto. Palpo, notando que era blando y un poco mas de analisis al tacto le indico que aquello tenia cierta forma humana. Pero no veia bien que era. No en aquella oscuridad. Asi que agarro de donde pudo para arrastrarlo hacia la zona algo mas luminosa.

Sacando fuerzas quizá de tu miedo a que fuera Aren, lograste arrastrar el cuerpo hacia donde la luz clareaba un poco la escena. Revelaste que era el cuerpo de un joven nórdico, pero no era el del joven nórdico que buscabas, tenía el cuerpo ensangrentado por heridas que no eran de animal. Podías ver que el pedazo de tela que habías encontrado en la entrada correspondía con la del desgraciado que tenías delante, por su aspecto parecía un cazador.

Pero justo en ese momento, de la oscuridad, empezaste a escuchar el creciente sonido de chapoteos, gemidos que helaban la sangre, algo se acercaba desde las entrañas de la caverna..

Soltó un suspiro de alivio al descubrir que no era el. Aliviada, pero no menos preocupada, cabía la posibilidad de que la sangre que había visto nunca hubiera pertenecido a Aren, mas cuando se fijo que la tela que había encontrado fuera, pertenecía a la que llevaba aquel cuerpo.

Alzo la vista al oír el ruido y se levanto de su estado en cuclillas poco a poco. Tragó nerviosa, fuera lo que fuera aquello no era nada bueno, aquellos sonidos le ponían la piel de gallina. Empezó a retroceder poco a poco sin darse la vuelta, y apretando con fuerza el agarre en su espada.

Aquella oscuridad venida de la cueva parecía arrastrarse hacia ti, a medida que iban pasando los segundos hasta seis orbes luminiscentes de color azul empezaron a flotar en la oscuridad, delante de ti, pero su concreta disposición te reveló que aquellas luminarias eran pares de ojos. Y con ellos empezaron a arrastrarse en la penumbra tres figuras huesudas, con la piel cuarteada y bastas espadas de aspecto oxidado. 

Los habías visto en algunas de tus expediciones a las ruinas que rodeaban tu hogar, pero solo una vez los viste en movimiento y fue lo suficientemente lejos como para que no te arriesgases demasiado. Draugr, los sirvientes muertos de los dragones, y ahora esas pesadillas de antaño se arrastraban hacia a ti en una cohorte de gruñidos y rechinares metálicos.

La tensión, el terreno dificultoso y retroceder de espaldas te traicionaron. Perdiste el equilibrio y caíste de culo sobre la corriente de agua. Aquello hizo reaccionar a los draugr, que se acercaron con mayor premura hacia a ti, en un abrir y cerrar de ojos los muertos vivientes se habían acercado decididos a darte muerte. El primero se abalanzó sobre ti, espada alzada, pero no terminó el movimiento, una saeta le atravesó el cráneo de forma certera desde la cuenca del ojo a la clavícula.

Un joven nórdico permanecía en la entrada con el arco extendido, había soltado la primera flecha, su rostro serio no se alteró cuando cargaba otra saeta con una velocidad sorprendente.

¡Retrocede! ¡Rápido! apremió el muchacho mientras ya soltaba un segundo proyectil contra el segundo draugr.

"¡Mierda!" 

Abrió mucho los ojos, solo recordaba haber visto a aquellas criaturas una vez y desde bien lejos, habían tenido la cabeza suficiente para no acercarse más y eso había sido bastante adentro de las cuevas, nunca tan cerca del exterior. No encontró buen apoyo al estar pendiente de aquellos seres, cayendo de culo al suelo y soltando un gruñido de dolor sin quererlo, llamando la atención sobre ella.

Trato de retroceder arrastrando el trasero hacia la salida, pero pronto los tuvo encima a punto de atacarla. Pues ella no se iba a dejarse tan fácilmente, apretó los dientes y preparo la espada que tenía al lado. O tenía mucha suerte en aquel momento o los dioses no habían querido que le pasase nada, giró la cabeza para ver quien había disparado y luego volverla a los Draurg y ver como el que iba a darle una estocada caía al suelo.

No perdió el tiempo cuando tuvo la oportunidad de alejarse de ellos. Espada en mano, se levantó y salió pitando hacia el joven que disparaba.

- ¡Gracias!

Tu misterioso rescatador acertó al tercer draugr con dos saetas más antes de que llegara si quiera al cuerpo a cuerpo, tras eso sobrevino el silencio absoluto de la muerte. Aunque no bajó la guardia, oteó la oscuridad intentando asegurarse de que el peligro había pasado. Entonces te miró con el gesto adusto, bastante serio para ser un joven de aproximadamente tu edad.

¿Estás bien? te preguntó con oficio. Algunas de estas cuevas guardan sorpresas desagradables.. has tenido suerte. dijo de un modo que casi parecía una bronca, y no un sincero deseo de que no hubiera pasado nada.

- S-si, estoy bien, muchas gracias contestó mientras aun miraba hacia el interior de la cueva. Todavía con nervios y preocupación. Frunció el ceño molesta consigo misma, había sido una acción bastante estúpida por su parte, sencillamente no había pensado con claridad cuando vio aquellos rastros, y que al no encontrarle se puso en lo peor. No había podido evitarlo. Se le había puesto el corazón en un puño. Ya... no podía negar lo que le había dicho, a pesar de que no esperaba que fueran precisamente aquellas cosas. Pero pronto se olvido de eso, y se giro completamente hacia el. Oye, ¿has visto a alguien por los alrededores? Un chico, alto, rubio, con perilla y bigote. Creí... que estaría aquí dentro cuando vi la sangre... 

El cazador nórdico, tras asegurarse de que no habían más sorpresas desagradables, te miró cuando le preguntaste sobre Aren. Negó con la cabeza lentamente.

No he visto a nadie así. Eres la primera persona que veo en tres días. respondió mientras mantenía el arco en guardia baja. ¿Se ha perdido? ¿Lo buscas? podían ser preguntas demasiado obvias vistas tus preguntas, pero era bastante seco en el tono. Parecía una persona poco acostumbrada a tratar con gente, el típico ermitaño de las montañas.

Esa cueva dicen que está maldita. dijo mirando de nuevo hacia la gruta. De vez en cuando salen daugr que vagabundean por la zona, quizá tu amigo se encontró con uno de ellos. se encogió de hombros con poco tacto.

- No, no  se perdio... creo... contesto con el ceño fruncido y si que le estoy buscando "si no a ver porque me iba a meter en la cueva a la primera de cambio" Se dio media vuelta para salir de alli, envainando la espada, medio molesta, no con el joven que acababa de salvarla, si no con ella misma, hasta que sus palabras la hicieron detenerse. Por si no se hubiera puesto ya suficientemente nerviosa al ver los rastros de afuera y ponerse en lo peor, ahora tenia que añadirle aquello. Apreto los puños y tragó con dificultad por el nuevo nudo que se le acababa de formar en la garganta. Espero que no, a-aun asi ire a avisar por si acaso.

El joven te miró con seriedad, aunque a priori no parecía mostrar interés en tu preocupación, suspiró asintiendo con lentitud.

¿Dónde le viste por última vez? te preguntó sin mirarte a los ojos, ya fijándose en el camino. Quizá pueda rastrearle. propuso mientras hilaba camino en paralelo al río hacia abajo, de donde venías. Ya a ese ritmo empezaba a buscar algún rastro, juntos llegasteis al lugar donde encontrasteis al legionario.

Tras unos segundos detectó un rastro, se volvió hacia a ti, hablando con aquel tono serio poco acostumbrado al trato humano.

Hay un rastro. Se dirige río abajo, en paralelo al cauce. Humano, se mueve bien, pero no está acostumbrado al bosque. Quizá sea tu amigo. explicó mientras añadía. También sacaron a alguien del agua, lo arrastraron fuera.. pasos pesados, alguien de mucho peso o armadura, huele a orco.. olisqueó el aire, y dirigió la mirada hacia vuestro campamento. Hay una hoguera ahí, un campamento. te miró a la expectativa de tus reacciones.

Enseguida el joven le tomo la delantera a la chica, mientras sorteaban las rocas de aquel lado, en dirección al primer lugar donde había ido a buscar. Asintió, sin poner pegas a que el rastrease, estaba visto que entre los nervios y la preocupación no estaba atinando en nada y no conseguía despejar la cabeza para ver con más claridad.

Le miro curiosa mientras miraba hacia el suelo buscando un rastro y se quedó completamente ojiplatica y boquiabierta con la cantidad de información tan clavada que acababa de darle.

- Guuuuaauu... aprecio antes de parpadear Eres muy bueno, es mi campamento, esta mañana sacamos a un guardia herido y medio muerto del rio... comento obviando el cómo lo habían encontrado si quiera. Miró hacia la dirección que había dicho que se alejaba el otro rastro. Los nervios se materializaron en su estómago de nuevo, no tanto como antes pero aun seguía preocupada. Iré a ver si le veo en esa dirección. Dijo girándose a mirarlo si no lo encuentro volveré al campamento a pedirle a mi... guardián que me ayude. Había optado por aquella palabra, pues para ella era mucho más familiar y cercana que la simple "amigo", por no decir que se negaba a usar la palabra niñera para referirse a él, por mucho que le reventase que así fuera en realidad. Muchas gracias por tu ayuda termino mostrando una pequeña sonrisa de agradecimiento. Tampoco quería molestarle más de lo que ya lo había hecho.

El joven cazador se sonrojó un poco ante tus elogios, al final demostró que tenía una edad parecida a la tuya a pesar de la seriedad. Carraspeó un poco para recuperar la habitual seriedad que mostraba, asintió agradecido por tus cumplidos con una leve sonrisa. Ante tus intenciones de seguir buscando a Aren, el joven se agachó posando la palma de la mano sobre el suelo y pareció concentrarse.

No hay daugr en esa dirección, puedes estar tranquila. anunció con una seguridad casi sobrenatural, suspiró mientras se ponía en pie y te miró con un asentimiento. Ven con cuidado, chica. Quizá nos volvamos a encontrar. el muchacho se despidió de ti cruzando el río en dirección opuesta al campamento mientras tu avanzabas hacia el norte junto a este.

De algún modo te notaste vigilada unos minutos más, vigilada y cuidada en esos instantes hasta que esa sensación desapareció. Estuviste un buen rato caminando junto al río, hasta que no te fue muy dificultoso.. pues junto a un tronco encontraste algo familiar: un pequeño caballo de madera.

Le hizo un poco de gracia que se ruborizase solo porque se había sorprendido de lo bueno que era rastreando. Sonrió levemente y negó un poquito con la cabeza antes de volver a quedarse pasmada cuando advirtió que no había rastro de aquellas criaturas. En verdad le estaba resultando increíble. Asintió antes de despedirse con la mano y moverse en paralelo al rio en la dirección en la que bajaba el agua. La sensación de que la estaba vigilando y que no le pasara nada duro unos minutos, aunque trato de no darle mucha importancia, tenía asuntos más urgentes.

Durante un rato, se dedicó a esquivar rocas o a saltar de una a otra, como si fuera una cabra, a veces le llamaba por el nombre a ver si respondía o aparecía, pero seguía caminando sin obtener respuesta alguna. Hasta que el terreno se hizo más sencillo y sin tanto obstáculo. Tanto de fácil se hizo, que al pasar cerca de un tronco, se de algo que no era precisamente producto de la naturaleza. 

Se agacho a coger el pequeño objeto que pronto reconoció. Los caballitos que tallaba el chico y luego tiraba al fuego y que por lo visto también los iba dejando tirados por ahí, no solo hacía que se quemasen. Lo observo de cerca, dándole vueltas para verlo por todas partes. No se había atrevido a pedirle que le dejara verlos con detenimiento. No estaba tan mal, al menos se podía diferenciar que clase de animal era. Tal vez tallar algún detalle más ayudaría a que mejorase. 

Se guardó en el bolsillo del pantalón la figurita que acababa de encontrar. Llevaba días queriendo hacerse con una.

- ¡Aren! volvió a llamar esperando a ver si respondía, mirando a su alrededor a ver si conseguía saber si estaba mucho más lejos o no.

Desde luego rastrear no era lo tuyo, no llegaste a perderte buscando porque, por fortuna, sí eras observadora. Encontraste otra figurita de madera, en esta ocasión parecía una suerte de perro o lobo, con una calidad aceptable a falta de mayores detalles. Seguiste la pista de la pieza, y cuando alzaste la voz para llamar a Aren encontraste su respuesta.

¿Eldrid? viste a Aren asomarse tras el tronco de un árbol bastante grueso, estaba sentado. El joven se llevó un dedo a los labios pidiéndote silencio, cuando te acercaste descubriste la verdad. Sobre el regazo del nórdico descubriste algo inesperado, una niña de unos diez años tumbada sobre él, dormida, tapada con la capa de Aren.

¿Cuánto tiempo ha pasado? le preguntó moviendo la cabeza algo aturdido. Te miró la cara de perplejidad, miró a la niña y suspiró. Me la encontré vagando por el bosque, parecía perdida.. logré hacer que confiara en mi, estaba cansada y terminó quedándose dormida.. y yo con ella. 

Tomo aquella otra figurita entre sus dedos y la observo antes de volver su vista a los alrededores, en cuanto le oyó y vio donde estaba, en un abrir y cerrar de ojos estaba donde se había escondido. Sintió como un peso se le quitaba de encima y como aquella extraña sensación en el estómago se deshacía en alivio al ver que estaba bien. Soltó un suspiro de alivio musitando un "menos mal". No sabía si quería pegarle, abrazarle o comprobar que no tuviera ninguna clase de herida. Pero tampoco tuvo oportunidad cuando le pidió silencio y vio la razón.

Se sorprendió un poco de aquel hallazgo, pero no quiso si quiera cuestionar porque una niña pequeña andaría sola en medio del bosque, ya que ella no era la indicada para hacer eso.

- Deberías llevarla al campamento entonces comento mientras miraba a la niña y luego de vuelta al joven seguro que tendrá hambre cuando despierte y allí tenemos comida caliente. Razonó. Si la pobre criatura estaba perdida, probablemente llevaría horas sin nada que llenase su pequeño estómago. Además... Se tuvo que apartar un mechón de pelo que se había salido del improvisado recogido, para atrás de la oreja, llevas muchas horas fuera y estaba...mos preocupados termino por decir, corrigiéndose a sí misma, notando un leve calorcito en las mejillas que indicaban que se estaba sonrojando.

Intente llevarla, pero se niega a abandonar este lugar. respondió arrugando la frente, miró con intriga los alrededores. No lo entiendo, pero no quise forzarla. suspiró mientras se movía un poco para colocarse bien y no despertar a la niña.

Sonrió levemente al escuchar tu desliz de preocupación, pero no quiso hacer sangre del mismo. Movió la cabeza restando importancia.

Gracias por vuestra preocupación, siento haberos preocupado. respondió con sinceridad, iba a decir algo más cuando se escuchó un extraño y estremecedor silbido, con detenimiento parecía el graznido de un cuervo.

La niña abrió de repente los ojos, como si aquel sonido hubiera sido una señal para ella. Con un movimiento felino se puso en pie, alejándose varios pasos de Aren que, absorto, contemplaba la escena. Esta se volvió hacia vosotros, su mirada parecía obnubilada entre el miedo y el sosiego, cualquier intento de Aren por acercarse era respondido por un paso atrás de la niña.

Me llama. dijo con la voz temblorosa. Tenéis que iros, no tiene que saber que he estado con vosotros. de nuevo el graznido, más claro, parecía el de un cuervo, y la niña dio de nuevo varios pasos atrás.

Aren estaba totalmente absorto, sin saber como reaccionar, pero aquella niña parecía poseer una convicción absoluta en lo que decía y hacía.